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domingo, 27 de septiembre de 2015

La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchneriso


Dentro de unos días estará en la calle esta publicación que presentaremos el martes 6 con Nicolás del Caño y Christian Castillo. 


Este libro desarrolla una caracterización de la economía argentina durante el kirchnerismo analizando las relaciones de clase y lineamientos políticos que caracterizaron al período, las contradicciones que desarrolló y las perspectivas a futuro. A lo largo de los capítulos, el autor analiza cada uno de los puntos centrales del “modelo”, mostrando la distancia existente entre lo que constituye el relato oficial y su constatación con la realidad.
Al contrario de mucha de la literatura que se publica en estos días cuestionando al kirchnerismo desde la derecha, este trabajo muestra los límites insalvables del “neodesarrollismo K” desde el punto de vista de la clase trabajadora, desde una perspectiva marxista. Establece un permanente contrapunto con las lecturas que disputan el balance del período; las que sostienen los mitos kirchneristas de “crecimiento con inclusión social” y aquellas que se llevan a cabo desde posturas ultraliberales.
Es a la vez un trabajo riguroso y militante, una “crítica de la economía política” del kirchnerismo, que busca dar herramientas a la clase obrera para las luchas que se vienen.

martes, 25 de noviembre de 2014

Los costos del ajuste no son iguales para todos

El año 2014 fue el año de la profundización del ajuste como producto de la devaluación. Los trabajadores, los más golpeados.

http://www.radionacional.com.ar/wp-content/uploads/2014/03/kicillof-uia.jpg

Ya desde 2012, el pretencioso nombre “modelo de crecimiento con inclusión social” con el que el kirchnerismo pretendió definir los lineamientos de la política económica, no habla ni por asomo de lo que se palpa diariamente. Ni “crecimiento”, ya que desde 2012 la economía está prácticamente frenada, aunque las dibujadas estadísticas oficiales del Indec, legado del ex Secretario de Comercio Guillermo Moreno que mantiene su vigencia, no lo reflejen. Ni “inclusión social” –que bien mirada siempre fue bastante relativa ya que la mejora en los indicadores que ocurrió en los años de mayor bonanza económica se dio a la par que un gran cuidado de no afectar las ganancias juntadas “con pala” por los sectores empresarios. Como sea, desde 2008 se enlenteció hasta la inmovilidad el retroceso de la precariedad laboral que ocurrió entre 2003 y 2007. La reducción de la pobreza, resultado del crecimiento del empleo y de la implementación de la Asignación Universal por Hijo y otras medidas similares, se frenó en los últimos años (y a partir de 2012 se registra un aumento de la indigencia, en cifras de la CTA oficialista).
Pero desde enero de 2014, entramos en una nueva etapa de aceleración del ajuste mediante la depreciación del peso frente al dólar. Esto generó fuertes impactos, sobre los precios y sobre la actividad económica (también afectada por otras medidas del gobierno). Estos impactos, los costos del ajuste, han estado muy desigualmente distribuidos.

martes, 7 de octubre de 2014

Cuando el corto plazo se hace larguísimo


Publicado en La Izquierda Diario

La onda expansiva de la ofensiva buitre en las cortes norteamericanas, derivó la semana pasada en la salida forzada del banquero central, Juan Carlos Fábrega, y en su reemplazo por Alejandro Vanoli. La economía argentina, en zona de turbulencia, volvió insostenibles las internas que enfrentaban a Fábrega con el Ministro de Economía, Axel Kicillof. Con el descabezamiento del Central, el jefe de Hacienda toma el control de los principales resortes de la política económica.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Canje para seguir pagando: de soberanía, sólo el nombre

Cristina Fernandez anunció ayer que enviará al Congreso un proyecto de Ley de Pago Soberano Local de la Deuda Externa, que apunta a cambiar de jurisdicción la deuda emitida bajo legislación norteamericana. Esto ocurre pasados algo más de dos meses desde que la Corte Suprema de los EEUU confirmara el fallo del juez Thomas Griesa al rechazar considerar la apelación del Estado argentino, y el gobierno quedara encerrado entre las alternativas de pagar a los bonistas “holdout” que no entraron al canje el 100% del valor de sus bonos o verse impedido de mantener los cumplimientos a los bonistas que sí canjearon en 2005 y 2010. Y 19 días después de que el “incumplimiento” alcanzara el status de definitivo, activando los mecanismos de declaración del default. El incumplimiento y el propio default son puestos en discusión por el gobierno ya que el dinero fue depositado en regla, antes del primer vencimiento del 30 de junio, sólo que el agente de pago (Bank of New York Mellon) se vio impedido de entregarlo a los bonistas por orden de Griesa. A pesar de este planteo del gobierno, las desacreditadas agencias calificadoras de deuda y las agencias que tienen seguros sobre impagos de la deuda argentina, activaron todos los mecanismos que indica el ingreso en default.
Con el proyecto presentado ayer, el gobierno se decide finalmente por un camino con el que ya había amagado el Ministro de Economía Axel Kicillof en su primer conferencia de prensa luego de conocida la decisión de la Corte Suprema norteamericana, cuando dijo que iba a instruir para evaluar el cambio de jurisdicción de pagos. El proyecto no establece obligatoriamente la jurisdicción argenina, sino que habilita a los bonistas a elegir la jurisdicción que les resulte conveniente. Desde entonces se iniciaron las trabadas negociaciones, en las cuáles el gobierno hizo hincapié en la cláusula RUFO (derecho sobre mejores ofertas) para no mejorar la oferta, sin que el gobierno volviera a sacar a relucir esta alternativa. Dos motivos centrales la hicieron en todo momento poco creíble: 1) la amenaza de desacato por parte de Griesa que pesa sobre los agentes de pago si ayudan a la Argentina a evadirse del fallo del juez neoyorquino, ante lo cual es de esperarse que ningún banco internacional de procedencia norteamericana se arriesgue, y no son de fácil reemplazo; 2) las tenencias de buena parte de los bonos bajo jurisdicción norteamericana por parte de fondos que por estatuto no pueden invertir en papeles que no tengan legislación norteamericana, por lo que no puede esperarse se acepten el cambio para cobrar en Buenos Aires, tenencias que algunos estiman que llegan hasta el 70% de los bonos con ley en Nueva York.
Para afrontar lo primero, el gobierno resuelve el cambio del agente de pago, reemplazando al BONY por Nación Fideicomisos S.A. Esto podría resolver una de las trabas que tenían para intentar el cambio de jurisdicción, ya que escapa de la jurisdicción yanqui y podría contar con una ingeniería legal que lo cubra, más allá de la falta de experiencia y debilidad técnica a la que han apuntado algunos economistas liberales, de los que bregan por un acatamiento en toda la línea de lo ordenado por Griesa.
La cuestión más espinosa está en el segundo punto señalado más arriba, y abre la pregunta de qué porcentaje de aceptación puede asegurarse el gobierno. Si termina muy por abajo del 92,4% sería un problema. Podría producirse una situación en la que deba afrontar en simultáneo la continuidad de los litigios de los holdouts, y los reclamos de “aceleración” -es decir el cobro íntegro de la deuda- por parte de los bonistas afectados por el nuevo default, si el porcentaje que no entra al canje es grande. Todo esto en un contexto donde mantendría la incapacidad para endeudarse afuera. La pregunta es ¿qué probabilidad hay de que los bonistas que habían canjeado en 2005 o 2010 y se ven afectados por el bloqueo de pagos ordenado por Griesa no canjeen para seguir cobrando? Para los que no tengan impedimentos legales, pocas. El que ya canjeó en su mayoría está haciendo el negocio de cobrar, y va a buscar las vías para seguir haciéndolo. Por supuesto, los mismos “buitres” holdout que están haciendo juicio también tienen parte de los bonos regularizados con el objetivo de buscar la aceleración, pero estos mismos también podrían canjear si ven que no les dan los números para llegar al piso mínimo de 25% que se exige para pedir la aceleración. A priori, el mayor problema está entonces con los bonistas que no están habilitados para canjear por deuda emitida bajo jurisdicción argentina. Acá surge la pregunta es ¿habrá un nuevo "Gramercy" que, al igual que con los juicios del CIADI -organismo armado a la medida de las corporaciones imperialistas para ganar juicios contra los Estados semicoloniales y dependientes- compre esta deuda para después canjear? Es una posibilidad. Sería otra escandalosa entrega de un negoción a un "buitre" amigo. Si este es el precio para asegurar un porcentaje de aceptación cercano al 90% actual (aunque seguramente unos puntos menor que lo canjeado hasta ahora), el gobierno ya demostró en el pasado que está dispuesto a pagarlo. A pesar de las diatribas contra la banca local y extranjera, los diez años de kirchnerismo han sido pródigos en obsequiarles todo tipo de negocios.
¿Cuáles serían las consecuencias para la economía argentina? El gobierno podría presentar el éxito -relativo- de dar por cerrada la crisis abierta en junio, ya que menguaría el poder de fuego de los holdouts y la corte yanqui. Pero seguiría cerrado el grifo para endeudamiento externo y además se ingresaría definitivamente en desacato con la corte yanqui. Después de haberse vuelto a validar el sometimiento a la jurisdicción extranjera en los canjes de 2005 y de 2010, ahora el kirchnerismo busca evadirse de las consecuencias de sus propios actos cuando estos le imponen un fallo adverso. Esto implica archivar cualquier perspectiva de emisiones de deuda en los EE.UU., y seguramente también en el resto de las grandes plazas. A pesar de que compiten entre sí por captar clientes, todos los centros de las finanzas globales coinciden en defender a rajatabla la disciplina de las economías dependientes, golpeando contra cualquiera que amague con dar una mínima patadita al tablero, así sea como en el caso del gobierno de Cristina Fernández para abrir vías para continuar con los pagos seriales. Por eso, a lo sumo podrán restablecerse los acuerdos con china, que en este momento están congelados también por el default a apenas un mes de anunciados.
La vía de un embargar el futuro de la economía con deuda para saldar hoy la “restricción externa” seguiría cerrada, y por ende la obligada "heterodoxia" de financiarse con el central, frenar las importaciones de insumos creando así un frenazo económico al parar la producción, al mismo tiempo que se trata de contrarrestar el frenazo bajando las tasas de interés para créditos, en un cóctel explosivo, seguirá desarrollándose. Es decir un ajuste en toda la línea, acomañado del desarrollo de algunas "bombas de tiempo", cuya explosividad se encuentra por el momento limitada por la recesión, que pone límites a la inflación, así como genera conductas "cautas" incluso en la especulación, al menos por el momento. Pero sin la vía de retomar el endeudamiento externa seguirán agravándose los desequilibrios, aunque el gobierno presente una batería de políticas “activas” haciendo gala de un keynesianismo que está con la pólvora mojada. Aún si se logra el "éxito" en el anunciado cambio de jurisdicción esto no va a cambiar.
Buena parte de la oposición, como es claramente el caso del PRO y parte de la UCR (y ciertos economistas cercanos a Massa, que prefirió callar) critica el anuncio de ayer porque con esto el gobierno pretende validar lo actuado. Reclaman en cambio un inmediato cumplimiento del fallo, pagando a los holdouts todo lo que ordena Griesa. Ante esto el gobierno presenta su alternativa como la de quienes no “ceden” a las presiones imperialistas. Pero esta pretensión tiene patas cortas. Regularizar la deuda mediante este nuevo canje significa continuar con la succión de dólares que representa la deuda. Que a pesar de que el gobierno se felicita de haber pagado 190 mil millones de dólares no paró de crecer, y hoy ronda los 250 mil millones de dólares después de los acuerdos con Repsol, Ciadi, y Club de París. Estos pagos, junto con la fuga de capitales con la que la burguesía colocó las ganancias que amasó a resguardo en paraísos fiscales, y con el descalabro energético que es resultado del vaciamiento empresario, son las gangrenas que han hecho reaparecer la mentada “restricción externa”, que en realidad no es otra cosa que una expresión del atraso y dependencia del capitalismo argentino que esta expolación contribuye a reproducir. Es pagar la deuda lo que tiene gravosas consecuencias para la clase trabajadora y el pueblo, no el default. Por eso es necesario declarar el no pago, inseparable de a otra serie de medidas como el monopolio del comercio exterior y la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores. Las alternativas no pueden reducirse, como los presentan los partidos patronales, entre cumplir con Griesa o cambiar jurisdicción para seguir pagando. Repetimos, más que nunca, debemos exigir que no sean el gobierno y la casta política quienes decidan de espaldas a los trabajadores embargando el futuro con el grillete de los pagos de deuda. Como ha reclamado el diputado nacional por el Frente de Izquierda Nicolásdel Caño, es necesario abrir lugar a una consulta popular vinculante, para que sea el pueblo el que decida que se hace con la deuda.

jueves, 31 de julio de 2014

Default o no default, esa NO es la cuestión


http://www.pts.org.ar/local/cache-vignettes/L425xH284/editorial-14-4330e.jpg 

En La verdad obrera 580 damos cuenta junto a Gastón Ramírez de las últimas novedades de ayer, sobre la -hasta el momento- frustrada negociación, ya no entre los buitres y el gobierno, sino de los primeros con banqueros argentinos, para comprar los bonos en poder de los litigantes. Aunque algunos banqueros intentan proseguir las negociaciones, con el correr de las horas el default se hace más palpable.
A pesar del dramatismo que ha adquirido el suspenso sobre el default, para los trabajadores y el pueblo, lo verdaderamente catastrófico es continuar el ciclo de endeudamiento, acompañado de pagos "seriales". El gobierno ha hecho puntillosamente lo segundo, y se prepara para despedirse reiniciando otro ciclo de emisión de deuda. 

Invitamos a leer, acá.

domingo, 27 de julio de 2014

Buitres: rumbo al 30J (audios en Pateando el tablero)



Este sábado participamos en el programa Pateando el tablero, para discutir sobre las novedades producidas en el litigio con los fondos buitres que sustentan parte de los bonos "holdout" (que no entraron a los canjes) y obtuvieron un fallo favorable en la corte neoyorquina, revalidado por la corte suprema. Como producto de este fallo, el gobierno argentino viene impedido de cancelar los pagos de deuda regularizada, y si no hay novedades antes del próximo miércoles, todo iría rumbo a un default de al menos parte de la deuda regularizada. El panorama, y, sobre todo, los motivos de esta encerrona (un producto directo de la política K de cumplir puntillosamente con las finanzas globales), los analizamos en el programa. 

Para escuchar el audio, ir acá.

viernes, 30 de mayo de 2014

Club de París: #deudaparatodos


¿Cómo podríamos sorprendernos de que la presidenta Cristina Fernández haya dicho ayer que era “un día muy importante para el país” porque se terminó de delinear el acuerdo con el Club de París? Para un gobierno que mostró vocación de pagador serial, debe ser emocionante cerrar un trato que crea la posibilidad de que el país se comprometa a pagar 10 mil millones de dólares más. ¿Será el entusiasmo porque de sopetón se cargaron gratuitamente U$S 3600 millones, que es la diferencia entre los U$S 6.089 millones registrados por capital e intereses a septiembre de 2013 y los 9.700 millones que ahora se comprometen a pagar?
La presidenta también señaló que la deuda tiene mayormente origen previo a 1983, es decir durante la dictadura. Lo cual en sentido estricto no es así, porque durante los años de default se multiplicó de manera formidable por efecto de los intereses, y el gobierno aceptó un monto a pagar que reconoce este astronómico crecimiento. Pero incluso si lo fuera, en vez de ser un motivo para decretar su no pago, lo es para cerrar un trato bueno para los acreedores. ¿Podría sorprendernos?

Del fin del desendeudamiento...
Durante la última década, los voceros de Néstor y Cristina no se cansaron de decir que el endeudamiento era lastre legado por las estatitaciones de deuda privada de la dictadura y las nefastas políticas neoliberales. Cierto, es así. Entonces, ¿dejamos de pagarla? ¡Nooooo, para nada! La receta de Néstor Kirchner fue: “Renegociamos, le damos a los acreedores bonos indexables por inflación y con un bono atado al crecimiento, y lo mejor de todo, ¡llamamos a todo eso desendeudamiento!”. Y desendeudamiento hubo, durante algunos años, a fuerza de generosos pagos que insumieron (entre capital e intereses) más del 15% del presupuesto anual durante algunos años. Pero tanta generosidad a los acreedores no sirvió para frenar el crecimiento de la deuda. Esta empezó a incrementarse fuerte en términos absolutos desde 2007. Y ya en 2011 crecía más fuerte que el PIB, es decir que no podía hablarse estrictamente de desendeudamiento. No faltaron entonces los ideólogos oficialistas que salieron a decir que no importaba la deuda total, sino que buena parte de esta era en pesos, y que además mucha era intra sector público, porque los títulos estaban en manos de la Anses. Como si esto hiciera mágicamente desaparecer esta deuda. Pues bien, los últimos meses vimos que fácil esta deuda intra sector público vuelve al sector privado: los bonos que fueron a parar a Repsol fueron en parte entregados por la Anses, y ahora circulan por los mercados de crédito internacionales. Es decir que en 2014, ni siquiera en dólares, puede hablarse de desendeudamiento.

...al endeudamiento “heterodoxo”, progresista, “con soberanía e inclusión”
Pero es el acuerdo con el Club de París, difundido ayer, el preanuncio de que el ya archivado desendeudamiento será reemplazado por una entusiasta vuelta a los mercados. Regularizar con el Club de París era el último paso necesario para aplicar la última receta de Kicillof para afrontar el faltante de dólares que aqueja a la economía argentina, con un balance de pagos para bajo el asedio del déficit energético, las remesas de utilidades, la fuga de dólares y... la gangrena de los pagos de deuda. La nueva receta de Kicillof no es otra que pagar los compromisos en dólares, endeudándose en dólares. Sin duda, algún cráneo publicístico de las usinas oficiales colgará el adjetivo “heterodoxo” al lado de la palabra endeudamiento, para hacer creer así que es algo muy distinto a lo que hicieron todos los minitros de economía, desde Alfredo Martinez de Hoz hasta Cavallo y Roque Fernández durante la década menemista. Habrá que ver en qué medida se concreta esta salida a los mercados, que básicamente depende ya sólo de la tasa que deba afrontar el gobierno.
Muchos que hasta hace poco defendían como soberana la negociación “con quita” de la deuda (que en realidad llevó la deuda en 2005 al mismo nivel que tenía en 2001) y del falaz y muy provisional desendeudamiento, ahora defienden el acuerdo con el Club de París porque es necesario para “blindarnos” ante la llamada restricción externa. ¿Blindarnos cómo? Pues con dólares de deuda externa.
A esta altura, podemos confirmar. Axel Kicillof es marxista. Danielmarxista (ver acá)

La cuestión no es regularizar la deuda caída, sino dejar de pagarla toda
Parece, entonces, que nuevamente la deuda pública aparece como parte de las soluciones, y no como uno de los problemas. Parece que para conseguir dólares, resulta natural volver por el camino de la emisión de bonos. Pero eso es completamente falso. La deuda está entre las causas principales de la sangría de dólares. El mentado déficit energético se ha llevado en estos años una ínfima parte de lo que se llevaron los usureros internacionales. Entre los acreedores, los fugadores profesionales de nuestra burguesía "nacional" asesorados por la banca, y las corporacioens imperialistas, explican buena parte de lo que ha dado en llamarse la "restricción externa" hoy.
Por eso, no se trata de regularizar ninguna deuda, sino de declarar su no pago. Ni falta que hace investigarla para saber que es fraudulenta y se pagó varias veces. Junto a esto, la nacionalización del comercio exterior y expropiación de las grandes tierras y principales explotaciones agropecuarias, para combatir la especulación de los silo-"chacrers"; y la nacionalización de la banca, para conformar una banca estatal única que sostenga el crédito y la moneda y corte con las maniobras de las finanzas para organizar la fuga. Sólo de esta forma puede cortarse de raíz con el drenaje de dólares, y enfrentar las restricciones que aquejan a la economía sin volver al grillete de la deuda. Esto es parte de la alternativa que debemos contraponer los trabajadores al camino de ajuste acompañado de reendeudamiento que impulsa el gobierno, y la oposición y usinas patronales acompañan, y que ya se está traduciendo en despidos y suspenciones que la burocracia sindical deja pasar , como suele suceder, mientras ataca a los sectores combativos

miércoles, 21 de mayo de 2014

El que apuesta al dólar, ¿será verdad esta vez que pierde?

Gastón Ramírez y Esteban Mercatante

Después de meses de calma, volvió a dispararse la cotización del dólar paralelo (blue), hoy un 40% por encima del dólar oficial. Las previsiones de varios analistas ponían agosto como horizonte límite para la pax cambiaria. Pero parece que, ante el intento de hacer la plancha por parte del Ministro de Economía Kicillof, y la marcada exposición de las internas en el gabinete económico sobre qué hacer con el dólar y las tasas, los tiempos podrían acortarse. El salto de la brecha muestra los límites de los intentos de mantener a 8 pesos el dólar, al menos, en lo que dure la liquidación del grueso de la cosecha de soja (hasta agosto). Como venimos denunciando desde comienzos de año, el gobierno entró en una senda de ajuste acelerado, del cual la devaluación de enero (que fue un salto dentro de una depreciación del peso que había sido de 60% desde comienzos de 2013 hasta enero de 2014) era sólo un capítulo. Ahora los especuladores presionan por un nuevo ajuste.
El disparador de estos movimientos provino del Banco Central (BCRA). La leve recuperación de las reservas, hoy en U$S 28.385 millones (u$s 1.446 millones por arriba del piso tocado a comienzos de año; todavía un 7,4% por debajo del valor al cierre de 2013), le dio confianza al titular del BCRA empezar a mover un poco el tipo de cambio oficial, 0.6 puntos (una suba de 0,75%). La idea -podemos presumir- era iniciar microdevaluaciones como para indicar que la moneda no va a seguir fija, y sacudir un poco las certezas de los sectores propensos a especular. Algo así como la política que aplicó Redrado hace unos años cuando estaba al frente del BCRA. También, presionado por el Ministro de Economía (que contaba con aval de Cristina) el Jefe del BCRA empezó a bajar la presión sobre las tasa de interés. En una interna cada vez más ventilada (para delicia de la “corpo”), Kicillof había acusado a Fábrega por la recesión, sosteniendo que las altas tasas frenaron el crédito y el consumo. Lo cual es cierto, pero tanto como que los techos a los salarios y el mazazo devaluatorio (así como los tarifazos de transporte, luz y gas) son parte del mismo combo de ajuste. Ahora Fábrega bajó 2 puntos las tasas de las letras del BCRA. A la vez que relajó el cepo cambiario autorizando el giro de utilidades al exterior (que se  quintuplicaron en 2013 respecto 2012, sumando los $s 1.344 millones; menos de un tercio del promedio que hubo hasta 2011, de todos modos). 
Los movimientos opuestos y simultáneos de tasas y dólar oficial sacaron de la modorra a los especuladores financieros. Bastó una esta leve baja en la tasa (ahora en 26% a 90 días) para, ante una posible merma de la jugosa rentabilidad que vienen haciendo con estos papeles desde la devaluación, apurarlos a buscar refugiarse otra vez en el dólar, mediante un nuevo pase a activos en dólares, y de paso meter presión sobre el cambio oficial para -si lo logran- hacer buenas ganancias de corto plazo. Esto elevó el dólar blue a un valor por encima del 40% de la cotización del peso oficial, a la vez, que el dólar “liqui” (que es un parámetro central para el blue) se ubicó en $10,76, muy cercano a los $11. La suba del dólar blue a un precio de $11,30, registra una suba del 13%, cercana a la inflación acumulada hasta mayo. Esto podría anticipar el ritmo de devaluación del oficial para reponer la inflación.  El dato más relevante es la caída a la mitad del valor entre el dólar blue y el dólar contado con liqui (dólar fuga), que se ubica en 54 ctvs. Un indicador del pase a activos en dólares de los inversores.
Un dato central, es que los exportadores y las cerealeras también se sumaron a los especuladores (qué sorpresa, ¿no?) reduciendo las liquidaciones de dólares por exportaciones. Aunque en abril habían estado altas, vienen cayendo. Esta semana son hasta ahora un 30% menos que la semana pasada, acumulando sólo U$S 670 millones. Como dice un informe afín al sector “el hombre de campo está enojado con el precio, y espera una mayor devaluación”.  La liquidación de divisas que hacen los sojeros ya es bastante menor a la de abril. Como los pagos por importaciones son crecientes, sólo 1 de cada 4 dólares que compra queda en el organismo.
Aún en el contexto de una economía en recesión, a causa del ajuste y del menor ritmo de compras industriales (automotrices) de Brasil, parece que la pax cambiaria tiene plazo más corto que el que se preveía hasta hace unas semanas. El gobierno volverá a moverse entre las alternativas de nueva devaluación, o una vuelta a los mercados de deuda, todavía trabada aunque la emisión de bonos para pagar a Repsol confirmó que una vez más que el desendeudamiento es cosa del pasado. Probablemente, de acá hasta fines de 2015, veamos dosis mezcladas de ambas recetas ortodoxas, en un combo de ajuste sobre los sectores populares.
La cuestión del dólar no puede atacarse regalando rentabilidad a los especuladores o volviendo al redil de los mercados. Sólo la nacionalización de la banca para conformar una banca estatal única, un verdadero monopolio estatal del comercio exterior y la expropiación de los grandes terratenientes que junto con las cerealeras y los otros eslabones del agropower organizan la especulación, pueden cortar de raíz las maniobras que preanuncian un nuevo mazazo al nivel de vida de los trabajadores y los sectores populares mediante una nueva devaluación. Sólo la clase trabajadora puede imponer esta salida, luchando por un gobierno de otra clase.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

La salida de Guillermo Moreno, ¿señal de un giro en la economía K?

Un día después de los anuncios de relevos en varias carteras ministeriales, el vocero presidencial anunció un cambio aún de mayor impacto, a pesar de referirse a un nivel jerárquico menor: la salida del Secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno. Este anuncio es uno de los cambios más significativos en mucho tiempo en el manejo de la economía. 
Ayer decíamos que Kicillof seguiría sometido a un “doble comando” con Guillermo Moreno. La novedad es que será el primer Ministro de Economía en mucho tiempo que no está sometido a esta restricción. El funcionario hizo y deshizo a sus anchas durante todas las gestiones económicas que siguieron a la de Roberto Lavagna. Desde Felisa Micheli en adelante, todos debieron toparse con un secretario que manejaba sin reportarles diversas áreas. Empezando por los acuerdos de precios, siguiendo por la medición de los mismos, hasta manejar el comercio exterior, la implementación del cepo cambiario y la fallida “exteriorización voluntaria de la tenencia de moneda extranjera”, cada vez más áreas del manejo económico fueron ingresando en la órbita del secretario. El último Ministro de Economía con aspiraciones de comandar plenamente su área, Martin Losteau, colisionó rápidamente con su –formalmente- subordinado. Otros, como Miguel Peirano, declinaron continuar en el cargo ante la imposibilidad de controlar a Moreno. El resto, sencillamente se acomodó a la creciente gravitación del funcionario, que extendió con un mismo método su manejo de las diversas áreas que fueron cayendo bajo su órbita. ¿En qué consistía este método? Podríamos definirlo como el de la “sintonía gruesa”, por contraposición a la “sintonía fina” que Cristina Fernández había prometido al empresariado allá por 2011. Más allá de toda la gesticulación y la “prepotencia” en la que siempre gustaron detenerse los medios (“prepotencia” que a final de cuentas se concentró casi enteramente en los laburantes del Indek, a los cuales las patotas de UPCN actuando junto con el secretario sacaron de las tareas de medición de precios y de otras áreas sensibles para dibujar los datos de acuerdo con las necesidades gubernamentales), lo más saliente de la gestión Moreno fue la ilusión de que se podría encausar con acuerdos las contradicciones emergentes del “modelo”, entregando a cambio en muchos casos concesiones significativas a grandes jugadores, como subsidios u otras ventajas (aunque algunas, como la SuperCard, no hayan llegado a ver la luz). Acá y acá hemos analizado la economía política de Guillermo Moreno. Los frigoríficos, los supermercados, incluso las exportadoras de granos se han sentado en ocasiones a negociar con el secretario. Lo que hizo Moreno tampoco es privativo de él; es más o menos lo mismo que el otro gran mentor de la “economía K”, Julio De Vido, aplicó en el área energética (secundado por Cameron) y de infraestructura con el mismo “éxito”. A pesar de los sucesivos fracasos, la búsqueda de evitar cambios de fondo en la política económica exigió responder a los mismos profundizando la línea, lo cual reforzó el deterioro general en el que empezó a sumirse irreversiblemente la economía en los últimos dos años. Deterioro que no es por ahora nada parecido a un hundimiento catastrófico, gracias a la ayuda de los altos precios internacionales de los productos que el país exporta (soja y otros granos) y a la profundización del endeudamiento público en pesos (en su mayoría intra sector público) y el uso de las reservas en dólares del Banco Central acumulados en años de bonanza, combo gracias al cual el tesoro pudo afrontar los pagos de deuda pública y los crecientes subsidios que condujeron a una situación fiscal muy estrecha.
Ahora, la posibilidad con la que cuenta Kicillof de encarar su gestión sin la sombra de Moreno, ¿permite prever un cambio de rumbo sustantivo? Difícilmente. ¿Volverá a cambiar de postura pública sobre la inflación, que reconocía y medía de forma independiente hasta que se convirtió en viceministro en diciembre de 2011, momento en el que borró de su web el IPC-7 que publicaba y se silenció sobre el tema, avalando tácitamente las cifras oficiales? Habrá que verlo. El lanzamiento del nuevo índice de precios (que podría salir con el aval del FMI, varias veces denostado por el ahora Ministro) puede ofrecer una salida elegante para el desaguisado de Moreno, pero sin rever todo lo actuado desde 2006 a esta parte, que significó un piedra libre para los remarcadores de precios y los que lucraron con estadísticas truchas.
Fuera de estos ajustes en uno de los terrenos más críticos de la gestión de Moreno, no son de esperar, como ya señalamos, grandes cambios en los principales lineamientos de la política económica. Ya las peripecias que tuvo la regulación energética mostró lo que tienen de falaz las ilusiones de dictar desde el Estado los lineamientos por los que se desenvuelve la economía. Sobre todo cuando la etapa no es de holgura, se mire por donde se mire. Los superávit “gemelos”, fiscal y externo, que permitieron la acumulación de dólares en el Banco Central y un tesoro con amplios recursos para transferir (ante todo en favor de los empresarios), son cosa del pasado. Si bien el comercio exterior aún sigue siendo superavitario, el desbalance industrial, energético y turístico, y la fuga de depositantes en dólares del sistema bancario, llevó a que este año también termine con caída de reservas, gracias a los pagos de deuda. Las cuentas públicas se sostienen con una presión creciente sobre los recursos del Banco Central, lo cual contribuye a agravar las presiones inflacionarias. Y, sobre todo, la propia inflación ha exacerbado las disputas distributivas, así como las presiones de sectores empresarios que reclaman un ajuste cambiario mayor al que ya se está produciendo. La ideología de que es posible que el Estado se eleve por sobre las determinaciones de la acumulación de capital, encauzando las contradicciones que hacen a la misma, sólo resulta sostenible cuando el sector público cuenta con amplio margen de maniobra, como ocurrió en la argentina desde 2003 hasta 2008, y, en menor medida, pudo extenderse con restricciones hasta 2011 gracias a la captación de recursos como los de las AFJPs y a los colchones que permitieron los años de bonanza. Cuando estas condiciones no existen, la presión para ordenar la situación del propio Estado se transforma en un elemento más entre los que meten presión sobre la economía. Es lo que estamos viendo. Como señalábamos hace un tiempo: “Si desde sus orígenes el kirchnerismo se caracterizó por una apuesta a utilizar los recursos del Estado para distender las relaciones entre las clases, impulsando algunas mejoras de ingresos (en relación al piso que habían alcanzado en 2002, pero sin acercarse ni de lejos a los niveles históricos en el caso se los salarios, ver acá) y subsidiando la ganancia, hoy su política ha adquirido un sentido contrario”. Es esto lo que seguirá signando la política económica. Aún con la partida de Moreno, difícilmente se vaya a desmantelar del todo las trabas a las importaciones, que conspiran contra la actividad industrial (sector que este año creció sólo un 1%, y eso gracias a la industria automotriz que viene perdiendo ritmo y afronta el panorama de un 2014 casi sin crecimiento). Los subsidios, herramienta aplicada –con poco éxito- para contener los precios, deberán limitarse por las restricciones fiscales, y esto ayudará a acelerar los aumentos de precios. Pero sobre todo, aunque durante los últimos años Kicillof y sus funcionarios hicieron gala de la intención de poner controles a la rentabilidad del capital, para lo cual exigieron información y aprovecharon la posibilidad de colocar directores estatales en las empresas en las que ANSES tiene participación accionaria, lo que se ha visto es que cuando las papas queman, y los empresarios muestran que su “competitividad” se encuentra comprometidad, los funcionarios afines al ministro han sabido ser más que comprensivos, poniendo coto a las aspiraciones de los trabajadores en las negociaciones salariales. Por eso, concluimos, es especialmente poco probable que el “empoderamiento” de Kicillof gracias a la salida de Moreno augure algún cambio positivo en la situación de “fin de fiesta” que están viviendo los trabajadores.