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martes, 27 de enero de 2015

Blindar a la economía de la conmoción política, la consigna oficial

http://laizquierdadiario.com/IMG/arton9809.jpgCualquier ilusión sobre la posibilidad de que este 2015 pudiera transitarse con tranquilidad política, se estrelló estrepitosamente hace ocho días, con la muerte del fiscal Alberto Nisman sobre la cuál cada día las sospechas se vuelven más espesas.


Podemos esperar que esto llevará al gobierno a reforzar los esfuerzos para que las turbulencias económicas no metan la cola. La confluencia de la tensión a flor de piel con un extendido descontento por el deterioro económico está entre las peores pesadillas para el tránsito del último año de Cristina en el poder.

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miércoles, 24 de diciembre de 2014

Empleo y salarios: termina un año malo, empieza otro que no será mejor

El kirchnerismo hizo bandera del “crecimiento con inclusión” y de la supuesta defensa del empleo. Sin embargo, lo que hemos visto en 2014, es que cuando hay que ajustar, lo hacen sobre la clase trabajadora. Veámoslo.

Paritarias con techo bien bajo 

Según las mediciones de precios de organismos oficiales no alineadas con el Indec, es decir la de la Ciudad de Buenos Aires y la Provincia de San Luis, el año estaría terminando con un alza de precios cercana al 40% (el IPC-BA cerró noviembre con una suba acumulada hasta noviembre de 2014 de 36,1% y una suba interanual de 39,1%). Gracias a la recesión que golpea la economía, el año podría terminar con una suba de precios de “sólo” el 37%. 
Comparadas con este trasfondo, las paritarias cerraron en promedio con duras pérdidas para los ingresos promedio de los asalariados.

martes, 25 de noviembre de 2014

Los costos del ajuste no son iguales para todos

El año 2014 fue el año de la profundización del ajuste como producto de la devaluación. Los trabajadores, los más golpeados.

http://www.radionacional.com.ar/wp-content/uploads/2014/03/kicillof-uia.jpg

Ya desde 2012, el pretencioso nombre “modelo de crecimiento con inclusión social” con el que el kirchnerismo pretendió definir los lineamientos de la política económica, no habla ni por asomo de lo que se palpa diariamente. Ni “crecimiento”, ya que desde 2012 la economía está prácticamente frenada, aunque las dibujadas estadísticas oficiales del Indec, legado del ex Secretario de Comercio Guillermo Moreno que mantiene su vigencia, no lo reflejen. Ni “inclusión social” –que bien mirada siempre fue bastante relativa ya que la mejora en los indicadores que ocurrió en los años de mayor bonanza económica se dio a la par que un gran cuidado de no afectar las ganancias juntadas “con pala” por los sectores empresarios. Como sea, desde 2008 se enlenteció hasta la inmovilidad el retroceso de la precariedad laboral que ocurrió entre 2003 y 2007. La reducción de la pobreza, resultado del crecimiento del empleo y de la implementación de la Asignación Universal por Hijo y otras medidas similares, se frenó en los últimos años (y a partir de 2012 se registra un aumento de la indigencia, en cifras de la CTA oficialista).
Pero desde enero de 2014, entramos en una nueva etapa de aceleración del ajuste mediante la depreciación del peso frente al dólar. Esto generó fuertes impactos, sobre los precios y sobre la actividad económica (también afectada por otras medidas del gobierno). Estos impactos, los costos del ajuste, han estado muy desigualmente distribuidos.

jueves, 6 de noviembre de 2014

La economía después del “Griefault”: deterioro del poder adquisitivo, la escasez de dólares y recesión

El efecto de la devaluación de enero, y la administración que hace el gobierno de la llamada “restricción” externa, mantienen un deterioro económico que se confirma con cada dato, y pega sobre el empleo.

http://bubblear.com/wp-content/uploads/2014/07/Griefault.jpg



Aún en las estadísticas oficiales, se hace cada vez más palpable el deterioro de la economía. El viernes de la semana pasada se conocieron las estimaciones de la evolución de la industria y la construcción para el mes de septiembre. La primera mostró una caída de 1,8% respecto a igual mes del año anterior. En el acumulado en lo que va del año, respecto de igual período del año previo, la caída fue de 2,7%. La construcción, aunque tuvo en el mes un desempeño positivo en septiembre (subió 3,2% en términos desestacionalizados) acumula en lo que va del año una caída de 1,2%.
Son datos que confirman un deterioro de la economía que persiste y se profundiza. Y que, aunque el gobierno busque negarlo apelando a la información sobre empleo formal provista por el Ministerio de trabajo, pega en la ocupación. El Índice de Obreros Ocupados (IOO) en la industria manufacturera registró en el tercer trimestre del año 2014 una reducción del 2,2% interanual, mientras que el Índice de Horas Trabajadas (IHT) en el sector exhibió una merma del 4,3% en relación al mismo periodo de 2013.
Devaluación y después
El deterioro económico es resultado de lo que, con todas las letras, debemos definir como una profundización del camino del ajuste económico encarado por el kirchnerismo durante 2014.
 

martes, 21 de octubre de 2014

Cuando el mundo ya no trae buenas noticias


Publicado hoy en La Izquierda Diario

La economía argentina atravesó los últimos años de fuerte deterioro -que obligó por ejemplo a imponer el cepo cambiario desde fines de 2011- ayudada por condiciones económicas internacionales que actuaron como contratendencia, enlenteciendo el desarrollo del fin de ciclo económico. Las desigualdades que caracterizaron a la economía internacional bajo impacto de la crisis, acarrearon elementos favorables para el país: el fuerte crecimiento de la economía china mantuvo la demanda para los granos que el país exporta, mientras que estos mostraron además altos precios, que reforzaron su tendencia alcista gracias a la fuerte expansión monetaria encarada por EEUU para impulsar la recuperación económica.

De esta forma, la Argentina contó con el los dólares de la soja como base para surfear una estrechez de dólares, resultado del déficit energético, del vaciamiento económico causado por la deuda y la fuga de capitales reforzada por la especulación. Adicionalmente, el boom en los precios de los commodities (que incluye granos tanto como minerales e hidrocarburos) está en la base de las altas expectativas que genera la economía argentina para los más voraces inversores globales: Vaca Muerta, considerado el yacimiento de hidrocarburos no convencionales con mayor potencial de desarrollo en el mundo según un estudio de la consultora Accenture. Los altos precios del petróleo de los últimos años generaron perspectivas de elevada rentabilidad para inversiones en explotaciones no convencionales, mucho más costosas que la extracción de yacimientos convencionales.

Este viento a favor perdió fuerza, y hay síntomas de que podría transformarse en viento en contra.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Cambio en las tenencias de dólares de bancos. El gobierno dice que no devaluará, pero...

El Banco Central bajó ayer el límite de los activos en dólares que los bancos pueden tener en su patrimonio. La comunicación A5647 publicada ayer en la página oficial del BCRA establece que los bancos no podrán tener una "posición global neta de moneda extranjera" superior al 20% de su responsabilidad patrimonial computable. Según cálculos privados, esto significa que los bancos deberán deshacerse de unos 1.800 millones de dólares. La medida afectará principalmente las tenencias de los bonos dolarizados de los bancos. Es a través de estos papeles que las entidades se hacen de dólares, lo que en el mercado se conoce como 'contado con liqui'.
Es la segunda modificación del límite de activos en dólares que los bancos pueden tener en su patrimonio en menos de un año. El 4 de febrero pasado, la comunicación A 5536 habiá reinstaurado ese tope, creado en 2003 y suspendido en 2005. También había limitado la tenencia de contratos de dólar a futuro en el 10%. Sobre esto último no hubo modificaciones. En ese entonces, esta medida del BCRA permitió frenar la corrida cambiaria, que continuó después de la fuerte depreciación del peso que aplicó el gobierno en enero. Pero la autoridad monetaria fue duramente criticada por haberla aplicado recién después del ajuste cambiario, permitiendo a los bancos ganancias elevadas gracias a sus tenencias en dólares. 
La resolución tomada por el Banco Central respecto de las tenencias en dólares despierta interrogantes. ¿Tiene por objetivo simplemente bajar la presión sobre el mercado cambiario haciendo que los bancos vuelquen oferta de dólares para contener la cotización oficial y descomprimir el mercado paralelo? ¿O tiene un sentido preventivo? Recordemos que en febrero la autoridad monetaria aplicó una restricción a las tenencias en dólares recién después de un ajuste cambiario de 23%. Esto permitió que las instituciones financieras obtuvieran fuertes ganancias con sus tenencias en dólares. Gracias a esto en un en el primer trimestre de este año los bancos amasaron el equivalente a la mitad de las ganancias de todo 2013, es decir $16.104 millones.El 60% de esas utilidades obedeció a ganancias por apuestas al dólar. Entonces, ¿sólo descomprimir o anticiparse a los efectos que tendrá un ajuste cambiario? La incógnita no tardará mucho en despejarse.
 

jueves, 14 de agosto de 2014

Sábanas cortas para el "progresismo K"


Adrián C.

El término de "sabanas cortas", en el mundo de la economía, significa una situación donde ya no se puede quedar bien con dios y con el diablo. Depende para donde tironees la sabana, sacrificas alguna parte del cuerpo que dejas al descubierto. En años de crecimiento y "vacas gordas", el Kirchnerismo se podía permitir que los empresarios "la junten en pala", y que aquellas migajas que se les caiga las puedan agarrar los que miran desde abajo. Durante un tiempo, el Kichnerismo alimentó la ilusión de que podían conciliarse las aspiraciones de ambos sectores bajo "el modelo de crecimiento con inclusión". Paritarias al 25% que le emparden a la inflación, mas “pagadores seriales” de la deuda, mas orgía de subsidios para amigos y poderosos, mas ganancias "a tasas chinas", era una ecuación desigual, pero que podía ser posible. Cuando hay fin de ciclo las sabanas se achican, como esa ropa que después de tanto lavar no solamente pierde brillo sino que empequeñece. Por si a alguien le quedaban dudas, el kirchnerismo siempre tuvo bien en claro quién iba a pasar frío en la noche… el pueblo trabajador.



¿Crédito para todos?

El relato K pretende mostrar como un round épico mas el que se juega en el Banco central, entre lo que sería el riñón cristinista puro (de la mano de Kicillof) y en la otra punta del ring, Fábrega, jefe del Banco Central de la República Argentina. Es bien sabido en el ámbito de la economía que se suele atribuir las subas de la tasa de interés a las medidas "restrictivas" (que pretenden "enfriar" la economía) y las bajas de las mismas a medidas Keynesianas de "inyección de demanda" (vale decir de incentivo al consumo e inversión). De hecho el jefe de Gabinete, Coqui Capitanich, aseguró que la decisión del Banco Central de reducir las tasas intenta "estimular la producción de bienes y servicios y revitalizar el consumo". La realidad es que la baja tendrá un impacto muy leve para los créditos personales. De ninguna forma se trata de una medida que revierta la caída del consumo en la argentina. Incluso hay quienes aprovecharon esta circunstancia para hacerse un festín. El principal combustible que hizo avanzar la bicicleta bursátil en estos días fue la compra de dólares a través de bonos y acciones, como respuesta a los anuncios de recorte de las tasas. Una pequeña baja en las tasas, además de significar una "revolución keynesiana" que aumenta (casi nada) el consumo, representa también una medida que hace menos atractiva (aun) a la moneda nacional, con lo cual incentiva mas (aún) la ida hacia el dólar. Ni lerdos ni perezosos, muchos buitres extranjeros, y también criollos, más que invertir en la producción deciden "cubrirse" a través de lo que se conoce como “contado con liqui” comprando bonos locales (bajo ley nacional, no sujeta al buitre Griesa) que se pagan en pesos y se cobran... en dólares. El principal efecto de la baja de la tasa de interés ha sido hasta el momento la suba en la cotización de los bonos. Ejemplo de esto han sido el Boden 2015 que subió 3,76% y el Bonar X que avanzó 3,9%. Lindo progresismo K. Los buitres, contentos.



¿Gasto para la inclusión?

Chillan los economistas liberales recalcitrantes, del tipo de José Luis Espert o Orlando Ferreres. Es que el gasto público de este gobierno no para de crecer. Típico populismo dicen estos personajes. Y es que la maquinita de hacer billetes aumentó por decreto en 24.300 millones de dólares el gasto público, es decir más del 80 por ciento de las reservas brutas del Banco Central. La verdad del asunto es que la mayoría de ese importe se usará para mayores subsidios a la energía y el transporte, y esto más allá del aumento de tarifas que viene soportando el pueblo argentino en estos rubros. Tarifas más altas, mayores subsidios, empresas más ricas. Mientras tanto, el anunciado plan ProEmplear, pasantía en versión “nac y pop”, apenas contará con 3 mil millones de pesos, menos de un 5% de lo gastado en subsidiar a las empresas energéticas que no invierten un peso. Linda ecuación progre... Además, de acuerdo con un análisis de la consultora Abeceb, lo que el Gobierno gasta en subsidios a la energía equivale a 5 veces lo que se destina para el plan de Asignación Universal por Hijo (AUH). Qué manera de darle guita a los vagos dirán…



Subsidios... al bolsillo del empresario

A través del plan FONDEAR el gobierno destinará $ 10.000 millones en créditos subsidiados. Las tasas serán de 14% para pymes y más altas para el resto. Se pretende mostrar esto como un plan de “salvataje” para casos de empresas en “crisis”, como el caso de la imprenta Donnelley, y así evitar despidos. De mínima parece un monto muy pequeño para “salvaguardar” el empleo, y además permitirá a varios buitres de la industria extorsionar al gobierno para hacerse de estos recursos, cuando no estén verdaderamente en crisis. Los Repro –subsidios para evitar despidos– y las nuevas leyes para registrar trabajadores y subsidios para el primer empleo apuntan a que las empresas privadas tomen la iniciativa en materia de creación de empleo. Un progresismo medio enclenque este, que deja en manos de quienes despiden, suspenden y cierran fabricas, la épica tarea de evitar… despidos, suspensiones y cierres de fábrica… Es por esto que los fondos del programa Progresar anunciado por el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, para una capacitación por seis meses con la posibilidad de inserción laboral, suena a cómico como medida que contrarreste el desempleo… La solución es diferente. Fabrica que cierre o despida, que se ponga a producir bajo control de sus trabajadores, que se estatice así el estado garantiza la compra de sus productos.



Desempleo “nacional y popular”

Si uno escucha a los funcionarios buitres de este gobierno notará cierta esquizofrenia.  Dice Capitanich al referirse al conflicto de Lear: hay "una estrategia para radicalizar protestas con fines opositores". "existe una estrategia deliberada para promover conflictos”, por parte de los “idiotas útiles” que serian los militantes de izquierda. Pero por otro lado hay ya 12 fallos que avalan la desidia patronal en Lear, y además una seria sospecha acerca de la veracidad del pedido de quiebra en Donelley. Entonces en qué quedamos? O admiten que estamos en presencia de una recesión (con inflación) que empieza a afectar a muchos trabajadores, con miles de despidos, suspensiones, cierres de fabrica (vale decir crisis económica) o admiten que en la Argentina las empresas extorsionan con irse cuando no hay delegados cipayos? Decídanse… Pero de ahí a decir que la culpable de los despidos es la izquierda porque “asusta” a los empresarios es un tanto ridículo. Dice Scioli: “Necesitamos inversiones” que se obtienen “seduciendo al capital, no combatiéndolo. Más claro, imposible. Pensar que algunos kirchneristas de la primera hora despotricaban por tener a un noventista como Scioli entre sus filas. Que dirán ahora los seguidores del gobernador bonaerense, que en su etapa senil, el cristinismo se hizo sciolista…


***


Para terminar, este pretendido keynesianismo es una respuesta a la crisis con "pólvora mojada"... No se puede borrar con una mano lo que se escribió con la otra. Hubo un momento donde el "empleo" y la "no represión" pretendía era un "sello indeleble" del relato K; hoy, en su "etapa superior", el cristinismo se ve obligado a reescribir algunas páginas del mismo. Si en definitiva, la única verdad es la realidad...

miércoles, 23 de julio de 2014

Canje de reservas: ¿Con el salvavidas chino salimos a flote?

Gastón Ramírez

La visita del presidente de China dejó un nuevo anunció, denominado Swap (acuerdo financiero de intercambio de monedas, pesos x yuanes) por el cual el gobierno argentino se nutriría de yuanes por un valor de 70.000 millones, un equivalente a 11.000 millones de dólares. Este acuerdo, aunque es secreto, ya se firmó uno similar con China en 2009 y terminó en 2012 cuando el comercio entre ambos países se veía amenazado por la crisis internacional.
El swap con China junto con el compromiso a invertir en 5 años más de 7.500 millones de dólares en infraestructura (Represas en Santa Cruz, Belgrano Cargas, etc.) son parte de los acuerdos por el cual el gobierno puede mostrar un salvavidas para compensar la angustiante falta de dólares que dificulta el funcionamiento de la economía. Para los funcionarios del gobierno el Swap permitiría utilizar los yuanes como parte de las reservas, argumentando que es decisión del BCRA decidir que monedas y activos financieros componen sus reservas. Chile y Bolivia, serían ejemplos de países que tienen un porcentaje menor de sus reservas en yuanes.
En su afán de obtener dólares el gobierno y el BCRA, si bien pueden llegar a cambiar y tomar a los yuanes como parte de las reservas, hay un límite de fondo: el yuan no es una moneda convertible. O sea, no se puede comprar a China pagando directamente en yuanes, previamente hay que cambiar dólares por yuanes, o viceversa, si se cobran exportaciones a China. El dólar sigue siendo la moneda ineludible para el comercio internacional. Tampoco se puede utilizar el swap para pagar a los houldouts o a los acreedores externos porque sólo aceptan dólares. En el caso de inversiones como las que llegarían de China también ingresan en dólares, por lo cual, el swap no tiene un impacto directo en las reservas.
En realidad, pese a los anuncios rimbombantes del gobierno, con el swap pretenden una “pequeña política” de financiar el déficit comercial que viene en ascenso con China. En 2013 fue de USD -5.377 M  frente a USD -1.125 M en 2009. En este sentido, analistas indican que en una década, China pasó de generar un 5% a un 14% de las importaciones del país. Y se ubica como el segundo socio comercial, detrás de Brasil.
El creciente déficit comercial con China, no sólo presenta un problema financiero que se pretende cubrir con el swap. Sino también un proceso de mayor dependencia económica con el gigante asiático. En el cual Argentina se ubica como proveedor de materias primas (60% de la Soja se vende a China) a cambio de manufacturas (55% de las compras a China corresponden a artefactos eléctricos y mecánicos, motos, vagones de trenes y subtes, transformadores eléctricos, etc.). El sector del acero también muestra preocupación por la avanzada asiática, la Asociación Latinoamericana del Acero, informó que América Latina ya se convirtió  en el segundo destino más importante para las exportaciones chinas de acero laminado (11% de las exportaciones de acero de China al Mundo), y se espera que se ubique en el primer exportador empleando una metodología muchas veces desleal. A mayo de 2014 China exportó hacia el mundo acero por el equivalente aproximadamente  a la producción anual de 5 Argentina. De acuerdo a la Cámara de Comercio del Perú, China controla hoy el 33% del sector minero peruano. Una situación similar se estaría dando en Chile. En este contexto, los industriales de Brasil, aunque su gobierno acaba de firmar en Río de Janeiro un acuerdo junto con China y el resto de los BRICS por un banco propio, temen una invasión de productos e inversiones de China que desplacen sus exportaciones e inversiones hacia Argentina.

Las “ayudas” del gobierno chino abren la puerta a sus trasnacionales en toda América Latina. Al mismo tiempo que impulsa con los BRICS la idea de que puede surgir un alineamiento alternativo al sistema mundial capitalista dominado por las trasnacionales imperialistas, aprovecha el trabajo sucio de abrir las fronteras de todo el planeta al capital global ya casi plenamente realizado después de décadas de ofensiva neoliberal en pos de la apertura y liberalización para ampliar la base global de sus corporaciones. El camino del salvavidas de China no es alternativa al imperialismo. Sólo la movilización y el poder de los trabajadores y pueblos oprimidos podrá romper las cadenas del imperialismo y dejar atrás la miseria y el atraso del capitalismo dependiente.


viernes, 13 de junio de 2014

Tasas “cuidadas”, ¿crédito barato?

Aún con el tope a las tasas, los bancos siguen haciendo negocios formidables.

Las tirantes relaciones entre el jefe del Banco Central (BCRA) Juan Carlos Fábrega, y el Ministro de Economía, Axel Kicillof, se relajaron momentáneamente tras la decisión de imponer topes a las tasas de interés que pueden cobrar los bancos. El anuncio del martes impone que para las entidades más grandes las tasas podrán ser del 37% para préstamos personales y 32% para prendarios. Para las entidades más pequeñas, la tasa de los créditos personales será 46% y los prendarios, 36%. El Banco Central estableció también “nuevas reglas sobre comisiones y cargos de productos y servicios financieros básicos”. Los bancos y las emisoras no financieras de tarjetas de crédito tendrán que solicitar “autorización previa del BCRA para aplicar aumentos al costo”.

Estas medidas buscan descomprimir el enfriamiento del crédito que se registra desde comienzos de año, cuando el BCRA impulsó una suba de las tasas de interés. Esta medida apuntaba a mejorar los rendimientos en pesos, para limitar el negocio de especular con el dólar. Esta medida, después de la fuerte devaluación de enero, permitió junto a otros “ardides” descomprimir la presión contra el peso, frenando la corrida cambiaria y desinflando al dólar blue. Una solución bien en sintonía con lo reclamado por toda la oposición patronal, y los organismos internacionales como el FMI. Un ajuste a paso más firme que el que el gobierno ya venía aplicando. Como el enfriamiento del crédito y el impacto de la devaluación sobre el costo de vida aceleraron el parate de la economía, el ministro Kicillof venía empujando por un abaratamiento del costo de financiamiento, con el fin de revertir la caída del consumo a crédito. El recorte del crédito, sumado a la inflación y la dilatación de las negociaciones salariales en paritarias de varios gremios -ante los limitados aumentos que quieren imponer las patronales con aval del gobierno- están entre las principales explicaciones de la caída del consumo, que en mayo cayó 8,3% respecto de igual fecha del año anterior, y acumula en lo que va del año una retracción de 6,7%.

Como era de esperarse, los representantes del sector financiero se rasgan las vestiduras. Aducen que con estos techos no van a poder otorgar créditos. Sin empacho, señalan que están obligados a imponer costos financieros que rondan el 80%, que sino la ecuación de rentabilidad no cierra. Para sus argumentos obtienen la valiosa colaboración de reputados economistas exponentes de la ortodoxia neoclásica, como es el caso de Eduardo Levy Yeyatti, que en una entrevista en Clarín de hoy afirma que los costos del sistema son por el pequeño tamaño del sistema financiero local. Se dice todo esto, como si los bancos no hubieran estado en los últimos cinco años a la cabeza de los sectores que más ganaron en la economía argentina. Seguro, la fuga crónica de capitales de la burguesía local y las multis que amasan formidables ganancias en el país, configura un sistema financiero raquítico. Pero esta pequeñez, es transformada por los bancos de debilidad en fortaleza, ya que imponen tasas exorbitantes con el argumento de que de otra forma no podrían “brindar sus servicios”. La intermediación en créditos al consumo, las comisiones, el financiamiento al gobierno y las ganancias por los movimientos de la cotización del peso, permitieron que la banca amasara ganancias récord, al lado de las cuáles palidecen los dorados noventa. Sólo durante el primer trimestre de este año, los bancos amasaron el equivalente a la mitad de las ganancias todo 2013, es decir $16.104 millones. Anualizado, esto significaría una duplicación de sus ganancias. El 60% de esas utilidades obedeció a ganancias por apuestas al dólar que el Gobierno permitió, ya que sólo desde febrero reguló la posición en moneda extranjera del sistema. Por mucha preocupación que pretendan exhibir los representantes del sector financiero, estas medidas apenas los dejan en un rango de rentabilidad “normal”, con el criterio generoso que Kicillof viene mostrando para definirla, si lo juzgamos por los acuerdos con Repsol y con el Club de París.

¿Servirán estas medidas para reactivar el crédito? Si lo juzgamos por lo que dicen los bancos, o las grandes cadenas minoristas, ocurrirá lo contrario. En los últimos días volvió a congelarse el crédito. Sin embargo, después del pataleo inicial, no está descartado que el crédito se restablezca, e incluso vuelva a crecer. El enfriamiento del consumo pone una presión para mejorar las condiciones a los fines de estimular a los compradores, y como ya dijimos, las condiciones por las cuales los banqueros se quejan, permiten una rentabilidad que no está en los niveles exorbitantes que venían imponiendo, pero sí dentro de parámetros normales. Pero lo determinante no está tanto en las condiciones de oferta, como en la demanda: el crédito no se frenó sola ni principalmente por un encarecimiento de tasas, sino por el ajuste que el gobierno viene descargando sobre la clase trabajadora. Aún después de paritarias, el salario real promedio proyecta una caída de 6% o 7%, mientras que el panorama del empleo se agravó severamente. Sectores de la industria aparecen como los más comprometidos, pero de forma molecular la caída del empleo se expande por varios sectores. Las estadísticas oficiales sólo logran disimularla mostrando una caída de los que buscan trabajo activamente. Estas condiciones, que son un resultado de la política oficial, son las determinantes de un freno de la economía y del consumo, que no va a reactivarse solamente por un abaratamiento del crédito.

Por último, digamos, que aunque el Ministro Kicillof, transmutándose por un momento en una especie de Cavallo Nac&Pop, nos diga que “las compras en cuotas son otro logro de esta década” (como si cada festival financiero no las hubiera tenido) lo que las medidas actuales del gobierno buscan regular no es una distorsión surgida de la devaluación. Parece como que el financiamiento en cuotas es ahora caro sólo porque los bancos se abusaron de la devaluación, pero que no lo era antes. Y parece que los topes del gobierno devolverán la baratura crediticia. La rentabilidad del sector durante estos años, incluyendo el capítulo de financiamiento al consumo, es una prueba contundente de lo contrario. Las “tasas cuidadas” permiten un negocio en bandeja para los bancos, aunque en tasas más moderadas que las que determina su voraz sed de ganancias fáciles.

Una verdadera baratura del crédito puede lograrse con la misma medida que podría cortar de raíz las mil cabezas de la hidra especulativa: la nacionalización de la banca para crear una banca estatal única. Esta medida, junto a la nacionalización de todo el comercio exterior, y la declaración del no pago de toda la deuda externa, permitirá atacar de raíz la mentada “restricción externa”, que en su forma actual no es otra cosa que el resultado de la sangría que imponen los fugadores seriales que componen la burguesía nacional, las multinacionales que giran ganancias y desarrollan una matriz productiva deficitaria por su demanda de importaciones (que muchas veces adquieren con precios de transferencia inflados) la deuda externa, y la decadencia de la matriz energética como resultado del saqueo empresario avalado por los gobiernos “nac & pop” de Néstor y Cristina Kirchner. Con estas medidas, como parte de un programa que pueda imponer la clase trabajadora para evitar que los costos del fin de fiesta caigan sobre sus espaldas, podrá empezar a imponerse una salida que expropie a los expropiadores capitalistas y encare una reorganización de la economía en función de las necesidades sociales, y no de la ganancia.

miércoles, 21 de mayo de 2014

El que apuesta al dólar, ¿será verdad esta vez que pierde?

Gastón Ramírez y Esteban Mercatante

Después de meses de calma, volvió a dispararse la cotización del dólar paralelo (blue), hoy un 40% por encima del dólar oficial. Las previsiones de varios analistas ponían agosto como horizonte límite para la pax cambiaria. Pero parece que, ante el intento de hacer la plancha por parte del Ministro de Economía Kicillof, y la marcada exposición de las internas en el gabinete económico sobre qué hacer con el dólar y las tasas, los tiempos podrían acortarse. El salto de la brecha muestra los límites de los intentos de mantener a 8 pesos el dólar, al menos, en lo que dure la liquidación del grueso de la cosecha de soja (hasta agosto). Como venimos denunciando desde comienzos de año, el gobierno entró en una senda de ajuste acelerado, del cual la devaluación de enero (que fue un salto dentro de una depreciación del peso que había sido de 60% desde comienzos de 2013 hasta enero de 2014) era sólo un capítulo. Ahora los especuladores presionan por un nuevo ajuste.
El disparador de estos movimientos provino del Banco Central (BCRA). La leve recuperación de las reservas, hoy en U$S 28.385 millones (u$s 1.446 millones por arriba del piso tocado a comienzos de año; todavía un 7,4% por debajo del valor al cierre de 2013), le dio confianza al titular del BCRA empezar a mover un poco el tipo de cambio oficial, 0.6 puntos (una suba de 0,75%). La idea -podemos presumir- era iniciar microdevaluaciones como para indicar que la moneda no va a seguir fija, y sacudir un poco las certezas de los sectores propensos a especular. Algo así como la política que aplicó Redrado hace unos años cuando estaba al frente del BCRA. También, presionado por el Ministro de Economía (que contaba con aval de Cristina) el Jefe del BCRA empezó a bajar la presión sobre las tasa de interés. En una interna cada vez más ventilada (para delicia de la “corpo”), Kicillof había acusado a Fábrega por la recesión, sosteniendo que las altas tasas frenaron el crédito y el consumo. Lo cual es cierto, pero tanto como que los techos a los salarios y el mazazo devaluatorio (así como los tarifazos de transporte, luz y gas) son parte del mismo combo de ajuste. Ahora Fábrega bajó 2 puntos las tasas de las letras del BCRA. A la vez que relajó el cepo cambiario autorizando el giro de utilidades al exterior (que se  quintuplicaron en 2013 respecto 2012, sumando los $s 1.344 millones; menos de un tercio del promedio que hubo hasta 2011, de todos modos). 
Los movimientos opuestos y simultáneos de tasas y dólar oficial sacaron de la modorra a los especuladores financieros. Bastó una esta leve baja en la tasa (ahora en 26% a 90 días) para, ante una posible merma de la jugosa rentabilidad que vienen haciendo con estos papeles desde la devaluación, apurarlos a buscar refugiarse otra vez en el dólar, mediante un nuevo pase a activos en dólares, y de paso meter presión sobre el cambio oficial para -si lo logran- hacer buenas ganancias de corto plazo. Esto elevó el dólar blue a un valor por encima del 40% de la cotización del peso oficial, a la vez, que el dólar “liqui” (que es un parámetro central para el blue) se ubicó en $10,76, muy cercano a los $11. La suba del dólar blue a un precio de $11,30, registra una suba del 13%, cercana a la inflación acumulada hasta mayo. Esto podría anticipar el ritmo de devaluación del oficial para reponer la inflación.  El dato más relevante es la caída a la mitad del valor entre el dólar blue y el dólar contado con liqui (dólar fuga), que se ubica en 54 ctvs. Un indicador del pase a activos en dólares de los inversores.
Un dato central, es que los exportadores y las cerealeras también se sumaron a los especuladores (qué sorpresa, ¿no?) reduciendo las liquidaciones de dólares por exportaciones. Aunque en abril habían estado altas, vienen cayendo. Esta semana son hasta ahora un 30% menos que la semana pasada, acumulando sólo U$S 670 millones. Como dice un informe afín al sector “el hombre de campo está enojado con el precio, y espera una mayor devaluación”.  La liquidación de divisas que hacen los sojeros ya es bastante menor a la de abril. Como los pagos por importaciones son crecientes, sólo 1 de cada 4 dólares que compra queda en el organismo.
Aún en el contexto de una economía en recesión, a causa del ajuste y del menor ritmo de compras industriales (automotrices) de Brasil, parece que la pax cambiaria tiene plazo más corto que el que se preveía hasta hace unas semanas. El gobierno volverá a moverse entre las alternativas de nueva devaluación, o una vuelta a los mercados de deuda, todavía trabada aunque la emisión de bonos para pagar a Repsol confirmó que una vez más que el desendeudamiento es cosa del pasado. Probablemente, de acá hasta fines de 2015, veamos dosis mezcladas de ambas recetas ortodoxas, en un combo de ajuste sobre los sectores populares.
La cuestión del dólar no puede atacarse regalando rentabilidad a los especuladores o volviendo al redil de los mercados. Sólo la nacionalización de la banca para conformar una banca estatal única, un verdadero monopolio estatal del comercio exterior y la expropiación de los grandes terratenientes que junto con las cerealeras y los otros eslabones del agropower organizan la especulación, pueden cortar de raíz las maniobras que preanuncian un nuevo mazazo al nivel de vida de los trabajadores y los sectores populares mediante una nueva devaluación. Sólo la clase trabajadora puede imponer esta salida, luchando por un gobierno de otra clase.

lunes, 10 de febrero de 2014

Otra crisis del capitalismo dependiente argentino

En las últimas semanas venimos analizando el giro marcado del gobierno de Cristinta Fernandez, que viene de imponer el mayor ajuste cambiario desde 2002. Sólo en enero la depreciación del peso en relación al dólar fue superior al 20%. En este posteo, largo, nos vamos un poco de la coyuntura profundizar desde el análisis marxista de los determinantes del funcionamiento de la economía argentina, cómo este giro es el resultado de las contradicciones de este proceso. Y signan, de forma irreversible, la entrada en una nueva dinámica, con varios elementos de desarrollo aún abierto. Debe leerse, entonces, como un complemento de los textos que vienen abordando lo que acá se considera sólo tangencialmente.

Introducción
Para buena parte de la oposición política patronal, así como para los economistas y consultores económico/financieros, la situación que estamos atravesando es el resultado de una “mala praxis” del gobierno, por una política laxa de gasto público y expansión monetaria sostenida durante años y que habría empujado la inflación, la fuga de capitales e incentivado la dolarización de los ahorros. Muchos lamentan la “oportunidad perdida” de la década, ya que con los fuertes superávits comerciales gracias a la demanda china y la soja cotizando altísimo, de todos modos reemergieron desde 2011 problemas crónicos que afectaron el crecimiento de la economía argentina en otros momentos históricos. Todo esto, afirman varios, podría haberse evitado con políticas más consistentes que hubieran canalizado los excedentes hacia un desarrollo de largo plazo.
Desde las veredas oficiales no se archivó el discurso de la década ganada, aunque algunos admiten que existen problemas porque, parafraseando, “en diez años no se puede hacer todo”. Quedaría pendiente que el “modelo de desarrollo con inclusión social” avance en la sustitución de importaciones, el desarrollo de numerosas industrias de componentes, para aliviar el problema de los dólares. Pero no estas serían señales de transformaciones por hacer, y una muestra patente de límites del “modelo”.
Ambas visiones nos parecen equivocadas. La crisis no surge de una “mala praxis” oficial; buena parte de lo que la oposición patronal define como “mala praxis” fueron medidas de gobiernos que, pos 2001 y con una clase obrera en fuerte recomposición social, tuvieron que tomar nota de una relación de fuerzas para compatibilizar la defensa de los intereses capitalistas con algunas medidas de contención hacia la clase obrera y los sectores populares. Así, la “urgencia” se impuso sobre los planes más estratégicos porque ante todo estaba el restablecimiento del orden, la “pasivización” de los sectores obreros y populares a través de políticas de conciliación de clase. Por otra parte, hace años nos deslizamos hacia un fin de época porque la entelequia de esta conciliación sólo es posible bajo ciertas condiciones muy específicas, de “holgura” económica, como las que había creado el mega ajuste de 2002 que se dio de la mano de la devaluación que puso fin a la convertibilidad. Hoy, doce años después de la gran crisis (que también fue doce años después de otra gran crisis, para delicias de los buscadores de ciclos de regularidad perfecta) el capitalismo argentino pone en evidencia que el combustible que lo mueve son los recurrentes ajustes a los sectores populares. Es eso lo que está marcha, y sólo eso puede relanzar la economía nacional en términos capitalistas.
Pero vayamos por partes. Lo expuesto en el párrafo previo son las conclusiones que surgen del análisis de qué es la formación económico-social argentina y cuáles son las determinaciones de la acumulación de capital en el país. Mediante ese análisis podremos comprobar que esta crisis no surge de la nada, sino que es consecuencia de las condiciones que determinan de la economía capitalista argentina, y que sólo un trastocamiento profundo de las bases de esta sociedad puede evitar la catástrofe que la burguesía se prepara para volver a descargar sobre nuestras cabezas.


La gravitación del tipo de cambio en la acumulación de capital en la Argentina
El ministro de economía Axel Kicillof volvió en una entrevista reciente a un tema muy trillado: la supuesta “mentalidad” que inclinaría a los argentinos hacia el dólar. Pero no se puede reducir la cuestión a un caso para diván colectivo. La “cuestión” del dólar es una consecuencia de la gravitación que tiene el tipo de cambio para la acumulación capitalista en el país. Y está lejos de ser un problema meramente argentino, aunque sin duda la historia de crisis nacionales -y los modos en que estas se “resolvieron”- genera reflejos que no se observan en otras latitudes, al menos en la misma medida.
¿De dónde surge la gravitación del tipo de cambio? Pues de las condiciones de productividad media de la economía nacional en relación a los niveles medios imperantes a nivel internacional. Los capitales que se valorizan en el espacio económico nacional exhiben una productividad del trabajo menor a los promedios internacionales, con excepción del agro y otras pocas ramas que cuentan con ventajas específicas. Esta brecha de productividad significa que buena parte de los capitales en rubros dedicados a la elaboración de bienes “transables” (es decir mercancías sometidas a la competencia internacional, ya sea que se produzcan para el comercio exterior o para el mercado interno afrontando competencia de bienes equivalentes producidos en otros países) requieren más tiempo socialmente necesario que sus homólogos de otras latitudes para producir las mismas mercancías. Es decir, producen a un costo más alto comparativamente más alto que en otros país, lo que significa que su operación no sería posible si este mayor tiempo de trabajo necesario se expresara plenamente en términos de valor internacional. ¿Qué implicancias tiene esto? Pues que para una fracción considerable de los capitales que se valorizan en el espacio nacional, su posibilidad de reproducción se encuentra condicionada a una depreciación del tipo de cambio. El tipo de cambio depreciado, es decir una variación en la cotización de la moneda nacional en relación a las monedas que operan como reservas de valor internacionalmente, particularmente el dólar, significa que cada hora de trabajo nacional se va expresar sólo como una fracción de la misma a nivel internacional. Esto permite que los sectores que producen con costos mayores que los que imperan a nivel internacional en la rama en cuestión, tengan precios internacionales equivalentes a los de sus competidores que otros países que producen con técnicas más elevadas, es decir que gana la llamada competitividad. Esto puede permitir en algunos casos el desarrollo de exportaciones manufactureras, pero sobre todo preserva el mercado nacional para empresas de capital local, a costa de reducir los términos de intercambio nacionales. El correlato es la depresión del salario medido en dólares, lo cual significa en términos reales una pérdida de poder adquisitivo para la fuerza de trabajo.(aunque quizás no en la misma proporción de la depreciación cambiaria). La competitividad del capital se logra reduciendo la participación de la fuerza de trabajo en el valor generado, es decir con un aumento de la tasa de explotación.
Esto explica la tendencia recurrente en numerosas economías de desarrollo medio a depreciar del tipo de cambio. Podría parecer que el tipo de cambio es como una varita mágica que compensa las desventajas de productividad. Ciertamente los teóricos como los neoestructuralistas (Frenkel, en cierta medida también Ferrer aunque no es de esta corriente), que consideran la política cambiaria de este tipo un pilar para el desarrollo, así lo creen. También los industriales comparten unánimemente esta inclinación. Pero ocurre que no es tan sencillo.


El dólar “caro” y sus contradicciones
El tipo de cambio depreciado tiene consecuencias que conspiran contra la inversión en medios de producción, que en muchos casos deben importarse en un país como la Argentina. Es que como dijimos, con la depreciación del tipo de cambio, la economía argentina reduce sus términos de intercambio. Esto puede hacer más competitivas y por lo tanto más rentables determinadas producciones manufactureras con la capacidad ya instalada, pero al mismo tiempo, como se puede adquirir como contrapartida menos bienes de capital que si pudiera vender las mercancías que produce sin depreciar el tipo de cambio, disminuir la rentabilidad esperada de nuevas inversiones en las mismas ramas beneficiadas por la depreciación al encarecer el costo de nuevas inversiones basadas en medios de producción importados. Esto se debe a que, aunque en el caso de los bienes transables producidos para la exportación o para el mercado interno, en principio el tipo de cambio depreciado tiende a aumentar la tasa de ganancia que perciben con la capacidad ya instada, esto no necesariamente repercute de igual manera en la rentabilidad esperada de nuevas inversiones. Estamos ante una contradicción real: como los medios de producción importados tienen una gravitación muy importante en la inversión local, especialmente en lo que hace a la capacidad de mantener (con cierto retraso respecto de otras economías) el ritmo de innovación tecnológica, las condiciones que favorecen la reproducción de los capitales menos productivos (una fracción considerable de los capitales nacionales), tienden al mismo tiempo a restringir las posibilidades de su desarrollo productivo. La brecha de productividad que la depreciación cambiaria se propone compensar, tiende así a preservarse e incluso agrandarse con el paso del tiempo. Las que se ven afectadas son, sobre todo, las inversiones de mayor envergadura.
Pero además de este resultado de mediano plazo (que refuta la capacidad del tipo de cambio depreciado para dinamizar el desarrollo a mediano plazo) un aspecto más crítico es la dinámica inflacionaria que puede desatar la devaluación, que es lo que estamos presenciando hace años en la argentina. Como planteamos en otro trabajo (ver “La Argentina, a 10 años de la salida de la convertibilidad: contradicciones recurrentes para la continuidad de la acumulación capitalista. Una mirada desde la teoría marxista”), “el tipo de cambio depreciado no se sostiene en el tiempo, sino que lo característico es una alternancia entre períodos de depreciación y de apreciación, muchas veces mediados de cortes abruptos”. No se sostiene, en primer lugar porque no todas las fracciones de la burguesía están interesadas en la preservación de un tipo de cambio depreciado. Los capitales que radicados en áreas de bienes y servicios no transables, se benefician con un tipo de cambio apreciado que eleva la expresión en términos de valor internacional del plusvalor que obtienen en el país. Estos intereses contradictorios se expresan en la disputa por el ingreso: toda devaluación genera un cambio de precios relativos, en detrimento de los asalariados pero también de de otras fracciones del capital, que crea condiciones para futuros ajustes de precios, y como contragolpe también de salarios. Estos ajustes tienden a crear una dinámica de retroalimentación, y erosionan el tipo de cambio depreciado. Esto ha sido conceptualizados con el término “pass through”, que mide en qué medida los ajustes de precios disparados por una devaluación limitan la proporción en la que la modificación en el tipo de cambio nominal se traduce en una del tipo de cambio real. Esto ocurrió con posterioridad a 2002 en el país. Pero con cierto efecto retardado, ya que en ese año la profunda recesión que se extendió entre 1998 y 2001 permitió facilitó la transferencia de costos, tanto a los sectores capitalistas productores de bienes y servicios no transables soportaron una reducción de sus márgenes por la modificación cambiaria como -sobre todo- a la clase trabajadora, que en las condiciones de extremo desempleo no pudo evitar que la devaluación de 2002 diera lugar a un mazazo al salario. Medido en dólares, el costo salarial cayó un 60% producto de la devaluación, mientras que el salario real, es decir el poder adquisitivo del salario (por el encarecimiento de los precios atados al dólar, como muchos los alimentos, que se dio en ese momento) cayó casi un 30%. Este mazazo fue clave en las altas ganancias de los años siguientes, que motorizaron el crecimiento industrial y una moderada recuperación de la inversión. Gracias a esto, el impacto de la devaluación generó durante 2002 un aumento de los precios de 31%, un pass through limitado si consideramos que la devaluación llevó el tipo de cambio de 1 a más de 4 pesos por dólar, para estabilizarse posteriormente alrededor de 3 pesos por dólar. Sin embargo, el cambio en las condiciones económicas no podía más que disparar nuevos ajustes. La magnitud de la devaluación permitió que en un comienzo estos ajustes no crearan mayores tensiones, ya que, como analizan Daniel Heymann y Adrián Ramos la “configuración de los precios relativos surgidos de la crisis, con un muy alto tipo de cambio real y salarios reales bajos, dejó mucho espacio para una recuperación del poder de compra en dólares de los precios y salarios domésticos”(“Una transición incompleta. Inflación y políticas macroeconómicas en la Argentina post-convertibilidad”, Revista de Economía Política de Buenos Aires, Año 4, Vols 7 y 8, Bs. As., 2010). Según estos autores, a partir de 2005 empezarían a manifestarse los límites de este espacio.
Esta dimensión estructural de la inflación nos remite entonces de forma insoslayable al corazón del “modelo”. El mega-ajuste de 2002 y las condiciones de extraordinaria rentabilidad que esta produjo para buena parte de la burguesía tenían rasgos de expecionalidad, no crearon una situación estable. Los intentos de los sectores (más o menos) perjudicados por recuperar sus márgenes empezaron a disparar ajustes sucesivos que externalizan una disputa por el excedente social entre los sectores capitalistas. Como no podía ser de otro modo, en estas condiciones también los asalariados fueron obligados a exigir aumentos de salarios nominales, a riesgo de ver sus ingresos aún más erosionados de lo que ya lo habían sido con la devaluación si no lo hacían. Si en 2002, ningún sector de la clase trabajadora -golpeada por una desocupación masiva- pudo oponer resistencia al saqueo al salario que significó la devaluación, que contó con el cerrado apoyo de la burocracia sindical moyanista. La recomposición social de la clase trabajadora que trajo aparejada la fuerte recuperación con tasas “chinas” de crecimiento económico creo mejores condiciones desde 2004 para pelear por la recuperación del terreno perdido. Por eso ante esta escalada de los precios a partir de 2005 y 2006, se profundizan las presiones para recuperar los ingresos y evitar que la incipiente inflación los siga erosionando.
La escalada inflacionaria no es otra cosa que una expresión del carácter atrasado y dependiente de la economía nacional, que transforma al tipo de cambio depreciado en una necesidad que no puede sostenerse en el tiempo, que crea tensiones entre las fracciones capitalistas que se expresan en ajustes sucesivos de los precios relativos. Los capitalistas buscan culpar a los aumentos de salarios de las subas de precios, y cualquier concesión en este terreno es un argumento para volver a remarcar. Pero en realidad los reclamos por aumentos de salarios en la mayoría de los casos no hicieron más que intentar una recuperación de los ingresos ante la permanente licuación que ocasiona el accionar empresario remarcando precios -en los marcos permisivos de una política económica cuyos “controles” de precios no han contribuido en nada a limitar la inflación.
Las contradicciones de la devaluación, así como el peso preponderante del capital extranjero en los pricipales sectores de la economía argentina con las consecuencias que esto conllleva (ver “Los contornos de la dependencia”, IdIz nº 3), así como el carácter particularmente rapaz de los principales sectores de la burguesía “nacional”, explica que el período de condiciones más favorables en los últimos 60 años para la acumulación capitalista en el país, no dinamizara las tasas de inversión. Los principales grupos capitalistas aprovecharon de forma “extensiva” los beneficios de la devaluación, es decir sacando el mayor aprovechamiento de los recursos instalados para realizar una buena masa de ganancias, lo cual empujó un crecimiento a tasas “chinas” pero no sostenible a mediano plazo.


Agotamiento del "modelo" y fin de ciclo
El llamado “modelo” fue la herencia del ajuste múltiple que ocurrió en 2002, que empalmó con un ciclo alcista en la demanda y los precios de exportación de granos que, con altibajos, se mantiene hasta hoy. El ajuste múltiple fue un resultado de la devaluación. Al mismo tiempo esta hizo caer el gasto público (que cayó en 2002 un 5% en términos nominales pero 37% en términos reales), abarató el salario, lo cual bajó el costo salarial en casi un 60% y mejoró la rentabilidad empresaria; por último el dólar caro contribuyó a mejorar las condiciones para la exportación, y actuando como límite para las importaciones.
Pero la dinámica contradictoria que desató la devaluación, ha alterado esta situación. A pesar de que en numerosos sectores el empresariado logró preservar el costo salarial por debajo de los niveles de 2001 gracias a fuertes aumentos de productividad que no tuvieron correlato en las remuneraciones (el costo salarial está hoy aproximadamente en un 85% del nivel pre devaluación), las presiones para contener los aumentos salariales, o para arrancar al Estado subsidios para compensar parcialmente los aducidos aumentos de costos tuvieron como efecto crear una presión muy fuerte hacia el aumento del gasto público. Como efecto de las tendencias alcistas de los precios, los subsidios al capital y las mayores exigencias de la deuda, a partir de 2007 el esquema económico empieza a entrar en una nueva dinámica donde el gobierno nacional intenta conjurar, recursos públicos mediante, el creciente agotamiento. Con los subsidios el gobierno “internalizó” una presión al aumento del gasto público, que se volvió casi forzosa. En vez de contener las contradicciones las absorbió bajo esta forma. En 2007 los subsidios fueron de 14.600 millones de pesos, en 2014 serían de $ 140.000 millones. Como consecuencia de esto, el abundante superávit fiscal se transformó en déficit, luego del pago de deuda, a partir de 2009, lo cual empujó a buscar mayores fuentes de financiamiento, a través de la ANSES y posteriormente del Banco Central. Junto con esto comienzan desde 2006, y más decididamente en 2007, los techos al salario. El pivote que dio aire para administrar los crecientes síntomas de agotamiento, y que ayudado por condiciones internacionales favorables dio margen para administrar las contradicciones crecientes durante varios años fue la persistencia del saldo externo favorable. Sin embargo, esto empezó a cambiar y en 2011 empezó a volverse crítico: reapareció el fantasma de la restricción externa, que durante los mejores años kirchneristas muchos consideraron un problema del pasado que la modernizada economía argentina no volvería a sufrir. Durante toda la década el kirchnerismo convivió alegremente con todas estas gangrenas permitiendo que se desarrollaran. Las alarmas sonaron en 2011 sólo porque los dólares de la soja (y otros granos) ya no alcanzaban para sostener el déficit industrial, el déficit energético, los pagos de la deuda, las remesas de capitales y la lisa y llana fuga de dólares. Ese año fue el primero de la década kirchnerista donde el año concluyó con una caída en las reservas en manos del Banco Central.
Si desde sus orígenes el kirchnerismo se caracterizó por una apuesta a utilizar los recursos del Estado para distender las relaciones entre las clases, impulsando algunas mejoras de ingresos (en relación al piso que habían alcanzado en 2002, pero sin acercarse ni de lejos a los niveles históricos en el caso se los salarios, ver acá) con la emergencia de la restricción externa empezó su política adquirió de conjunto un sesgo contrario, el del ajuste. Los techos al salario, la reticencia a cualquier cambio impositivo que llevó a agravar la carga del impuesto a las ganancias sobre los asalariados, y las medidas aplicadas para preservar los dólares frenando las importaciones, fueron todas en ese sentido. Con la devaluación acelerada se busca dar un paso más firme en este mismo sentido, aunque creando nuevas contradicciones por la misma dinámica que describimos más arriba. La suerte del “modelo” está íntimamente atada a lo que ocurra con los salarios. El “modelo”, que durante años ilusionó con una conciliación entre las clases como vía para sostener un capitalismo “en serio”, supuestamente muy distinto al “anarcocapitalismo” neoliberal, no puede más que intentar regenerarse volviendo a arrastrarnos por el camino del ajuste, aunque ahora se le diga “heterodoxo”. 
La situación, muy distinta que en 2002, encuentra a la clase obrera mejor posicionada para enfrentar el peso del ajuste. Pero es necesaria una política decidida que no va a salir de ningún sector de las conducciones sindicales burocráticas. Más que nunca es urgente para la izquierda clasista la pelea por conquistar los sindicatos y expulsar a la burocracia. Y, ante la urgente necesidad de dar respuesta a los ataques que se vienen, la necesidad de un Encuentro Nacional de todo el movimiento obrero combativo y antiburocrático que levante un programa de medidas urgentes y exija la apertura inmediata de paritarias libres, sin techo y con cláusulas gatillo contra la inflación. 



NOTA: Acá retomamos lo elaborado en otros artículos. Algunas lecturas útiles para profundizar son:

La Argentina, a 10 años de la salida de la convertibilidad: contradicciones recurrentes para la continuidad de la acumulación capitalista. Una mirada desde la teoría marxista


Las raíces de la inflación en la Argentina. Un análisis desde el marxismo


viernes, 7 de febrero de 2014

Afloja (por ahora) la corrida, sigue el ajuste


Gaston Ramírez y Esteban Mercatante
Luego de las dos semanas cargadas de tensión que siguieron al salto en la devaluación del peso, la situación parecería entrar en un remanso, al menos para las semanas que restan de Febrero. El dólar cierra la semana con una cotización oficial por debajo de los 8 pesos, y en caída. Y el dólar blue también cae, aproximándose a cerrar el día a alrededor de $12,25. Esto es el resultado de una entrada de dólares por parte de los bancos, que podría llegar a sumar u$s 1.000 millones en las próximas semanas. Según volvía a anunciar ayer Capitanich, el gobierno habría conseguido finalmente un acuerdo con las cerealeras para que liquiden $2.000 millones este mes. El Banco Central (BCRA) lograría una especie de “puente” hasta la liquidación de la cosecha entre marzo y mayo.

Se trata de un alivio conseguido con algunos ardides, y mucho de enfriamiento en la economía. Aquel enfriamiento por el que tanto se denostaba a los exponentes de la oposición patronal y a think tank empresarios, y ahora el jefe del BCRA Juan Carlos Fábrega para cortar la demanda de dólares secando la plaza de pesos. Veamos más en detalle.

A poco de la fuerte devaluación del 23 de enero, el gobierno, que esperaba una entrada de dólares por venta de granos, empezó rápidamente a notar con alarma el incumplimiento del compromiso no escrito del agropower de ingresar dólares cuando el gobierno hiciera su parte, es decir darles valor del dólar que asegurara un buen negocio. Cuando empiezan a verse los costos de la devaluación sobre el bolsillo, el gobierno nacional le intenta hacer el ole a los costos políticos. Parecería que fue algo que “se nos cayó encima” , o que impusieron los especuladores. Pero en realidad, empujado por las circunstancias, el gobierno aceleró la depreciación del peso apuntando siempre a un valor del dólar que pudiera impulsar a quienes tienen fuerte capacidad para obtener dólares frescos, los productores sojeros, a vender sus tenencias de granos. Como a pesar de haber hecho el trabajo sucio, el gobierno no logró la entrada de estos dólares, en las últimas semanas aplicó una presión in crescendo para persuadir a estos voraces empresarios de las virtudes del negocio que el nuevo valor del dólar les servía en bandeja, y los costos que podría acarrear no aprovecharlo rápido.

Lo primero fue cortar las líneas de crédito del Banco Nación, iniciativa tomada a instancias del jefe del BCRA. Resulta que, después de meses, se dieron cuenta de que muchos de los préstamos personales que otorgaba la entidad eran destinados a la compra de dólares en el mercado paralelo. Es decir, un negocio redondo con las tasas subsidiadas. Más vale tarde que nunca, podría decir alguno. Pero en el interín fondearon ampliamente a los que calentaron el mercado cambiario y alimentaron la gangrena de reservas.

Al mismo tiempo, el BCRA subió la tasa de interés al 30% a través de la licitación de Lebacs con la absorción de 21.000 millones de pesos de base monetaria de los cuales 16.000 eran billetes y monedas en circulación. Así comienza a quitar una importante masa de pesos que presionaba sobre el valor del dólar al tener en la divisa una fuente de ahorro seguro y rentable frente a la persistente suba de precios. Esta medida presiona a los bancos a plantarse en los depósitos y contribuyó a encarecer los créditos, así como el financiamiento con tarjeta. Enfriamiento liso y llano.

Pero la especulación es una Hidra con múltiples cabezas. Los sojeros no sólo eran parte de los que se fondeaban a tasa subsidiada para aguantar la exportación. También ganaban tiempo con los contratos a futuros, que los cubrían ante eventualidades y sacaban la urgencia de vender cuando todavía se esperan mayores movimientos monetarios. El Comunicado A 5536 apunta a cortar esta otra cabeza. La resolución del BCRA reflotó una norma de 2005 que limita al 30% el patrimonio de tenencias en divisa que puede tener cada entidad financiera y al 10% adicional para los contratos de futuros. Esto obliga a los bancos a vender tenencias en dólares, por un valor que podría alcanzar los u$s 4.000 mil millones en los próximos meses. Una suma nada despreciable de dólares en manos de los bancos que refleja el negociado que venían haciendo, en especial desde que el BCRA comenzara a devaluar en cuotas desde noviembre del año pasado, y todo esto bajo la tutela del mismo BCRA.

Con los primeros impactos de esta movida, la entidad bancaria logró bajar el valor del dólar mayoristas bajó tres centavos a $ 7,88, minorista bajó más de 12 centavos en el mismo período y quedó en $ 7,89, el blue: perdió 20 centavos y se ofreció a $ 12,35 y el valor futuro del dólar se derrumbó 35 centavos a $ 11,50 y los contratos de dólar futuro perdieron hasta 25. Acá se trata de un “ardid”, un intento de sustituir los dólares frescos que podrían traer los sojeros por una movilización forzada, en el mercado cambiario, de dólares que ya eran parte de las reservas brutas del BCRA, y por lo tanto no mejoran su posición financiera. El ardid apunta además a convencer a los acopiadores de que están perdiendo tiempo precioso sin liquidar a los buenos precios actuales. Curiosamente, los sacudones en los movimientos de capitales globales, que ponen un manto de incertidumbre sobre los precios de los commodities, hoy podrían ayudar al gobierno, ya que podrían operar como impulso a los exportadores para liquidar antes de que se produzca un cambio importante (esto, obviamente, en tanto la situación no vaya hacia un desplome). Lo que es de notar es que de sopetón, esta medida apunta a compensar (pero no a revertir) algunos de los formidables efectos que tuvo la devaluación para los bancos, al valorizar su patrimonio por sus posiciones en moneda extranjera. También envía un mensaje ambivalente sobre el futuro, ya que, como señalaba un consultor “Básicamente le está diciendo a los bancos 'no quiero que ganen plata si yo devalúo'. Implícitamente, lo que está diciendo es que no va a controlar el ritmo de devaluación. Lo que está impidiendo es que apuesten”.

De esta forma, de contragolpe y a tientas, se van cortando una tras otra las cabezas de la Hidra, pero corriendo tan detrás de los acontecimientos con una parsimonia tal que tan pronto como lo hace se regeneran. Los “especuladores” denunciados en los discursos, como los bancos, obtuvieron una formidable ganancia por una medida básica que recién ahora se buscará revertir. Los sojeros fueron directamente financiados, lo mismo que los participantes del mercado blue, para operar por la devaluación. El gobierno les regaló un negocio en bandeja, sólo para intentar ahora volver sus pasos en algunas de las consecuencias más obsenas.

Como lo indica el mito, una Hidra no se mata cortando una tras otra sus cabezas. Sólo un golpe certero y contundente puede liquidarlas. Nacionalizar la banca, creando una banca estatal única, establecer un monopolio del comercio exterior para cortar las maniobras de las grandes cereales y las otras grandes empresas que lucran con los movimientos cambiarios, declarar el no pago de la deuda externa para cortar la sangría de dólares. Estas medidas elementales no pueden esperarse de este gobierno (que aunque ahora dejó circular entre su flanco izquierdo otra vez la amenaza de crear una Junta de granos, mostró una y otra vez que las corporaciones del “agropower” son socios predilectos), que aunque algunos progres intentaron presentar como un boxeador en pugilato con los especuladores, buscó desde la asunción del nuevo elenco ministerial rearmar el esquema económico para satisfacer las expectativas de todos lo que apostaban a la devaluación, cargando sus costos sobre los asalariados. Hoy la única ancla para garantizar el triunfo del ajuste en marcha es que los trabajadores reciban el golpe devaluatorio sobre sus salarios. Por eso en los últimos discursos de Cristina Fernández volvió el ataque a los reclamos salariales. Sólo si la clase trabajadora presenta una salida alternativa al ajustazo en marcha y levanta un programa de emergencia, empezando por pelear por paritarias libres ahora, sin techos y con cláusulas “gatillo” para preservarse de la inflación, por imponer medidas contra la precariedad laboral, un ingreso para todos los trabajdores acorde a la canasta familiar, y una verdadera recomposición de ingresos para los jubilados (para los que el 11,31% es una burla), muestra su propia iniciativa para controlar verdadamente todos los precios y pelea por imponer el conjunto de las medidas elementales que proponemos más arriba, podrá evitar ser el pato de la boda como pretenden todas las fracciones de la burguesía argentina.

viernes, 24 de enero de 2014

Cambios en el cepo cambiario: Un giro improvisado: devaluación, inflación y “cepo” al salario

Un giro improvisado: devaluación, inflación y “cepo” al salario

publicado en www.pts.org.ar 

Los trabajadores debemos dar una respuesta para que la crisis la paguen los capitalistas

Los anuncios del día de hoy vuelven a alterar sustancialmente el régimen cambiario, a menos de dos meses de los últimos cambios con los que comenzó el nuevo equipo económico. Se trata de cambios ocurridos bajo el empuje de una situación que amenaza descontrolarse. Aunque el nuevo ministro de Economía, Axel Kicillof, tenía ya tomada la decisión de ajustar fuerte el tipo de cambio, la presión sobre el mercado cambiario legal que validó una depreciación de 23% sólo en lo que va de enero, y el recalentamiento del dólar “blue” que llegó ayer a superar los $13 pesos crearon una situación de incertidumbre sobre hacia dónde va la economía. La prensa económica internacional ha dado una señal de alerta, sugiriendo incluso la posibilidad de contagio en un contexto donde hace unos meses los países “emergentes” vienen en dificultades. Financial Times ubica a la Argentina entre los casos más “riesgosos”, junto a Ucrania y Venezuela. The Guardian señala la amenaza de contagio a Brasil, y en España la bolsa cayó, según muchos analistas, empujada por la economía Argentina. Esto se da en un contexto donde la reversión de los flujos de capitales por la menor inyección monetaria en los EEUU afecta también a países como Turquía, Sudáfrica, Indonesia, Tailandia, Chile y Perú.

En el día de ayer la moneda se depreció más de 13%, y el drenaje diario de divisas, sin un plan claro para encauzar la situación y sin alivio de la demanda de dólares a la vista, hizo sonar todas las alarmas. A este ritmo, las reservas del Banco Central, que perforaron el piso simbólico de los u$s 30 mil millones la semana pasada, podrían continuar en caída acelerada.

El ritmo desbocado de depreciación del peso está trastornando el desenvolvimiento económico. Numerosos sectores están frenando la producción y las ventas por desbarajuste de la estructura de costos que ocasiona.

Bajo este ariete, ahora se anuncia la legalización del ahorro en dólares (levantamiento parcial del “cepo” a la compra de dólares), así como la rebaja de la imposición en anticipo de ganancias para la compra de dólares y las compras con tarjeta en el exterior, que pasa del 35% al 20%.

El cepo cambiario no desaparece con los anuncios, sino que vuelve a parecerse a lo que era en sus orígenes. Para ver si al menos –modestamente- permite pasar el fin de semana sin que siga escalando la cotización del paralelo, bajo el efecto de desconcierto que creó durante el día la falta de precisiones para las operaciones del día.

Desde sectores cercanos al oficialismo, se busca desde ayer mostrar que está todo “fríamente calculado”. Según este razonamiento, no hubo una escapada del dólar por fuera de los cálculos, sino que el dólar llegó al precio que propuso Axel Kicillof el día que asumió como ministro de Economía: ocho pesos. Acá estaría el máximo que podrían esperar los exportadores de granos. El pequeño detalle es que está faltando dos meses para que comience la liquidación fuerte de la venta de soja, que empieza en marzo pero se concentra en abril. Período que parece una eternidad.

Pero ¿ahora el gobierno va a estar dispuesto a vender todos los dólares que se demanden a la cotización oficial, para que la moneda se mantenga en el rango alcanzado? Seguramente, si así lo hacen, lograrán bajar el paralelo y cerrar la brecha. Pero claro, al módico precio de entregar todos los dólares que se demanden. La única manera en la que este giro improvisado bajo la presión de los hechos no termine en un drenaje acelerado de reservas (por un monto mucho mayor que la operación diaria del mercado blue) es con un cambio drástico en toda la política monetaria, aplicando las medidas con las de viene amagando tímidamente el jefe del Banco Central (BCRA), Juan Carlos Fábrega: suba de las tasas de interés para incentivar la vuelta de dinero a los bancos y restar rentabilidad a la especulación monetaria, movimientos cambiarios menos previsibles para desincentivar la especulación, y “enfriar” la creación de crédito y emisión de dinero. Es decir, todo el plan que Kicillof rechazaba de forma tajante –según trascendidos de casi todos los medios-. Y, junto a esto, vuelta al endeudamiento externo si se logra cerrar el default con el Club de París. No está claro que este sea el camino tomado, aunque el equipo económico va girando aceleradamente bajo la presión de los hechos.

Lo que desmadra todo el esquema es la inflación. Desde octubre de 2013 se viene registrando una espiral de precios, especialmente acelerada en diciembre, que se habría comido un 20% de los salarios sólo en ese período. La devaluación que desde octubre a hoy supera el 30%, está preparando nuevos saltos en precios de insumos críticos, entre otros del combustible, lo que se suma al aumento del transporte automotor de pasajeros en la ciudad de 66%. Todo esto preanuncia un nuevo salto en la inflación de este año (que podría pasar los 30%), previsión bajo la cual continuará la presión sobre el tipo de cambio (legal o paralelo según el alcance de la disposición del gobierno a entregar dólares).

El gobierno da vía libre a la devaluación y (parece) también a la compra de dólares para quienes quieran fugarlos. Pero no a los aumentos salariales, única ancla con la cual quiere pasar este año crítico. Mientras la presión de los especuladores le arrancó al gobierno la enorme concesión de reabrir el canal de compra legal (habrá que ver hasta dónde), así como los empresarios se llevaron un acuerdo de precios que les reconoce los aumentos de los últimos tiempos, y las fuerzas de seguridad pudieron arrancar aumentos muy por encima de cualquier sector de trabajadores estatales, por el contrario el gobierno viene mostrando que es una cuestión de Estado no ceder en las negociaciones paritarias. No es novedad el intento de imponer techos a las paritarias. Pero para este año se ha transformado en una cuestión de primer orden, y los voceros oficiales (pero también de la oposición) agitan el fantasma de los desbordes para responsabilizar de antemano a los trabajadores del descalabro de un plan muy flojo de papeles.

El gobierno, aún en la situación de debilidad política en la que se encuentra, busca poner todo el peso de las fracciones de la burocracia sindical que lo apoyan para limitar las aspiraciones de recomposición salarial ante el peso de la inflación.

Pelear por un programa y una alternativa política de los trabajadores

Contra la amenaza de profundizar el ajuste a costa de los salarios, está planteando pelear por paritarias sin techo, para que todo trabajador gane un salario equivalente a la canasta calculada en $ 9.000. Hay que luchar por el pase a planta de todos los contratados y tercerizados, tirar abajo el impuesto al salario, el aumento de las jubilaciones al 82% móvil y planes sociales que cubran el monto de la canasta familiar. Para enfrentar los aumentos de precios, la única manera de enfrentar seriamente la remarcación es con la fuerza de la clase obrera que, organizando comités junto con consumidores populares, luchando para imponer la apertura de los libros de contabilidad en todas las alimenticias y otras empresas de productos básicos para la vida, para dejar al desnudo las maniobras que inflan los precios así como aquellas que ocultan productos para obligar a comprar los que no tienen precios acordados. Los trabajadores de las grandes fábricas están en una “posición estratégica” para hacer una contabilidad de los productos guardados en depósitos.

El descalabro por el que transitan las variables económicas empujadas por el círculo vicioso de devaluación-inflación es consecuencia de los desbarajustes que crea la deuda externa y la dependencia económica. La única manera de enfrentarlo es declarando el no pago de la deuda externa, que se ha pagado más de tres veces en los últimos 30 años y que representa más del 10% del ingreso nacional anual que va a parar a manos de los usureros, representando además un drenaje de dólares necesarios para exportar insumos estratégicos. Junto con esta medida, es necesario el monopolio estatal del comercio exterior (liquidando por empezar a las corporaciones que concentran la exportación de granos y continuando con el resto de la economía) para terminar con todas las maniobras que realizan las multinacionales para maximizar la fuga de dólares y minimizar los pagos de impuestos. Asimismo, la otra pata del drenaje de dólares está en el sector financiero, que es necesario nacionalizar de forma íntegra mediante la creación de una banca estatal única. Sólo la clase obrera puede desarrollar este programa de conjunto. Para combatir la catástrofe que todas las fracciones de la burguesía se preparan para descargar sus espaldas, es necesario que esta tome en sus manos el destino nacional.

La magnitud de la crisis que se preparan para descargar sobre las espaldas de la clase trabajadora no da lugar para abrir ningún compás de espera. Es necesario empezar ya en todos los lugares de trabajo a discutir la situación y organizarse, empezando a impulsar la votación de delegados paritarios y exigir a la preparación de un paro nacional. Los sectores combativos y clasistas deben convocar un encuentro nacional de organizaciones obreras combativas, empezando por encuentros regionales, para preparar la batalla por las paritarias. Allí puede concentrarse la fuerza para imponerle a la burocracia un plan de lucha y un congreso de delegados de base, para reorganizar y unir al movimiento obrero ante el ajuste en curso.