jueves, 12 de noviembre de 2009

La plata de los jubilados y la plata de los acreedores

La extensión de las asignaciones familiares significa la absorción de otros planes por más de $5.000 millones (m). Se podría decir que ordena “la caja” fiscal para negociar la deuda: miles de millones de pesos pasan a la cuenta de ANSES, y el tesoro libera recursos para contener el déficit fiscal creciente y dar señales a los “mercados” de que podrá pagar. El gobierno sigue adornando los números para los acreedores: en 2008 liquidó las parasitarias AFJPs, pero para transformar en superávit del tesoro el de ANSES y venderle bonos al organismo para seguir pagando la deuda y subsidiar a los capitalistas. Ahora, el anuncio del subsidio universal tiene en su letra chica un guiño a los bonistas.

Además de los aportes patronales y contribuciones que recauda por cada trabajador registrado (siempre y cuando los “Don Carlos” no usen esa plata para financiar sus empresas) ANSES recibe fondos por la recaudación de distintos impuestos (IVA, Cheque, Ganancias), que surgen de una deducción del 15% a la coparticipación que reciben las provincias, arreglo que se mantiene desde los '90 cuando la creación de las AFJP desfinanció el sistema. De esa masa de recursos, el organismo ahorra hoy una parte luego de pagar haberes y asignaciones. Este ahorro pasa a engrosar el stock de recursos que se reservan para hacer frente a futuros aumentos en los haberes y al crecimiento en el número de jubilados. Ese stock es el que el gobierno ha venido succionando a cambio de títulos de deuda.

Ahora, con los rendimientos de ese stock (los intereses de préstamos y utilidades de tenencias accionarias) se financiará la extensión de las asignaciones por hijo. Pero como las utilidades esperadas para 2010 ($8.500 m) son menores a los 10.000 m del plan (que algunas estimaciones dicen que en realidad podrían llegar a 13.000 m), éstas no alcanzarían para sostenerlo. Entonces, o se crea nueva deuda, o se usa una parte del stock que hoy ronda los $100.000, que entonces ya empezaría a reducirse. Los 5.000 m que se ahorra el fisco o más, es lo que habría que usar anualmente del Fondo de Garantía. Y eso sin contar que los rendimientos supuestamente se acumularían para afrontar futuros aumentos en las erogaciones en vez de gastarse.

Algunos escribas a sueldo del gobierno han salido a criticar los planteos de que se está usando “la plata de los jubilados” para extender las asignaciones por hijo. Argumentan que esa plata no es de los jubilados, ya que el sistema de reparto corta con la dependencia de los aportes individuales para sostener los pagos futuros de la jubilación, y reivindican el supuesto plan global del gobierno para mejorar la situación de los sectores más vulnerables.

Es cierto: los aportes de hoy no son de cada futuro jubilado. Pero es falaz plantear que hay una política global para mejorar las condiciones de los pobres. Por el contrario, lo que trata el gobierno es de contener a la población más pobre con unos pocos pesos, para evitar una extensión de reclamos que confluyan con los de los trabajadores ocupados con miras más ambiciosas que apenas sobrevivir, como acabar de raíz con las condiciones de miseria exigiendo salarios que alcancen como mínimo la canasta familiar y trabajo para todos. Mientras lo hace, reconoce y legitima el trabajo en negro y los bajos salarios. Y de paso libera plata para los acreedores.

Podría argumentarse que como se trata de una asignación vinculada a la seguridad social, es lógico que la nueva asignación caiga en la órbita de ANSES. También, que al tratarse de un sistema de reparto, el Estado está obligado a sostener todas las erogaciones más allá de la solvencia del sistema. Respecto a éste segundo planteo, hemos visto muchas veces cómo el Estado pagó jubilaciones miserables con tal de no poner para ANSES ni un peso que tenga otra asignación presupuestaria para. Puede ser muy lógico que por las características de esta asignación caiga en la órbita de ANSES, pero también lo sería que se incrementaran los recursos en forma equivalente. Pero no es el caso sino todo lo contrario, y mientras promociona el plan, Boudou dice sin sonrojarse que sería recesivo aplicar nuevos impuestos para justificar que el capital financiero siga sin pagar nada por especular a piacere.

Por lo demás, el gobierno sigue rechazando implementar el 82% móvil y mantiene aumentos discrecionales a las jubilaciones (hoy con una mínima de $827). El ministro Boudou, que hoy califica este proyecto de “revolucionario”, cuando estaba a cargo de ANSES sostuvo que los recursos “no alcanzan para dar un aumento a los jubilados” (20/05/09). Parece que cuando se trata de liberar al fisco, se pone más generoso.

La extensión de las asignación es parte de la orientación pro mercados encarada por el gobierno para afrontar el déficit. Ninguna respuesta seria a la pobreza puede venir de las migajas del gobierno K. Es necesaria la mayor unidad de ocupados, precarios y desocupados para pelear por un inmediato seguro de desempleo acorde a la canasta familiar, el reparto de las horas de trabajo entre todos, y garantizar el 82% móvil a todos los jubilados, sobre la base del no pago de la deuda, nacionalización de la banca, y los impuestos a las grandes fortunas.

jueves, 5 de noviembre de 2009

La “gestión” K de la pobreza

ASIGNACIONES POR HIJO
La “gestión” K de la pobreza

Con el anuncio del plan de asignaciones por hijo, el gobierno aparece dándose un ligero baño de progresismo después de la represión en Kraft y el giro hacia “los mercados” impulsado por Boudou. Celebran que la oposición “se quedó sin argumentos” y que se ha dado un primer paso para terminar con la pobreza.

Todo por $2

Hay un abismo entre el reclamo de los movimientos de desocupados de $2.000 para cubrir la canasta básica, y lo limitado de una medida presentada con tanta pompa. Además, según los datos que surgen del presupuesto del 2010 los K gastarán 44.232 millones de pesos (4,5 veces superior a lo que destinará a las asignaciones por hijos) en subsidiar a los capitalistas del transporte como Roggio, a las empresas de energía como Edenor y Edesur, al agro y la industria, etc. Los pagos de intereses de la fraudulenta deuda pública, aún sin considerar el aumento que signifique el nuevo canje a los holdouts, serán 2,6 veces más altos que el conjunto de las asignaciones. Mientras que estas generosas erogaciones al capital se sostienen con un presupuesto apoyado principalmente en impuestos al consumo, es el bajo ingreso de los jubilados el que sostendrá las asignaciones por hijo: los recursos saldrán del rendimiento de los fondos de la ANSES que se apartan para “garantizar la sustentabilidad” del sistema, incurriendo en un déficit ya que los mismos son menores a los $ 10.000 millones comprometidos.

La medida fue anunciada la misma semana que Redrado y Boudou convencieron a los K de archivar la idea de reformar otra “ley de la dictadura” como es la de entidades financieras, o de siquiera gravar la renta financiera, para no afectar el “clima de negocios” cuando están tratando de cerrar el canje armado por los mismos bancos de los que son clientes los dueños de los títulos (imagínese a la medida de quien).

Bomberos del capital

Esta medida, al igual que los planteos de la oposición, se propone actuar de colchón para contener los efectos de los despidos que realizaron las empresas, y que planean continuar. A pesar de los síntomas de recuperación económica, la recuperación del empleo se pronostica que será limitada. Es que las empresas están utilizando la crisis para despedir, aumentar los ritmos de trabajo y congelar salarios o en el mejor de los casos otorgar aumentos por detrás de la inflación.

La pobreza cuya medición desfiguró la intervención del Indec estaría afectando a más del 30% de la población. El solo reconocimiento que se le asignará el subsidio a 5.000.000 de menores de 18 años, que representan el 12,5% de la población, indica lo mentiroso de los números oficiales que señalan una pobreza de sólo el 13,9% para el total de la población, ya que sólo contando los menores se llega casi a ese porcentaje. Esta pobreza no brota de la nada ni es solamente un producto de los cientos de miles de despidos que sucedieron mientras el kirchnerismo trataba de ocultar el impacto de la crisis, y se limitaba a lanzar planes cuyo único efecto fue transferir dinero a los empresarios. Aunque esto sin duda agudizó el problema. Las raíces profundas están en la estructura del empleo con un 40% en negro y numerosas formas de contrato precario como son los contratos a término. Estas condiciones permitieron un formidable retroceso en la participación de los trabajadores en el ingreso generado: sólo considerando el sector manufacturero, las remuneraciones pasaron de representar el 44% del valor agregado en el año 1994, a apenas el 25% en los últimos datos del Censo Económico 2004-2005. Aunque los K dejaron correr mejoras en la remuneración de los trabajadores en blanco, estas tuvieron un límite muy estrecho: con la ayuda de los sindicatos, el gobierno puso un freno cuando en 2006 algunos pocos sectores alcanzaron o apenas superaron el poder adquisitivo del 2001, año pico de recesión. De ahí en adelante la inflación viene erosionando los salarios, pero como las empresas producen más y venden más caro, la participación capitalista en el agregado siguió en aumento, en línea con la tendencia que registra desde mediados de los ‘70. La pobreza es tributaria de esas condiciones de concentración del ingreso que el gobierno sostuvo y permitió que se profundizara. La asignación por hijo deja intacta esta situación “gestionando” la pobreza y naturalizando una masa de obreros sin trabajo o con trabajo precario. A su vez, los capitalistas encuentran en el trabajo en negro y precario una masiva fuerza de trabajo barata, cuya baratez es asistida ahora por las asignaciones por hijo, que presiona morigerando las aspiraciones del conjunto de la clase obrera. Los capitalistas necesitan para volcar la crisis sobre los trabajadores evitar cualquier atisbo de unidad entre desocupados y ocupados.

En un escenario donde las patronales se preparan para continuar la restructuración -despedir y rechazar aumentos de salarios- el gobierno vuelve a actuar de bombero, esperando con esta asignación distender las presiones al aumento salarial en los sectores de menores ingresos. En un momento en que “se espera una profundización de los conflictos laborales el año próximo, asociada principalmente a los reclamos por mejoras salariales” (Aseguran que mejora la actividad pero recrudece la conflictividad laboral - DiarioGremial.com-), la asignación por hijo a cargo del gobierno con los fondos de los jubilados, es un plan de contención que busca evitar la unidad de los trabajadores desocupados y en negro, de los trabajadores en blanco.

Un programa obrero por el empleo y contra la pobreza

Existen los recursos para garantizar inmediatamente un seguro temporal de desempleo acorde a la canasta y para desarrollar un gran plan de obras que incorpore a todos los desocupados (que debería ser bajo control de los trabajadores) mediante el no pago de la deuda externa, la expropiación de los recursos naturales, incluyendo la tierra de los grandes terratenientes, nacionalización de la banca y dejando de subsidiar la ganancia capitalista. Este programa sólo puede ser impuesto por la lucha, enfrentando los planes capitalistas sobre la base de la más amplia unidad entre trabajadores efectivos, contratados, en negro y desocupados, tirando abajo toda la legislación laboral flexibilizadora y repartiendo las horas de trabajo entre todas las manos disponibles.

Esteban Mercatante y Pablo Anino

martes, 3 de noviembre de 2009

Kraft Terrabusi

Comunicado de Prensa
Gran triunfo de la lista 1 encabezada por Javier “Poke” Hermosilla

(Buenos Aires, 3/11/09). A pesar de las maniobras de la empresa y el sindicato, y la situación represiva que se vive en la planta, más de 1700 compañeros y compañeras participaron masivamente en la elección de Comisión Interna dándole el triunfo a la lista 1 (impulsada por la agrupación Desde Abajo del STIA junto a compañeros y compañeras independientes) con 676 votos, sobre la lista encabezada por Ramón Bogado que obtuvo 660 votos, y la lista 3 alentada por Daer y la patronal, que obtuvo sólo 390 votos. La lista 1 obtuvo el 75% de los votos en el turno noche, donde Hermosilla es delegado, turno que sufrió la mayor proporción de despidos y suspensiones.

La lista ganadora va a impulsar la inmediata reorganización del Cuerpo de Delegados por Sección, y convoca en especial a los compañeros y compañeras de la lista 2 a hacerlo en común, como parte de la lucha por la reincorporación de los 53 compañeros que aún siguen despedidos, y por todas las reivindicaciones de las obreras y obreros de Kraft-Terrabusi que vienen de protagonizar una heroica lucha.

viernes, 9 de octubre de 2009

La economía argentina: leve viento a favor (para las ganancias capitalistas) y tracción del FMI

La economía argentina viene sufriendo una caída de la producción, hoy más lenta y acompañada de un veranito financiero. La intervención de los estados de las principales potencias salvando a los banqueros, a pesar de no resolver ninguno de los problemas estructurales, ha aminorado por el momento la caída de la economía mundial; y ha provocado un enorme excedente de dinero que se está destinando a la especulación en los países “emergentes”. Esto, junto con la mejora esperada en los precios de la soja, el acercamiento al FMI, y la prometida renegociación de la deuda generan optimismo que le da margen al gobierno para tratar de manejar la economía, aceptando, todas juntas, las deudas pendientes con el establishment.

Aminora el desplome

Este año comenzó con pronósticos sombríos de desplome, pero todo indica que terminará en una caída del PBI de 2,5%, leve comparada con otros países. Se ve un coyuntural amesetamiento de la caída. En el interín, entre finales de 2008 y comienzos de 2009 se registraron caídas que en numerosas ramas -como la industria automotriz- superaron el 20%. Pero hoy algunas ramas muestran crecimiento anual positivo, como la alimenticia, caucho y plástico, la química y la metalmecánica, y la situación general contrasta con el escenario de desplome pronosticado.

La ganancia de los capitalistas, aunque en retroceso, no muestra un desplome generalizado. Las empresas que cotizan en bolsa (que al ser pocas tienen una representatividad cuestionable, pero permiten darse una idea de la marcha general), y presentaron balances a junio de 2009, sumaron ganancias por $ 4.100 millones. Aunque esto menor a junio de 2008, hay rubros como el alimenticio que muestran una ganancia neta con poca caída (apenas 10%). Si se considera sólo el segundo trimestre, la ganancia del conjunto de las firmas cae menos, lo que “podría ser una señal de una desaceleración en la caída de las ganancias”, según el estudio del IAMC.

Sin embargo en el marco de la aguda crisis de la economía mundial, donde son muchas las dudas de lo que podría pasar si los planes de estímulo estatal se reducen, estos signos de una situación menos crítica podrían durar lo que un suspiro. No hay nuevo esquema de crecimiento ni nada que se le parezca. El reanimamiento industrial responde centralmente a una recomposición de stocks, y en algunos sectores como la industria de neumáticos, al cierre parcial de las importaciones. La recuperación podría pasar en varios sectores a estancamiento una vez recompuestos los stocks frente a un consumo planchado. La construcción aún no muestra signos de mayor actividad después de una caída estrepitosa, incluso a pesar de algunos aumentos de la obra pública, y la inversión muestra una caída muy aguda.

Avanzan los despidos

Desde comienzos de año se perdieron casi 230 mil puestos registrados, sin contar el trabajo en negro. En la industria, el INDEC reconoce la destrucción de 54 mil puestos de trabajo en aproximadamente un año. Esta destrucción se mantiene a pesar de la desaceleración de la caída industrial: la mitad de los empleos destruidos corresponden al segundo trimestre de 2009, cuando aminora la caída productiva. Mientras que los pronósticos son de una caída de la producción que rondaría un 2,5% para todo el año, la pérdida de empleos alcanza el 4%. En el medio de la crisis, los empresarios ganan en productividad. Esta destrucción de puestos de trabajo fue a pesar del programa REPRO (subsidio para contener despidos), que en junio de 2009 alcanzó a 84.600 trabajadores (82% corresponde a la industria, con textiles, metálicos y autopartes a la cabeza).

Voceros patronales sostienen que “En 2010, las cosas no van a estar mucho peor pero tampoco mejor, en términos de empleabilidad”, según Ernesto Kritz (“El efecto Kraft”, Fortuna, 02/10/09). Las empresas apuestan a beneficiarse de la crisis para aumentar la “productividad del salario”.

“[E]n la salida de la crisis en 2003, el empleo subió mucho, pero ahora no podrá hacerlo al mismo ritmo porque en ese entonces había caído a pique el costo laboral, era muy barato crear nuevos empleos [...] De la actual recesión […] vamos a salir con un costo laboral muy alto”. La destrucción de puestos de trabajo busca ser aprovechada por la patronal en dos sentidos: para retomar la producción con menos trabajadores aumentando la productividad con mayores ritmos y duración de la jornada, y para poner límites a las pretensiones salariales agitando el fantasma de la desocupación, cargando los costos de una inflación sobre las espaldas de los trabajadores. En palabras del vicepresidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, “[desde 2002 hasta la fecha] los salarios subieron arriba de un 350%. Si alcanza o no es otro tema [...] no podemos seguir fijando incrementos salariales del 20 o 25%” (“Todo el empresariado quiere diálogo”, Fortuna, 02/10/09). Es este el enfoque empresario para hacer frente a la “conflictividad laboral”. Todo el empresariado mira atentamente a Kraft, ya que esta batalla es crucial para avanzar en esta política. Golpear al activismo de base y terminar con las comisiones internas combativas, son divisas del conjunto de la burguesía en estos tiempos de crisis.

Rumbo al déficit fiscal

Ya a finales del gobierno de Néstor Kirchner, comenzó la política de compensar el avance de la inflación con subsidios a los capitalistas ($40 mil millones en 2009). Los subsidios fueron también la vía para hacer frente a la crisis energética. Con la caída de la recaudación subsidiar la ganancia es cada vez más difícil. La recaudación está cayendo porque sube menos que la inflación. Por eso el gobierno está pisando los gastos en numerosas partidas sociales y prevé que terminará 2009 con un déficit controlable, aunque está por verse si lo logra. Claro que el gobierno tiene recursos como las reservas o colocar deuda en los organismos públicos como la Anses para ordenar relativamente el panorama fiscal. Pero la fuga de capitales que entre 2008 y 2009 llega a casi u$s 30 mil millones, por el rechazo empresario a las políticas gubernamentales y las expectativas devaluacionistas, amenazaba drenar las reservas disponibles, y hacer caer toda la estrategia financiera del gobierno. En vez de alguna medida seria para parar la fuga como nacionalizar todo el sistema financiero para controlar el flujo de divisas, el gobierno ensaya la vuelta a la disciplina de los mercados.

Con la frente marchita

Boudou habla de un “nuevo” FMI que estaría surgiendo de (aún incumplidos) cambios en los porcentajes de votos para algunos países del G-20, lo que para el ministro significa que habría más libertad para manejar la economía sin directivas. Lo cierto es que el gobierno vuelve sobre sus pasos, aceptando después de años de diatribas contra el FMI, la auditoría del organismo.

A esto agregaría un arreglo con el Club de Paris y una nueva oferta para los holdouts que los K preparan de la mano del Citibank, el Deutsche Bank y el Barclays, como guiño hacia “los mercados”. A pesar de la quita el nuevo canje será un gran negocio para los que compraron los bonos totalmente devaluados. Una deuda no reconocida y de valor casi nulo, se transforma en nueva deuda pública por u$s 7 mil millones más los intereses no pagos. La otra pata de la política “pro mercado” es la estabilidad del dólar (que se apreció más de un 10% en el año, pero sin fuerte devaluación) que permite especular sin el riesgo de una depreciación. Gracias a esto, en lo inmediato se detuvo la fuga y están ingresando capitales especulativos a realizar negocios con los bonos del estado que dan un gran rendimiento en el corto plazo.

Los K se ilusionan en que el acceso al mercado de crédito les permita llegar al 2011. Aspiran a que dure la abundante liquidez surgida del rescate a los banqueros de las grandes potencias, que fluye a los países “emergentes” en búsqueda de ganancias rápidas, pero “Todos los que están operando en la plaza financiera tienen el mismo plan: cuando llegue el momento, tomarán las ganancias en pesos y volverán a dólares.” (Ámbito Financiero, 5/10/2009).

El regreso al FMI no será un trago tan sencillo de apurar. Aunque Boudou afirma que será una supervisión de las cuentas sin intromisión en las políticas económicas, algunos prevén que “tal vez le pidan mayor moderación fiscal, política monetaria más estricta, inflación controlada, un banco central más independiente, sinceridad del Indec y más consistencia de la política económica.” (La Nación, 5/10/2009). Además, la renegociación con el Club de Paris y los holdouts pondrá en un nivel más alto los vencimientos de los próximos años agravando la situación fiscal y haciendo cada vez más pesada la carga de la deuda. En el pasado quedó el discurso del desendeudamiento (que dicho sea de paso, hará pasar al gobierno de Kirchner como uno de los que más pago neto de deuda realizó en toda la historia).

Estamos ante otra debacle del proyecto “nacional y popular”. Así como el gobierno que “no reprime la protesta” terminó desalojando a los obreros de Kraft por orden de la embajada yanqui, vuelve al FMI con la frente marchita, para poder seguir pagando la deuda y financiar los dólares con los que la burguesía nacional y extranjera fuga sus ganancias.

Pablo Anino y Esteban Mercatante

jueves, 14 de mayo de 2009

Burbuja de optimismo en los pronósticos sobre la economía mundial


Datos recientes han generado optimismo sobre la crisis mundial. Primero, se conoció que la economía norteamericana muestra una caída cada vez más débil, con lo cual podría estar alcanzandose un piso. Sobre esta base, algunos pronostican una débil recuperación en la segunda mitad de 2009, más firme en 2010. Obama anunció que espera que la economía de EE.UU. crezca para el último trimestre de 2009 a un 3,5% anual. Incluso uno de los más pesimistas, Nouriel Roubini, planteó que el escenario de depresión mundial se habría evitado por la intervención estatal de varios países.

Pero lo más relevante son los resultados del “test de resistencia” que se hizo a 19 grandes bancos de EE.UU.. En opinión del presidente de la Reserva Federal (Fed, Banco Central de EE.UU.) “los auditores llegaron a la conclusión que casi todos los bancos evaluados tienen bastante capital propio para absorber un aumento de las pérdidas en un eventual escenario adverso” (Reuters, 07/05/09). Conclusión: no habrá más Lehman Brothers, y el nuevo capital que deberían obtener los bancos, calculado en u$s 74.600 millones es bajo, en relación con lo ya perdido y lo que les prestó la Fed.

La economía mundial sin motores

Sin embargo, en ambos casos podría tratarse más de una expresión de deseos que definiciones con alguna base sólida. En el caso de EE.UU. la tasa de crecimiento del producto, el nivel de desempleo y los precios inmobiliarios, “ya están peor que el escenario pronosticado como más probable para 2009, e incluso peor que los guarismos del escenario considerado más adverso para 2009” (Roubini, en www.rgemonitor.com, 13/04/09). La caída puede haberse desacelerado, pero luego de superar las expectativas más pesimistas del gobierno; la tasa de desempleo se acerca al 10%, y si se mantiene la destrucción de empleos a 400-500 mil por mes, podría llegar a 11%. Persiste el problema de quién motorizará la demanda mundial. Ni Alemania ni China parecen dispuestos a jugar ese rol (ni es claro en qué medida podrían), y privilegian el crecimiento apoyado en las exportaciones. Paul Krugman planteó que “es muy difícil ver cómo el mundo puede tener una recuperación completa si China sigue con superávit en cuenta corriente del 10 por ciento del PIB” (Reuters, 11/05/09), que hasta ahora se sostuvo con el enorme déficit comercial de EE.UU., insostenible con la crisis. Para Krugman los desequilibrios globales (superávit externo chino, alto desempleo en EE.UU. y el bajo crecimiento de Europa) ya están conduciendo a la crispación social en todo el globo, y esto se agravará con los nuevos ajustes: “Algo deberá ceder, y no será nada lindo”, concluye.

Los bancos, ¿a salvo de nuevas turbulencias?

Las conclusiones del test a los bancos, se apoyan en suponer que éstos podrán ampliar su capital en u$s 110 mil millones. Si tienen éxito, necesitarían “sólo” u$s 74.600 millones, pero si fracasan el monto podría llegar hasta u$s 185 mil millones. El optimismo se basa entonces en una contabilidad creativa. Este artilugio también se utilizó para mejorar los resultados de los bancos, computando no el valor de mercado de sus activos (hoy bajísimo) sino el valor de libro.

Además, se estiman ganancias netas no distribuidas en u$s 362 mil millones para los 19 bancos en 2009-2010. Este pronóstico es sumamente optimista; el FMI prevé para el mismo período que todo el sector bancario norteamericano tendrá u$s 300 mil millones, y los 19 bancos apenas u$s 150 mil. Esto significaría que los bancos tendrán que endeudarse (lo que hoy casi sólo pueden hacer con la Fed) o capitalizarse por montos muy superiores a los estimados.

Por otro lado, las ganancias fueron estimuladas por los generosos subsidios provistos por el gobierno con: tasas de interés de casi 0% en créditos garantizados, capitalización con fondos públicos de las instituciones (sin asumir su control), la compra de activos tóxicos por parte de la Fed a precios mayores a los de mercado. Todo esto ya sumó 3 billones de dólares, y la ayuda total prometida alcanzará a 13 billones. Otro factor de precariedad de los bancos es que la estrategia del gobierno de EE.UU. para sanearlos ha sido inducir a que los relativamente débiles tomen el control de otros en peor situación. Como plantea Nouriel Roubini, “fusionar a dos bancos débiles -o casi zombies- es como hacer que dos borrachos se ayuden uno a otro a mantenerse erguidos” (“Diez razones por las que el test está ‘viciado’”, en www.rgemonitor.com, 8/05/09).

El optimismo, entonces, no parece basarse en factores muy duraderos pero todos se aferran a él esperando que la recuperación que evite ajustes más severos. Pero ya hay voces escépticas: por lo restringido de las medidas de Obama, en lo fiscal y frente a los bancos, Krugman sostuvo que “ayudan a que la economía se arrastre sin recuperarse totalmente y a que los bancos sobrevivan sin expandirse realmente”.

Argentina en la coyuntura: un ligero respiro

El gobierno argentino ha logrado un respiro en los frentes que se mostraban más débiles. Gracias a un repunte en la cotización de la soja, y a que éste fue aprovechado por los exportadores, aumentó la oferta de dólares y se redujo la presión a la suba del dólar. Otra ayuda vino de Brasil donde subió fuerte la moneda: en menos de dos meses pasó de 2,60 reales por dólar a 2,05.

Pero de los 1.800 millones de dólares liquidados, el Banco Central apenas pudo hacerse 60 millones para mejorar sus reservas, lo que se vincula a la persistente fuga de capitales, que en lo que va del año se calcula que ya ha llegado a los u$s 5.700 millones. El dólar mantiene una tendencia alcista, con un nuevo piso hoy por arriba $3,70 por dólar (hace un año el dólar se movía entre los $3,30 y $3,40). Mientras tanto, aunque el Central declara reservas por casi u$s 50 mil millones, algunos calculan que las verdaderamente disponibles serían u$s 22.430 millones para respaldar una base monetaria de $ 99.849 millones. Esto daría una relación de 4,44 pesos por dólar (véase “La persistente fuga de capitales”, La Nación, 13/05/09).

Otra mala noticia, es que aunque la soja esté subiendo, la sequía que afecta al país ha disminuido severamente la cantidad exportable. Aunque los precios sean mejores que en los últimos meses, se calcula que las exportaciones de granos caerán en u$s 10 mil millones, y la recaudación por retenciones u$s 3.500 millones.

Deuda y situación fiscal

El gobierno cerró el programa financiero hasta 2010. Ayuda que muchos vencimientos correspondan a deuda que ha pasado a manos del Estado. Por compra de bonos por parte del Tesoro, la nacionalización de las AFJP, y la emisión de deuda tomada por ANSES y otros organismos, el 29% de los vencimientos en 2009 son intra sector público y podrían llegar al 43% en 2010.

El correlato es una formidable creación de deuda interna. Lo que el tesoro refinancie con organismos públicos, no desaparece como deuda, salvo que haya default de deuda interna. Los “grados de libertad” que algunos reivindican que tiene el gobierno gracias a estos manejos (ver por ejemplo Alfredo Zaiat, “¿Y el default?”, Página/12, 9/05/09) son a costa de una espiral de endeudamiento que ya no es con organismos internacionales o con los sectores financieros, pero no por eso desaparece.

Por otra parte, el único motivo por el cual el gobierno incurre en este endeudamiento es para seguir pagando la deuda pública que sí tiene con los bonistas, y para subsidiar a los capitalistas. Salta a la vista que la nacionalización de las AFJP, la única medida del gobierno que implicó la reversión de una de las más nefastas reformas neoliberales, sirvió en gran medida para cumplir puntillosamente con los acreedores. Habrá que ver si esto termina en un default con los organismos que tomaron la deuda, con lo cual, dado que el gran acreedor es la ANSES, los fondos de los jubilados que el gobierno pretendía defender habrán sido dilapidados, o si se mantiene una espiral de deuda creciente intra sector público.

Como sea, este manejo no tiene nada que ver, como pretenden algunos, con un fondo anticíclico que se haya acumulado durante los años de bonanza y pueda durar en el tiempo (Ver Zaiat, “Culposa”, Página/12, 22/04/09). Más prosaicamente, se trata de un manotazo sobre los excedentes de distintos organismos a cambio de papelitos de deuda. Con un superávit fiscal hoy casi nulo, estos recursos apenas alcanzan -aparte de cerrar el programa de la deuda- para mantener algunos de los planes de obras públicas que se anunciaron, aumentar subsidios a los empresarios que amagan con despidos (a lo cual agregarán $ 250 millones para el sector autopartista), o para tomar el control de algunas empresas como la papelera Massuh (a cambio de pagarle canon a los empresarios vaciadores en vez de expropiarlas). Pero con una economía en caída (imposible decir de cuánto, tanto el Indec como los privados dibujan números según sus intereses) la recaudación de Anses disminuirá también.

Por eso, aunque la coyuntura hacia las elecciones parece más controlada, no hay margen para posponer una severa reestructuración después de las elecciones. Las fracciones capitalistas se están acomodando para ver cuánto de ajuste y liberalización (como quieren algunos grandes empresarios como Ratazzi de Fiat y la Sociedad Rural), y cuánto de devaluación (como impulsa el grueso de la UIA) habrá en el esquema pos elecciones.

Esteban Mercatante

viernes, 17 de abril de 2009

EL IMPACTO DE LA CRISIS EN LA "CAJA" DEL GOBIERNO


La política fiscal kirchnerista: recaudar de los trabajadores y gastar para los capitalistas



Tanto los más rancios economistas neoliberales, como el “progresismo” pro kirchnerista, comparten un diagnóstico: lo definitorio de la política económica K es la intervención estatal en la economía. Esto es desaprobado por los primeros, que piden “dejar actuar a las leyes del mercado” y se escandalizan por las pretensiones del gobierno de aumentar el gasto público y las fuentes de recaudación. Mientras tanto, los “progres” saludan toda medida de regulación del Estado en la economía (salvo quizás la “regulación” de las estadísticas oficiales, cada vez más mentirosas), como si ésta debiera suponerse automáticamente en beneficio de un interés general de la sociedad, y no del determinados sectores de clase.

Lejos de esto, la intervención del gobierno ha tenido siempre la lógica de retocar el esquema de crecimiento impuesto con la devaluación de 2002, tomando medidas para garantizar la rentabilidad empresaria. Esto incluye subsidios, algunos atisbos de regulación de precios y un firme techo a los salarios con la colaboración de la burocracia sindical. Aunque estas medidas dieron cierto peso al Estado para arbitrar en la economía, esto nunca persiguió otro fin que defender las ganancias frente al desgaste de las condiciones de crecimiento, especialmente frente a los reclamos de los trabajadores.

Si el gobierno se hubiera propuesto una intervención del Estado “en beneficio de los sectores populares”, podría haber avanzado decisivamente sobre la apropiación de la renta agraria, estableciendo el monopolio estatal del comercio exterior y expropiando a los grandes terratenientes, y no limitándose a pelear por una parte de la ganancia extraordinaria con las retenciones. O hubiera dejado de pagar la deuda, en vez de renegociarla con primas extra por cada punto de crecimiento o de inflación, además de pagarle al Fondo más de u$s 20 mil millones. Los números muestran en beneficio de quién interviene el gobierno: el año pasado, los subsidios representaron $43 mil millones, un 21% del gasto total del Estado nacional que va a parar directamente a los capitalistas. Esto supera la suma de las partidas de Salud, Asistencia Social, Educación y Cultura. Los subsidios proyectados para este año es de $45 mil millones. Mientras tanto, los pagos de la deuda pública (amortización e intereses) alcanzarán este año u$s13 mil millones (algo así como $48.600 millones). Sumados, los subsidios a los capitalistas y el drenaje de la deuda, representan casi la mitad del gasto público nacional. Querer presentar el nuevo round de la pelea con las patronales agrarias, que buscan imponer una rebaja de retenciones que implicaría u$s 4.000 millones, como una gesta “nacional y popular”, como pretende hacer Horacio Verbitsky1, suena a burla.

Por si todavía quedan dudas en 2008 el grueso de la recaudación, unos $80.200 millones, fue por el IVA que afecta principalmente al consumo de los trabajadores y sectores populares, mientras que los capitalistas pagaron sólo $53.600 millones por ganancias. Cabe agregar que esta ganancia que “pagan” los capitalistas, en realidad es sólo una parte del trabajo no pago que éstos extraen a los trabajadores. Por eso, más allá que los capitalistas (industriales, agrarios, bancarios, etc.) aparecen pagando impuestos, en realidad tales pagos son una transferencia de ganancia al Estado2. Las patronales agrarias (y también las multinacionales petroleras) realizan un aporte menor a la recaudación, que en 2008 fue de $36.000 millones.

Fin de fiesta

La fortaleza fiscal como base de la política económica ya llegó a su fin. El impacto de la crisis internacional en Argentina, de la cual todos los días se conocen nuevos datos, está minando las bases de la misma. Las retenciones caerán por la caída en la producción agrícola debido a la sequía; el consumo y la inversión están contrayéndose. Este cuadro, que algunos ya definen como recesión3, agrava una situación fiscal que ya era comprometida.

Según las estimaciones del presupuesto para 2009, se esperaba un superávit fiscal primario (antes de pagar intereses) de $37.000 millones. Con este monto, para cerrar el programa financiero del año, se preveía que sería necesario usar u$s 3.500 de reservas y u$s 2.700 de depósitos de organismos públicos en el Banco Nación para cerrar la brecha financiera. Pero este presupuesto anticipaba un crecimiento del producto de 4% que no se está verificando.

Si excluimos los fondos previsionales, la recaudación mostró un crecimiento del 5% en el acumulado enero-marzo en comparación con el año anterior. Eso expresa una caída de la recaudación en términos reales, si tenemos en cuenta que la inflación estuvo por encima del 20%. La recaudación aumenta poco en relación con los gastos, que crecen a mayor ritmo entre otras cosas por el encarecimiento de los costos de las obras y de la deuda nominada en dólares a medida que aumenta el precio de la divisa extranjera. Por eso el superávit fiscal que fue uno de los pilares del esquema económico kirchnerista tiende a disolverse. El tesoro nacional viene logrando un superávit primario (antes del pago de intereses) de 20 millones (es decir casi inexistente) que se transforma en un fuerte déficit con el pago de intereses. Esto sólo puede maquillarse gracias al superávit en la seguridad social (3.600 millones), que es presentado como superávit del Estado en su conjunto.

A esto tenemos que agregar que luego de presentado el presupuesto, el gobierno lanzó sus planes de estímulo a la demanda. Aunque los anuncios superan los $70 mil millones, muchas medidas ya estaban previstas. Por eso, algunos cálculos indican que el aumento real del gasto es de $32.600 millones4. Por la combinación entre caída de recaudación y aumento del gasto (si este aumento se concretara en los niveles proyectados), algunos ya pronostican que el déficit podría llegar hasta los 12 mil millones de pesos5. Es decir, que el gobierno no sólo no contaría con una parte del superávit para afrontar sus necesidades financieras (pago de intereses de la deuda), sino que debería endeudarse para sostener los gastos corrientes.

Por fortuna para el gobierno, el fracaso de los planes de estímulo pone límites a este escenario. Sin embargo, el gobierno está impulsando acuerdos para disimular hasta las elecciones los impactos de la crisis. A muchas empresas que anuncian despidos, como la Ford que acumuló ganancias millonarias en todos estos años y quiere echar 330 trabajadores, el gobierno les está subsidiando una parte de los salarios bajo el paraguas del Programa de Reproducción Productiva (Repro) por el que el Estado se hace cargo como suma no remunerativa de hasta $600 del sueldo del trabajador. Ante el panorama de crisis fiscal, no está descartado que pasadas las elecciones el gobierno pueda suspender su programa de estímulo y estos acuerdos para frenar despidos, con lo cual éstos se concretarían.

La comprometida situación fiscal se expresa en la sistemática succión de los recursos depositados por distintos organismos públicos como la AFIP, la ANSES, el PAMI y distintos fondos fiducidarios en el banco Nación. Estimaciones privadas estimaban que entre octubre de 2008 y marzo de 2009 salieron de estas cuentas, como préstamos-puente, más de $8.000 millones. Además, el gobierno emite deuda que coloca entre los mismos organismos. El lunes se refinanció una deuda por letras del tesoro colocadas en la Anses hace un año, por 1.500 millones6. El miércoles se anunció una nueva emisión de letras a la Anses, por 1.600 millones. En los próximos días vencen letras colocadas en este organismo el año pasado por $2.750 millones, y durante el resto del año hay $2.700 millones más. Frente a la imposibilidad de emitir deuda externa, sigue escalando la deuda interna.

Más que “garantizar los ingresos de los jubilados”, el gobierno logró con la estatización de las AFJP una caja cautiva a costa de rifar los recursos futuros de los jubilados en las urgencias de la crisis. Los fondos que recaudará ANSES se cree que llegarán a $70.000 millones durante el 2009, pero la propia sustracción de recursos deja expuesta la ficción de la intervención en pos del “bienestar común” al mostrar descarnadamente que la nacionalización de las AFJP tuvo como fin financiar al Estado los pagos de la deuda y los subsidios a los empresarios.

Las provincias en rojo

Mientras tanto, aunque el gobierno anunció que otorgará a las provincias un 30% de lo recaudado por las retenciones a la soja, en los hechos esto no implica necesariamente un mayor costo fiscal ni mayores recursos para las provincias, ya que puede ser compensado por una caída en los recursos que son transferidos discrecionalmente. En realidad, lo que reciben las provincias del tesoro nacional está virtualmente estancado: el monto promedio transferido a las provincias en enero, febrero y marzo de 2009 ($2.128,6 millones) creció apenas 18% respecto a igual período de 2008 ($1.805,2 millones), es decir que creció por debajo de la inflación.

La mayoría de las provincias muestran fuertes déficits. El año pasado, terminó con un déficit fiscal consolidado (sumando todas las provincias) de alrededor de $3.000 millones. La deuda de las provincias, que en 2002 era de $69 mil millones, cerró 2008 en $93 mil millones. El 70% de esta deuda es con la nación, que en el nuevo cuadro no está en condiciones de seguir financiando holgadamente a las provincias.

Por eso, mientras el gobierno coquetea con medidas “keynesianas”, “ocho gobernadores decidieron congelar o recortar los salarios de la planta política y acelerar la jubilación masiva de trabajadores estatales para achicar la plantilla de empleados públicos”7. Incluso, en muchas provincias se insinúa el lanzamiento de cuasimonedas, una suerte de reedición de los famosos patacones y otros papeles que circularon al calor de la crisis del 2001.

El panorama pos elecciones

El plan kirchnerista frente a la crisis, que ya viene mostrando su fracaso, se está quedando sin su combustible básico, la caja. Mientras tanto, el acuerdo con las patronales para subsidiar una parte de los salarios, apenas si podrá parar los despidos masivos hasta julio, con una caída industrial cada vez más pronunciada. Se preanuncia un salto en el nivel de despidos luego de las elecciones, a la par que caen los recursos con los cuales el gobierno subsidió las ganancias empresarias. Éste tampoco tiene acceso al crédito que le permitiría sostener el gasto público y pagar la deuda sin ajustar.

Por eso, cualquiera sea la relación de fuerzas que consiga el kirchnerismo en las elecciones, todo apunta a un ajuste profundo de la economía, que golpeará severamente sobre los trabajadores y sectores populares. Éste podría tomar distintas formas: ajuste fiscal o devaluación. Podríamos también considerar la propuesta que hizo Duhalde de que “pongamos nuestra deuda en la masa de la quiebra y después se verá”, pero esto suena poco creíble para que lo haga uno de los gobiernos que más negocios ha facilitado a los acreedores que renegociaron la deuda y que más ha pagado al FMI.

La situación de caída de la recaudación está llevando a que el gobierno pise el freno de hecho en los gastos. No sólo en los recursos a las provincias, sino demorando pagos a proveedores y subejecutando partidas. Es muy probable que esto se profundice luego de las elecciones8. Pero el gobierno no dejará de subsidiar a los capitalistas salvo que lo permita una reformulación profunda del esquema económico, ni está en condiciones de recortar decisivamente el gasto, ya que la vía de ajuste “ortodoxo” le restaría los precarios soportes políticos que conserva.

También podría esperarse una monetización el gasto (es decir, emisión de pesos para solventar el déficit), como tantas veces se ha hecho en la historia argentina, pero esto llevaría aceleradamente a la inflación y devaluación desordenada.

Por último, tenemos la alternativa de devaluación, reclamada por los industriales y cuyas consecuencias para los trabajadores, como ya mostramos en estas páginas9 sería un formidable desplome de los salarios similar al ocurrido en 2002. Desde el punto de vista del gobierno, esto implicaría una mejora de la relación entre ingresos y gastos, que le liberaría más recursos para seguir pagando la deuda, y bajaría la presión para subsidiar a los capitalistas que recuperarían rentabilidad.

Todo indica que luego de las elecciones, el gobierno combinará ajuste fiscal más severo y devaluación. El peso que tenga cada una, y lo brusco o gradualista de las medidas tomadas, dependerá de la magnitud del “sinceramiento” de la crisis. Todas estas alternativas, implicarán un golpe a los trabajadores.

Los trabajadores tienen que plantear su propia salida, para que la crisis la paguen los capitalistas. Comenzando por el no pago de la deuda externa y la nacionalización de la banca. Estas medidas, junto con el aumento de impuestos a las grandes fortunas y las ganancias capitalistas, la expropiación de los 1.500 grandes propietarios de la tierra en Argentina, y el monopolio estatal del comercio exterior, permitiría los recursos para dar satisfacción a los reclamos de aumentos salariales de los docentes y de todos los empleados públicos y para desarrollar un verdadero plan de obras públicas bajo control de los trabajadores (y no de los intendentes del PJ que lo usan para hacer clientelismo y beneficiar a las grandes constructoras). Así, además de incorporar a los trabajadores actualmente desocupados, se puede responder a los problemas habitacionales, construir escuelas para todos los chicos hoy excluidos del sistema educativo, levantar todas las obras de infraestructura necesarias para los sectores más vulnerables a enfermedades como el dengue por falta de agua potable y servicios cloacales, y poner en pie un sistema de salud accesible a toda la población.

1 Verbitsky, “Polos”, Página/12, 12/04/09.

2 Lo mismo puede decirse en el caso de las retenciones, sólo que en ese caso, la renta que se apropia el Estado vía impuestos, es plusvalía generada en los países que le compran a la Argentina.

3 Bermúdez, “Dos informes privados dicen que la economía ya entró en recesión”, Clarín, 15/04/2009.

4 Economía y Regiones nº 79, 31/03/09.

5 Ídem.

6 La tasa pagada pasó de 8,35%, a 14,59%. Este aumento de la tasa es un indicio de que estas fuentes alternativas se están secando.

7 “Apuran jubilaciones y ajustan sueldo político en 8 provincias”, Ámbito Financiero, 14/04/2009.

8 Esta línea iría asociada a ordenar las cuentas locales para buscar crédito externo, retomando la relación con el FMI. Si con el menemismo el ajuste del estado y de las cuentas fiscales bajo los condicionamiento del FMI se hacía a cambio de dinero que llegaba bajo la forma de crédito, hoy sin los condicionamiento del FMI se hará por autoimposición, incluso ante la incertidumbre de que el crédito llegue, aunque el gobierno hace tiempo lo viene buscando por canales de financiamiento con este organismo.

9 Mercatante, “El acuerdo con China y las presiones devaluacionistas”, La verdad obrera nº 319.