jueves, 30 de enero de 2014

La CGT de Caló y su extravagante iniciativa para cuidar los precios


Como venimos sosteniendo (y puede leerse hoy aquí), el único cuidado serio de los precios lo pueden realizar los trabajadores, que actuando de forma coordinada pueden desnudar los costos y disponibilidad de mercancías en todas las cadenas productivas. Allí donde los capitalistas cocinan las trampas con las que buscan saltarse los compromisos de los "Precios cuidados" (que por otra parte les permitieron a varios sectores blanquear aumentos de los últimos meses) es la clase trabajadora la que puede desnundarlos. La que puede mostrar las exorbitantes tasas de ganancia que se amasan en numerosos sectores pescando a río revuelto gracias al descontrol de la moneda. Algún desprevenido podría pensar que los anuncios de hoy muestran que Antonio Caló decidió impulsar que la CGT tome este camino. Parece que la CGT va a tomar cartas en el asunto de cuidar los precios... recorriendo supermercados. Al mismo tiempo que pide "prudencia" a los laburantes cuando las patronales están siendo de todo menos prudentes para remarcar con voracidad, Caló no impulsa que los trabajadores controlen los precios desde sus posiciones estratégicas en la producción de bienes y prestación de servicios sino que quiere "mirar" para otro lado. 

Detras de este palabrerío y de gestos meramente simbólicos como puede ser mandar a algunos burócratas a acompañar las recorridas del "mirar para cuidar" de La Cámpora, la CGT oficial busca tapar el inmovilismo cuando la inflación está carcomiendo el salario y tanto el gobierno nacional como los opositores, y todas los sectores del empresariado, se apuestan a lograr que el resultado de las paritarias sea afianzar los duros golpes al bolsillo obrero. Esta es la vía para sostener el ajustazo que está en marcha. 
Ante este rol traidor de la burocracia, es urgente convocar a un Encuentro Nacional de todo el sindicalismo antiburocrático y combativo para postularse como un polo que ponga en movimiento a la clase obrera para sostener un programa de medidas urgentes para que la burguesía no descargue sobre nuestras espaldas los costos de la crisis.

viernes, 24 de enero de 2014

Cambios en el cepo cambiario: Un giro improvisado: devaluación, inflación y “cepo” al salario

Un giro improvisado: devaluación, inflación y “cepo” al salario

publicado en www.pts.org.ar 

Los trabajadores debemos dar una respuesta para que la crisis la paguen los capitalistas

Los anuncios del día de hoy vuelven a alterar sustancialmente el régimen cambiario, a menos de dos meses de los últimos cambios con los que comenzó el nuevo equipo económico. Se trata de cambios ocurridos bajo el empuje de una situación que amenaza descontrolarse. Aunque el nuevo ministro de Economía, Axel Kicillof, tenía ya tomada la decisión de ajustar fuerte el tipo de cambio, la presión sobre el mercado cambiario legal que validó una depreciación de 23% sólo en lo que va de enero, y el recalentamiento del dólar “blue” que llegó ayer a superar los $13 pesos crearon una situación de incertidumbre sobre hacia dónde va la economía. La prensa económica internacional ha dado una señal de alerta, sugiriendo incluso la posibilidad de contagio en un contexto donde hace unos meses los países “emergentes” vienen en dificultades. Financial Times ubica a la Argentina entre los casos más “riesgosos”, junto a Ucrania y Venezuela. The Guardian señala la amenaza de contagio a Brasil, y en España la bolsa cayó, según muchos analistas, empujada por la economía Argentina. Esto se da en un contexto donde la reversión de los flujos de capitales por la menor inyección monetaria en los EEUU afecta también a países como Turquía, Sudáfrica, Indonesia, Tailandia, Chile y Perú.

En el día de ayer la moneda se depreció más de 13%, y el drenaje diario de divisas, sin un plan claro para encauzar la situación y sin alivio de la demanda de dólares a la vista, hizo sonar todas las alarmas. A este ritmo, las reservas del Banco Central, que perforaron el piso simbólico de los u$s 30 mil millones la semana pasada, podrían continuar en caída acelerada.

El ritmo desbocado de depreciación del peso está trastornando el desenvolvimiento económico. Numerosos sectores están frenando la producción y las ventas por desbarajuste de la estructura de costos que ocasiona.

Bajo este ariete, ahora se anuncia la legalización del ahorro en dólares (levantamiento parcial del “cepo” a la compra de dólares), así como la rebaja de la imposición en anticipo de ganancias para la compra de dólares y las compras con tarjeta en el exterior, que pasa del 35% al 20%.

El cepo cambiario no desaparece con los anuncios, sino que vuelve a parecerse a lo que era en sus orígenes. Para ver si al menos –modestamente- permite pasar el fin de semana sin que siga escalando la cotización del paralelo, bajo el efecto de desconcierto que creó durante el día la falta de precisiones para las operaciones del día.

Desde sectores cercanos al oficialismo, se busca desde ayer mostrar que está todo “fríamente calculado”. Según este razonamiento, no hubo una escapada del dólar por fuera de los cálculos, sino que el dólar llegó al precio que propuso Axel Kicillof el día que asumió como ministro de Economía: ocho pesos. Acá estaría el máximo que podrían esperar los exportadores de granos. El pequeño detalle es que está faltando dos meses para que comience la liquidación fuerte de la venta de soja, que empieza en marzo pero se concentra en abril. Período que parece una eternidad.

Pero ¿ahora el gobierno va a estar dispuesto a vender todos los dólares que se demanden a la cotización oficial, para que la moneda se mantenga en el rango alcanzado? Seguramente, si así lo hacen, lograrán bajar el paralelo y cerrar la brecha. Pero claro, al módico precio de entregar todos los dólares que se demanden. La única manera en la que este giro improvisado bajo la presión de los hechos no termine en un drenaje acelerado de reservas (por un monto mucho mayor que la operación diaria del mercado blue) es con un cambio drástico en toda la política monetaria, aplicando las medidas con las de viene amagando tímidamente el jefe del Banco Central (BCRA), Juan Carlos Fábrega: suba de las tasas de interés para incentivar la vuelta de dinero a los bancos y restar rentabilidad a la especulación monetaria, movimientos cambiarios menos previsibles para desincentivar la especulación, y “enfriar” la creación de crédito y emisión de dinero. Es decir, todo el plan que Kicillof rechazaba de forma tajante –según trascendidos de casi todos los medios-. Y, junto a esto, vuelta al endeudamiento externo si se logra cerrar el default con el Club de París. No está claro que este sea el camino tomado, aunque el equipo económico va girando aceleradamente bajo la presión de los hechos.

Lo que desmadra todo el esquema es la inflación. Desde octubre de 2013 se viene registrando una espiral de precios, especialmente acelerada en diciembre, que se habría comido un 20% de los salarios sólo en ese período. La devaluación que desde octubre a hoy supera el 30%, está preparando nuevos saltos en precios de insumos críticos, entre otros del combustible, lo que se suma al aumento del transporte automotor de pasajeros en la ciudad de 66%. Todo esto preanuncia un nuevo salto en la inflación de este año (que podría pasar los 30%), previsión bajo la cual continuará la presión sobre el tipo de cambio (legal o paralelo según el alcance de la disposición del gobierno a entregar dólares).

El gobierno da vía libre a la devaluación y (parece) también a la compra de dólares para quienes quieran fugarlos. Pero no a los aumentos salariales, única ancla con la cual quiere pasar este año crítico. Mientras la presión de los especuladores le arrancó al gobierno la enorme concesión de reabrir el canal de compra legal (habrá que ver hasta dónde), así como los empresarios se llevaron un acuerdo de precios que les reconoce los aumentos de los últimos tiempos, y las fuerzas de seguridad pudieron arrancar aumentos muy por encima de cualquier sector de trabajadores estatales, por el contrario el gobierno viene mostrando que es una cuestión de Estado no ceder en las negociaciones paritarias. No es novedad el intento de imponer techos a las paritarias. Pero para este año se ha transformado en una cuestión de primer orden, y los voceros oficiales (pero también de la oposición) agitan el fantasma de los desbordes para responsabilizar de antemano a los trabajadores del descalabro de un plan muy flojo de papeles.

El gobierno, aún en la situación de debilidad política en la que se encuentra, busca poner todo el peso de las fracciones de la burocracia sindical que lo apoyan para limitar las aspiraciones de recomposición salarial ante el peso de la inflación.

Pelear por un programa y una alternativa política de los trabajadores

Contra la amenaza de profundizar el ajuste a costa de los salarios, está planteando pelear por paritarias sin techo, para que todo trabajador gane un salario equivalente a la canasta calculada en $ 9.000. Hay que luchar por el pase a planta de todos los contratados y tercerizados, tirar abajo el impuesto al salario, el aumento de las jubilaciones al 82% móvil y planes sociales que cubran el monto de la canasta familiar. Para enfrentar los aumentos de precios, la única manera de enfrentar seriamente la remarcación es con la fuerza de la clase obrera que, organizando comités junto con consumidores populares, luchando para imponer la apertura de los libros de contabilidad en todas las alimenticias y otras empresas de productos básicos para la vida, para dejar al desnudo las maniobras que inflan los precios así como aquellas que ocultan productos para obligar a comprar los que no tienen precios acordados. Los trabajadores de las grandes fábricas están en una “posición estratégica” para hacer una contabilidad de los productos guardados en depósitos.

El descalabro por el que transitan las variables económicas empujadas por el círculo vicioso de devaluación-inflación es consecuencia de los desbarajustes que crea la deuda externa y la dependencia económica. La única manera de enfrentarlo es declarando el no pago de la deuda externa, que se ha pagado más de tres veces en los últimos 30 años y que representa más del 10% del ingreso nacional anual que va a parar a manos de los usureros, representando además un drenaje de dólares necesarios para exportar insumos estratégicos. Junto con esta medida, es necesario el monopolio estatal del comercio exterior (liquidando por empezar a las corporaciones que concentran la exportación de granos y continuando con el resto de la economía) para terminar con todas las maniobras que realizan las multinacionales para maximizar la fuga de dólares y minimizar los pagos de impuestos. Asimismo, la otra pata del drenaje de dólares está en el sector financiero, que es necesario nacionalizar de forma íntegra mediante la creación de una banca estatal única. Sólo la clase obrera puede desarrollar este programa de conjunto. Para combatir la catástrofe que todas las fracciones de la burguesía se preparan para descargar sus espaldas, es necesario que esta tome en sus manos el destino nacional.

La magnitud de la crisis que se preparan para descargar sobre las espaldas de la clase trabajadora no da lugar para abrir ningún compás de espera. Es necesario empezar ya en todos los lugares de trabajo a discutir la situación y organizarse, empezando a impulsar la votación de delegados paritarios y exigir a la preparación de un paro nacional. Los sectores combativos y clasistas deben convocar un encuentro nacional de organizaciones obreras combativas, empezando por encuentros regionales, para preparar la batalla por las paritarias. Allí puede concentrarse la fuerza para imponerle a la burocracia un plan de lucha y un congreso de delegados de base, para reorganizar y unir al movimiento obrero ante el ajuste en curso.

jueves, 23 de enero de 2014

Ideas de Izquierda y Contretemps



Lucha de ideas, lucha de clase: ¿Qué desafíos tiene el pensamiento crítico del Slgilo XXI? Miradas cruzadas de Europa y América Latina.

Conocé la revista Ideas Izquierda , Nueva "Revista de Política y cultura."

Con Christian Castillo, sociólogo, miembro del Consejo Editorial; y con la presencia de Isabelle Garo, filósofo, miembro de la dirección de la revistaContretemps .



Sábado, 25 de enero 2014 a las 17h

Librería La Breche

27 rue Taine

75012 Paris

(Líneas de metro Daumesnil 6 y 8)



La revista Contretemps, "Journal de Critica Comunista" fue fundada en Francia en 2001 por Daniel Bensaïd. Por su lado Ideas de Izquierda "Revista de política y cultura", publicada en español, se inició en el verano de 2013 en Argentina, dirigida por intelectuales y activistas. En ambos casos, se trata de unir a las "armas de la crítica", los pensamientos y las elaboraciones teóricas, a la izquierda de la izquierda, que puedan contribuir a las luchas radicales que la clase obrera sigue guiando contra el capitalismo a escala de todo el planeta.

Combinando escritos teóricos y/o políticos, centrándos o no en la actualidad, como en la economía, la sociología, la literatura, etc., son, por un lado en Europa, por el otro en América Latina, enfrentan los retos del siglo XXI, recordando, con Marx, que "cuando la teoría se apodera de las masas, se convierte en una fuerza material". En esta reunión se presentará por primera vez en público Ideas de Izquierda en Europa, y contribuirá al pensamiento común de la revolución que necesitamos a escala internacionales.

lunes, 20 de enero de 2014

Entrevista: El panorama económico nacional. El ajuste sobre el salario, base del "plan" económico oficial



Reproduzco la entrevista que me realizara por la Agencia Paco Urondo el 17/1.




Entrevista con Esteban Mercatante, economista del PTS y miembro del comité de redacción de la revista Ideas de Izquierda. Publica artículos en el Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx y en el blog Punto de Desequilibrio.


Por Juan Ciucci

APU: ¿Como analiza la situación económica en nuestro país?

Esteban Mercatante: La economía Argentina muestra signos de fuerte deterioro en varios planos. El aspecto más saliente que estamos viendo es la aceleración en el ritmo de devaluación del dólar oficial, empujado por el fracaso en contener la cotización del dólar paralelo con el cepo. De fondo la situación es una consecuencia de la reemergencia de la llamada “restricción externa”, es decir un déficit en la balanza de pagos que dificulta el crecimiento a causa de la insuficiencia de dólares. La aparición de esta restricción es la consecuencia de una serie de limitantes estructurales que vienen de larga data, que son emergentes de la condición económicamente dependiente del capitalismo argentino y que poco se han modificado en años recientes: el peso de la deuda externa, que a pesar de los generosos pagos presentados con el rótulo de “desendeudamiento”, y de la pesificación de buena parte de la cartera, insume en promedio no menos de 10 mil millones de dólares al año para pagos de capital e intereses; y en algunos años mucho más.

La insuficiencia de dólares también está estrechamente ligada al déficit energético, una consecuencia de los estragos hechos por Repsol y otras petroleras con anuencia del gobierno, que observo pasivamente el deterioro de las reservas, de la extracción y refinación sin tomar cartas hasta que la situación se tornó insostenible (lo mismo que en otro plano y con más dramatismo está ocurriendo hoy con las compañías eléctricas). La inflación también mete la cola en el problema de la falta de dólares, ya que liquidó el peso como reserva de valor, empujando a su reemplazo por activos en dólares en todos los sectores que tienen capacidad de ahorro. A esto se suma la complacencia que imperó durante años hacia la fuga de dólares y las remesas de utilidades, que llevó a que antes de la implementación del cepo cambiario que aplicó Guillermo Moreno desde fines de 2011 se hubieran fugado más de 60 mil millones de dólares. Si no se hubiera tolerado este “vaciamiento” por parte de las grandes empresas y especuladores durante años, hoy el piso de reservas sería mucho más elevado.

La manera en la que el gobierno responde, acelerando la depreciación del peso oficial, va en contradicción con el denuesto que varios funcionarios y medios oficiales, empezando por el propio ministro Axel Kicillof hicieron de la devaluación de 2002 como una medida de ajuste brutal, lo cual es completamente cierto aunque omiten decir que esta medida fue fundamental para las condiciones del llamado «modelo k» que se apoyo en altas ganancias que surgieron de la devaluación de los salarios. Hoy para tratar de contener el dólar van por el mismo camino. Esto puede conspirar con lo que ocurre en otro frente , la inflación, que el gobierno minimiza y directamente oculta, lo cual ayudó a acelerarla. Hoy hay una inercia muy difícil de frenar, y alimenta además las presiones de distintos sectores por avanzar en el ajuste del tipo de cambio, lo cual el gobierno viene haciendo pero sin lograr una dinámica estable. A pesar de los acuerdos de precios la depreciación del peso podría impactar acelerando la inflación, conspirado contra la posibilidad de estabilizar la distancia entre dólar oficial y paralelo. Todo indica que el gobierno espera que, a partir de marzo cuando los exportadores comiencen a liquidar, la situación se descomprima. Pero de hecho eso ocurrió muy parcialmente el último año. Además, en ese momento comienzan las negociaciones paritarias que van a venir tensionadas por la intención del gobierno de mantener techos bajos, a pesar de las concesiones hechas a las fuerzas represivas a fin de año y en abierta contradicción con la aceleración de los aumentos de precios que precedió al acuerdo que rige desde enero. De conjunto entonces vemos que hay una serie de dificultades cuyo control se hace cada vez más inestable con las herramientas que viene aplicando el gobierno. Quiero enfatizar que se esta haciendo muy fuerte el círculo vicioso de depreciación e inflación y eso limita los márgenes del gobierno.

Como trasfondo, lo que vemos es que todos los motores del crecimiento de la última década se han ido apagando o debilitando. A pesar de que la rentabilidad empresaria se mantiene (aunque sin estar en los niveles pico de la última década), sobre todo en lo que respecta a las empresas más grandes, esto no se traduce en inversión. La demanda externa, especialmente para los bienes industriales, se muestra debilitada. Y el consumo también, principalmente porque el salario creció menos que la inflación real en el último año. Otra cosa que estamos observando es un freno al crecimiento del gasto público forzado por la dificultad de sostener el endeudamiento interno para financiarlo, por lo que sólo está aumentando en lo que respecta a subsidios para la energía.

Por todo esto estamos observando desde 2012 un marcado deterioro en los niveles de crecimiento económico, respecto de las tasas elevadas que en promedio se registraron desde 2003. En 2013, aunque el Estimador mensual de la actividad económica (Emae) del Indec calcula para los primeros 10 meses un crecimiento del 5,4%, esta medición se ve afectada por la adulteración del índice de precios y tiende a sobreestimar el crecimiento. Numerosas estimaciones privadas (negocio que floreció en los últimos años gracias a lo que el gobierno hizo con el Indec) se ubican en torno del 3%. El panorama para 2014 es más estrecho, entre un escenario optimista del 3% y uno pesimista alrededor del 1,5%. Si miramos la industria, el crecimiento del año está apenas por encima del 1%, a causa sobre todo del débil crecimiento de la industria automotriz, que en 2013 creció 3,5% y sigue sin recuperar los valores de 2011, y todo esto a pesar del fuerte ritmo de patentamiento. A causa del panorama poco prometedor de Brasil, todo indica que 2014 será todavía peor. Las empresas parecen estarse preparando para esto, a juzgar por los adelantos de vacaciones y suspensiones (todavía con pago a 100% de las horas, pero sin cargas previsionales) en varias terminales.

Para la clase trabajadora, el año que cerró el salario promedio creció por debajo de la inflación, es decir que en términos reales cae. Lo cual muestra un salto en un deterioro en los niveles de vida que ya venía golpeando más fuerte a los sectores de la clase trabajadora más precarios. Lo que más ilustra esto es que hace varios años (desde 2007) se enlenteció, y en el último directamente se frenó, la incorporación de trabajadores informales en el mercado formal.

Observamos entonces un deterioro profundo, de largo alcance, el fin de todo un período de alto crecimiento y la entrada en una situación de bajo crecimiento, con distintos problemas en el horizonte que podrían ser causales de nuevos episodios de crisis severa.

Este panorama ilustra que, como ocurre en la historia económica nacional, la economía capitalista argentina no puede sostenerse sin someter a la clase trabajadora y el pueblo pobre a periódicos ajustes brutales sobre sus condiciones de vida. Aunque durante la última década numerosos sectores se entusiasmaron con la idea de un “modelo” que podría conciliar las contradicciones del capital, supuestamente combinando crecimiento con redistribución sin tocar las bases estructurales del capitalismo dependiente ni cambiar las bases de una inequidad en la distribución del ingreso (que están en la relación capita- trabajo) que se mantuvo durante la última década después de haberse profundizado con el mazazo a los salarios que trajo la devaluación de 2002, se pone en evidencia el carácter utópico de esta salida basada en la conciliación de clases. Sólo si la clase trabajadora toma en sus manos el destino nacional, cortando los nudos gordianos de la dependencia, declarando el no pago de la deuda pública, nacionalizando todos los recursos estratégicos en manos del capital imperialista (y de sus grandes socios nacionales) para ponerlos a funcionar en manos de los trabajadores, encarando un plan de las obras públicas más urgentes en vivienda e infraestructura sobre la base de impuestos a las grandes fortunas; podrá evitarse que la clase obrera sean quien pague otra vez el fin de fiesta.

APU: ¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta el gobierno?

EM: Todo lo que señalamos significa que la Argentina se ve confrontada nuevamente a la perspectiva de un severo ajuste para recomponer un cierto equilibrio que permita relanzar la acumulación de capital en el espacio nacional. Ya desde hace un tiempo el gobierno de Cristina Fernandez y quienes aspiran a sucederla disputaban quién va a ser el que pague los costos del ajuste. El gobierno no quiere quedar como el gran responsable y por lo tanto viene esquivando hace tiempo medidas más de fondo, imponiendo distintos “parches” como fue el cepo cambiario, y buscando aliviar un poco la situación externa con medidas parciales como el fracasado blanqueo impulsado por Guillermo Moreno y extendido por Kicillof. También intentó varias veces hacer medidas de ajuste más fuerte, como en el transporte y las tarifas energéticas, pero hasta ahora debió archivarlos por el descontento popular ante el crimen social de Once y el de Castelar. Ojo, el gobierno venía desde fines de 2011 aplicando su propia variante de ajuste, aunque esta apareciera disimulada o en cuentagotas. Esto le valió una ruptura con sectores del movimiento obrero y tuvo como consecuencia el paso a la oposición de una parte de la burocracia sindical cegetista.

El control a las importaciones contribuyó durante 2012 a una caída de la industria que fue del 1,4%. Aunque en 2013 se aflojó un poco el torniquete de todos modos el gobierno se mostró dispuesto a cambiar alivio externo por crecimiento económico, empujando a la ralentización de la actividad. Y en lo que respecta al control de la inflación, la única ancla seria que muestra el gobierno son los techos en las paritarias. El acuerdo de precios de 187 productos resulta irrisorio como medida contra la inflación, excepto para presentarla como argumento contra aspiraciones salariales “desmedidas”, es decir que aspiren realmente a mejorar el salario. La idea de que los funcionarios de la secretaria de comercio, ayudados por la AFIP pueden enfrentar las maniobras empresarias resulta ridícula. El único control serio de precios que puede haber es si se impone la apertura de los libros de contabilidad de las empresas en todos los sectores de las cadenas de valor de los principales productos, y son comités de usuarios y consumidores quienes los fiscalizan. El gobierno jamás atinó a nada por el estilo, sino a cerrar en una mesa chica con los grandes empresarios un acuerdo dirigido a existir principalmente en los diarios, y no en las góndolas donde los productos llegan a cuentagotas.

Lo que parece es que, obligado por las circunstancias bajo la amenaza de que la situación del dólar se vuelva incontrolable, el gobierno se decidió a dar pasos más drásticos, que a la vez podrían como ya señale tener efectos de retroalimentación en otros frentes.

El gobierno apuesta a administrar el deterioro contando con el ingreso de dólares de los granos exportados, que estarían rondando los 25 mil millones de dólares en 2014. Pero esto es un 5% menor que en 2013. También minimizan el problema de los dólares porque los canales de transmisión para que la reducción de las reservas de dólares del BCRA (que acaban de perforar el piso de u$S 30 mil millones) se transforme en crisis cambiaria y bancaria se encuentran cortados. Pero todo esto se apoya en que no haya grandes cambios en el panorama externo, lo cual lo hace sumamente volátil. Durante la última década se dilapidaron y se siguen dilapidando dólares en el altar de la deuda. Si se declara el no pago de la misma, junto con la nacionalización de la banca, creando una banca estatal única y estableciendo un verdadero monopolio del comercio exterior, se puede efectivamente alejar la amenaza de un quebrando causado por los usureros y los especuladores, y destinar recursos para la reactivación económica en vez de mantener un programa monetario restringido.

APU: ¿Cuál es el panorama internacional, y como afecta a la argentina?

EM: La Argentina desarrolló todas las dificultades que estamos señalando aún en un contexto muy favorable para el país. Excepto durante el peor momento de crisis que ocasionó la quiebra del banco Lehman Brothers, entre el tercer trimestre de 2008 y el segundo de 2009, la demanda externa fue favorable a las exportaciones del país. El “desacople” de las economías llamadas “emergentes”, sobre todo de China y otros países asiáticos que siguieron creciendo fuerte gracias a la aplicación de paquetes de estímulo, benefició a la economía argentina. Tanto en lo que respecta a los granos, con China creciendo siempre a altas tasas, como en lo referente a las exportaciones industriales, concentradas en el Mercosur.

Ahora la situación se muestra más ambivalente; la capacidad de los “emergentes” para sostener tasas de crecimiento elevadas se encuentra más comprometida. En el último año aparecieron algunas dificultades en varios países grandes, aunque China mantiene un crecimiento, a ritmo algo más lento (8%). El panorama es de un crecimiento algo mejor, pero todavía débil de la economía mundial (3,2%). Lo que se ve es que a casi seis años de Lehman no hay salida a través de medidas estatales que este logrando encauzar la crisis. Ante la persistencia de la crisis se tensionan las relaciones ínter estatales y se agudiza la lucha de clases como observamos en los últimos años.

Para el país, en lo que se refiere a las exportaciones de granos la demanda crece menos, aunque se mantiene. En lo que hace a las exportaciones industriales 2014 podría ser un año más difícil, ya que el panorama en Brasil no es bueno. Este panorama significaría que aunque podría no crear dificultades en el sensible terreno de los dólares comerciales (como sí podría ocurrir si cayeran sensiblemente los precios de los granos que el país exporta), sin embargo el panorama para la actividad industrial, donde se concentra buena parte del empleo, va a estar más comprometido.

APU: ¿Qué posibles medidas puede tomar el gobierno?

EM: Entre los sectores “progres” que apoyan al gobierno se abrigó la ilusión de que la llegada de Kicillof podría significar nuevas iniciativas estatalistas de intervención sobre la economía para administrar las contradicciones. Pero este camino está clausurado por el hecho de que los recursos públicos están agotados. El financiamiento a través del BCRA está llegando al límite legal, y, sobre todo, está alcanzando un nivel más allá del cual podría volverse seriamente inflacionario (lo cual hasta ahora ha ocurrido de forma limitada, más allá de las protestas de los monetaristas que atribuyen la inflación a la emisión). Después de diez años de “emergencia” durante los cuáles se permitió a las concesionarias de empresas energéticas mantenerse en sus posiciones deteriorando la infraestructura, ahora se predisponen a intentar una vez más transferir los costos a los usuarios ajustando tarifas, aunque el colapso de la red este último mes podría conspirar con sus planes. Tal vez lleguen ahora, tardíamente, a nacionalizar la red, pero eso sería más un favor que un castigo a los concesionarios.

En todos lados se ven las señales de un ajuste inexorable, única receta que pueden ofrecer los partidos patronales. La pregunta es si (y cuanto) el gobierno va a seguir con la aceleración del ritmo de ajuste del ultimo tiempo, al menos en lo que se refiere al tipo de cambio, no si va a ajustar. La respuesta dependerá mucho de lo que ocurra en paritarias.

Las novedades podrían venir por una mayor apertura externa, centralmente tomando nueva deuda, para aliviar la urgencia que crea la falta de dólares. Aunque el hoy ministro y otros funcionarios fustigaron en varias ocasiones las consecuencias nefastas del “endeudamiento”, ya empiezan a circular teorías de que puede haber un endeudamiento externo virtuoso, contrapuesto al neoliberal noventista. Ya antes de ser ministro, Kicillof, erróneamente tildado de marxista por periodistas superficiales, mostró amplias muestras de su pragmatismo para hacer lo opuesto a lo que antes había planteado, como vimos con Chevron. Desde que llegó al ministerio abundaron las señales de confiabilidad a “los mercados”.

La clase trabajadora no tiene nada bueno que esperar de las medidas de este gobierno. En lo que respecta a los salarios, se vio que en promedio estos alcanzaron en términos reales un techo muy poco por encima de los niveles de 2001, es decir un año de crisis. Los indicadores de precariedad laboral se encuentran en niveles similares a los que promediaron en los noventa (34% de la clase trabajadora en negro, 70% de los trabajadores ganando menos de $5.500 según las cifras del Indec), y el empresariado preserva intactas todas las conquistas flexibilizadoras. Incluso medidas como la AUH que mejoraron los ingresos para los sectores más pobres, se ve deteriorada por la inflación, y hoy a pesar de los aumentos representa un poder de compra menor que cuando fue implementada en 2009.

Las medidas que planteamos más arriba, junto con la pelea por el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles apoyada como ya dijimos en el no pago de la deuda y una modificación progresiva de toda la estructura impositiva, puede permitir concretar todas las aspiraciones de los millones de trabajadores que durante esta presunta “década ganada” se vieron completamente defraudadas.

Desde el PTS consideramos que tenemos el desafío que la fuerza política mostrada en las elecciones de 2013 con el FIT, con más de 1 millón trescientos mil votos, que permitió la entrada de tres diputados en el congreso nacional así como diputados y senadores provinciales, podamos volcarla para profundizar la inserción con la que ya contamos en la clase trabajadora. Está planteado disputar la conducción de los sindicatos y tomar medidas decididas para luchar contra el ajuste, los topes salariales, y por las demandas postergadas. Los sectores de la burocracia sindical que están en la oposición amenazan con acciones pero no han impulsado ninguna medida seria. Desde el PTS apostamos a un encuentro de las organizaciones obreras combativas e independientes de la burocracia sindical. Junto con esto impulsar asambleas en todos los establecimientos laborales y preparar la lucha para las próximas paritarias impulsando la votación de paritarios y exigiendo un paro nacional y un plan de lucha a las centrales sindicales; levantando la bandera de $8.000 de básico, la indexación de los salarios según la verdadera inflación, el pase a planta, el repudio a los tarifazos y la defensa de los puestos de trabajo.