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martes, 18 de noviembre de 2014

El freno a la tensión cambiaria: una victoria pírrica, de duración limitada


Después de que la brecha entre la cotización del dólar legal y la del paralelo volviera a escalar en los últimos meses hasta el 80%, el gobierno consiguió parar la corrida y desinflar las expectativas de una nueva devaluación fuerte del peso antes de fin de año.
El mayor indicador de este logro está en el desinfle de la cotización del dólar blue, así como del llamado contado con liqui. Desinflar este último mercado fue uno de los principales objetivos que se puso Alejandro Vanoli, jefe del Banco Central (BCRA) desde su llegada en octubre al organismo. Este es un mecanismo de compra de dólares que es legal pero que preocupa al gobierno por que el precio del dólar que definen estas operaciones es la base para la cotización del dólar blue, y también porque al haberse convertido en el medio para que los importadores pudieran conseguir los dólares que no les daba el Banco Central para financiar la compra de insumos, amenazaba con tener un fuerte impacto en los bienes industriales, considerando la fuerte dependencia de toda la manufactura de la adquisición de insumos importados.
En el balance de los motivos que permitieron alcanzar esta precaria calma, desde posiciones afines al gobierno, como es por ejemplo el caso de Alfredo Zaiat, buscan poner el primer plano la iniciativa “policial” desplegada en el último mes.
En el último mes, el BCRA, la AFIP, y la Comisión Nacional de Valores, que el jefe del BCRA Vanoli comandaba hasta su designación a comienzos de octubre último, protagonizaron -de forma coordinada o en competencia entre una y otra según la ocasión- numerosos operativos contra bancos, otras entidades financieras y casas de cambio. La AFIP también detectó irregularidades en importaciones de bienes y servicios de numerosas empresas, que inflaron los precios declarados en las operaciones para enviar dólares al extranjero.
Sin embargo, el desinfle del dólar contado con liqui y del dólar blue no puede explicarse exclusiva ni primeramente por esta avanzada del contralor. Responde ante todo a que el gobierno logró soluciones “de mercado”.

miércoles, 23 de julio de 2014

Canje de reservas: ¿Con el salvavidas chino salimos a flote?

Gastón Ramírez

La visita del presidente de China dejó un nuevo anunció, denominado Swap (acuerdo financiero de intercambio de monedas, pesos x yuanes) por el cual el gobierno argentino se nutriría de yuanes por un valor de 70.000 millones, un equivalente a 11.000 millones de dólares. Este acuerdo, aunque es secreto, ya se firmó uno similar con China en 2009 y terminó en 2012 cuando el comercio entre ambos países se veía amenazado por la crisis internacional.
El swap con China junto con el compromiso a invertir en 5 años más de 7.500 millones de dólares en infraestructura (Represas en Santa Cruz, Belgrano Cargas, etc.) son parte de los acuerdos por el cual el gobierno puede mostrar un salvavidas para compensar la angustiante falta de dólares que dificulta el funcionamiento de la economía. Para los funcionarios del gobierno el Swap permitiría utilizar los yuanes como parte de las reservas, argumentando que es decisión del BCRA decidir que monedas y activos financieros componen sus reservas. Chile y Bolivia, serían ejemplos de países que tienen un porcentaje menor de sus reservas en yuanes.
En su afán de obtener dólares el gobierno y el BCRA, si bien pueden llegar a cambiar y tomar a los yuanes como parte de las reservas, hay un límite de fondo: el yuan no es una moneda convertible. O sea, no se puede comprar a China pagando directamente en yuanes, previamente hay que cambiar dólares por yuanes, o viceversa, si se cobran exportaciones a China. El dólar sigue siendo la moneda ineludible para el comercio internacional. Tampoco se puede utilizar el swap para pagar a los houldouts o a los acreedores externos porque sólo aceptan dólares. En el caso de inversiones como las que llegarían de China también ingresan en dólares, por lo cual, el swap no tiene un impacto directo en las reservas.
En realidad, pese a los anuncios rimbombantes del gobierno, con el swap pretenden una “pequeña política” de financiar el déficit comercial que viene en ascenso con China. En 2013 fue de USD -5.377 M  frente a USD -1.125 M en 2009. En este sentido, analistas indican que en una década, China pasó de generar un 5% a un 14% de las importaciones del país. Y se ubica como el segundo socio comercial, detrás de Brasil.
El creciente déficit comercial con China, no sólo presenta un problema financiero que se pretende cubrir con el swap. Sino también un proceso de mayor dependencia económica con el gigante asiático. En el cual Argentina se ubica como proveedor de materias primas (60% de la Soja se vende a China) a cambio de manufacturas (55% de las compras a China corresponden a artefactos eléctricos y mecánicos, motos, vagones de trenes y subtes, transformadores eléctricos, etc.). El sector del acero también muestra preocupación por la avanzada asiática, la Asociación Latinoamericana del Acero, informó que América Latina ya se convirtió  en el segundo destino más importante para las exportaciones chinas de acero laminado (11% de las exportaciones de acero de China al Mundo), y se espera que se ubique en el primer exportador empleando una metodología muchas veces desleal. A mayo de 2014 China exportó hacia el mundo acero por el equivalente aproximadamente  a la producción anual de 5 Argentina. De acuerdo a la Cámara de Comercio del Perú, China controla hoy el 33% del sector minero peruano. Una situación similar se estaría dando en Chile. En este contexto, los industriales de Brasil, aunque su gobierno acaba de firmar en Río de Janeiro un acuerdo junto con China y el resto de los BRICS por un banco propio, temen una invasión de productos e inversiones de China que desplacen sus exportaciones e inversiones hacia Argentina.

Las “ayudas” del gobierno chino abren la puerta a sus trasnacionales en toda América Latina. Al mismo tiempo que impulsa con los BRICS la idea de que puede surgir un alineamiento alternativo al sistema mundial capitalista dominado por las trasnacionales imperialistas, aprovecha el trabajo sucio de abrir las fronteras de todo el planeta al capital global ya casi plenamente realizado después de décadas de ofensiva neoliberal en pos de la apertura y liberalización para ampliar la base global de sus corporaciones. El camino del salvavidas de China no es alternativa al imperialismo. Sólo la movilización y el poder de los trabajadores y pueblos oprimidos podrá romper las cadenas del imperialismo y dejar atrás la miseria y el atraso del capitalismo dependiente.