Crecimiento, pero a merced de las condiciones externas
Jueves 11 de noviembre de 2010
Esteban Mercatante y Pablo Anino
Por el momento la situación internacional viene trayendo buenas noticias para la economía argentina. Brasil y China siguen creciendo fuerte, a contramano de la zona Euro y EE.UU. que lo hacen a un 2%. El crecimiento de Brasil significa fuerte demanda para la producción automotriz (y por efecto indirecto de varias otras industrias); el de China, fuerte demanda de granos.
Como si esto fuera poco, la formidable emisión de 600 mil millones de dólares que anunció la FED (el banco central estadounidense), preanuncia una depreciación del dólar. Esta depreciación esperada, junto con una mala cosecha en los Estados Unidos, ya empezó a impactar con todo en los precios de los granos, todos medidos en dólares. Como no ocurría desde 2008, la soja se está acercando a los 500 dólares por tonelada, mientras que hace 10 días estaba en u$s 454. Todo indica que la subida se mantendrá.
La perspectiva de depreciación del dólar, tuvo otro importante efecto para Argentina. En países que no controlan el tipo de cambio o sólo lo hacen laxamente, entre ellos Brasil, esto aceleró la suba en la cotización de sus monedas. Para la moneda Argentina, esto significa que sigue barata en relación a las de los competidores y por lo tanto un colchón de competitividad a la economía a pesar de los aumentos de precios.
En resumen, la revuelta situación internacional significa lluvia de dólares y fuerte demanda. Esto permite preservar un gran pilar del esquema económico K, el superávit comercial. Y de paso sacar tensiones al frente fiscal gracias a los ingresos aduaneros.
Las imprevisibles consecuencias de la guerra monetaria
Los analistas de todo el arco ideológico plantean que “sigue el viento de cola”, o que el “escenario mundial” es positivo (Suplemento Cash de Página/12, 6/11/2010), pero hay una dosis importante de provincianismo en estos análisis. Los aspectos que benefician a la economía argentina están cargados de inestabilidad. No hay que olvidar que en 2008, al aumento de los precios de los granos lo siguió una acelerada caída. Hoy se habla nuevamente de una burbuja en las cotizaciones.
Lo mismo ocurre con el crecimiento económico. Aunque se ha vuelto un lugar común hablar de una economía que funciona a dos tiempos, con los BRICs (Brasil, Rusia, India, y China) y otros países creciendo fuerte, y Europa y EE.UU. con bajo crecimiento, esta situación no puede sostenerse indefinidamente. Hasta 2007 el mundo vivía del gran consumo norteamericano, que hoy está retraído. La economía norteamericana no puede ni quiere seguir jugando ese rol, como mostraron las medidas de Bernanke y la defensa que hizo de las mismas Barak Obama, anunciando que aspira a aumentar las exportaciones norteamericanas en todo el mundo.
Mientras EE.UU. viene presionando a China para que no “manipule su moneda”, ellos ya lo venían haciendo y ahora con esta medida lo hacen a una escala superior.
Un peso cada vez menos devaluado
Las declaraciones del canciller Héctor Timerman en viaje a la reunión del G-20 en Corea, pidiendo mecanismos financieros que moderen el ingreso de capitales a los países emergentes son una confesión de las precariedades del esquema económico.
La suba de precios, que el gobierno niega y que destruyendo el INDEK dio vía libre para que los empresarios alimenten con total impunidad, ha hecho que el dólar caro de la megadevaluación de 2002 vaya agotándose. Hoy queda un colchón de ventaja cambiaria, pero la suba de precios es una presión negativa sobre la competitividad. Si no ha habido fu ertes presiones para devaluar el peso nuevamente, es porque desde fines de 2008, muchas monedas, sobre todo la de Brasil, han subido muy fuerte frente al dólar. Gracias a eso, se mantuvo la “competitividad”.
La medida de la FED podría meter demasiada presión sobre Brasil y acelerar una depreciación. Es que la moneda acumula una apreciación de 115% desde que asumió Lula en 2003. En Brasil los principales industriales ya alertaron contra la “desindustrialización” que provoca la apreciación cambiaria dado que actúa abaratando las importaciones y dificultando exportaciones. La alerta, aunque exagerada, da cuenta de las presiones hacia la presidenta electa, Dilma Rousseff, para una devaluación del real y un ajuste fiscal. Este camino significaría un golpe para la economía argentina, sin margen hoy para una nueva devaluación, que podría acelerar la suba de precios. Es así que se depende en gran medida de lo que pase afuera para surfear las contradicciones del esquema.
Crecimiento, mercado interno e inflación
La “foto” del crecimiento, muestra que hay ahí un peso importante de la demanda local. Esto envalentona el discurso K, ya que mostraría el peso ganado por el mercado interno asociado a políticas “redistributivas”. Esto se usa como evidencia de una recomposición de los ingresos populares y de los trabajadores. Sin embargo, en este consumo han cobrado un peso enorme los planes de cuotas. Pero sobre todo, ya sea en cuotas o –en los sectores de ingresos más altos- utilizando ahorros disponibles, el aumento del consumo muestra un esfuerzo por escapar a la inflación que se carcome los ingresos. En el caso de los sectores de más bajos ingresos, el “alto consumo” de todo lo que ganan les permite comprar cada vez menos cosas, aunque el ministro Boudou sostenga que la inflación es un problema de los sectores de ingresos altos. Incluso, el gobierno alimenta cierto nivel de inflación porque le permite recaudar más por los impuestos al consumo como el IVA. Y de esta forma, dibujar superávit fiscal aunque la deuda y los subsidios a los empresarios estén vaciando la caja fiscal.
Se siguen profundizando las contradicciones del esquema económico
La inflación expresa la tensión entre rentabilidad y competitividad para el capital que se valoriza en el país. La rentabilidad sigue en niveles superiores a los de 2001 pero cayó respecto de los mejores años pos convertibilidad. En un contexto donde un conjunto de factores dispararon una tendencia alcista en los precios, los capitalistas pueden sacar provecho de la situación subiendo los precios para mantener sus márgenes; pero esto mina la competitividad, tanto para los exportadores como para la relación entre producción importada y nacional en el consumo interno.
Las contradicciones del esquema económico K se expresan incluso en la industria que viene creciendo fuerte. Las automotrices y la siderurgia batirán este año todos los récords.
Pero el resto apenas rondarán el 2%. Muchas ramas de la producción están actuando muy cerca de la utilización plena de su capacidad productiva mientras la inversión continúa retraída. Por eso la fuerte demanda de este año está siendo respondida con mayores importaciones (las importaciones per cápita son actualmente 33% mayores que hace diez años) y las inversiones registradas, con la excepción de algunos proyectos automotrices, son apenas para sostener la capacidad productiva. No hay ampliaciones de la producción, la inversión este año no llegará al 21% del PBI, lo cual no sería un mal número si no fuera porque la capacidad productiva está al límite. La fortaleza del consumo que el gobierno acicatea de distintas formas tiene entonces un correlato negativo para el comercio exterior porque gran parte de ella es respondida con importaciones y no con aumento de producción.
Mar de fondo
A pesar de las fortalezas macroeconómicas que muestra la economía argentina, que alejan la perspectiva inmediata de una situación económica catastrófica el panorama es que se mantendrán un conjunto de desequilibrios. Éstos no implican que la economía vaya a pasar rápidamente del crecimiento fuerte a la caída, pero sí que hay una mayor fragilidad frente a escenarios adversos imprevistos, algo muy probable en la inestable situación internacional. Si la guerra de divisas trae nuevas devaluaciones competitivas, o si nuevos episodios de crisis fiscal en Europa empujan nuevamente la incertidumbre financiera y la salida de capitales, o si la inflación supera el margen de lo controlable, los precarios equilibrios de la economía Argentina podrían derrumbarse.
En ese trasfondo calmo y con rasgos de fortaleza en la coyuntura siguen activadas algunas cuestiones explosivas, y por lo tanto no es de esperar que sean encarados durante este año, pero mientras se prolonguen se irán profundizando y por lo tanto haciendo más traumática su resolución para cualquier gobierno pos 2011. Tanto la continuidad del esquema económico K como las salidas propuestas por la oposición patronal amenazan la situación de los trabajadores. Es necesario desarrollar una alternativa independiente.
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