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sábado, 16 de agosto de 2014

Black Rock, un buitre que también carroña en Lear


Emiliano Trodler




En su último discurso CFK anunció que aplicaría la Ley Antiterrorista  contra la multinacional yanky Donnelley por su fraudulenta quiebra. Al mismo tiempo, denunciaba la participación accionaria de BlackRock, fondo buitre controlado por Elliott Managment. De esta manera daba rienda en su discurso a la impostura del “patria o buitres”. 


En la batalla que libra el gobierno para poder pagar toda la deuda, despotricando contra el 7% de los fondos buitres que no entraron al canje, amenaza con la Ley Antiterrorista a una empresa que se fue del país. De paso intenta legitimar una ley que más tarde o más temprano será utilizada contra el pueblo trabajador. Lo que se podría decir una inversión de muy bajo costo para aumentar el capital político del kirchnerismo.  

En la lucha contra los despidos en LEAR ocurre todo lo contrario. Los trabajadores vienen siendo atacados por un frente cerrado entre la patronal, la burocracia del SMATA, y el gobierno nacional. 

Sin embargo, LEAR Co. también tiene entre sus accionistas (ver acá) a fondos buitres como el Black Rock de Elliott, y Morgan Stanley & Co, entre otros, que además de especular con la deuda externa tienen acciones en la “nacionalizada” YPF.  
Sólo el 5% de las acciones de Lear Corporation está en manos de los propietarios y ejecutivos, el 95% de las acciones están controladas por “fondos institucionales” (fondos que especulan con los planes de pensión y entidades de alto patrimonio) y “fondos mutuos” (fondos que reúnen inversiones de personas físicas o jurídicas para invertir en acciones o bonos de deuda). Entre ellos podemos citar al Boston Partners (9.73%), Harris Associates L.P (5.77%), Vanguard Group Inc (5.57%), BlackRock Institutional Trust Company (3.68%), y Morgan & Stanley (3.56%), entre varios otros. 
Pero los buitres no sólo especulan con la deuda externa. Si observamos el panorama de las empresas más importantes en la Argentina, sus conexiones con el capital financiero y el entramado de vínculos con fondos de inversión, habría que decir que en realidad vivimos en la patria de los buitres. 
En el ranking de las 25 empresas con facturación tenemos 5 petroleras, 6 automotrices, 6 cerealeras, y 4 empresas de telecomunicaciones. Entre las que mayores ganancias reportaron hay 4 petroleras, 6 bancos, 5 empresas de telecomunicaciones, y 2 mineras.
Detrás de cada una de ellas, sean “nacionales” o “extrajeras”, encontramos fuertes lazos directos con el capital financiero internacional. 
Por ejemplo, la automotriz VolksWagen tiene entre sus principales inversores al Qatar Holding LLC (16%), un fondo de petro inversiones que controla el 15% de las acciones de la bolsa de Londres. Bunge tiene cerca del 50% de su capital accionario (ver acá) en manos de fondos institucionales y fondos mutuos. Entre ellos, también encontramos al BlackRock, Vanguard Group Inc., FMR LLC, entre otros.  YPF tiene un 45% del paquete accionario en manos de la nación y provincias, el 17% en manos del Grupo Petersen, y un 32% en manos de más de 20 fondos de inversión entre los cuales hayamos al Soros Fund Managment, Morgan Stanley, Lazzard Asset Managment LLC, y al 
Mientras tenía las plazas financieras cerradas, el gobierno de CFK culpaba al capital financiero de todos los males del capitalismo. Ahora el disKurso oficial introdujo la diferencia entre capitales especulativos buenos y malos desde el momento en que se encuentra negociando con los organismos de crédito internacional y los fondos de inversión, para iniciar un nuevo ciclo de endeudamiento. Pero la evidencia muestra que no existe semejante independencia entre el capital productivo y capital financiero. Como señalara Lenin a principios del siglo pasado, un rasgo central del capitalismo en su fase imperialista es la fusión del capital industrial con el capital bancario (o financiero) y el control de este último sobre el conjunto del proceso de producción. 
El Black Rock es el fondo de inversión más importante del mundo, con una cartera de casi U$ 232.000 millones (casi diez veces las reservas del BCRA) e inversiones en bonos de deuda y en las empresas más importantes del mundo. 
Como muestra la lucha de los trabajadores de LEAR o el control obrero en Donnelley, aunque sea un pequeño ejemplo a escala, la clase obrera es la única interesada y la única que puede enfrentar seriamente el control de los buitres sobre el conjunto de la economía nacional. 

miércoles, 13 de agosto de 2014

Donnelley: el fraude de otro buitre

Emiliano Trodler
En el mundo del revés, la izquierda tiene la culpa de los despidos y suspensiones, y juega a favor de la patronal. La burocracia sindical defiende los puestos de trabajo, atacando a los trabajadores que realizan medidas de fuerza contra los despidos. Y el gobierno enfrenta los poderes concentrados reprimiendo los cortes de ruta y poniendo a la Gendarmería Nacional a disposición de las multinacionales Yanky.
¿Hace falta dar vuelta el discurso burdo con que el gobierno intenta justificar la represión y el ajuste al pueblo trabajador? ¿Hace falta decir que cuando el gobierno ataca a la izquierda o las comisiones internas combativas, lo que busca es generar en sectores de la opinión pública un clima antiobrero, que le libere las manos a las patronales buitres para seguir suspendiendo y despidiendo? El SMATA salió a amenazar con que podría haber “una desgracia” en algún enfrentamiento. Otro Mariano Ferreyra. Otro Pedraza del “modelo sindical” K.
El lunes 11/08 los trabajadores de Donnelley se encontraron con un cartelito en la puerta de la fábrica que anunciaba el cierre de la empresa. Un verdadero fraude por parte de esta patronal buitre, que no logró reunir ante el juzgado las pruebas suficientes para que se le otorgue el preventivo de crisis.
No se trata simplemente de una “decisión política” o de un “conflicto ideológico” como planteó Capitanich. Se trata de una clara maniobra extorsiva para descabezar a la comisión interna y avanzar con un agresivo plan de flexibilización laboral que incluyen despidos para 123 trabajadores, casi un tercio de la fábrica.
En sus Estados Contables de 2013 la patronal justifica las pérdidas netas del ejercicio por el aumento de los costos, principalmente los salariales.
En estos años, efectivamente la empresa presentó resultados netos negativos. Como afirmábamos aca se trata de resultados financieros, es decir, de una situación de liquidez circunstancial. No de un problema de “inviabilidad” de la empresa.
Otras empresas líderes en el rubro como Morvillo o AGR también presentan resultados negativos durante estos años, pero ninguna de ellas se encuentra en situación de quiebra. Es que entre 2002 y 2012, la industria gráfica aumentó un 88% el volumen físico de su producción, y la utilización de su capacidad instalada pasó del 48% al 80% y las exportaciones aumentaron un 220% en dólares en el mismo período.
Pero a los trabajadores gráficos no les fue tan bien. Mientras que la cantidad de obreros ocupados y las horas trabajadas se mantuvo más o menos estable, la productividad por obrero ocupado y por hora trabajada aumentaron en 80% y 86% respectivamente. Es decir, que las patronales lograron casi duplicar la producción extraída de cada obrero incorporando maquinaria y aumentando los ritmos de producción.
En el caso de Donnelley, de acuerdo a los Estados Contables 2010, 2012, 2013, la producción del segmento comercial y editorial pasa de 591.514 tiros en 2009 a 617.472 tiros en 2012, con un pico de 739.428 tiros en 2011. Es decir que la caída de la producción en 2013 no llega a perforar el piso del año 2010, año que para el conjunto de la industria se considera un muy buen año.
Por eso señala en su Memoria los esfuerzos por “asegurar el aprovisionamiento de papel –nuestra principal materia prima- que es proveniente en su mayoría del exterior”.
Si la decisión de cerrar la planta es de la casa matriz y tiene que ver con la “inviabilidad” del negocio, deberían explicar por qué en la Memoria de los Estados Contables de abril de 2014 afirmaban que tanto la capitalización de la deuda con la casa matriz (que posee el 98,32% de las acciones) como los aportes de capital por más de 3 millones de pesos “demuestra la confianza de nuestros accionistas en la continuidad del negocio”. La de Donnelley se trata de una burda maniobra extorsiva.
Pero los trabajadores no se han dejado extorsionar y respondieron poniendo la planta a producir bajo control obrero para garantizar la continuidad de las fuentes de trabajo. Esta debe ser la perspectiva para toda empresa que intente cerrar dejando cientos de familias en las calles.
En los comienzos de una crisis que promete nuevos ataques a las condiciones de vida del pueblo trabajador, es necesaria la coordinación desde abajo de los trabajadores que salen a luchar para enfrentar a un enemigo común: las patronales, la burocracia traidora, y el gobierno. 




lunes, 11 de agosto de 2014

Donnelley: un cierre que no cierra

De forma sorpresiva, la gráfica Donnelley amaneció hoy cerrada. En un escueto comunicado con el que los trabajadores fueron recibidos hoy en las puertas de la fábrica, la empresa anunciaba que “estamos cerrando nuestras operaciones en Argentina y solicitando la quiebra”. El mismo argumenta que la firma afrontaría “una crisis insuperable” y que luego de haber evaluado otras opciones, definió el cese de sus actividades en la Argentina.

No es la primera vez que la empresa aduce severas dificultades. Recientemente intentó despedir 123 trabajadores y pidió al gobierno un subsidio para frenar la supuesta crisis. En ambos casos el mismo Ministerio de Trabajo rechazó la postura patronal.

Los números sobre el desempeño económico de la empresa que surgen de sus balances, no avalan la “crisis insuperable” que la firma declara. Aunque los últimos dos balances cerraron con números en rojo (en 2012 con ganancia operativa pero con pérdida después del resultado financiero, en 2013 con resultado operativo también negativo), algo que ocurrió con buena parte de las firmas del sector, por una cierta retracción de la actividad y por el aumento de los costos que acarreó la inflación, la directiva de Donnelley aducía que las dificultades que afrontaba eran más financieras que económicas. ¿Qué significa esta diferencia? Una crisis económica cuestiona la sustentabilidad del negocio, ya que plantea una relación de costos y beneficios que no ofrece una perspectiva de rentabilidad suficientes. Una crisis financiera se refiere al “flujo de fondos”, es decir a la dificultad en un momento determinado para afrontar los compromisos de pago. Ni la magnitud de los quebrantos, ni la relación entre pasivos y activos de la firma sustentan la idea de una situación inviable.
Por otro lado, la empresa tomó en dos oportunidades, en los últimos dos años, la decisión de capitalizar deuda que se había generado con otras casas matrices, de decir que transformaron un pasivo en un mayor patrimonio de la empresa en la Argentina. No hay capitalista que haga esto si no opina que le va a ir bien. Una empresa en crisis apostaría más bien a no pagar la deuda, o a pagarla en pesos como forma de "vaciamiento". Por otra parte, la empresa tomo la decisión de acopiar una importante cantidad de stock de papel y otros insumos, armando una reserva que cubre entre 4 y 6 meses. En el momento actual, estaba llevando a cabo trabajos que están inconclusos, y tenía otros programados para entrega en las próximas semanas. Todo esto esto genera fuertes interrogantes sobre los motivos de la empresa, que en las últimas semanas realizó numerosos intentos -desbaratados por los trabajadores- para trasladar trabajos a otras firmas y así maquillar la situación real, inventando un parate en la demanda que no es tal. Resulta poco creíble que esta firma global que obtuvo a nivel mundial ganancias por 218 millones de dólares según su último reporte a los accionistas, resigne así nomás posiciones ante sus competidores. El intento de declarar la quiebra aparece entonces a todas luces como la vía para deshacerse de la “molesta” comisión interna combativa, que cuenta con un amplio apoyo en la fábrica, y con toda probabilidad reaparecer de otro modo en el país.

Ante la falsedad del planteo de la patronal de Donnelley, es necesario rechazar sus pretensiones. Ningún despido ni cierre de la firma. Como han planteado los delegados, se impone pelear por la reapertura de la fábrica. Que el gobierno intervenga y que el sindicato tome ya medidas a nivel nacional contra este ataque.

lunes, 28 de julio de 2014

miércoles, 23 de julio de 2014

Lear: "sin los delegados, no funciona la fábrica"

Arrancó con todo la tercera jornada nacional de lucha contra los despidos en Lear. Los medios destacaron especialmente la inventiva desplegada nuevamente por los trabajadores para bloquear la Panamericana a pesar del despliegue de fuerzas de gendarmería para impedirlo. Medio centenar de autos se apostó en medio de la autopista. El "ingenio popular pudo más que la gendarmería", señalaba Canal 26, mientras Clarín informa sobre Un insólito piquete con autos sobre la Panamericana



Mientras los medios posaban la atención en el corte, que continuaría con una caravana de cientos de vehículos que se dirigiría en primer lugar hacia EMFER (donde los trabajadores denuncian 40 despidos) por la unidad de las luchas, cerca de Lear (frente a las puertas de la planta de Volkswagen) se libraba otro duro combate contra en intento de la burocracia del SMATA y la patronal de la multinacional autopartista de poner la fábrica en funcionamiento, sin los delegados de la comisión interna, que la patronal no deja ingresar a la planta y cuya destitución hizo votar la conducción del sindicato (la Verde) el jueves último, en una “asamblea sin debate”. La patronal y la Verde retuvieron por la fuerza a los trabajadores no despedidos, subidos a 9 micros esperando que despejara el piquete en la fábrica para hacerlos entrar. Pero su maniobra fue desbaratada. Bajo la consigna "sin los delegados, no funciona la fábrica", decenas de autos bloquearon el paso de los micros, evitando que estos pudieran llegar a la fábrica. Desde adentro de los micros, numerosos trabajadores que simpatizan con los despedidos y los delegados atacados por la Verde, protestaban airadamente contra los Verdes que buscaban retenerlos en los micros, y exigían que les abrieran las puertas para no entrar a trabajar. Luego de más de dos horas el SMATA debió resignarse a abrir las puertas de los micros, liberar a los obreros y la planta no funcionó.


La jornada nacional contó con actividades en Neuquén, Rosario, Córdoba, Jujuy, Bahía Blanca.
Desde la fábrica, la caravana se dirige hacia el Ministerio de Trabajo donde los delegados reclaman el derecho a participar de la reunión por el conflicto. A las 16 culminarán con un acto en el Obelisco.


Ante la acción concertada de la patronal, el sindicato y el gobierno, que coinciden en la urgencia por sacar a la izquierda y cortar de cuajo todo activismo de base en este sector industrial "estratégico" que el Estado protege y financia con miles de millones de pesos, la jornada de hoy es una muestra más de una gran iniciativa e inventiva para torcerles el brazo, apostando a una amplia solidaridad que se plasma en iniciativas de apoyo en todo el país. Junto a esto, la acción totalitaria del SMATA ha sido ampliamente difundida y repudiada.


Cobertura completa de la jornada nacional por Lear, acá.

martes, 8 de julio de 2014

Lear: la firme defensa K a los "buitres" industriales

General Motors anunció ayer una nueva inversión en la Argentina por 270 millones de dólares. Qué más podría esperarse, viendo el celo que muestra el gobierno para resguardar los intereses del sector. En el mismo momento en el que Cristina Fernández busca presentar el asedio de los fondos buitres y las cortes imperiales como consecuencia de la pretendida autonomía de este gobierno ante los intereses imperialistas, el posicionamiento ante las patronales “buitres” del sector autopartista evidencia la identificación del ejecutivo con los requerimientos de las patronales automotrices y autopartistas.
La represión de hoy contra las acciones llevadas a cabo en la jornada nacional de apoyo a los trabajadores de la autopartista Lear, es parte de toda una línea que viene teniendo el gobierno contra los trabajadores del sector autopartista. Los ministros del gobierno nacional mostraron, por acción y omisión, una intervención central en conflictos donde las patronales apostaron y apuestan a torcerle el brazo a sectores de activismo combativo. Gestamp, hace un mes, y Lear por estos días, pusieron en evidencia dos facetas distintas de una misma postura. En el primero de estos conflictos, la Ministra de Industria Débora Giorgi torpedeó una conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, que de forma insólita revirtió esta conciliación a 48hs de haberla dictado, dando vía libre a la acción patronal. En el conflicto de Lear, ante los despidos y suspensiones, ni el Ministerio de Trabajo provincial ni el nacional se anoticiaron, permitiendo que la patronal sostenga despidos y suspensiones sin pago. El Ministerio provincial apenas se limitó a considerar que las medidas patronales son ilegales, porque no presentó un plan preventivo de crisis como marca la ley. Pero apenas dictaminó un marco de negociación de diez días con todos los trabajadores afuera, sin goce de sueldo.
Al mismo tiempo, en ambos casos el SMATA apoyó las medidas de la empresa.
La importancia de estos conflictos se extiende al conjunto del sector autopartista y automotriz. Las patronales, mayormente extranjeras, que dominan el sector, conforman un complejo integrado que durante las últimas décadas logró incrementar la producción imponiendo condiciones de trabajo más flexibles y ritmos más intensos. Así, entre 2001 y 2006, la producción de automóviles por obrero creció un 35%. Es de señalar que solamente entre 2009 y 2010 la producción de automóviles por obrero sumó otro salto del 30%, ubicándose un 65% por encima de la de 2001, lo cual está íntimamente asociado a los usos que hicieron las automotrices y autopartistas de la crisis  2008 y 2009, como hemos analizado acá.
El gobierno que se presenta como abanderado del empleo, y el SMATA, dejan hacer a estas patronales que están dirigiendo sus cañones al activismo ligado a la izquierda clasista. Lo hacen porque comparten un interés, que es frenar cualquier avance de la izquierda en los sindicatos. Para así poder asegurar las libres condiciones de explotación de las cuáles gozaron las patronales imperialistas en este rubro, que superan los altos estándares de flexibilización que rigen en el resto de la economía, “herencia” neoliberal que fue decisivamente preservada y profundizada en este década (como mostramos acá y acá). Negociando con conducciones gremiales siempre prestas a escuchar sus necesidades, pudieron remover numerosas trabas para el empleo “flexible” de la fuerza de trabajo, es decir para explotar libremente forzando al máximo en los momentos de bonanza, pagando por las horas extras montos que no compensan ni por asomo el desgaste físico; descartando sin trabas a los “rotos”, que por el esfuerzo que imponen los ritmos febriles de la producción terminan inutilizados para todo trabajo; y, en tiempos de freno, como en este momento atraviesa el sector, descargando rápidamente sobre los trabajadores los costos, cuando nunca se los participó de los jugosos beneficios.
Alimentar las ganancias de las automotrices y autopartistas imperialistas es una “política de Estado”, que el kirchnerismo no hizo más que continuar y profundizar: subsidios a insumos básicos, financiamiento a tasa subsidiada de inversiones (usando los dineros de ANSES que el gobierno rechaza utilizar para garantizar el 82% móvil), líneas de crédito baratas para que las empresas puedan tener demanda, al mismo tiempo que se les permite tomar como “cautivo” el mercado doméstico, para subsidiar con los altos precios locales una exportación a precios “competitivos”, son algunas de las muestras de generosidad hacia un sector que, por la desestructuración productiva que imponen las terminales, es una succionadora de dólares por las compras de partes en el exterior, a consecuencia de lo cual el crecimiento de la industria se traduce en una caída del superávit comercial (exportaciones menos importaciones), y en un crecimiento del abultado déficit comercial que muestra el rubro automotriz. El accionar del gobierno y la burocracia en Gestamp y Lear es la pata sindical de esta “política de Estado”, que con el argumento de que se trata de un sector que “crea empleo”, ha sostenido las ganancias y beneficiado a las multinacionales.
La pretendida postura soberana tomada ante la crisis de los holdouts, es una impostura que para estos gerentes de las empresas imperialistas resulta insostenible.

martes, 29 de abril de 2014

Suspensiones en el sector automotriz. Se vuelve a confirmar que el trabajo precario está en el corazón del "modelo"

Hace dos semanas, el gobierno anunciaba a todo trapo una ley “contra el trabajo precario”. Que más exactamente era una ley de promoción al blanqueo, cuyo principal recurso era el abaratamiento de los costos laborales que pagarán los empresarios por de los trabajadores que pasen a estar registrados, durante el plazo de dos años. Por si había alguna duda que esta medida no atacaba el trabajo precario, sino que apenas se focalizaba sobre una parte de él -apuntando además a resultados muy modestos de cambiar la situación de poco más de un 10% de los trabajadores empleados “en negro”- lo están poniendo en evidencia las suspensiones en la industria automotriz.
Durante la última década, las automotrices perfeccionaron como ningún otro sector patronal la flexibilidad en los términos de contratación. Con una gran persistencia, lograron colar en cada instancia de negociación con los sindicatos nuevas claúsulas que crearon para los trabajadores una situación de alta inestabilidad. Muchas medidas de flexibilidad que no habían podido ser impuestas hace diez años o más para los trabajadores que integraban por ese entonces la planta permanente, se fueron imponiendo para quienes ingresaron desde entonces. Sucesivos acuerdos del SMATA con las automotrices permitieron que “todas las innovaciones flexibilizadoras que introdujeron en los años ‘90 los convenios colectivos de las nuevas radicaciones empresariales, que, si bien no pudieron en este caso aplicarse al conjunto de los trabajadores, sí se establecieron para los nuevos trabajadores que se incorporasen a partir de ese momento” (Guevara, 2012, “Reactivación de la movilización obrera en la industria terminal automotriz (2004–2011). Recuperación parcial del salario con persistencia en la flexibilización laboral”, Trabajo y Sociedad 19, Buenos Aires). El resultado es que se avanzó aún más en la fragmentación “distinguiendo entre nuevos ingresos y viejos, sumándose a la diferencia entre contratados y efectivos” (Guevara, 2012). Con el paso del tiempo, el mayor peso de los ingresos nuevos ha hecho que buena parte de la planta esté alcanzada por las claúsulas flexibilizadoras. Esto tiene importantes consecuencias, como ya se pudo ver durante la recesión de 2008-2009. Las patronales del sector automotriz tienen amplia capacidad para ajustar rápidamente sus costos salariales ante variaciones en la demanda. Aplicando reducciones de turno o suspensión al 100 % (se paga el salario bruto pero no los aportes patronales) apenas se ralentiza el ritmo de producción, como ocurrió durante los últimos meses. En comparación con 2013, durante el período enero/marzo la producción del sector acumula una caída de 16%. Entre las que registran mayor caída están Renault (-35,5%) y Peugeot-Citroen (-32,7%). En cambio, Volkswagen (-10,6%) cayó por debajo del promedio. Mientras tanto Ford (10,5) e Iveco (35%) siguen aumentando la producción, la última a un ritmo bastante fuerte. Las ventas, que hasta fines de 2013 crecían a buen ritmo (aunque con un mayor incremento de la venta de importados que de autos producidos en el país) cerraron el trimestre con una caída del 25%. Con excepción de Toyota (23% de crecimiento respecto de igual período de 2013), todas las firmas registran una caída en sus volúmenes globales de venta, aunque algunos modelos continúan en aumento. Volkswagen encabeza la caída en las ventas (-57%). Iveco cayó 11,3% (aunque la venta de furgones creció 25%). Las exportaciones cayeron un 17,8% en estos tres meses.
Aunque durante la segunda mitad del año podría moderarse la caída en las ventas, difícilmente vaya a revertirse la tendencia. Aunque el crédito no se cortó, su encarecimiento limitó sensiblemente los sectores con capacidad de financiar la compra de un auto. El impacto de la devaluación y el salto de precios afectó ahorros y poder adquisivito de sectores medios y asalariados con mejor nivel de ingreso. Mientras tanto, Brasil, destino de 86% de las exportaciones del sector, no da señales de que vaya a registrar una fuerte recuperación de la demanda.
Gracias a las condiciones laborales que las benefician, las patronales del sector tienen amplia capacidad para descargar sobre los trabajadores todos los costos, ante los primeros impactos de crisis en el sector. Las mismas que cuando hay fuerte crecimiento arrancan extenuantes jornadas pagando por las horas extras montos irrisorios, ahora ajustan producción y, sin despedir, reducen drásticamente lo que pagan a numerosos sectores de la planta. Por si esto fuera poco, hacen gala de su “vocación” de no despedir. Y claro, para qué van a hacerlo sin con los convenios actuales la suspensión es más barata que lo que costaría despedir y volver a contratar ante cambios en la producción. Y eso, “Menem lo hizo”, pero Néstor y Cristina, con Hugo (Moyano), Antonio (Caló) y todo el resto de la burocracia sindical lo reforzaron. Y toda la oposición patronal lo suscribe. Sólo el Frente de Izquierda y de los Trabajadores presentó proyectos de ley para frenar los despidos y suspensiones.
La precarización es mucho más que el trabajo no registrado. Se trata de una condición de alta inestabilidad en el empleo a los fines de aumentar la “competitividad” del empresariado nacional a costa de las condiciones de trabajo. Esta precariedad engloba distintas realidades (que analizamos acá Mundo Grúa) y afecta a mucho más de la mitad de la fuerza de trabajo, aunque no salga en las estadísticas ya que buena parte de las claúsulas flexibles constituyen un “nuevo normal”. Esto lo prueban las cláuslas de los convenios negociados en todos los gremios durante los últimos años (ver al respecto Fragmentación institucionalizada). No podría esperarse leyes contra todas estas variantes de precarización, porque como hemos señalado en Ideas de Izquierda n° 5, está en el corazón del modelo.
Después del paro del 10, estos primeros ataques muestran que es necesario reforzar la organización, avanzando en realizar encuentros regionales como votó el sindicalismo combativo en el Encuentro Sindical de Atlanta (y de los que ya está en marcha para el 17/5 un Encuentro de zona Norte del GBA) y peleando por imponer a la burocracia medidas para responder ya ante los ataques en curso.
Las nuevas suspensiones en curso son otro recordatorio de que es una cuestión urgente para toda la clase trabajadora pelear por terminar con los contratos “basura”, con el empleo no registrado y las cláusulas de flexibilización. Este objetivo inseparable de la pelea por expulsar de los sindicatos a los burócratas y por conquistar la representación gremial en todas las unidades productivas donde los sindicatos están ostentosamente ausentes para ir contra la “triple alianza” de patrones, Estado y burocracia que sostiene la precarización.