En Ideas de Izquierda 10, Paula Bach reseña y critica uno de los libros más comentados de el último tiempo, El capital en el siglo XXI de Thomas Piketty. Libro que ha generado un impacto que hacía mucho no se veía con un libro
de economía. Aún los críticos lo reconocen como un libro muy importante, aunque más no sea
por el alcance de la base estadística sobre la que se apoya, que abarca más de
20 países y cubre en algunos de ellos –Francia e Inglaterra– un período de 200 años.
Desde todo el espectro político
se ha vuelto una obra de comentario obligado. En EE. UU. el autor la
presentó nada menos que de la mano de dos premios Nobel, Joseph Stiglitz y Paul
Krugman, con ambos deshaciéndose en elogios a la obra. El panorama que plantea
el trabajo de Piketty es mucho más sombrío que el que dibujan estos
neokeynesianos, y las intervenciones propuestas en su libro –utópicas, como él mismo reconoce– van más allá de los
reclamos de un plan de gasto público más audaz y algunas reformas que defienden
Krugman y cía. Pero esto no impidió que lo usaran para construir su caso para
que los sectores “progresistas” del partido demócrata batallen más firmemente
contra el consenso bipartidista que limita el gasto público y mantiene una
regulación económica favorable a los ricos.
Alejándonos de este centro, hacia
izquierda y derecha, la recepción se hace menos cálida. Hacia derecha, en
algunos medios conservadores el libro directamente desató respuestas
alarmistas. The American Spectator tituló
que Picketty era la "cobertura intelectual para la confiscación”; la tapa
exhibe a un verdugo al lado de la guillotina, que alza con su mano izquierda El
capital en el siglo XXI.Financial Times, por su parte, inició hace
algunas semanas una campaña para desacreditar el libro. Afirma que se
encuentran “problemas con los datos y errores en el trabajo del profesor
Piketty. Estos incluyen ingresos inexplicados en sus planillas, selección
ecléctica de la fuentes de datos, y errores de transcripción”. Esto debilitaría
su tesis de que en el capitalismo se registra una tendencia natural a una
concentración cada vez mayor de la riqueza en manos de los ricos. Sin embargo,
incluso The Economist, que comparte la misma aversión por el planteo del
economista francés, salió a distanciarse de estas críticas y consideró correcto
el manejo de datos. Para The Wall Street Journal, el libro es “menos un
trabajo de economía que un ladrillo ideológico estrafalario”. Panos
Mourdoukoutas señaló en Forbes que el
libro proveyó de munición a los progresistas que quieren “promover una agenda
política antigua que mata el crecimiento económico y la prosperidad en nombre
de la igualdad económica". Otros autores, como la estrella de la “nueva”
economía neoclásica Tyler Cowen, cuestionó la idea de que el retorno de capital
se mantendrá siempre por encima del crecimiento de la economía, y señaló que
“la preocupación de Piketty por la riqueza heredada también parece
extraviada". Para Cowen los “ricos ociosos” son un recurso cultural
valioso.
Si nos movemos del centro hacia
la izquierda, encontramos al economista poskeynesiano James K. Gallbraith,
quien señala que el libro no tanto es sobre el capital en ningún sentido que
tenga que ver ni con la categoría de Marx ni con ninguna noción de “capital
físico”, sino que "es más que nada sobre la valuación de los activos
tangibles y financieros, su distribución en el tiempo y la herencia de riqueza
de una generación a la siguiente". Sobre esta base teórica, Piketty
termina convirtiendo a la desigualdad en un resultado “natural” de la evolución
de los rendimientos en relación al crecimiento. Thomas Palley sostiene que
buena parte de la efusiva recepción del libro por parte del mainstream
económico está vinculada al eclecticismo de inspiración neoclásica de Piketty.
Lo que el libro dice en sus tesis centrales es algo que varios economistas de
la izquierda progresista norteamericana vienen sosteniendo hace tiempo. Sin
embargo, “los economistas del mainstream
tienen dificultades para reconocer trabajo de tales fuentes, porque reconocer
es legitimar”; en cambio, el libro de Piketty “provee una explicación del
agravamiento de la desigualdad desde el mainstream neoclásico”. Para
Palley, este libro tiene en potencia la posibilidad de abrir el debate sobre
las políticas de libremercado, algo que no está en la intención de Piketty pero
que hace involuntariamente al sugerir, aquí y allá, que la tasa de ganancia y
la de crecimiento están política y socialmente determinadas, contrariando en
esto al enfoque neoclásico. Pero también puede habilitar un giro “gatopardista”
de relegitimar a esta alicaída economía neoclásica. Las prescripciones de
Piketty, enfocadas en el sistema impositivo sin atender las “instituciones
económicas y estructuras de poder económico”, irían en ese sentido. Sería un
“cambio sin cambio” sustantivo en las políticas económicas.
Desde el marxismo, David Harvey,
Branko Milanovic, entre otros, criticaron correctamente las categorías del
libro de Piketty, referidas más a la riqueza que al capital.
El impacto de este libro en todo
el espectro, es un síntoma del malestar ante la crisis, y de las crecientes dificultades para generar consenso con las políticas que aseguran el funcionamiento del capitalismo en beneficio de “el 1 %”. Una conmoción profunda, agravada por el hecho de que la clase política se debate entre mantener el statu quo en beneficio de los ricos o encarar algún incremento del gasto –el planteo más audaz que algunos llegan a esbozar–. Terreno fértil para, distanciándose de las utopías de encauzar las contradicciones del capitalismo que propone Piketty, discutir las vías para superarlo, instaurando las bases de una sociedad sin explotadores ni explotados.En IDZ 10, analizamos las principales tesis del libro, señalando las implicancias que plantea para la perspectiva del capitalismo, y criticando algunas de las más salientes contradicciones. Desde mañana, se consigue en los quioscos. Ya está para la renta en el Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx, en Riobamba 144, a dos cuadras del congreso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario