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jueves, 30 de octubre de 2014

Hidrocarburos: una ley para que haya “muchos chevrones”




Publicado hoy en La Izquierda Diario

La declaración del presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, Mario Metaza (FpV), en su informe de ayer en Diputados, pinta de cuerpo entero el espíritu de Ley de Hidrocarburos que el oficialismo hizo aprobar luego de un apurado trámite por ambas cámaras. “Necesitamos muchos chevrones”, dijo Metaza, enfatizando la necesidad de contar con inversiones extranjeras para aumentar la producción de hidrocarburos. Curiosa forma de “soberanía energética” la que presenta el kirchnerismo: en aras del autoabastecimiento energético, meta con plazos inciertos para ser alcanzada, se embarga a perpetuidad los recursos del suelo en beneficio de las multinacionales.

martes, 21 de octubre de 2014

Cuando el mundo ya no trae buenas noticias


Publicado hoy en La Izquierda Diario

La economía argentina atravesó los últimos años de fuerte deterioro -que obligó por ejemplo a imponer el cepo cambiario desde fines de 2011- ayudada por condiciones económicas internacionales que actuaron como contratendencia, enlenteciendo el desarrollo del fin de ciclo económico. Las desigualdades que caracterizaron a la economía internacional bajo impacto de la crisis, acarrearon elementos favorables para el país: el fuerte crecimiento de la economía china mantuvo la demanda para los granos que el país exporta, mientras que estos mostraron además altos precios, que reforzaron su tendencia alcista gracias a la fuerte expansión monetaria encarada por EEUU para impulsar la recuperación económica.

De esta forma, la Argentina contó con el los dólares de la soja como base para surfear una estrechez de dólares, resultado del déficit energético, del vaciamiento económico causado por la deuda y la fuga de capitales reforzada por la especulación. Adicionalmente, el boom en los precios de los commodities (que incluye granos tanto como minerales e hidrocarburos) está en la base de las altas expectativas que genera la economía argentina para los más voraces inversores globales: Vaca Muerta, considerado el yacimiento de hidrocarburos no convencionales con mayor potencial de desarrollo en el mundo según un estudio de la consultora Accenture. Los altos precios del petróleo de los últimos años generaron perspectivas de elevada rentabilidad para inversiones en explotaciones no convencionales, mucho más costosas que la extracción de yacimientos convencionales.

Este viento a favor perdió fuerza, y hay síntomas de que podría transformarse en viento en contra.

jueves, 18 de julio de 2013

Noventismo recargado. Todo sea por el fracking

Como señala Pablo Anino en La verdad obrera nº 531 de hoy, el acuerdo con Chevron, y el decreto nº 929 con el cual se le ha tratado de dar un marco más universal para que parezca menos escandaloso, constituye un nuevo pacto de dependencia. Todas las declamaciones de soberanía que se hicieron cuando se anunció la "expropiación" de Repsol (más adecuado llamarla una recompra) para volver a la muy noventista YPF S.A., así como las ilusiones que se hicieron muchos progres con el decreto 1.127 de que se terminaría la "commoditización" de los hidrocarburos, se estrellaron en el altar del fracking (fractura hidráulica, método con el que se explota las reservas llamadas "no convencionales"). A las empresas que invertan más de u$s 1.000 millones, es decir sólo a Chevron actualmente (ayudada de contabilidad creativa, ya que sólo 740 millones son para traer equipos y materiales, y el resto es para compensar a YPF por el trabajo en el terreno), se les garantiza que en cinco años podrán exportar sin retenciones el 20% de la producción, teniendo libre disponibilidad de los dólares; aún si no pueden exportar por necesidades del mercado interno se les pagará como si lo hicieran, a precios internacionales, y no estarán sometidas a ningún cepo para convertir a dólares el dinero de dichas ventas. Una recomoditización plena, enteramente en contra de lo planteado hace un año. 

El costado aún más oscuro, sin embargo, es la completa ausencia de cualquier problematización respecto del fracking. Si la actividad petrolera en sí conlleva posibilidades de contaminación al medio ambiente, por roturas de cañerías, mala cementación de los pozos, que provocan filtraciones por mal monitoreo ambiental, todo esto va a ser agravado con la fractura hidráulica en lutitas.

El Centro Tyndall la Universidad de Manchester del Reino Unido, realizó en enero de 2011, un estudio sobre el impacto ambiental por la extracción de gas en lutitas con este método (Tyndall Centre for Climate Change Research: «Shale Gas: A Provisional Assessment of Climate Change and Environmental Impacts», Universidad de Manchester, enero de 2011). El estudio fue realizado en EEUU donde el análisis del agua mostró sustancias con propiedades tóxicas. Se analizó 260 productos químicos usados en el fracking. De ese total, 17 fueron considerados tóxicos para organismos acuáticos, 38 tóxicos agudos, ocho cancerígenos probados y otros seis sospechados de serlo, siete elementos mutagénicos y cinco producen efectos sobre la reproducción. El riesgo depende de la concentración y la exposición de esas sustancias a los seres vivos; pero las cantidades empleadas (en una plataforma de seis pozos, de 1.000 m3 a 3.500 m3) sugieren que es muy elevado.

La investigación de la organización “Amigos de la tierra” con sede en Londres afirma que:
-El 25% de las sustancias químicas utilizadas en f.h. puede causar cáncer
-El 37% causa trastornos al sistema endocrinólogo
-Del 40-50% puede afectar al sistema inmunológico, nervioso y cardiovascular.
-Mas del 75% puede afectar la piel ojos, y sistema respiratorio.

Un estudio de la Universidad de Cornell en los EEUU relevó 24 establecimientos rurales en seis estados en donde se registró la contaminación de aire, agua y suelo por exposición a químicos del fracking, la muerte de más de 70 animales por ingestión de agua contaminada, deformaciones congénitas en animales (por ejemplo, sin cola) y serios trastornos reproductivos y gastrointestinales. Los científicos advirtieron que los químicos podrían aparecer en productos de carne o leche a partir de esos animales. 

Bajo presión de distintos movimientos contra la instalación del fracking, los estados de Nueva York y Nueva Jersey decidieron una moratoria de las perforaciones hasta contar con normas de control. La ciudad de Pittsburgh prohibió en 2010 el fracking en la zona urbana. En el estado de Ohio, donde se reportaron sismos y contaminación de acuíferos, se estableció en enero de 2012 una moratoria de tres años.

A contramano de estas tendencias, los "progres" dentro del elenco de funcionarios oficiales celebran el pacto de dependencia que abre las puertas al pirata Chevron para empezar una primer prueba piloto que prepare la instalación masiva de la fractura hidráulica en el país, entregando jugosas concesiones a cambio de una pequeña participación estatal en los beneficios, y una amplia socialización de los costos, que no serán otra cosa que masivas catástrofes sociales en los lugares donde se avance con estos métodos.

En contra de este camino, es urgente avanzar en alternativas que permitan suplir la energía desarrollada por combustibles fósiles. A la energía eólica, fotovoltaica e hidroeléctrica, se pueden sumar las generadas por la energía electromagnética y la utilizada con hidrógeno como combustible, con las denominadas “celdas de combustible”. Métodos completamente boicoteados por las corporaciones transnacionales (los vehículos fabricados por “Honda” solo pueden alquilarlos a sus empleados de Japón y California) a causa del poderoso lobby de los hidrocarburos. Sólo rompiendo verdaderamente con el imperialismo, partiendo de expropiar sus posiciones y estatizando el conjunto del sistema energético, podrá ponerse a prueba estas distintas alternativas. Es una tarea que sólo puede recaer en la clase trabajadora, empezando desde hoy por pelear por la estatización y control obrero de todas las empresas para enfrentar la nueva muestra de "noventismo recargado" del gobierno de CFK.

viernes, 22 de junio de 2012

Más sobre la sanata de la "soberanía" hidrocarburífera


 YPF: La jugada de las multinacionales que no previó Kicillof y hoy complica a GallucioComo no podía ser de otra forma, el conflicto entre Moyano y el gobierno acaparó casi toda la atención (y la tensión) en los últimos días. En La Verdad Obrera Nº 480 puede leerse el editorial Todo el apoyo a la huelga de los camioneros. Por un paro y plan de lucha nacional, así como Las batallas del PTS en el escenario nacional. También en la "troskósfera" pueden leerse varios posicionamientos sobre el tama (como por ejemplo Entre el gorilismo K y las respuestas de Moyano. Anuncio de las batallas por venir, Moyano y su retroceso táctico (y estratégico),Guerra en el PJ, movimiento obrero e izquierda. Algunas notas , Semieje partido,Tres problemas que surgen de los hechos de esta semana, y acá se da un paneo crítido de lo que ha dicho la "peronósfera").

Sin embargo, quería señalar algunas novedades sobre la situación de la "recomprada" YPF que comenta en esta nota LaPolíticaOnline (y que, como ocurre siempre con este medio, debemos tener en cuenta que ha de ser  mitad bolazo y mitad posta, o proporciones parecidas). Allí se señala las jugadas "que no previó Kicillof". Esta "jugada", no es otra que las leoninas exigencias que podían preverse por parte de las grandes petroleras multinacionales para asociarse con YPF aportando capital. Citando a un gerente, esta nota sostiene que las petroleras “Saben que tienen margen para exigir condiciones favorables, porque YPF por su cuenta no puede conseguir –al menos, en la situación actual- los capitales para concretar su plan de acción”. Con algo de ironía, la propia jugada del gobierno para deprimir la capitalización bursátil en el marco de su ofensiva contra Repsol, achicó ahora la espalda financiera de la compañía "recomprada" (sin fecha cierta de pago), con lo cual se vuelve menos atractiva para los inversores, dificultando cualquier financiamiento interno. Esta situación, las regulaciones oficiales, así como las trabas a las importaciones, son usados por las multinacionales en la mesa de negociación para subir las exigencias. 
Pero todo eso son argumentos adicionales para tirar sobre la mesa; el nudo de la cuestión, lo que inclina la balanza en favor de las petroleras, es la urgencia del gobierno por introducir compleja tecnología para la recuperación de pozos y para la explotación no convencional, y la incapacidad poner fondos propios en esta empresa. De esta forma, quienes tiénen los recursos y (sobre todo) la tecnología, se sientan a la mesa corriengo con ventaja. En el apuro por hacerse de Vaca Muerta antes de que Repsol negociara con otras firmas su puesta en explotación, los funcionarios que diseñaron el plan calcularon con excesivo optimismo que el tractivo del yacimiento sería suficiente para rebajar las exigencias. Pero, como era previsible, las firmas buscan condiciones que permitan sacarle el máximo jugo a los yacimientos. Conducta rapaz muy parecida a la que Kicillof denunció en varias oportunidades de los "colonizadores" españoles.
Lo que las petroleras exigen, y cayó como un baldaso de agua fría para los afiebrados pronósticos de la progresía oficialista sobre la "redistribución" progresiva que permitiría la expropiación parcial (ver por ejemplo aquí  y aquí algunos ejemplos paradigmáticos de ilusiones trasnochadas sobre las posibilidades del Estado gestionando el petróleo en persecusión del "interés público") es el aumento de precios internos –en especial del gas, que a nivel local se paga u$s 2,50 por millón de BTU, e importarlo de Bolivia cuesta u$s 12-, la libre disponibilidad de las utilidades que obtengan las empresas (es decir una excepción de las presiones "informales" que viene haciendo el gobierno para que las multinacionales no giren utilidades a sus casas matrices), liberación de importaciones, garantizando que sortearán las trabas aplicadas por la Secretaría de Comercio, que dirige Guillermo Moreno. La capacidad para operar sin inconvenientes y demoras en el mercado de divisas, y "el compromiso de mantener estables estas cuestiones a través de un norma regulatoria, en lo posible aprobada por el Congreso como se hizo en los noventa con el marco legal de la minería". 
Podríamos decir que exigen el "contrato Barrik". Concederlo sería un baldaso de agua fría para el Cristinismo. No es que tengan muchos pruritos al respecto (la asociación con las mineras no ha hecho más que estrecharse durante la década de gobiernos K, a tal punto que cambiaron la ley de glaciares para no entorpecer la minería a cielo abierto). Pero ocurre que no se lleva muy bien con toda la propaganda sobre la "soberanía" y las denuncias contra la rapacidad de Repsol (algo obvio desde los '90, de lo cual los K parece que tardaron un poquito en darse cuenta). Tampoco se lleva muy bien con la idea de que mágicamente, esta "recompra" parcial de YPF permitiría resolver todos los problemas energéticos, sin afectar más profundamente los intereses imperialistas, y sin elevar los precios ni nada. 
Estas complicaciones no son una sorpresa, sino el resultado lógico de las falacias del plan K (de Kicillof, aunque algunos se lo adjudican a Dromi). Como ya hemos planteado aquí "esperando que sean los inversores externos los que resuelvan los problemas del país, se parte de una débil posición que obligará a mayores concesiones, como ajustar los precios para terminar de acercarlos a los internacionales y garantizar las remesas de utilidades". Esas son las exigencias de las que Cristina Fernandez terminó de desayunarse en su reciente reunión con petroleros en el Upper East Side de Manhattan.
Las poco atractivas opciones para el cristinismo, son entonces aceptar las exigencias de las petroleras, retrocediendo sobre lo proclamado, o quedarse con la enorme potencialidad de Vaca Muerta sin explotar. Por supuesto, con la trampita de igualar soberanía con "autoabastecimiento", y este con exportaciones netas positivas, sustrayendo la discusión de los costos que haya que soportar para lograrlo (en términos ecológicos, pero también de cesión de soberanía), es una vía para tratar de salir airosos de una entrega tan nefasta como la de Frondizi (ver aquí). Pero difícilmente esta operación sea muy efectiva, considerando que necesariamente irá acompañada de aumentos en los precios del combustible "para todos y todas".
Volviendo a la nota de LPO, esta propone la conclusión, apoyada en "fuentes oficiales" ligadas al Ministro de Planificación Julio De Vido, que los problemas actuales estarían en "la forma en que se estatizó YPF", que "no hizo más que cerrar las puertas del crédito internacional". Pero esto es una chapucería, ya que el crédito estaba prácticamente cerrado previamente, y aún en las mejores condiciones no habría podido alcanzar la escala suficiente para las inversiones requeridas. Mejorar "las formas" no hubiera hecho más que elevar la carga de la expropiación parcial, acelerando los tiempos en los que deban afrontarse sus costos (por lo pronto la cuestión está en los largos tiempos del Ciadi) sin reducir en lo más mínimo las exigencias de las petroleras para invertir. No, los problemas no están ahí, sino que son el resultado de las restricciones insalvables de una medida que afectó parcialmente la propiedad capitalista en un sector (que apenas impacta sobre el 30% de la explotación hidrocarburífera), sin atacar de conjunto las posiciones del imperialismo, ni tampoco avanzar sobre otras rentas, lo cual hubiera permitido abrir caminos para realizar las inversiones sin depender del capital extranjero.
Lejos del camino oficial, o de sus críticos amigables al capital imperialista, para hablar seriamente de "soberanía hidrocarburífera", es necesario integrar esta cuestión en un programa de vaya hasta el hueso contra el imperialismo y la gran burguesía local, unida a este por mil lazos. 
Como decimos acá: "Entre otras medidas, se tiene que declarar el no pago de la deuda, nacionalizar los bancos y crear una banca estatal única, controlada por los trabajadores, para imponer un férreo control al movimiento de capitales y centralizar el crédito focalizándolo en sectores estratégicos cortando con la sequía crediticia que imponen los bancos para concentrarse en los rentables negocios que reflejan sus balances (en el último año sumaron ganancias por $11.000 millones). Esto también permitiría dar crédito barato para viviendas populares.
Pero estas elementales medidas de autodefensa nacional son apenas un primer aspecto para liberar recursos y encarar el autoabastecimiento energético. La renta agraria, que supera los u$s 10.000 millones que se reparten entre los terratenientes, cerealeras, semilleros, pooles y grandes empresas agropecuarias, debe ser íntegramente apropiada, mediante la expropiación de las grandes tierras y el monopolio estatal del comercio exterior. Lo mismo debe hacerse con la renta minera. Sólo con estas fuentes, en un año podría alcanzarse más de la mitad del valor necesario para inversiones en el rubro energético.
Este es un camino opuesto por el vértice al del gobierno. Expropiar el 100% de los recursos hidrocarburíferos, y no limitarse a una empresa dejando en manos de capitales extranjeros el 70% restante. Establecer un plan energético de conjunto, donde el “interés público” no sea una declaración de intenciones, organizando la explotación de las reservas de gas y petróleo, y su refinamiento, bajo gestión de los trabajadores. La expropiación de todas estas empresas y de la oligarquía terrateniente, junto a la estatización de la banca, que levantamos, no son para que estén bajo la órbita de la burocracia estatal, los De Vido y los Kicillof. Es necesario ponerlas bajo gestión de la clase trabajadora. Son premisas mínimas para poner todos los recursos que genera el pueblo trabajador en función de resolver sus propias necesidades, mediante un plan de obras públicas que ofrezca trabajo a todos los desocupados y apunte a los problemas de la vivienda, la falta de infraestructuras básicas, así como aumentar los presupuestos de educación y salud. Peleamos porque sean los trabajadores y sectores populares los que discutan cómo organizar el conjunto del aparato productivo en función de las necesidades sociales y no de las ganancias empresarias, ligando su destino a una perspectiva socialista en América Latina y en el mundo. No se trata de “imponer” este programa a la burguesía y su Estado, bajo cuyo dominio sólo podemos esperar que se profundice la dependencia. La aplicación de este programa para reorganizar la economía sobre nuevas bases reclama la movilización revolucionaria y un gobierno de la clase trabajadora y el pueblo".

martes, 17 de abril de 2012

La “expropiación” de YPF: El diablo está en los detalles

Finalmente, luego de unos meses de “pirotecnia verbal”, seguidos de algunas medidas sobre posiciones marginales de la petrolera Repsol en la Argentina (aún no se ha concretado la quita de licitaciones de ningún pozo de producción significativa) el gobierno de Cristina Fernández ha ido “por todo”. Bueno, en realidad, ha anunciado que irá por el 51% de “todo”.


Aunque la semana pasada daba la impresión de que el gobierno iba a recular por la fuerte presión del Estado Español, sumada a las dudas de algunos gobernadores, finalmente avanzaron rápidamente, sorprendiendo a los propios españoles, que ayer anunciaban que desde el viernes parecía haber una distensión y un clima de negociación.


El proyecto tiene el rimbombante título de Ley de Soberanía hidrocarburífera. Algo que, reconozcámoslo, poco ha preocupado al kirchnerismo durante estos años, si juzgamos por las felicitaciones recibidas por Repsol y otros popes del sector (como Bulgheroni) durante las gestiones de Néstor y Cristina, al tiempo que la producción caía (desde 1998 en petróleo y desde 2004 en gas), las reservas se deterioraban y también lo hacía el autoabastecimiento. Si definimos el autoabastecimiento por el saldo comercial sectorial, este terminó con el déficit del año pasado en petróleo y gas de 3.029 millones de dólares. Pero mucho tiempo antes, desde la propia privatización, cuando se abandonaron explotaciones poco rentables y se redujo al mínimo la exploración, podía preverse esta tendencia. Como en otros planos, el afán estatista del kirchnerismo ha aparecido acá también sólo cuando las falencias del mercado o y de los empresarios (imperialistas y socios locales) crean una situación insostenible. Digamos, de paso, que la política hidrocarburífera k se caracterizó desde el comienzo por una importante contradicción entre mantener las posiciones del capital privado (y extranjero) en el sector, y poner algunas trabas a la rentabilidad limitando los precios internos (aunque en los últimos años se permitieron fuertes ajustes). El resultado, no podía ser de otra manera, fue la explotación “rentística” de los recursos petroleros cuyas consecuencias saltan a la vista (ya que de lo contrario las empresas hubieran debido resignar ganancias, lo cual no está en su ADN), “modelo” que hasta hace poco la presidenta reivindicaba.

Notemos que, al contrario de lo que afirma Zaiat hoy, el proyecto sólo declara de "interés público" el autoabastecimiento, pero no es equivalente a una declaración de los recursos hidrocarburíferos como estratégicos. No cuestiona ni la "libre disponibilidad" por parte de las petroleras ni "el ruinoso concepto de materia prima (commodity)" como pretende este periodista. En todo caso le pone el límite de garantizar la provisión local, aunque en los hechos esto sólo se traduce en el avance sobre la propiedad de YPF, ya que la ley no menciona ningún cambio sobre las condiciones de explotación del resto de las petroleras.

El nombre de Soberanía hidrocarburífera queda bastante grande para un proyecto que sólo adquiere (pagando peso por peso) el 51% de una empresa que, aunque con posición dominante en el sector, no produce más de un tercio del petróleo, y 30% del gas que se extrae en la Argentina. En el caso del petróleo, la siguen muy de cerca Pan American Energy (17%) Chevron (8%) y Petrobras (7%). En el del gas, Total Austral controla un 25%, Pan American un 11%, y Petrobras un 9%. Sólo en el caso de la refinación de petróleo YPF concentra el 54%, pero acá también Shell mantiene una posición importante (19%) y el empresario K Cristóbal López está en tercer lugar con Oil M&S (9%). Como se ve, una medida que sólo vaya contra Repsol se queda bastante renga, no sólo para controlar efectivamente el grueso de la producción, sino para plantear la más mínima soberanía, cuando el grueso del capital en el sector es de origen extranjero, exceptuando a los empresarios amigos.


Sin embargo, proponen, el proyecto de ley hidrocarburífera vendría a resolver de un plumazo los problemas del sector. Aunque resta ver la implementación de esta ley y cómo operará el Consejo Federal de Hidrocarburos, ya podemos abrir varios interrogantes, que surgen de la propia ley. La misma, por empezar, mantiene a YPF como una sociedad anónima, en el contexto de un sector donde, como vimos, existe todo un conjunto de empresas que intervienen en las distintas fases de la extracción y refinación. Los criterios de rentabilidad conservarán su peso, en un contexto competitivo. Sin cuestionar la preponderancia del capital privado –y extranjero- en el sector, ¿cómo frenar la dinámica de desabastecimiento y alza de precios? ¿Acaso puede YPF SA no continuar el alza de precios? ¿De dónde va a salir el dinero para las inversiones que no hacen los privados, y sin las cuales no va a lograrse ningún “autoabastecimiento”? ¿O es que la “soberanía energética” incluye “tarifazo para todos” (menos para Aerolíneas quizá)? El esquema elegido no parece dejar mucho margen: o se continúa con los ajustes de precios de las naftas, o la soberanía energética quedará para los discursos (aunque los propios ajustes de precios nada aseguran como vimos estos últimos años).


Es en el terreno de las inversiones donde la proyectada “soberanía energética” se muestra más floja. El gobierno reclamaba en días recientes a Repsol que aportara 15 mil millones de dólares en inversiones. Tal vez sea que el Estado va a poner este dinero que no ha desembolsado la compañía. ¿Será tomando el capital de reserva de la compañía, y las utilidades futuras para focalizarlos en inversiones? Es una posibilidad. Sin embargo, hay otras urgencias, y estas suelen concentrar la atención del kirchnerismo. Alguien tiene que hacerse cargo de la factura de importación de combustible de este año, que, todo lo indica, va sumar entre 12 mil y 14 mil millones de dólares. Además, seguramente YPF será llamada a poner el hombro para ayudar a compensar el déficit de Aerolíneas. Todo esto podría rápidamente concentrar buena parte de los recursos ganados con la expropiación, dejando poco espacio para los esfuerzos de mediano o largo plazo, que son los que podrían alterar el balance energético.


Así como ocurre con la reforma de la Carta Orgánica del BCRA, todo indica que la expropiación parcial de las acciones de Repsol será puesta al servicio de las urgencias, y no de concentrar recursos para enfrentar problemas estructurales. La consecuencia, pasado el tiempo en que estas medidas dan (abundante) oxígeno a la política oficial, es que los problemas siguen allí, sólo que profundizados. El gobierno “nacional y popular” permitió que la dependencia energética se fuera profundizando durante todos estos años, opinando que la holgura extraordinaria de los superávits comercial y fiscal logrados con el brutal ajuste de 2001/2002, duraría por siempre. Como en otros terrenos, la política energética K fue dilapidar recursos en repartirlos generosamente a la burguesía (“nacional” e imperialista) mientras los hubo. No olvidemos los programas Petróleo Plus y Refino Plus lanzados en 2008, que significaron más de 1.500 millones de pesos al año, para subsidiar a las empresas con el objetivo de aumentar la producción (lo que no ocurrió) y que en buena medida beneficiaron a los exportadores, es decir a quienes vendían en el exterior los recursos que acá escasean. ¿Cambiará el ingreso del Estado a YPF esta lógica de la política hidrocarburífera? ¿O dará más recursos para administrar una abundancia poco duradera, y seguir pateando los problemas hacia adelante? Nos inclinamos por la segunda alternativa.


Por supuesto, también está la posibilidad de que el kirchnerismo haga un poco de “frondizismo”, es decir ponga proa al autoabastecimiento, abriendo el juego a otras multinacionales imperialistas. Los recursos no convencionales de petróleo y gas son de tal magnitud que podrían convertir a la Argentina en un país petrolero (gasífero ya lo es), y no sólo un país con petróleo, diferencia sutil pero no desdeñable. Podría conjeturarse si, además de las urgencias inmediatas, la posibilidad de esta formidable renta no fue lo que empujó el súbito fervor soberano del gobierno nacional y los gobernadores.


La dificultad que se presenta, es que la explotación de estos recursos requiere formidables inversiones en tecnología, y tiene largos tiempos hasta que las explotaciones puedan ser aprovechadas económicamente. Esto escapa a los recursos que el gobierno podría dirigir hacia el sector, considerando que ya la compra de las acciones le significará un desembolso considerable. Por eso, como prevé la ley, una “integración del capital público y privado, nacional e internacional, en alianzas estratégicas” podría venir a salvar las dificultades. Es decir, haciendo como Frondizi en su momento, el gobierno podría buscar el autoabastecimiento de la mano de un acuerdo con las privadas. Exxon móvil ha desarrollado en EEUU tecnología que podría permitir explotar el shale oil en el país. Podría cambiarse, entonces, una situación de control de la principal empresa hidrocarburífera por el capital extranjero, a una empresa con mayoría de propiedad estatal que realice leoninos contratos con el capital privado. Al modo como Frondizi logró el autoabastecimiento, alimentando la entrada de las petroleras extranjeras y dando en concesión grandes extensiones (por una supuesta exploración que en realidad ya había sido hecha en buena parte por YPF), aparte de garantizarles cuota de mercado para los productos derivados de petróleo en el mercado interno.


Esta “división del trabajo”, entre el gobierno y el capital extranjero, podría permitirle al primero concentrarse en el corto plazo, usando los recursos de YPF S.A. para salvar en la coyuntura las urgencias petroleras, mientras cruza los dedos a la espera de que el capital extranjero sea quien resuelva los problemas estructurales. La medida “soberana” anunciada ayer, podría derivar entonces en nuevas formas, más mediadas pero no menos onerosas, de dependencia.


A pesar de que lo que busca presentarse como una medida nacional no es más que una transacción de compra y venta, podría abrir fuertes tensiones entre la Argentina y el Estado Español, contando este último con el respaldo de la Unión Europea, y probablemente de otras potencias. Las amenazas ya lanzadas por el gobierno imperialista español y de sus socios de la Unión Europea merecen todo nuestro rechazo. Sin embargo, acá también, tras la pirotecnia, pueda haber una negociación dura (pero negociación al fin), que deje a todos medianamente contentos. Brufau le ha puesto precio en 10.500 millones de dólares a su reclamo, y el gobierno maneja casi la mitad, pero podrían cerrar trato a mitad de camino. No estaría nada mal para Repsol. Equivaldría a algo así como la ganancia neta que ha dejado la empresa en desde 1999, es decir unos 8 mil millones de dólares. Considerando el vaciamiento que han hecho de la empresa, girando al exterior más dólares que los ganados (14 mil millones de dólares), y que a la empresa fue adquirida en 1999 por 13 mil millones de dólares (con la ayuda de una subvaluación de la compañía avalada por el gobierno de Menem), el resultado sería bastante ganancioso, aunque reduciría a Repsol a lo que siempre fue, una empresa refinadora con pocos recursos petroleros propios. Desde el punto de vista del gobierno argentino, en cambio, sería pagar una factura demasiado onerosa para poner fin a una entrega, para lo cual dispondrán probablemente una ingeniería financiera entre la ANSES (vendiendo bonos a cambio de dólares) y el Banco Central (comprando los dólares del ANSES para prestarlos al gobierno), o alguna variante similar. Nuevamente es la plata que no se destina garantizar el 82% móvil, la que de una u otra forma será seguramente utilizada para financiar el ingreso del Estado en YPF S.A.


No habrá soberanía hidrocarburífera si no se avanza en una expropiación sin pago no sólo del 100% de las acciones de Repsol-YPF, sino también del conjunto de las empresas que participan en la extracción y refinación. Esta sería la única vía para hacer una contabilidad general de las reservas disponibles y cortar en lo inmediato toda exportación, a los fines de garantizar en el plazo más corto el autoabastecimiento. También, permitiría establecer en lo inmediato los excedentes disponibles que puedan volcarse hacia la explotación de recursos no convencionales, lo cual merece además un debate sobre las formidables consecuencias ecológicas de estas explotaciones, muy superiores a las de petróleo y gas convencional (debate que, como en el caso minero, cuando hay buena renta en juego el gobierno no está dispuesto a permitir). Pero claro, una iniciativa semejante resultaría “disfuncional” para la burguesía argentina, que a lo sumo aspira a que esta renacionalización parcial le permita morder una parte del negocio petrolero, reeditando en alguna medida el “capitalismo de amigos” que el gobierno viene poniendo en el freezer en algunos sectores (pero no en todos). La vocación “nacional” de la burguesía y el gobierno, no llega a más que buscar una mejor participación en la renta petrolera. La propia historia de YPF, que fue puesta al servicio de la valorización de capital de los contratistas en desmedro de su capacidad operativa, así lo ilustra. Es sólo la clase obrera, acaudillando al conjunto del pueblo pobre, la que puede proponerse una salida verdaderamente nacional y antiimperialista, imponiendo una gestión de estos recursos estratégicos en función de las necesidades, como parte de una reorganización del conjunto de la economía nacional sobre nuevas bases.