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lunes, 28 de abril de 2014

Ideas de Izquierda: “Esperamos dar un impulso a la recreación de un pensamiento marxista en Argentina”

Reproducimos la entrevista realizada por La Agencia Paco Urondo a Chistian Castillo y Fernando Rosso, a propósito de la revista Ideas de Izquierda.  


Entrevista con Fernando Rosso y Christian Castillo, parte del comité editorial de la revista Ideas de Izquierda. “El pensamiento marxista continúa teniendo una vitalidad que la intelectualidad en parte no quiere ver o no quiere escuchar”.
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Por Juan Ciucci
APU: ¿Cómo surge la idea de la revista?
Fernando Rosso: La idea surgió luego de la emergencia del Frente de Izquierda, que se terminó de constatar en octubre del año pasado con los resultados que obtuvo el FIT en las elecciones.  Además de las peleas en las calles que caracterizan a la izquierda, en el movimiento obrero, en el movimiento estudiantil, en la juventud, luego del resultado electoral, que tuvo más resonancia, había que dar una discusión en el frente ideológico más ampliamente. El nombre que surgió, Ideas de izquierda, es un poco porque “ideas” circulaban muchas o había muchas ideas que se decían de izquierda pero estaban muy bastardeadas. Pero “ideas de izquierda” en Argentina no había en este último tiempo. Había mucho discurso, mucho relato pero discusiones profundas sobre los problemas nacionales verdaderamente no había.
De ahí es que uno de los ejes que recorre la revista es tratar de los temas estructurales de un modo más profundo, como la cuestión del campo, del petróleo, la cuestión del transporte para tratar de ir al hueso en cuáles son los problemas estructurales y cuáles serían las salidas estratégicas que se deberían tomar para intentar resolverlos. Por otro lado, otro de los aspectos que queríamos tomar,  que estuvimos desarrollando y queremos profundizar, es tratar de introducir y polemizar con las discusiones que recorren a la izquierda internacional, que es lo que ha caracterizado a las revistas en Argentina, históricamente las que tuvieron alguna trascendencia. Los debates filosóficos, los debates sobre la crisis mundial, la situación del movimiento obrero o la geopolítica internacional. Hemos entrevistado a distintas personalidades, tratando, con los límites que tiene la revista, de traer la opinión en su momento de Ricardo Antunes con la situación convulsiva que hubo en Brasil, del mismo Chomsky hablando sobre la política internacional norteamericana. De Terry Eagleton, que es uno de los principales intelectuales marxistas que hay a nivel internacional, hablando sobre literatura y el estado actual de la teoría literaria y del marxismo. Eso es hasta ahora los primeros 7 números y el octavo que acaba de salir. Además, los análisis nacionales, tratar de profundizar en las propuestas que plantea el Frente de Izquierda, de desarrollarlas desde un nivel un poco más ideológico-político.
Christian Castillo: El proyecto de una revista de ese tipo se había empezado a discutir en la Asamblea de intelectuales y artistas de apoyo al Frente de Izquierda de los Trabajadores, pero finalmente no pudo salir de la propia asamblea. Así que con compañeros que participaron activamente de esa experiencia como Eduardo Eduardu Grüner, Hernán Camarero, Alejandro Schneider, los compañeros del PTS tomamos la iniciativa para sacar esta publicación. Que creo es muy importante para confrontar, si se quiere, las dos tradiciones de la intelectualidad dominante dentro de lo que se llama en términos genéricos el progresismo. Por un lado, el sector social liberal en que podemos poner a Beatriz Sarlo como referencia; y un sector nac& pop si se quiere, con Carta Abierta y  Horacio González como referente.
De alguna forma nosotros queremos hacer una crítica de esas dos tradiciones que desde nuestro punto de vista, muchas veces debaten desde un ángulo relativamente localista o relativamente provinciano, porque algunos de los grandes debates internacionales y donde desde la tradición marxista hay una producción muy importante en la actualidad en el terreno internacional, no es que están en desacuerdo, sino que ni siquiera los conocen. No sé si tuvieron la posibilidad de ver la charla que hacen Sarlo y González con Fontevechia, el largo reportaje que le hacen y son referencias donde los grandes temas de la política internacional, el análisis de la crisis capitalista no están presentes. No sé que opinan sobre las diversas teorías que hay y en particular, en el campo del marxismo  que han tratado de elaborar y explicar una crisis de largo aliento, la más importante del siglo XXI y con referencia a algunas de las tres más importantes desde que existe este sistema social, lo digo, por mencionar un aspecto. Nosotros queremos favorecer la visibilidad desde un conjunto de elaboraciones, reflexiones que se vienen haciendo desde el campo de la izquierda anticapitalista, socialista, clasista en nuestro país pero que no tiene la influencia ideológica que por ahí, gozan otras tradiciones. Quizás la visibilidad política del FIT sea un punto interesante para hacer audibles puntos de vista que de algún modo, en los últimos años estuvieron relegados.
APU: ¿Piensan en algún lector ideal de la revista?
FR: No, si se quiere hay un millón de potenciales de lectores: los que votaron al Frente de Izquierda. Donde hubo mucho voto del movimiento obrero, que es una cosa que intentamos desmentir en uno de los números de la revista, discutiendo con ciertos intelectuales o blogueros peronistas que planteaban que el voto de FIT era un voto de gente de clase media. Ese voto tenía un componente obrero, que es una parte de la influencia que tiene la izquierda en el movimiento obrero. Pero también hay un público universitario y en última instancia es una apuesta a la nueva intelectualidad marxista o que trate de repensar el marxismo. La referencia intelectual actual, y se ve en el propio reportaje a Sarlo y González, discute mucho politiquería. Sarlo, es una intelectual que tiene nivel, pero en el último tiempo se ha dedicado mucho más a opinar de la pequeña política local, incluso, el último libro es mucho sobre la politiquería inmediata más que de los grandes problemas. Diferente a los proyectos que tuvieron en su momento, como Punto de vistaEl ojo mocho, que sigue saliendo pero no tiene la misma relevancia que tuvo en los ´90, leí el último número y es demasiado oficialista y por lo tanto menos crítica. Y Punto de vista no sale más. Hay revistas en el mundo académico muy especializadas pero que no intentan ligar el debate político con el debate ideológico, las discusiones internacionales con los problemas nacionales, eso está ausente y es lo que intentamos hacer y queremos desarrollar.
APU: En algún punto es un riesgo el de una revista mensual con mucho contenido teórico. ¿Analizan que hay una necesidad social de mayor discusión política?
CC: Creemos que estamos llenando un vacío, que obviamente hay necesidades de ideas que se plantean superar el horizonte del capitalismo y luchar por otro sistema social. El pensamiento marxista continúa teniendo una vitalidad que la intelectualidad en parte no quiere ver, no quiere escuchar. Queremos mostrar también que lo nuestro no son consignas, sino que cada una de las demandas que planteamos tienen una fundamentación teórica, introduciendo un tercer punto de vista para dejar atrás un tiempo de una corriente de pensadores que su horizonte, su límite es la democracia capitalista y más allá de eso no hay horizonte posible. No hay un cuestionamiento a las bases sociales, a la explotación del hombre por el hombre sobre la cual se sostiene este sistema. En este terreno el progresismo es profundamente conservador porque apuesta o a la burguesía nacional como sujeto que puede llevar adelante alguna transformación o, directamente, a la casta de políticos profesionales que desde el control de los instrumentos del gobierno, pueden poner un límite, forzar u obligar a esas burguesías a ser distintas de lo que son.
Creemos que frente a esas ilusiones la nuestra es una apuesta por que la clase obrera se transforme en sujeto político y pueda verdaderamente liderar las transformaciones estructurales sin las cuales no vamos a producir ningún cambio sustantivo. Después de una nueva década de intentar con el proyecto siempre imposible de una burguesía nacional que nos saque de la dependencia y el atraso, comprobamos que esta situación se mantiene, se sostiene y en ese sentido, nuestra revista es también un diálogo con los sectores que por izquierda se ilusionaron con el kirchnerismo. Cuando hay un giro hacia la derecha de todo el establishment político y la sucesión de Cristina se ve con Scioli por el oficialismo y Massa o algún personaje por el estilo. Esa es la apuesta, un sentido común claramente de derecha y el propio gobierno con los discursos, con el ajuste, con los nuevos sentidos comunes que trasmite.
Está bueno apostar a que los jóvenes, los trabajadores, que por ahí se ilusionaron en algún momento con el gobierno, no caigan en algunas de las variantes de derecha sino que saquen sus conclusiones hasta el final de que una lucha contra las corporaciones que hicieron el genocidio, que dominan el país, las grandes patronales agrarias, etc. para ser consecuente, tiene que tener a la clase obrera como sujeto. Por eso, no es casual que una revista de este tipo la impulsamos desde una izquierda que no estuvo con el gobierno ni con las patronales agrarias. Una izquierda que siempre se mantuvo independiente de todos los sectores capitalistas. Creo que ese es el sector al cual apuntamos, también, obviamente a una capa de trabajadores más politizada que le interesa más discutir estos temas. Tratando de combinar un cierto nivel de reflexión profunda con un cierto nivel de popularización de esos temas.
FR: Una cosa que intentamos y queremos desarrollar también es unir dos mundos que están bastantes separados: el mundo de la intelectualidad, la cultura, la universidad y el mundo de los obreros. Hubo un sentido común de que había desaparecido el proletariado, el industrial en particular, esas son discusiones que en cierta medida están saldadas por la realidad; pero ahora se desconoce mucho qué pasa en el mundo de los trabajadores. Hay que intentar mostrar eso de una manera, tomando aspectos teórico-ideológicos, viendo qué se retoma de las experiencias históricas. En este sentido, surgió un debate cuando entrevistamos a Daniel James que es autor de Resistencia e integración, un libro clásico sobre el peronismo y la clase trabajadora y se armó una discusión que después fue retomada en otra entrevista por Juan Carlos Torre, sobre la relación entre la lucha sindical y la lucha política, que viene desde los orígenes del movimiento obrero.  Qué es, cuál es la relación entre la lucha sindical, la conciencia política e ideológica, el salto a la pelea política.  Se conoció como el debate de la “doble conciencia” ¿Cómo se resuelve eso? De alguna u otra manera el FIT interviene de hecho en esa discusión porque también hay muchos trabajadores que han apoyado al Frente  y es  hecho político. Intentamos mostrar aspectos de un mundo del que muchas veces se  habla, sobre todo en la universidad con mucho cliché sobre si existe o no, sobre si es solamente sindicalista el movimiento obrero y no puede dar un salto al terreno político, pero del que se conoce poco.
APU: Me interesaba preguntarles cómo se piensa la participación en la revista, si se tiene una relación más orgánica con el partido y si  piensan la revista como un espacio de militancia.
CC: Si, evidentemente la revista es de un marxismo militante que se proclama partidario pero abierta, que escriban en primer lugar quienes se referencian en el FIT pero también con un aspecto más amplio a debates con intelectuales o personalidades que en ciertos temas aportan a la discusión, aún sin compartir nuestra perspectiva estratégica más general. Creo que una revista con un carácter claramente posicionado, en ese sentido partisano, combinada con un aspecto abierto a la reflexión, a la discusión, es lo que le da esa peculiaridad y que creo que es más o menos reconocida y me parece que es lo que le permite ir generando debates. Hay otros debates también sobre la relación entre psicoanálisis y marxismo que se ha abierto en una nota de Claudia Cinatti respondida por Eduardo Grüner, un debate que va a continuar donde se combinan compañeros quizás más conocidos a nivel universitario como el propio Eduardo, Hernán Camarero con Juan Dal Maso, Fernando Rosso, Paula Varela, Ariane Díaz que son compañeros con los cuales comparto la militancia en el PTS; que intentamos dar cuenta de un marxismo siempre vital, retomando obviamente la tradición del marxismo clásico.
Nosotros no consideramos en ese sentido que inventamos un punto de vista, sino que tratamos de retomar en nuestras condiciones, nuestro tiempo, un punto de vista que tuvo su máximo momento de esplendor con la Revolución Rusa, con la fundación de la Tercera Internacional y que luego se mantuvo como señala el mismo Perry Anderson a contrapelo del llamado marxismo occidental, tanto en su variante de compañeros de ruta en los partidos estalinistas como en su variante de separación completa con la vida del movimiento obrero tratando de mantener esa relación del pensamiento marxista con el movimiento obrero. Esa tradición que dice Anderson  en aquel ya viejo texto para los tiempos que corren, que es lo que nosotros intentamos continuar, no sólo como una tradición nacional y en distintas oportunidades  hemos señalado que desde el marxismo está el pensamiento más profundo sobre la tradición nacional en lo que encarnan Milcíades Peña, Liborio Justo y otros autores, sino también como parte de una tradición que ha combatido internacionalmente y que ha aportado a pensar teóricamente los grandes temas que hacen a la transformación revolucionaria de la sociedad. Es en esa tradición en la que nosotros nos inscribimos y que en un sentido queremos dejar atrás una hegemonía en el campo intelectual donde quienes apostaron por una salida en general vinculada a algunas de las variantes de la guerrilla o estalinistas en la década de los 70 y luego de la dictadura abandonaron todo horizonte  de la transformación revolucionaria, pasaron a tener la hegemonía dentro del campo intelectual. Pero al ser esencialmente por la negativa y no por un proyecto positivo, eso quedó trunco.
Nuestra apuesta es al surgimiento de una tendencia de la intelectualidad marxista, anticapitalista, socialista que gane un nuevo peso en la vida política y cultural nacional. Esa definición que se da muchas veces de que la izquierda  tiene más influencia en la cultura que en la vida política, hoy en gran parte podemos cuestionarla. En los últimos años, la influencia de la izquierda en el sentido duro de la palabra, en el sentido de una izquierda que se proponga superar el capitalismo, su influencia ha decaído  profundamente. Más bien ha habido una adaptación profunda de intelectuales que se referenciaban en parte en la izquierda en los sentidos comunes de la propia burguesía, en la aceptación de que es inamovible y que sea el capital el que tenga las riendas de la sociedad, eso es lo que nosotros intentamos poner en cuestión con  la revista.
APU: Antes mencionaban otras revistas ¿En qué tradición o con qué revistas históricas se sentirían vinculados y con qué revistas de la actualidad pueden estar en discusión?
FR: Históricamente yo te daba como ejemplo, no porque seamos parte de la misma tradición, pero la revista Contorno en Argentina se referenciaba e introducía los debates en torno a Sartre y el marxismo europeo, francés etc. La revista Pasado y presente introdujo a Gramsci y todo el marxismo italiano en Argentina y América Latina, aunque no se inscriban en nuestra propia tradición del marxismo. Nosotros adherimos más al marxismo de Lenín, Trotsky o clásico. Pero sí en lo que tenían, por lo menos comparativamente de bueno y las  hizo emerger tratando de dialogar con los principales debates que había internacionalmente. En nuestro caso, de alguna manera, es hacer a una escala ampliada una cosa que ya hacíamos. En su momento con la revista Lucha de clases o la revista Estrategia Internacional, fuimos de los primeros en debatir con el autonomismo, con Tony Negri, el momento autonomista que fue muy importante a nivel internacional con el libro Imperio. Inclusive antes que se traduzca al castellano nosotros habíamos elaborado una polémica y después creo que se publicó como libro; con Laclau antes de que se haga famoso por convertirse en teórico oficial y su teoría de la democracia radical. Con el surgimiento del FIT esto se vuelve más amplio, tratar de hacerlo más masivamente con las posibilidades y los límites, como planteaba Christian, que te da una revista en el formato que tiene.
APU: ¿Hay otras revistas políticas con las que están dialogando.
FR: De las que yo conozco, no hay mucho, la revista Sudestada, conozco a los compañeros que la hacen, es una revista más bien dedicada a lo cultural y algunas a aspectos políticos. Después hay emprendimientos académicos muy especializados que no tratan de relacionar las discusiones ideológicas con la práctica política. En ese sentido  hay cierto vacío desde ese punto de vista.
CC: El formato tiene un aspecto  parecido al de Le Monde diplomatique, que es mensual y los artículos tienen más o menos el mismo tamaño y también tienen ciertas pretensiones de construir un sentido común, aunque en clave socialdemócrata. Le Monde tiene un porcentaje de lo que piensa la editorial en Francia, con lo que piensa acá y varió mucho con el simple cambio de la dirección de Natanson que tiene otra visión pero evidentemente, a veces trata temas que son similares a los temas que tratamos nosotros cuando hace debates sobre temas estructurales de la realidad nacional o política en general. Coincido con Fernando que nuestra ambición es dejar una huella, en el sentido como Pasado y Presente dejó una huella con ideas que instauraron una tradición en Argentina que después sufrió  el derrotero de gran parte de toda esa intelectualidad, estamos hablando del pre Controversia, la revista en la cual en el exilio mexicano hicieron el pasaje de la revolución a la democracia.
Esperamos poder dar un impulso a la recreación de un pensamiento marxista en argentina, de la cual la revista no puede ser más que una parte, una manifestación, una expresión, una avanzada si se quiere. Es nuestra idea generar una nueva generación que discuta los grandes temas nacionales desde una perspectiva internacionalista, aunque creemos que la forma de ser más profundos nacionalmente es teniendo justamente esa perspectiva internacional. A nivel internacional, hoy hay una serie de revistas que expresan la producción marxista, de distinto tipo, que son más teóricas con artículos de otra densidad, más parecida a la que sacamos nosotros acá, Lucha de clases y más académica que la nuestra. En material es más académica aunque tocan muchas veces temas de interés pero que hacen una ebullición de la reflexión en la izquierda que de ninguna manera está expresada en el terreno local. No está esto de un sentido común de que hay una ebullición en el pensamiento de la izquierda mundial sobre la crisis económica, de cómo retomar el comunismo y qué actualidad tiene después del estalinismo y su caída. Qué estrategia política tener, una serie de discusiones que son parte de los debates que esperamos también poder introducir en el terreno local.
Si vos escuchas a los intelectuales consagrados, el comunismo es una palabra olvidada y desde perspectivas muy distintas que las nuestras, debaten sobre el sentido del comunismo hoy. Nosotros creemos que en medio de una crisis capitalista como la que vivimos, que también en gran medida es una crisis civilizatoria, ¿cómo no discutir la perspectiva del comunismo en una sociedad alternativa? Pero para la intelectualidad local le parece que es discutir cosas sin sentido. Creo que ellos están un poco en el pasado y una nueva generación tiene que expresarse siendo verdaderamente contestataria frente al orden existente.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Aniversarios

Ayer se cumplieron cinco años de la quiebra del banco de inversión norteamericano Lehman Brothers, ocasionada por la acumulación de títulos incobrables de hipotecas “subprime” y otros activos financieros derivados de las mismas. Este suceso tuvo efectos en cadena que golpearon a todo el sistema financiero norteamericano, y se extendieron por el mundo, poniendo en evidencia el nivel de riesgo generado por el alto nivel de apalancamiento (es decir proporción de deuda por activos) con el que se manejan los inversos, y la alta velocidad de propagación a causa de la interconexión creciente de las plazas de todo el mundo. Lejos de tratarse de un caso aislado de riesgo excesivo, el banco Lehman (así como poco antes Bearn Stearns, banco de inversión que a diferencia de Lehman fue rescatado y vendido a precio de remate por el tesoro norteamerinaco, y las hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac) era uno de los más expuestos en un modelo que negocio que caracterizaba a toda la banca norteamericana. Emisión de créditos hipotecarios en escala masiva, sin verificación de la capacidad de pago, y comercio de derivados que se suponía diversificaba y reducía riesgos -claro, todo en la matemática abstracta de los modelos que siguieron a los pioneros de la aventura financiera Robert Merton y Myron Scholes, que fueron premiados con el nobel en 1997 por sus modelos para calcular el precio de las opciones financieras, y al año siguiente entraron en quiebra luego de sumar una pérdida de 4.600 millones de dólares en cuatro meses por aplicar estos métodos en sus decisiones de inversión. Con estos antecedentes, ¿a quién se le podía ocurrir que la utilización masiva de derivados pudiera derivar en una destrucción masiva de la solvencia del sistema? Una verdadera sorpresa ¿no?
Dado el alto nivel de bancarización de pagos en todo el circuito productivo, no resultó sorpresivo que en los meses que siguieron a la quiebra de Lehman, con la virtual paralización durante semanas de la banca no sólo de inversión sino también comercial, la economía norteamericana ingresara en caída libre, y con ella el conjunto de la economía global. Durante el año que siguió a Lehman, la producción industrial mundial acumulaba una caída del 13%, y el comercio global alcanzó una caída aún mayor, del 20% (ver el artículo de Barry Eichengreen y Kevin O' Rourke,"Una historia de dos depresiones: ¿Qué nos dicen los nuevos datos?").
La amenaza de colapso financiero global y el fantasma de depresión económica, hicieron sonar las alarmas gubernamentales y dispararon respuestas estatales en una escala nunca vista. Los EEUU, la UE, y numerosos Estados de todo el mundo sumaron billones de dólares de dinero inyectado a través de estímulos fiscales, planes de empleo, salvatajes a empresas. Pero sobre todo, se inyectaron billones de dólares en el sistema financiero. A las herramientas habituales para enfrentar los pánicos en situaciones críticas de los sistemas financieros -que básicamente se reducen a una masiva socialización de quebrantos privados realizada bajo el chantaje de los efectos que podría tener el colapso de los bancos “demasiado grandes para caer”, por lo que estos resultan premiados luego de que fracasan las apuestas irresponsables y las ganancias de las mismas están ya bien repartidas- se les sumaron otras novedosas, como las relajaciones cuantitativas (QE, por sus siglas en inglés), que algunos llamaron “opción nuclear”.
Ante este giro copernicano, en el que aún los mayores exponentes de las políticas neoliberales se transformaron en fervientes impulsores del estatalismo para evitar el colapso del sistema, muchos se ilusionaron con la perspectiva de consolidación de un “momento keynesiano” que podría sacar al sistema del abismo y restablecer una senda de crecimiento más “armónico”, menos basado en hondas desigualdades. Pero estas ilusiones se estrellaron rápidamente contra estrechos límites. En primer lugar, el estatalismo fue tributario de preservar, ante todo, la situación de los principales beneficiarios del boom especulativo. Salvo en los casos que fue estrictamente necesario nacionalizarlos, los bancos se mantuvieron en manos privadas; el dinero de los salvatajes permitió incluso repartir generosos bonos entre los gerentes en 2009. En segundo lugar, aunque este activismo permitió estabilizar la economía mundial, permitiendo que incluso la economía norteamericana y algunas economías europeas comprometidas por la crisis mostraran “brotes verdes” de módico crecimiento desde mediados de 2009 (llegando los EEUU a un crecimiento de 3% en 2010) y creando las condiciones para un crecimiento a dos ritmos de la economía global (con los BRICS y otros llamados emergentes creciento a tasas elevadas luego de acusar los impactos del hundimiento global de 2008), esto no se parece en nada a un relanzamiento sostenido. Algunos datos resultan ilustrativos. En los EEUU, con la recesión desaparecieron 8 millones de empleos y sólo se recuperaron 6 millones con la reactivación. Pero lo más elocuente es la desproporción entre ganacias e inversión. Como señalaba Financial Times hace el 24 de Julio, mientras las ganancias (antes de la deducción de impuestos) están en un nivel récord de más del 12% del PBI, la inversión apenas alcanza el 4% del PBI (“Corporate investment: A mysterious divergence”). Una de las principales razones de este bajo nivel de inversión es que la expectativa es que el crecimiento siga siendo anémico; la baja inversión no hace más que realimentar esta anemia.
En tercer lugar -pero no por ello menos importante- las patas cortas del momento keynesiano se mostraron con todo en Europa. Allí, como señalara Paula Bach, los elementos estabilizadores devinieron más dramática y rápidamente que en cualquier otro lugar en eslabones débiles: si como respuesta a las amenazas de 2008 los Estados se endeudaron para impulsar medidas de estímulo e inyectar dinero en el sistema financiero, la consecuencia fue que varios de ellos alcanzaron niveles de deuda que los dejaron expuestos a la presión de los mercados financieros que empezaron a poner en duda su solvencia, haciendo caer el precio de los bonos (es decir elevando la tasa de interés a la cual le prestaban a los Estados reputados de menos “confiables”); la prima de riesgo, o “riesgo país”, karma con el que convivió la Argentina durante la crisis de 2008, estimatizó entonces a los PIGS (acrónimo conformado por Portugal, Irlanda, Grecia, España, por sus siglas en inglés, a los que se fueron sumando otros países como Italia). Esta crisis puso en evidencia las líneas de falla de la Unión Europea, y generó sucesivos picos de tensión entre los países de la región, y con los EEUU, ante la continuada presión de Alemania para imponer la disciplina fiscal y evitar salvatajes de los países asesiados por los ataques especulativos sobre su deuda, aún al precio de hundir a buena parte de los páises de la Eurozona en depresión y de poner en riesgo la estabilidad financiera global. Las respuestas de resistencia a los ataques por parte de los trabajadores europeos, y la presión sobre la UE ante el riesgo en el que se estaba poniendo el sistema a nivel global, llevaron a que finalmente finalmente a Alemania a aceptar algunas medidas de alivio a través de la inyección monetaria. Como señala Paula Bach en “La discordancia de los tiempos de la crisis capitalista mundial” (Ideas de izquierda nº 3), la política alemana hoy es una combinación de inyecciones monetarias (los denominados “rescates”) y planes de austeridad avalados por la Troika (es decir la Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario internacional).
A cinco años de Lehman, afrontamos una situación económica mundial estabilizaba en situación de crecimiento débil, pero el mejor panorama para los próximos años es continuar con una situación anémica, que algunos han llamado de crisis “rastrera”. Y las “ondas expansivas” del cataclismo de 2008 siguen generando nuevos sucesos, porque abrieron una falla estructural en la economía mundial. Las relaciones entre las principales economías del planeta antes de la crisis se encuentran cuestionadas, y no es posible volver a ellas. Los EEUU no puede ser el gran comprador del mundo, el comprador “en última instancia” apoyada en un consumo sostenido basado en efectos riqueza de la valorización bursátil e inmobiliaria. Aunque muestra una recuperación relativa, no puede ocupar el lugar que tenía antes de la crisis. La UE se ve atenazada entre la presión disciplinaria de Alemania y las amenazas de disgregación. Y China viene desde hace años anunciando un giro hacia apoyarse de forma creciente en su mercado interno, pero mostrando avances muy magros, mientras se suman los los síntomas de distintas amenazas (problemas crediticios en municipios y provincias, exceso de inversiones poco productivas) que podrían empujar a un crecimiento mucho más bajo que el actual, exacerbando las tensiones sociales. Los impactos de estas fallas no dejan afuera ningún lugar del planeta. Lo mostró la primavera árabe, ya que el corrosivo que carcomió definitivamente los cimientos de las dictaduras de Medio Oriente fueron los desbarajustes ocasionados por la crisis, que se trabujo en inflación galopante y crisis fiscales. Lo muestran hoy los síntomas de agotamiento del crecimiento que se ven en varias de las economías que más crecieron en los últimos años, sumadas a los trastornos que generó la retracción de algunos de los fondos que ingresaron a las economías en desarrollo gracias a las medidas de estímulo monetario tomadas en los países más ricos (con India, Indonesia, Turquía, entre los más golpeados).
Aunque la situación se muestra hoy contenida, las “fallas estructurales” amenazan acrecentar las tensiones entre las principales potencias (y los aspirantes a serlo), ya que exigen una reestructuración significativa de las relaciones globales para restablecer condiciones de crecimiento, en la cual difícilmente puedan ganar todos. Ante los riesgos que todos corren en en escenario semajante, la mejor apuesta sigue siendo ganar tiempo, apostando a sostener las medidas que permiten el actual crecimiento anémico, aún a pesar de que incluso las más poderosas de estas (como los QE) empiezan a mostrar límites por los efectos “secundarios” que ocasionan (como seguir sosteniendo el apalancamiento y la especulación). La pregunta es si nuevos focos de inestabilidad financiera, o las respuestas de las masas trabajadoras afectadas por los efectos sociales de la crisis, cuya peor cara se ve en Europa, pero que se suman también a determinados aspectos de crisis políticas específicas para seguir disparando movilizaciones de masas incluso entre los que no sufrieron los peores impactos de la crisis (Turquía, Brasil), permitirán seguir ganando tiempo o mutarán en cuestionamientos más activos, presionando a los Estados para poner en cuestión este impasse del que por el momento nadie quiere moverse demasiado. Eso está por verse, lo que es claro es que, lejos de los optimismos generalizados respecto de las respuestas coordinadas entre los Estados para responder a la crisis, estas fallas ponen sobre el tapete puntos que no pueden resolverse mediante una respuesta coordinada. EEUU, la potencia que en otras crisis anteriores pudo imponer una coordinación, arbitrando costos y beneficios (inclinándolos a su favor), hoy muestra una cierta recuperación pero ha perdido su capacidad como árbitro global, como lo puso en evidencia por estos días su fracaso en impulsar un ataque a Siria, y la forzada aceptación del plan de Rusia. La complejidad de la gestión geopolítica de la crisis encuentra a los principales jugadores globales con intereses difícilmente armonizables, y a ninguno con capacidad para ordenarlos encauzando los potenciales conflictos. Por eso, resulta sumamente optimisa opinar que la crisis actual, una crisis de magnitud histórica para el sistema mundial capitalista, podrá metabolizarse sin un salto en los conflictos, entre las clases y entre los Estados.

En Ideas de Izquierda nº 3 de septiembre, dedicamos el dossier a la crisis mundial, que va por su sexto año pero de la que se cumplen ahora cinco del suceso de que actuó como catalizador definitivo de sus efectos más devastadores. Paula Bach escribe el ya mencionado artículo “La discordancia de los tiempos de la crisis capitalista mundial”. Anwar Shaikh nos brinda en una entrevista una mirada sobre las raíces de la crisis, y el panorama de crecimiento débil de la economía global que constituye el mejor escenario para los próximos años. Y Claudio Katz contribuye con una columna donde analiza la fortaleza de las explicación que se han dado desde el marxismo a la crisis, frente a aquellas que produjo la ortodoxia neoclásica o la heterodoxia conservadora.


jueves, 11 de julio de 2013

Ya salió el primer número de IDEAS DE IZQUIERDA



Con motivo de la salida de esta nueva revista de política y cultura, entrevistamos a Christian Castillo, uno de sus impulsores y miembro de su Consejo Editorial. Ya está a la venta en los kioscos de diarios y en las principales librerías del país, y tendrá una regularidad mensual.



¿Cómo surgió este proyecto?
Christian Castillo: Se nos planteó como una necesidad en el actual escenario nacional, plagado de “relatos” enfrentados, que se presentan como polarizados, pero que comparten un mismo núcleo duro en la política real. El debate político y de ideas oscila pendularmente entre el relato oficial “nac & pop”, que es una mezcla de estatismo y desarrollismo, aunque la cruda realidad estructural del país nos muestra una vez tras otra el continuismo neoliberal; y un republicanismo liberal que cuestiona las “formas”, el “autoritarismo”, pero defiende aún más abiertamente las políticas propatronales que el gobierno adorna. Se cruzan acusaciones los intelectuales de Carta Abierta y los columnistas de 678 con agrupamientos como Plataforma o, a su derecha, el “lanatismo”, pero lo que no está y es fundamental en el debate nacional son las ideas de izquierda. Por eso le pusimos ese nombre a la revista.
Es una iniciativa que estamos encarando militantes del PTS junto a otros intelectuales no agrupados hoy en ningún partido, pero que están referenciados en el programa y la perspectiva del Frente de Izquierda y de los Trabajadores. Somos parte del Consejo Editorial, por ahora, Eduardo Grüner, Hernán Camarero, Fernando Aiziczon, Andrea D’Atri y Paula Varela y yo.
El objetivo que nos propusimos, como decimos en la editorial de presentación, es poner en el centro del debate el cuestionamiento a supuestos que se creyeron incuestionables durante los años de triunfalismo capitalista: que el Estado encarna el interés general de toda la nación sin diferenciación de clases, o que el máximo horizonte político está en conseguir reformas dentro del marco capitalista, o que los trabajadores no pueden tener su propia representación política y menos que menos protagonizar y dirigir acciones revolucionarias; ideas que están siendo puestas en cuestión por los nuevos fenómenos de la lucha de clases que vemos últimamente.
En ese sentido este primer número tiene como tema de tapa “La política en las calles” en referencia a los fenómenos de masivas movilizaciones en el mundo
Sí. Este primer número lo elaboramos cuando nuevas explosiones de rebeldía recorren el mundo y de esto dan cuenta varias notas. Entrevistamos a Ricardo Antunes, conocido sociólogo brasileño que explica las causas que empujaron a las calles a millones de sus compatriotas, y expone cómo durante los últimos años las condiciones de precariedad obrera se mantuvieron firmes en Brasil. Eduardo Grüner nos da una visión de primera mano de las movilizaciones en Turquía, que tuvieron su epicentro en la plaza Taksim; pinta así el panorama de rebeldía que vive el país. Por su parte, Juan Andrés Gallardo realiza un análisis más general de estas experiencias en el artículo “#JuventudenLasCalles”.
Un artículo tuyo, junto a otro de Hernán Camarero, recuperan la figura de Milcíades Peña...
Sí, hacemos una recuperación crítica de la obra de este historiador marxista destacando la originalidad de su abordaje sobre la historia nacional. Ambos artículos coinciden en que sus ideas y su método, reapropiados críticamente, son una valiosa herramienta desmitificadora frente al intento de reinterpretación de la historia nacional en clave neo revisionista que hace el kircherismo, que terminó rescatando los elementos más ramplonamente nacionalistas de esa corriente historiográfica, como mostró con la fundación del Instituto Dorrego.
La editorial se plantea dar al debate de ideas del marxismo mucha importancia. ¿Qué debates hay en este número?
Para este primer número contamos con la colaboración de Emmanuel Barot, un representante de la nueva generación de intelectuales marxistas franceses. En su artículo recorre el itinerario histórico de la idea del comunismo y discute que este no es justamente “solo” una idea. Fernando Aiziczon, por su parte, recupera el contrapunto que Perry Anderson hace entre Louis Althusser y E.P. Thompson sobre la concepción marxista de la historia. Nuestras compañeras Andrea D’Atri y Laura Lif aportan un artículo sobre el diálogo, y las polémicas, entre el feminismo y el marxismo en las últimas décadas.
¿Qué ejes discuten en el dossier?
Lo titulamos “Poder y clases sociales en el campo argentino”. En el primer artículo Esteban Mercatante expone cómo, contra la idea de que los grandes terratenientes perdieron relevancia en el campo argentino, estos mantienen una fuerte presencia y siguen concentrando la apropiación de la renta agraria, una masa de riqueza que va a sus manos por el solo hecho de monopolizar la tierra. Pablo Anino expone el entramado del agropower: la profundización de la penetración de las corporaciones multinacionales y el capital financiero durante las últimas décadas, de la mano de métodos productivos que transformaron al agro en una forma cada vez más “extractivista”, para beneficio exclusivo del imperialismo y los empresarios del sector. También exponemos la cruda realidad de los peones rurales. Este dossier inaugura una serie de investigaciones que nos proponemos sobre aspectos estructurales de la realidad argentina.
¿Qué otros temas aborda esta revista?
Fernando Rosso y Juan Dal Maso debaten con la “izquierda kirchnerista”, que en el lento pero persistente declinar kirchnerista, con aires de “fin de ciclo”, se ve nuevamente a punto de ser víctima de su impotencia histórica, incapaces de superar a un peronismo que muestra como principales variantes de continuidad en el poder después de los K a Massa o Scioli. Paula Varela traza una hipótesis sobre el nacimiento de una nueva generación obrera en el devenir de la lucha de clases de la última década. Y finalmente, Violeta Bruck y Javier Gabino exponen las nuevas producciones que una nueva generación de cineastas y documentalistas está realizando para registrar las nuevas acciones de lucha de clases. La revista también incluye críticas de libros recientemente editados de Eagleton y Graw.
¿Querés agregar algo más?
Sí, las primeras repercusiones fueron muy alentadoras entre quienes recibieron la revista, tanto por sus contenidos como por la presentación. El equipo de edición, ilustración y diseño hizo un gran trabajo. Todo esto nos reafirma en la pelea para que se abran camino las ideas de izquierda, las ideas revolucionarias. Nos inspiramos en lo que decía Marx, que las ideas se transforman en fuerza material cuando se apoderan de las masas; y en que la lucha ideológica, al hacerse carne en la clase trabajadora, puede crear las bases para armarla estratégicamente para luchar por el poder, con miras a la abolición de la sociedad de clases.