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viernes, 30 de mayo de 2014

Club de París: #deudaparatodos


¿Cómo podríamos sorprendernos de que la presidenta Cristina Fernández haya dicho ayer que era “un día muy importante para el país” porque se terminó de delinear el acuerdo con el Club de París? Para un gobierno que mostró vocación de pagador serial, debe ser emocionante cerrar un trato que crea la posibilidad de que el país se comprometa a pagar 10 mil millones de dólares más. ¿Será el entusiasmo porque de sopetón se cargaron gratuitamente U$S 3600 millones, que es la diferencia entre los U$S 6.089 millones registrados por capital e intereses a septiembre de 2013 y los 9.700 millones que ahora se comprometen a pagar?
La presidenta también señaló que la deuda tiene mayormente origen previo a 1983, es decir durante la dictadura. Lo cual en sentido estricto no es así, porque durante los años de default se multiplicó de manera formidable por efecto de los intereses, y el gobierno aceptó un monto a pagar que reconoce este astronómico crecimiento. Pero incluso si lo fuera, en vez de ser un motivo para decretar su no pago, lo es para cerrar un trato bueno para los acreedores. ¿Podría sorprendernos?

Del fin del desendeudamiento...
Durante la última década, los voceros de Néstor y Cristina no se cansaron de decir que el endeudamiento era lastre legado por las estatitaciones de deuda privada de la dictadura y las nefastas políticas neoliberales. Cierto, es así. Entonces, ¿dejamos de pagarla? ¡Nooooo, para nada! La receta de Néstor Kirchner fue: “Renegociamos, le damos a los acreedores bonos indexables por inflación y con un bono atado al crecimiento, y lo mejor de todo, ¡llamamos a todo eso desendeudamiento!”. Y desendeudamiento hubo, durante algunos años, a fuerza de generosos pagos que insumieron (entre capital e intereses) más del 15% del presupuesto anual durante algunos años. Pero tanta generosidad a los acreedores no sirvió para frenar el crecimiento de la deuda. Esta empezó a incrementarse fuerte en términos absolutos desde 2007. Y ya en 2011 crecía más fuerte que el PIB, es decir que no podía hablarse estrictamente de desendeudamiento. No faltaron entonces los ideólogos oficialistas que salieron a decir que no importaba la deuda total, sino que buena parte de esta era en pesos, y que además mucha era intra sector público, porque los títulos estaban en manos de la Anses. Como si esto hiciera mágicamente desaparecer esta deuda. Pues bien, los últimos meses vimos que fácil esta deuda intra sector público vuelve al sector privado: los bonos que fueron a parar a Repsol fueron en parte entregados por la Anses, y ahora circulan por los mercados de crédito internacionales. Es decir que en 2014, ni siquiera en dólares, puede hablarse de desendeudamiento.

...al endeudamiento “heterodoxo”, progresista, “con soberanía e inclusión”
Pero es el acuerdo con el Club de París, difundido ayer, el preanuncio de que el ya archivado desendeudamiento será reemplazado por una entusiasta vuelta a los mercados. Regularizar con el Club de París era el último paso necesario para aplicar la última receta de Kicillof para afrontar el faltante de dólares que aqueja a la economía argentina, con un balance de pagos para bajo el asedio del déficit energético, las remesas de utilidades, la fuga de dólares y... la gangrena de los pagos de deuda. La nueva receta de Kicillof no es otra que pagar los compromisos en dólares, endeudándose en dólares. Sin duda, algún cráneo publicístico de las usinas oficiales colgará el adjetivo “heterodoxo” al lado de la palabra endeudamiento, para hacer creer así que es algo muy distinto a lo que hicieron todos los minitros de economía, desde Alfredo Martinez de Hoz hasta Cavallo y Roque Fernández durante la década menemista. Habrá que ver en qué medida se concreta esta salida a los mercados, que básicamente depende ya sólo de la tasa que deba afrontar el gobierno.
Muchos que hasta hace poco defendían como soberana la negociación “con quita” de la deuda (que en realidad llevó la deuda en 2005 al mismo nivel que tenía en 2001) y del falaz y muy provisional desendeudamiento, ahora defienden el acuerdo con el Club de París porque es necesario para “blindarnos” ante la llamada restricción externa. ¿Blindarnos cómo? Pues con dólares de deuda externa.
A esta altura, podemos confirmar. Axel Kicillof es marxista. Danielmarxista (ver acá)

La cuestión no es regularizar la deuda caída, sino dejar de pagarla toda
Parece, entonces, que nuevamente la deuda pública aparece como parte de las soluciones, y no como uno de los problemas. Parece que para conseguir dólares, resulta natural volver por el camino de la emisión de bonos. Pero eso es completamente falso. La deuda está entre las causas principales de la sangría de dólares. El mentado déficit energético se ha llevado en estos años una ínfima parte de lo que se llevaron los usureros internacionales. Entre los acreedores, los fugadores profesionales de nuestra burguesía "nacional" asesorados por la banca, y las corporacioens imperialistas, explican buena parte de lo que ha dado en llamarse la "restricción externa" hoy.
Por eso, no se trata de regularizar ninguna deuda, sino de declarar su no pago. Ni falta que hace investigarla para saber que es fraudulenta y se pagó varias veces. Junto a esto, la nacionalización del comercio exterior y expropiación de las grandes tierras y principales explotaciones agropecuarias, para combatir la especulación de los silo-"chacrers"; y la nacionalización de la banca, para conformar una banca estatal única que sostenga el crédito y la moneda y corte con las maniobras de las finanzas para organizar la fuga. Sólo de esta forma puede cortarse de raíz con el drenaje de dólares, y enfrentar las restricciones que aquejan a la economía sin volver al grillete de la deuda. Esto es parte de la alternativa que debemos contraponer los trabajadores al camino de ajuste acompañado de reendeudamiento que impulsa el gobierno, y la oposición y usinas patronales acompañan, y que ya se está traduciendo en despidos y suspenciones que la burocracia sindical deja pasar , como suele suceder, mientras ataca a los sectores combativos

martes, 16 de noviembre de 2010

¿Desendeudamiento?

El gobierno "nacional y popular" está a unos pasos de rubricar el acuerdo para pagar la deuda contraída con el Club de París.

El acuerdo se presenta como "soberano" porque no obligaría al país a ser auditado por el FMI. Pero lo cierto es que concretar esta medida, aún en una incierta situación internacional como la de estos días, significa tender la alfombra roja al capital extranjero, ansioso por estos días de poner en movimiento el dinero barato lanzado por la FED norteamericana. Festejar porque, como buen pagador que pone los billetes sobre la mesa, el país escape a los ojos de los auditores fondomonetaristas como ya se adelantó a hacer Zaiat, es conformarse con premio consuelo. Es interesante hacer notar la evolución en la obsecuencia de este personaje, que hace dos años -cuando Cristina anunció por primera vez la intención de arreglar con el club de París- señalaba que este acuerdo reconectaría a Argentina con un mundo en crisis. Hoy, festeja que esta reconexión se haga sin el FMI en medio.

De toda la historía de la fraudulenta deuda pública argentina, el capítulo de el club de París es uno de los más infames. Acá no hace falta auditar nada, como sigue pidiendo Proyecto sur, esta deuda fue tomada por la dictadura genocida para comprar armar; se suma a esto, y créditos de empresas públicas que alimentaron la masiva fuga de capitales de la época y la "plata dulce.

Como si fuera poco, "1985, un equipo de auditores del Banco Central demostró que una parte de los fondos nunca había llegado al país, pero la deuda igual fue reconocida por el gobierno de Raúl Alfonsín".

Continuando con "lo que Néstor hubiera querido", Cristina Fernandez continúa el ciclo de generosa entrega de los recursos nacionales a los acreedores, que para sostenerse está creando una masiva deuda intraestado, que bloquea recursos que podrían utilizarse para satisfacer las necesiades y el pueblo.

Contra esta entrega, ninguna propuesta de "auditar" la deuda. Es necesario movilizarse para imponer el no pago de toda la deuda.