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viernes, 4 de julio de 2014

Azucar amargo. Los ingenios azucareros del NOA; salarios, ganancias y "crisis"

A continuación publicamos la primer parte del informe sobre ingenios azucareros del NOA elaborado por Emiliano Trodler. El mismo aborda las transformaciones recientes en el sector, la relación entre salarios y ganancias, y los usos que ha tenido la denunciada "crisis" en el sector, el alcanze de la cual queda relativizada por el análisis presentado. Esta primer parte del informe se continuará en Ideas de Izquierda, con un análisis de los procesos de lucha reciente en los ingenios del NOA.


 
Introducción

Durante el año 2013 la caída en los precios del azúcar ha sido motivo de una furibunda campaña en defensa de la rentabilidad empresaria. A la cabeza de esta campaña estuvieron cañeros e industriales, legisladores del PJ, la UCR, PRO, y también los dirigentes de la FOTIA. Contaron a su vez con el inestimable apoyo de la prensa.
Los medios de comunicación hablaban de la crisis azucarera en los términos más catastróficos. La televisión y los diarios hablaban de quebrantos en la industria y precios que “tornan inviable la actividad”. Desde la EEAOC señalaban a esta como “la peor crisis azucarera de los últimos 30 años”. Durante el mes de agosto el Grupo Los Balcanes entraba en concurso preventivo de acreedores. Catalina Lónac, principal propietaria del grupo empresario, hablaba de una “crisis terminal en la industria azucarera”, llamando a que “los obreros, los dueños de los ingenios y el Gobierno hagan lo que tienen que hacer”. Todo parecía indicar que la industria se iba a pique. En ese contexto, recrudecían las tensiones entre cañeros e industriales al mismo tiempo que cerraban filas ante el gobierno provincial para exigir medidas que tendieran a salvar a “la familia azucarera”.
Las cámaras patronales (UCIT, CACTU, UCS, CUE por los cañeros, la CART, CARNA, CAA, por los industriales), el poder ejecutivo provincial, los partidos de la oposición patronal, y la cúpula de la FOTIA reclamaban una Ley Azucarera que regulase el precio del azúcar mediante la fijación de cupos de exportación, subvenciones a los productores más pequeños, y estimulo a la producción de bioetanol. Esa Ley se sancionó en marzo y reglamentó la puesta en pie del Instituto de Promoción del Azucar y Alcohol de Tucumán (Ipaat), organismo compuesto por 6 miembros (industriales, cañeros, y del PE), que intentaría constituirse como una “mesa azucarera” de coordinación entre los distintos sectores patronales.
Al mismo tiempo se daba fuerte impulso a una política de subsidios desde el gobierno nacional, que por aquellos días también anunciaba la puesta en funcionamiento del Ingenio La Esperanza en Jujuy. Los medios de comunicación justificaban este millonario desembolso a los empresarios del azúcar y hablaban de “subsidios para mantener a flote el precio”. Para finales de la zafra el precio de la bolsa de azúcar había aumentado de $125 a más de $200 llevando nuevamente el precio a sus mejores niveles. A esta recuperación del precio contribuyeron las fuertes heladas y sequias que implicaron una sensible reducción de la molienda, y de los diagnósticos de “crisis terminal” se pasaba ahora a la euforia: “los días negros de la crisis han quedado atrás en la industria azucarera”; “la crisis se disipa; respiran los azucareros”; “se prevé que los buenos precios se sostendrán entre los próximos 18 a 20 meses”. En Jujuy y en Salta las heladas y sequias provocaban fuertes caídas en la producción. Hugo Rossi, presidente del Ingenio El Tabacal afirmaba al final de la zafra que la temporada se había acortado 32 días y se habían molido 475 mil tn menos de caña. Por las mismas causas El Ingenio Ledesma declaraba cerrar el año con una caída del 28% en la producción de azúcar. Pero en Salta y Jujuy la caída de los precios del azúcar no generó pronósticos tan sombríos sobre el futuro de la industria como en Tucumán. Al mismo tiempo, la caída en los niveles de producción fue recibida en Tucumán como un “alivio” para las patronales del campo y la industria, que encontraron en las inclemencias de la naturaleza un regulador más eficaz que el recién estrenado IPAAT para controlar la caída de los precios.
En unos pocos meses la industria azucarera parecía haberse salvado de la catástrofe. Sin embargo, un análisis más profundo de la industria azucarera pone de relieve el notable contraste que existe entre los negros vaticinios empresariales y los auspiciosos informes que recopilan los datos de la evolución histórica en la producción, precios, productividad, y las tendencias del mercado azucarero a nivel internacional, que parecen contradecir la idea de un “crisis terminal”. También contrasta con las “memorias” de los balances contables presentados por los principales ingenios azucareros en años recientes.
Cabe preguntarse entonces: más allá de la caída en los precios y la producción de 2013, ¿hubo o no una “crisis terminal” en la industria azucarera?; ¿puede la Ley Azucarera constituirse en un mecanismo efectivo para regular la caída de los precios?. ¿Por qué no hubieron los mismos pronósticos en Tucumán que en Salta o Jujuy?.
En nuestro intento de esbozar una primera respuesta a estas preguntas trataremos de demostrar que la “crisis azucarera” tiene su origen no tanto en la caída de los precios o en los cambios climáticos (que ocurrieron), sino en la propia dinámica anárquica de las relaciones capitalistas de producción que atraviesan un profundo proceso de disolución de las viejas estructuras de propiedad. La caída de los precios, intentaremos demostrar, se produce en un mercado que se desarrolla entre los polos de la competencia y la protección estatal de una burguesía nacional parasitaria, y es a su vez acicateada por las tendencias a la concentración, centralización del capital y a la penetración del capital imperialista.
Con este primer informe queremos acercar a los trabajadores en general y a los obreros de los ingenios del NOA en particular, un análisis crítico acerca de las verdaderas causas de la crisis azucarera, poniendo en evidencia los intereses de clase que dan fundamento a las disputas entre industriales y cañeros, que siempre intentan presentar sus propios intereses como “intereses generales” de la provincia, para demostrar la necesidad de pelear por una salida propia de los trabajadores, que solo tendrá su remate con el control obrero de la producción y el gobierno de los trabajadores.




jueves, 30 de enero de 2014

La CGT de Caló y su extravagante iniciativa para cuidar los precios


Como venimos sosteniendo (y puede leerse hoy aquí), el único cuidado serio de los precios lo pueden realizar los trabajadores, que actuando de forma coordinada pueden desnudar los costos y disponibilidad de mercancías en todas las cadenas productivas. Allí donde los capitalistas cocinan las trampas con las que buscan saltarse los compromisos de los "Precios cuidados" (que por otra parte les permitieron a varios sectores blanquear aumentos de los últimos meses) es la clase trabajadora la que puede desnundarlos. La que puede mostrar las exorbitantes tasas de ganancia que se amasan en numerosos sectores pescando a río revuelto gracias al descontrol de la moneda. Algún desprevenido podría pensar que los anuncios de hoy muestran que Antonio Caló decidió impulsar que la CGT tome este camino. Parece que la CGT va a tomar cartas en el asunto de cuidar los precios... recorriendo supermercados. Al mismo tiempo que pide "prudencia" a los laburantes cuando las patronales están siendo de todo menos prudentes para remarcar con voracidad, Caló no impulsa que los trabajadores controlen los precios desde sus posiciones estratégicas en la producción de bienes y prestación de servicios sino que quiere "mirar" para otro lado. 

Detras de este palabrerío y de gestos meramente simbólicos como puede ser mandar a algunos burócratas a acompañar las recorridas del "mirar para cuidar" de La Cámpora, la CGT oficial busca tapar el inmovilismo cuando la inflación está carcomiendo el salario y tanto el gobierno nacional como los opositores, y todas los sectores del empresariado, se apuestan a lograr que el resultado de las paritarias sea afianzar los duros golpes al bolsillo obrero. Esta es la vía para sostener el ajustazo que está en marcha. 
Ante este rol traidor de la burocracia, es urgente convocar a un Encuentro Nacional de todo el sindicalismo antiburocrático y combativo para postularse como un polo que ponga en movimiento a la clase obrera para sostener un programa de medidas urgentes para que la burguesía no descargue sobre nuestras espaldas los costos de la crisis.

martes, 29 de octubre de 2013

Apuntes pos elecciones. El estrechamiento del "modelo", los aprestos de ajuste y el voto al FIT

FR y JDM arriman acá un primer buen análisis de los resultados del 27, que intenta ir más allá de la abundancia de comentarios coyunturales que pueblan los medios.
El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) superó ayer el millón ciento cincuenta mil votos, creciendo respecto del “batacazo” que había producido en las PASO de agosto. Con este resultado, llegan al congreso nacional 3 diputados, así como numerosos diputados y senadores provinciales, concejales, etc.
Se trata de un hecho sin precedentes en la historia política nacional. Si bien desde la vuelta de la democracia los finales de ciclo político mostraron un crecimiento de las fuerzas de izquierda, y la llevada al parlamento de distintas fuerzas, una serie de rasgos resaltan en la actualidad, como ya señalaran Paula Varela y Adriana Collado en el análisis del resultado de las PASO realizado en Ideas de izquierda. El primero y más evidente es la extensión nacional del FIT. De los tres diputados nacionales electos por el frente (está en curso la pelea en el recuento definitivo por la banca de Córdoba), uno de ellos, Nicolás del Caño, es de Mendoza, otro de ellos, Pablo López, de Salta, y el tercero Néstor Pitrola, de la provincia de Buenos Aires. Los diputados y concejas electos superan en todo el país la decena (el periodista Pablo Stefanoni destacó en Perfil su carácter “federal”). Si esta es una primera dimensión que distingue la elección del FIT, una segunda dimensión distintiva es que, como plantean FR y JDM, “a diferencia de otras experiencias ‘de izquierdas’ (término socialdemócrata patético) como el Frente del Pueblo o Izquierda Unida, el FIT expresa otra cosa, por ser un frente de partidos que se reivindican trotskistas y por levantar abiertamente como bandera la independencia de clase (mientras en las experiencias anteriores había sectores como el PC abiertamente frentepopulistas con lo cual el planteo era más "de izquierdas" que de izquierda)”.
Quedará para un análisis más reposado, lugar por lugar, establecer más acabadamente la fisonomía del fenómeno político, quiénes son los votantes del FIT, etc. Lo que sí podemos señalar es el entusiasmo con el que la campaña fue tomada en numerosos lugares de trabajo y estudio, donde jóvenes y trabajadores mostraron iniciativa para la campaña y se volcaron a la fiscalización durante la jornada del 27. En zona norte del GBA, en las fábricas de la alimentación, gráficos y otros gremios donde la izquierda dirige internas o tiene fuerte presencia, los trabajadores que tomaron la posta durante este largo día se contaban por decena en cada una. Un aspecto distintivo del voto al FIT, ligado con la presencia orgánica en sectores de la clase trabajadora conquistada con un arduo esfuerzo (en particular por el PTS) es el –aún inicial, incipiente- crecimiento de este voto obrero en sectores de peso tradicional del peronismo.
Por mucho que los kirchneristas se subleven contra la “idea apocalíptica de ‘fin de ciclo’”, es en esa clave que puede entenderse el alcance del fenómeno del FIT. No estamos hablando de la manera estrecha en la que se lee este fin de ciclo en los medios de la oposición burguesa, es decir en referencia a las limitadas alternativas de continuidad política que deja el resultado electoral, que sepulta definitivamente (como ya habían dejado claro las PASO) cualquier posibilidad de cambio constitucional, y debilita las posibilidades de arbitrar la interna del PJ para imponer un candidato propio (aunque en ningún modo esto signifique un ocaso definitivo para el “cristinismo”, ya que los votos del FPV le habilitan un peso en la negociación de la sucesión).
Apuntamos a un “fin de ciclo” de más vasto alcance, que es la incapacidad de recrear las condiciones económicas sobre las cuáles se asentaron las victorias electorales de estos años. Es decir las condiciones de crecimiento económico a tasas elevadas con mejora de los indicadores socioeconómicos que caracterizaron los primeros años de gobiernos kirchneristas. La etapa de crecimiento “fácil”, como lo llamó el cepalino Daniel Heymann, o la “etapa rosa” del modelo, como la definía hace unos años el Viceministro de Economía Axel Kicillof, iniciada en 2003, que pudo compatibilizar crecimiento de la inversión, alto superávit comercial, mejora real de los salarios (aunque por ese entonces apenas recuperándose del desplome que tuvieron con el mazazo que fue la devaluación de 2002, aún no superando el monto que habían tenido en términos reales antes de la devaluación) empezó a mostrar sus límites a comienzos de 2008. Límites que se expresaron en la inflación, la emergencia de la crisis energética, la necesidad de ampliar las fuentes de financiamiento del Estado para enfrentar la emergencia del superávit fiscal (lo que condujo primero a impulsar la 125 y luego de la derrota de esta iniciativa a liquidar las AFJP). A partir de entonces comenzó una segunda etapa, en la que el gobierno contaba aún con margen para administrar las dificultades emergentes, apoyado en las formidables condiciones que daba el colchón cambiario y la abundancia de dólares (con reservas que llegaron a estar en u$s 50 mil millones gracias al sostenido superávit comercial, es decir del saldo de exportaciones menos importaciones, que en los últimos años viene cayendo fuerte por el déficit energético), pero que sin embargo tuvo algunos rasgos muy marcados como por ejemplo el fin de la recuperación de algunos indicadores socioeconómicos. Es el caso de la “calidad” del empleo, que desde entonces casi no varió (el empleo no registrado estaba en 36% en 2008, hoy ronda el 34,5, es decir casi no cayó desde entonces). La pobreza e indigencia también son acrecentadas por la inflación, aunque la implementación de la AUH haya evitado una situación de agravamiento más agudo como consecuencia de los estragos que ocasiona la estampida de precios.
Finalmente, entramos en una tercera etapa signada por la reducción de los márgenes para administrar el agotamiento. El estrechamiento relativo tiende a hacerse cada vez más profundo y generalizado después de las elecciones de 2011 (hemos analizado in extenso las etapas del “modelo” en posteos anteriores, ver por ejemplo acá). Con una buena ayuda de las condiciones internacionales, y fuerza de vaciar hasta el límite las fuentes de financiamiento interno, el deterioro se desarrolla en cámara lenta, pero no por eso menos persistente. Aunque la inflación perdió el dramatismo mediático que tenía a comienzos de año, no da señales de una desaceleración profunda, y durante setiembre se ubicó en 24,4% según índices que toman las mediciones de algunas provincias. El empleo casi no crece en el último año y medio, y por primera vez desde 2003 se percibe un tibio crecimiento del trabajo no registrado (en “negro”) que pasó de 32% de los ocupados en el primer trimestre de este año a 34,5% en el segundo. Por otro lado, incluso para la minoritaria proporción de los trabajadores empleada en blanco y beneficiada por las negociaciones paritarias, este año cerró sin mejoras, también por primera vez en la década. Aunque la suba del mínimo no imponible de ganancias restituyó una parte de los ingresos para un millón y medio de asalariados, esto apenas compensa el magro saldo de las negociaciones salariales de este año. El “nunca menos” es un lejano recuerdo, aún para los asalariados en mejores condiciones.
“Fin de ciclo”, entonces, porque aunque el gobierno puede todavía seguir tomando algunas medidas para evitar el ajuste en toda la línea que desea buena parte del empresariado, la oposición patronal, y los peronistas que aspiran a suceder a Cristina, los ajustes en cuotas que esto requiere tienen impacto y generan descontento en amplios sectores, y, es cada vez más evidente, no hacen más que posponer y a la vez agrandar el costo futuro de los ajustes. Además, para hacer esto se impone ir cada vez más contra el relato, como lo muestran los acuerdos para pagar deudas por fallos del CIADI a favor de multinacionales que demandaron al país en estos tribunales internacionales hechos a medida del capital imperialista, y los esfuerzos por seguir siendo “pagadores seriales” (lo que está vaciando las reservas del BCRA) y evitar un default técnico por las demandas en tribunales norteamericanos.
En estas condiciones, ante la agenda de “normalización” que el gobierno hace suya cada vez más abiertamente (aunque con “ruido interno”) hoy se ve claramente que en la oposición no hay salida “por izquierda”. La centroizquierda que no está con el gobierno integra alianzas con los partidarios de la vuelta a los mercados y el ataque ortodoxo a la inflación (esta falta de independencia de la centroizquierda no es tampoco un fenómeno de coyuntura, las grandes crisis de los últimos años mostraron una y otra vez cómo cualdo las papas queman no hace más que ir detrás de las salidas ofrecidas por la burguesía, es decir de alguna variante de ataque a la clase trabajadora).
El crecimiento encuentra en este fin de ciclo -en el sentido más profundo que hemos planteado- una de sus razones. Algunos de los que en 2011 apoyaron al gobierno bajo la promesa del “nunca menos”, encontraron en el FIT a la única fuerza que ante el panorama de ajuste levantó un programa para dar respuesta a las demandas obreras y populares.
Ahora, pos elecciones, las bancas obtenidas serán un lugar desde donde se amplificará el rol de “tribunos del pueblo”, es decir desde donde poner sobre el tapete las duras condiciones que viven los trabajadores y trabajadoras al cabo de una supuesta “década ganada”, con más de un 60% de la clase trabajadora en condiciones precarias (con el aval de leyes flexibilizadoras que siguen vigentes), recibiendo salarios de miseria (un 60% de los ocupados gana menos de $ 4.200), con un millón de jóvenes “ni ni” (ni estudian ni trabajan), forzados a viajar diariamente en condiciones de riesgo por el desguace del transporte (especialmente el ferroviario), y un largo etc. El desafío es transformar este peso político del FIT y las bancas obtenidas en una herramienta para la construcción de un partido revolucionario con capacidad de dirección de una franja de la clase trabajadora, es decir con decenas de miles de militantes y lugares de dirección en decenas de sindicatos, centros de estudiantes y otros organismos del movimiento de masas. Este anclaje “orgánico” es fundamental para que ante el “fin de ciclo”, con sus tiempos de desarrollo aún abiertos pero insoslayable, podamos desplegar abiertamente la batalla contra las salidas de la clase dominante, y por imponer el programa de respuesta obrera a la crisis cuya propuesta desarrollamos extensamente en el manifiesto programático del FIT.