sábado, 27 de noviembre de 2010

Paul Krugman: Un AJUSTE de sinceridad



El compañero Gastón R. nos envía esta contibución, sobre la posición del economista norteamericano frente a la iniciativa de la reserva federal de inyectar u$s 600 mil millones durante 2011.

Antes de seguir con una crítica a los pronósticos y propuestas de Paul Krugman sobre el futuro de la economía de USA y la crisis mundial, no podemos dejar de lado, el fuerte sacudón que generó la caída del Tigre Celta, un gran crack que esta haciendo temblar a toda Europa. Ahí vemos nuevamente a los bomberos del FMI acudir al rescate, o mejor dicho, al rescate de los bancos Alemanes y Frances comprometidos por los créditos ortogados al país que supo ser presentado como otro gran milagro del capitalismo... y van??? Más ayuda a cambio de un ajuste de gasto público al mejor estilo Cavallo en la Alianza... o a los ministros de economía de Inglaterra, Portugal, España, Grecia, Italia, por nombrar a los mejores alumnos del ajuste neoliberal que se puso de moda en Europa.



Del otro lado del Atlánico, volvemos a una de las últimas recetas, la QE, una medida que como comentámos en el último post, se propone inundar el mundo de dólar y perpermitir a USA recuperar su competitivad, a costa de devaluar el dólar frente al Euro y el Yuan, las principales monedas competidoras en el mercado mundial. Hace unos días llegó la alerta de Krugman sobre un posible fracaso de la QE. ¿Habrá recapasitado del carácter liberal/agresivo de esta medida? ¿Querrá evitar la guerra de monedas? Por su respuesta, todo lo contrario. Krugman alerta que la economía de USA se encuentra en una gran trampa de liquidez (leasé: exceso de dinero disponible para invertir, gastar, pero que los empresarios no lo hacen ya que la tasa de ganancia esperada es muy baja, prefieren esperar, y ver... y los bancos repletos de dinero son como zombies), es por este motivo, que hace falta convencer a los inversores de que la emisión monetaria, la QE, será tan grande que despertará un proceso inflacionario. Ud. se preguntará, ¿Cómo se puede lograr esto? Acaso las economías de USA y Europa, ¿No atraviesan presiones deflacionarias? Si, y la perspectiva deflacionaria es aceptada por todo el establishment financiero (y por el propio Krugman), por eso, exige una fuerte emisión para lograr un efecto contracíclico, que a través de la inflación, despeje toda duda de que la economía bajará la tasas de interés de la largo plazo y así los "animals spiritis" de los empresarios encontrarán un cuerpo en el cual invertir y reactivar la economía, sentirse realizados y así devolver a la vida al capitalismo.



La receta inflacionaria, aparecería como contrapuesta a los ajustes deflacionarios, de recorte de salarios y gastos público, despidos, aumento de la edad jubilatoria, aumento de las matriculas universitarias, el "combo" clásico liberal o neoliberal, como lo prefiera el consumidor. Sin embargo, la inflación es un mecanismo de ajuste, aunque puede generar ilusión monetaria, tal como vemos en el caso argentino, en el cual los aumentos de salarios quedan por detrás de la inflación... Este mecanismo, apunta al fondo de la cuestión que opera en detras de escena en la crisis mundial, nos referimos a la caída de la tasa de ganancia a partir del estallido de la burbuja especulativa en 2007, y la necesidad de recuperarla, a como de lugar.



La inflación haría el trabajo sucio, al igual que el ajuste, la inflación quitaría poder de compra a los salarios, jubilaciones, licuaría las deudas de los capitalistas, y así permitiría reducir costos, aumentar precios, e ir recuperando las ganancias... (y el desequilibrio de cuenta corriente de USA? una fuerte caída del consumo interno sería la solución, dejar de ser el consumidor de última instnacia, la inflación se encargaría de ello comiendo el poder adquisitivo de los salarios). La caída de la tasa de ganancia, su débil recuperación, es la madre de la crisis de expectativas... cuestión que Krugman no menciona, se queda en el análisis macro (o mejor dicho, micro, en los cuales la tasa de ganancia, es una variable fantasma, ni siquierda exógena como dicen los neoclásicos). En su reciente paso y almuerzo con los grandes empresarios del grupo de los 7 de Argentina, Krugman nos dejó en claro que la inflación no traera consecuencias dramáticas... (¿habrá estado Moyano en la mesa...? "un poquito de inflación no viene mal" aconseja del lider de los gordos) y que la Argentina está mejor que otros países. Este no fue un simple agradecimiento al segurmante exquisito plato de pollo y vino torrentes que le fue servido, es que las ganancias empresariales no paran de crecer y se ubican en un piso más alto que en los '90..., en la sobremesa aseguran no se habló de los trabajadores no registrados que representan el 36% de los asalariados y son los que siguen a la espera de la redistribución oficial y ellos no sufren de ilusión monetaria...



Volviendo a la convulsionada economía de USA, la QE puede fracasar, ya sea porque el proceso deflacionario se consolida o USA aplica el plan de ajuste sugerido por los republicanos, eso esta por verse. Lo que comienza a ser una realidad cada vez más palpable, es el sinceramiento de Krugman, a quien cada vez más le cuesta ocultar, que las contradicciones estructurales que dieron origen a la crisis, el gran problema de la caída de la tasa de ganancias, el cuerpo y alma de los capitalistas y su sistema, exigen medidas drásticas, medidas antipopulares, dejando cada vez más en los manuales las recetas keynesianas de edulcorar el transcurso de la crisis y alejar el horizonte convulsivo del ajuste... Se hace cada vez más dificil seguir aconsejando reformas al sistema, aumento del gasto público... Los keynesianos del siglo XXI tienen que empezar a masticar las recetas del ajuste...
El temor comienza a rondar en sus mentes, el escenario menos deseado, las repuestas de masas respondiendo a la crisis, las revueltas y las revoluciones. Por suerte, éstas también empiezan a sincerarse, como vemos en los estudiantes que se movilizan por miles en Inglaterra, Italia, Francia y también en los trabajadores que vuelven a la huelga general, como en Portugal luego de 22 años.
Apostamos a la organización que en el futuro nos permita gritar victoria junto a los miles de trabajadores y estudiantes, pobres y desocupados que desaten sus espirutus de lucha revolucionaria (y que no estemos todos muertos, como desean los Keynesianos y también los liberales), la historia nos comienza a abrir una puerta.



























Agregamos un comentario a la contribución del compañero: la expectativa de que la inflación pudiera alterar la situación depresiva de la economía norteamericana, obligando a gastar a los que tienen dinero para evitar su desvalorización, se parece bastante a magia vudú. Muestra la bancarrota y el desconcierto de los que hace sólo dos años brillaban en lo más alto del firmamento de la mano de "la vuelta del Estado a la economía" supuestamente para resolver los desaguisados de la oligarquía financiera. El Estado intervino, pero sin tocar ni en lo más mínimo las regulaciones que benefician a la banca. A dos años, el único resultado visible de la intervención es una explosión del endeudamiento del Estado; el jaqueo de los republicanos para bajar el gasto anuncia un rápido abandono del experimento.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Salarios y ganancias en el reparto de la torta

Publicado en La Verdad Obrera nº 402

Aunque los economistas K gusten definir que el “modelo” se basa en el “crecimiento con inclusión”, lo cierto es que, como muestra el gráfico, la recuperación de la economía argentina está basada en un fuerte mazazo al salario gracias a la devaluación, además de los dólares de la soja.

A pesar de los aumentos anuales de salarios negociados en paritarias, la inflación hace cada vez más difícil que estas mejoras incrementen el poder adquisitivo del salario. Dicho de otra forma, el salario real aumenta menos, o directamente no aumenta, producto de la inflación. Desde 2007, cuando la inflación se calcula que alcanzó o superó el 20% (imposible saberlo a ciencia cierta porque las truchadas del INDEK ya estaban en marcha), son cada vez menos los sectores de la clase trabajadora que pueden mostrar una recuperación del salario. La burocracia sindical es el principal responsable de este resultado: respondiendo a la presión del gobierno, que buscaba defender uno de los grandes pilares del esquema K (las superganancias empresarias), impuso techos a la recomposición de las remuneraciones en el mismo nivel de aumento de los precios, o incluso por debajo del mismo.

Además, estas negociaciones fueron muy dispares por gremio, según la capacidad de las bases de hacer presión en cada caso. Por eso, comparados con la caída brutal que sufrieron los salarios con la devaluación, la recuperación ha sido muy dispar. En el caso de las manufacturas, han logrado superar el techo de la crisis, logrando una mejora que estarían un 20% por encima del nivel de 2001 (se llega a este resultado tomando el índice de precios alternativo desarrollado por CENDA). Esta mejora, que contrasta con la situación del resto de la clase trabajadora, se dio sin embargo de un fuerte aumento de la productividad (del 23%). Por eso, aunque mejoraron las remuneraciones, se agrandó la “torta” y no cayeron las jugosas ganancias empresarias.

En el caso de los trabajadores del comercio, que representan 1,7 millones (contra 1,6 millones de trabajadores en la industria) los salarios están apenas unos puntos porcentuales por encima de los de 2001, pero por debajo que cualquier otro año de los ‘90.

Para los trabajadores no registrados, como reconoce hasta el instituto semi-oficialista Cifra, la situación sigue bastante peor que en 2001. Estos sectores representan el 36% de la clase trabajadora. Al no estar integrados en las negociaciones salariales, la brecha entre la situación de los trabajadores registrados y los sectores no registrados se ha agrandado durante los años kirchneristas. Aunque hagan gala de medidas “redistributivas” como la universalización de la asignación por hijo, esta medida apenas compensa el impacto de la inflación que produce el esquema K sobre los ingresos de los sectores precarizados.

Por todo esto, como se ve en los gráficos, la participación de las ganancias en el producto nacional, tiene un “piso” más alto en la última década que en los años ’90. Como reconoce hasta el INDEC (sesgando un poco para abajo la participación de las ganancias), en el año de participación más baja de los capitalistas en el ingreso del que se tiene registro desde 2001, esta es del 45%, es decir igual que el promedio de la década anterior. Para todo el resto de los años está por encima de este nivel.

Los salarios, por el contrario, tomados de conjunto, apenas han alcanzado el nivel de 2001, año de crisis catastrófica y de hundimiento de los ingresos. En el corazón del esquema K tenemos una formidable redistribución, en beneficio de los capitalistas.

Grafico 1: Salarios como porcentaje del PBI. Grafico 2: Ganancias como porcentaje del PBI.

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martes, 23 de noviembre de 2010

Haciendo la tarea....

Preparándose para aprovechar la mejoría en las encuestas, el kirchnerismo ha empezado a dar muestras de amor a los empresarios. En la conferencia de la UIA, Cristina Fernandez anunció su intención de apostar nuevamente por un acuerdo social entre empresarios y trabajadores, con participación del Estado, que tendría como punto central una contención de los reclamos salariales como vienen pidiendo las entidades patronales.
Además, han anunciado nuevamente que intentarán normalizar los pagos de la deuda con el club de París, en un acuerdo que ya ha tenido un principio de aceptación, y que implica saldar la deuda en pocos años, mediante pagos semestrales que se harán con reservas.
Ahora, parece que llegaría el turno de lo que podríamos considerar un test ácido en los esfuerzos del gobierno para recuperar credibilidad empresaria para un nuevo período.
Luego de años de presentar como una causa nacional en contra de los acreedores externos las truchadas del IndeK, que permitieron durante algún tiempo ocultar a los trabajadores el saqueo que imponía la inflación a los salarios (ver acá), ahora parecería ser que empezarán a desandar el camino, en la línea de los reclamos empresarios. La nota adicional, es que para hacerlo, el gobierno pedirá la "asistencia técnica" del FMI. Una manera sutil de abrir instancias de negociación con el organismo, para evitar que un informe desfavorable pueda frustrar el acuerdo con los acreedores o cuestionar aún más la posición de Argentina en el G20. Y también, para darle un marco de salida a la situación del Indek, que contente tanto a los empresarios como a los bonistas nacionales y extranjeros.
http://www.attacmadrid.org/wp/wp-content/uploads/Forges-y-FMI5.gif
De conjunto, estas iniciativas están sentando las bases para encarar las "tareas pendientes..." que las entidades empresarias le vienen marcando al gobierno. Moderar los aumentos de salario, para que el resultado de la paritaria del próximo año inicie la caída del salario real (es decir que los salarios aumenten en pesos, pero que lo hagan menos que la inflación de tal forma que puedan comprar menos bienes) para restablecer el margen de ganancias, favorecer la inversión, y garantizar los pagos de la deuda. Un programa opuesto a los intereses de los trabajadores y sectores populares.
Con las decenas de miles de millones de pesos extras de recaudación que habrá el año próximo, esto quedará disimulado. De cara a las elecciones podrán gastar de manera abundante e incentivarán el consumo afirmando que impulsan el mercado interno y la "redistribución" aunque ésta no se verifique en los fríos números. Habrá que ver si los nuevos episodios de la crisis internacional cuyo desarrollo cambia minuto a minuto no frustran del todo estos planes. Pero incluso así, el giro encarado pone un techo bien bajito para las condiciones de los trabajadores y sectores populares, en contradicción con las extendidas expectativas de mejoras.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Paolo Rocca: defendiendo la tercerización



Elocuentes las palabras de Rocca en la conferencia de la UIA. Primero se despachó, como ya lo había hecho hace un mes en la conferencia mundial de la asociación siderúrgica que hoy preside, con datos que muestran la pérdida de peso de la industria en la economía argentina. En comparación, no con la realidad de hace 35 cuando no se había iniciado el proceso de desmonte industrial, sino con el peso que tenía hace 5 años. El "modelo productivo" K que tento reivindican los neodesarrollistas de variado pelaje, como Ferrer o el Fénix, no ha revertido la tendencia a la primarización. Como ya hemos dicho en otros posts, el pope industrial y uno de los máximos ganadores durante la vigencia del esquema K, no se ahorra desnudar estas miserias que ponen en evidencia el círculo vicioso del capitalismo argentino después de 8 años de condiciones excepcionales. El crecimiento de la industria del "modelo productivo", ha sido en un mayormente aprovechamiento de la capacidad instalada hasta 2007, y de ahí en adelante inversiones mínimas -en el mejor de los casos.

Pero lo más jugoso, fue que el empresario puso sobre el tapete la agenda empresaria en lo laboral: ninguna marcha atrás con la tercerización laboral. Por si quedaba alguna duda, el empresario sostuvo que "los empresarios tienen que poder contratar empleados tercerizados, porque los costos laborales ya son excesivos y eso afecta el crecimiento de las inversiones y lo único que logra es el crecimiento del empleo en negro". Se ve que para Rocca, resulta "excesivo" que los costos laborales estén "solamente" un 20% por debajo de los niveles de 2001 (ese es el promedio de la economía, en el sector exportador del que Rocca forma parte, están casi el 40% por debajo del nivel de 2001 todavía; ver acá). Rocca ha de añorar aquellos bellos tiempos apenas se había producido el mazazo al salario de 2002. Lo que muestran las palabras de Rocca, es que no se trata de una "herencia" noventista no revertida, sino de algo que, uno de los principales protagonistas de estos años de fuerte crecimiento, considera consustancial al "modelo": si se termina la tercerización, los costos laborales suben aún más.
Más clarito: los tercerizados no sólo fueron los convidados de piedrea en el "derrame" de estos años de fuerte crecimiento y altas ganancias. Son también el dique de contención que ha impedido al conjunto de los trabajadores perforar el techo de la crisis de 2001 en lo que hace al poder adquisitivo -aunque la vuelta de las cuotas baratas y el mayor nivel de empleo genere una sensación de bonanza que contrasta con los años de la crisis de 1998-2001. (A esto contribuyo la burocracia sindical, garante de la división entre efectivos y contratados durante estos años de bonanza. Por eso, el crimen de Mariano Ferreyra, del cual hoy se cumple un mes y nos movilizamos para enfrentar los intentos de salvar la ropa de Pedraza- no salió de la nada. La burocracia sindical ha sido, durante el kirchnerismo, fiel guardiana de esta conquista fundamental de la burguesía. Para ampliar, ver acá).
Ahora, plantea Rocca, ni el mínimo aggiornamiento con el que amagó el diputado cegetista Recalde (muy limitado por otra parte. Ver acá para un desmenuzamiento de las trampitas que incluye este proyecto de ley). La tercerización, es una conquista estratégica para la burguesía, sostén clave para este ciclo de superganancias, y un ariete fundamental para buscar recomponer los márgenes de ganancia a costa de la clase trabajadora. Mal que les pese a los progres que apoyan al gobierno, el alto crecimiento del esquema K tuvo esta división de la clase trabajadora como apoyo fundamental.

jueves, 18 de noviembre de 2010

¿HACIA UN NUEVO EPISODIO DE LA CRISIS ECONÓMICA MUNDIAL?

En La verdad obrera de hoy, Paula Bach presenta un análisis de los sucesos recientes que anunciarían la entrada de un nuevo episodio de la crisis iniciada en 2007. A continuación, algunos fragmentos del artículo, acompañados de algunos comentarios finales.


El momento más agudo y la extensión al resto del mundo de la crisis económica norteamericana que comenzó en el año 2007, se produjo en septiembre de 2008 con la caída del banco de inversión Lehman Brothers. En aquella oportunidad, el pánico financiero y la comprobación empírica de que los mercados no se “autorregulaban”, impuso el terror en los principales centros internacionales (EEUU, UE y Japón aunque también China) y determinó una intervención masiva de los Estados sobre sus respectivas economías a fin de evitar una catástrofe como la de los años 30. La intervención con relativa coordinación luego de dos trimestres de violentas caídas bursátiles, bancarias, del comercio mundial y de la producción, evitó una depresión aunque no la Gran Recesión que con idas y venidas se sostiene en el tiempo. Este rodeo significó una escasa destrucción de capitales tanto bancarios como en el terreno de la producción, en relación con la magnitud de la crisis. La consecuencia fue la creación de fuertes burbujas de deudas estatales y una permanente tendencia al estancamiento en los centros que se combinó con la recuperación del crecimiento en países semicoloniales o dependientes que desde el 2001 habían acumulado fuertes reservas despegándose parcialmente varios de ellos de los mercados internacionales de capitales. Gran parte de estos países “acompañó el movimiento” de los planes de rescate en los centros, actuando como una contra tendencia a la reproducción de una depresión como la de los años 30.

A mediados de 2010, con la crisis griega y la gran crisis del Euro asistimos a un segundo episodio que puso de manifiesto tanto la debilidad de la recuperación como aquella de la eurozona y sus contradicciones internas. Salieron a luz las tensiones explosivas que albergaba la acumulación de déficits estatales y deudas soberanas pero también los desequilibrios comerciales y de flujo de capitales existentes que se habían mantenido en un segundo aunque molesto plano. Nuevamente el pánico se apoderó de los principales estadistas del mundo y una nueva acción de intervención masiva se puso en práctica con el mega-salvataje del euro en el cual cumplió un rol importante además de la intervención del FMI y el acuerdo con Estados Unidos, la posterior compra de deuda de los países de la zona euro por parte de China. Sin embargo este segundo episodio comenzó a evidenciar fisuras respecto a la modalidad de intervención de los Estados. Las políticas de ajuste en Europa y la amenaza de retirar los planes de estímulo en un corto período empezaban a convertirse en un problema para la débil recuperación norteamericana y sus abultados déficits. El ajuste europeo y la negativa de China de revaluar de forma contundente su moneda, se pusieron de manifiesto en la imposibilidad de acuerdos de alguna significación en la cumbre del G-20 en Toronto durante el mes de junio pasado aunque esto sucedió en el marco del repunte de Europa (en particular de Alemania) que alejó el pánico por un período.

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La recuperación de la zona euro que en realidad fue sobre todo la recuperación de Alemania y que, como se está viendo ahora con la crisis de Irlanda que anticipa una probable nueva crisis del euro, sólo empujó para más adelante los grandes problemas económicos y financieros, implicó una rápida revaluación del alicaído euro que volvió a ganar posición frente al dólar. Contradictoriamente esta situación resultó favorable a Estados Unidos, aunque muy insuficiente para las necesidades de su política económica. A través de la inyección de dólares en el mercado re comprando deuda de corto plazo, Estados Unidos incentivó esta situación buscando un mayor debilitamiento del dólar. Sin embargo dicha política -que ya provocó devaluaciones competitivas como fue el caso de las medidas tomadas por Japón con su moneda, el yen- resultó totalmente insuficiente para combatir los malos indicadores de la economía norteamericana. Entre ellos, el desequilibrio comercial, el débil crecimiento, el riesgo de deflación, la enorme deuda pública y en particular, la incapacidad de bajar la desocupación a lo que se suma el hecho que en el primer trimestre del año caducó el plan de estímulo cuyo rol fue clave en la aún débil recuperación. Esta situación económico social es la que viene debilitando al gobierno de Obama como se vio en la reciente derrota electoral donde se destacó el ala derecha del Partido Republicano nucleada en el Tea Party, que brega por una política aislacionista y exige la eliminación de todos los déficit y el fin de la intervención del Estado sobre la economía, salvo en el caso del gigante presupuesto militar.

Frente a esta situación, la Reserva Federal y su titular Ben Bernanke impulsaron la política que se conoce como “quantitative easing” o de “relajamiento cuantitativo” que consiste en recomprar alrededor de 600.000 millones de dólares de títulos del gobierno de medio y corto plazo (es decir emitir dólares por ese monto volcándolos al mercado) en un período de 8 meses. Como las tasas de interés de corto plazo en Estados Unidos están cercanas a 0, ya no pueden bajarse más, lo que busca la Reserva Federal ahora es intentar bajar las tasas de medio y largo plazo. Por esta vía se persiguen varios objetivos. Por un lado una devaluación del dólar (al mismo tiempo que le piden a China que revalúe el yuan) que permita disminuir las importaciones e incrementar las exportaciones para reducir el gigante déficit comercial, por otro lado aunque íntimamente asociado al primer aspecto, lograr incentivar el crédito buscando una recuperación más real de la economía que contribuya a incrementar el nivel de empleo. Por último, esta política en la medida que devalúa el dólar busca licuar la enorme deuda del Estado norteamericano y como contra cara devalúa las reservas nominadas en dólares de todos los países acreedores de entre los cuales China es el principal.

[...]

Es notable que al mismo tiempo que se anunciaba el fracaso del G-20 otro frente de tormenta comenzara a amenazar al euro. Esta vez desde el antiguo “Tigre Celta”, Irlanda, uno de los grandes “modelos” a seguir por la economía mundial durante la pasada década. Un pequeño país que se desprendió de la órbita británica para caer en las garras de la zona euro. Durante los últimos años, su fuerte crecimiento asentado fundamentalmente sobre el área de servicios, se señalaba como referencia para cualquier país en busca de un desarrollo rápido y sostenido. La crisis financiera global no obstante dejó al descubierto que el crecimiento de Irlanda, como tantos casos, se trataba de otra burbuja asentada sobre una gran especulación en los sectores bancario e inmobiliario. La crisis irlandesa que se expresa como crisis bancaria y de deuda pública había empezado a despuntar como integrante de los denominados PIIGS que desató la primera crisis del euro a mediados de año. Como señalamos esa crisis fue sólo parcialmente contenida en su momento y las preocupaciones por la solvencia de Irlanda crecieron cuando se conoció que Dublin espera cerrar el año con un déficit del 32% del PBI explicado por los fondos que el Banco Central Europeo inyecta para sostener a sus bancos que tienen como mayores acreedores a los bancos ingleses, alemanes y franceses. De modo que lo que aparece como crisis bancaria y de deuda irlandesa es la consecuencia de una política sistemática del BCE para sostener a los bancos de los principales centros imperiales. Si se toman en cuenta todas las ayudas ya aprobadas por la Comisión Europea –inyecciones de capital, garantías y adquisición de activos- la cuenta asciende a 385.000 millones de dólares lo que excede el 170% del PBI irlandés. El gobierno irlandés mientras por abajo está negociando un paquete de rescate de 130.000 millones de dólares, por arriba declara que no quiere someterse a las condiciones draconianas que le fueron impuestas a Grecia. La situación de Irlanda que provocó la caída de las bolsas a ambos lados del Atlántico tiene un fuerte riesgo de contagio como mínimo sobre Portugal y España que ya se vieron afectados y amenaza convertirse en una próxima crisis de la zona euro involucrando esta vez a países extrazona como Gran Bretaña cuyos bancos son los principales acreedores del pequeño país del norte de Europa.


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Comienza a ponerse de manifiesto que los rescates a la banca comercial y de inversión y las cuantiosas deudas de los Estados, más allá de que permitieron contener la crisis y evitar que se expresara como depresión, sostuvieron el apalancamiento y no lograron un impulso y una recuperación estructural de la economía. No es sostenible en el tiempo la disparidad entre el débil crecimiento de los países centrales por un lado y el crecimiento fuerte de la periferia por el otro, que actuó como cierta tracción para evitar una depresión. Tal como ya se puso de manifiesto durante la crisis del euro, la recuperación de Alemania y los brutales planes de ajuste en los países europeos que están siendo resistidos por los trabajadores y sectores populares de Francia o Gran Bretaña, la economía norteamericana tampoco va a poder recuperarse sin dejar graves víctimas. La denominada “guerra de monedas” es la antesala de probables guerras comerciales y mayores tensiones entre los Estados. A su vez se preanuncian nuevos intentos de descargar la crisis sobre los trabajadores y sectores populares lo que dará origen a convulsiones en la lucha de clases como las que recorrieron las calles de Francia y que generaron fuertes tendencias a la huelga general en uno de los principales países imperialistas.

Estamos ante una crisis que es mundial y sistémita. Nuevos efectos siguen apereciendo, y las presiones a la disputa entre las principales economías del mundo se profundiza cada día. Esto lo vimos en la reunión del G-20 en Corea el pasado fin de semana, y la razón de fondo es la perplejidad frente a la evidencia de que ninguna de las respuestas frente a la crisis ha dado una resolución persistente, más allá de haber evitado la catástrofe inmediata. No hay desacople posible en el mediano plazo, como se le puso de manifiesto a Brasil, arrastrado del teatro de operaciones de la "guerra de monedas", por la masiva persistente entrada de capitales que sigue revaluando su moneda. Menos aún para Argentina, "adicta" la la soja que vende a China, y dependiente del real caro como está todavía, veremos por cuánto tiempo. Y, si prospera la nueva iniciativa de pagarle al club de París, reenganchada plenamente al inestable sistema financiero internacional.

martes, 16 de noviembre de 2010

¿Desendeudamiento?

El gobierno "nacional y popular" está a unos pasos de rubricar el acuerdo para pagar la deuda contraída con el Club de París.

El acuerdo se presenta como "soberano" porque no obligaría al país a ser auditado por el FMI. Pero lo cierto es que concretar esta medida, aún en una incierta situación internacional como la de estos días, significa tender la alfombra roja al capital extranjero, ansioso por estos días de poner en movimiento el dinero barato lanzado por la FED norteamericana. Festejar porque, como buen pagador que pone los billetes sobre la mesa, el país escape a los ojos de los auditores fondomonetaristas como ya se adelantó a hacer Zaiat, es conformarse con premio consuelo. Es interesante hacer notar la evolución en la obsecuencia de este personaje, que hace dos años -cuando Cristina anunció por primera vez la intención de arreglar con el club de París- señalaba que este acuerdo reconectaría a Argentina con un mundo en crisis. Hoy, festeja que esta reconexión se haga sin el FMI en medio.

De toda la historía de la fraudulenta deuda pública argentina, el capítulo de el club de París es uno de los más infames. Acá no hace falta auditar nada, como sigue pidiendo Proyecto sur, esta deuda fue tomada por la dictadura genocida para comprar armar; se suma a esto, y créditos de empresas públicas que alimentaron la masiva fuga de capitales de la época y la "plata dulce.

Como si fuera poco, "1985, un equipo de auditores del Banco Central demostró que una parte de los fondos nunca había llegado al país, pero la deuda igual fue reconocida por el gobierno de Raúl Alfonsín".

Continuando con "lo que Néstor hubiera querido", Cristina Fernandez continúa el ciclo de generosa entrega de los recursos nacionales a los acreedores, que para sostenerse está creando una masiva deuda intraestado, que bloquea recursos que podrían utilizarse para satisfacer las necesiades y el pueblo.

Contra esta entrega, ninguna propuesta de "auditar" la deuda. Es necesario movilizarse para imponer el no pago de toda la deuda.

jueves, 11 de noviembre de 2010

La economía argentina en su círculo vicioso - parte 4

Como prometimos, van las perspectivas del esquema K, con esta nota publicada en La Verdad Obrera nº 400. Con esto teminamos, provisoriamente, la serie sobre la economía argentina, iniciada con el legado económico de Néstor Kirchner.

Crecimiento, pero a merced de las condiciones externas

Jueves 11 de noviembre de 2010

Esteban Mercatante y Pablo Anino


Por el momento la situación internacional viene trayendo buenas noticias para la economía argentina. Brasil y China siguen creciendo fuerte, a contramano de la zona Euro y EE.UU. que lo hacen a un 2%. El crecimiento de Brasil significa fuerte demanda para la producción automotriz (y por efecto indirecto de varias otras industrias); el de China, fuerte demanda de granos.

Como si esto fuera poco, la formidable emisión de 600 mil millones de dólares que anunció la FED (el banco central estadounidense), preanuncia una depreciación del dólar. Esta depreciación esperada, junto con una mala cosecha en los Estados Unidos, ya empezó a impactar con todo en los precios de los granos, todos medidos en dólares. Como no ocurría desde 2008, la soja se está acercando a los 500 dólares por tonelada, mientras que hace 10 días estaba en u$s 454. Todo indica que la subida se mantendrá.

La perspectiva de depreciación del dólar, tuvo otro importante efecto para Argentina. En países que no controlan el tipo de cambio o sólo lo hacen laxamente, entre ellos Brasil, esto aceleró la suba en la cotización de sus monedas. Para la moneda Argentina, esto significa que sigue barata en relación a las de los competidores y por lo tanto un colchón de competitividad a la economía a pesar de los aumentos de precios.

En resumen, la revuelta situación internacional significa lluvia de dólares y fuerte demanda. Esto permite preservar un gran pilar del esquema económico K, el superávit comercial. Y de paso sacar tensiones al frente fiscal gracias a los ingresos aduaneros.

Las imprevisibles consecuencias de la guerra monetaria

Los analistas de todo el arco ideológico plantean que “sigue el viento de cola”, o que el “escenario mundial” es positivo (Suplemento Cash de Página/12, 6/11/2010), pero hay una dosis importante de provincianismo en estos análisis. Los aspectos que benefician a la economía argentina están cargados de inestabilidad. No hay que olvidar que en 2008, al aumento de los precios de los granos lo siguió una acelerada caída. Hoy se habla nuevamente de una burbuja en las cotizaciones.

Lo mismo ocurre con el crecimiento económico. Aunque se ha vuelto un lugar común hablar de una economía que funciona a dos tiempos, con los BRICs (Brasil, Rusia, India, y China) y otros países creciendo fuerte, y Europa y EE.UU. con bajo crecimiento, esta situación no puede sostenerse indefinidamente. Hasta 2007 el mundo vivía del gran consumo norteamericano, que hoy está retraído. La economía norteamericana no puede ni quiere seguir jugando ese rol, como mostraron las medidas de Bernanke y la defensa que hizo de las mismas Barak Obama, anunciando que aspira a aumentar las exportaciones norteamericanas en todo el mundo.

Mientras EE.UU. viene presionando a China para que no “manipule su moneda”, ellos ya lo venían haciendo y ahora con esta medida lo hacen a una escala superior.

Un peso cada vez menos devaluado

Las declaraciones del canciller Héctor Timerman en viaje a la reunión del G-20 en Corea, pidiendo mecanismos financieros que moderen el ingreso de capitales a los países emergentes son una confesión de las precariedades del esquema económico.

La suba de precios, que el gobierno niega y que destruyendo el INDEK dio vía libre para que los empresarios alimenten con total impunidad, ha hecho que el dólar caro de la megadevaluación de 2002 vaya agotándose. Hoy queda un colchón de ventaja cambiaria, pero la suba de precios es una presión negativa sobre la competitividad. Si no ha habido fu ertes presiones para devaluar el peso nuevamente, es porque desde fines de 2008, muchas monedas, sobre todo la de Brasil, han subido muy fuerte frente al dólar. Gracias a eso, se mantuvo la “competitividad”.

La medida de la FED podría meter demasiada presión sobre Brasil y acelerar una depreciación. Es que la moneda acumula una apreciación de 115% desde que asumió Lula en 2003. En Brasil los principales industriales ya alertaron contra la “desindustrialización” que provoca la apreciación cambiaria dado que actúa abaratando las importaciones y dificultando exportaciones. La alerta, aunque exagerada, da cuenta de las presiones hacia la presidenta electa, Dilma Rousseff, para una devaluación del real y un ajuste fiscal. Este camino significaría un golpe para la economía argentina, sin margen hoy para una nueva devaluación, que podría acelerar la suba de precios. Es así que se depende en gran medida de lo que pase afuera para surfear las contradicciones del esquema.

Crecimiento, mercado interno e inflación

La “foto” del crecimiento, muestra que hay ahí un peso importante de la demanda local. Esto envalentona el discurso K, ya que mostraría el peso ganado por el mercado interno asociado a políticas “redistributivas”. Esto se usa como evidencia de una recomposición de los ingresos populares y de los trabajadores. Sin embargo, en este consumo han cobrado un peso enorme los planes de cuotas. Pero sobre todo, ya sea en cuotas o –en los sectores de ingresos más altos- utilizando ahorros disponibles, el aumento del consumo muestra un esfuerzo por escapar a la inflación que se carcome los ingresos. En el caso de los sectores de más bajos ingresos, el “alto consumo” de todo lo que ganan les permite comprar cada vez menos cosas, aunque el ministro Boudou sostenga que la inflación es un problema de los sectores de ingresos altos. Incluso, el gobierno alimenta cierto nivel de inflación porque le permite recaudar más por los impuestos al consumo como el IVA. Y de esta forma, dibujar superávit fiscal aunque la deuda y los subsidios a los empresarios estén vaciando la caja fiscal.

Se siguen profundizando las contradicciones del esquema económico

La inflación expresa la tensión entre rentabilidad y competitividad para el capital que se valoriza en el país. La rentabilidad sigue en niveles superiores a los de 2001 pero cayó respecto de los mejores años pos convertibilidad. En un contexto donde un conjunto de factores dispararon una tendencia alcista en los precios, los capitalistas pueden sacar provecho de la situación subiendo los precios para mantener sus márgenes; pero esto mina la competitividad, tanto para los exportadores como para la relación entre producción importada y nacional en el consumo interno.

Las contradicciones del esquema económico K se expresan incluso en la industria que viene creciendo fuerte. Las automotrices y la siderurgia batirán este año todos los récords.

Pero el resto apenas rondarán el 2%. Muchas ramas de la producción están actuando muy cerca de la utilización plena de su capacidad productiva mientras la inversión continúa retraída. Por eso la fuerte demanda de este año está siendo respondida con mayores importaciones (las importaciones per cápita son actualmente 33% mayores que hace diez años) y las inversiones registradas, con la excepción de algunos proyectos automotrices, son apenas para sostener la capacidad productiva. No hay ampliaciones de la producción, la inversión este año no llegará al 21% del PBI, lo cual no sería un mal número si no fuera porque la capacidad productiva está al límite. La fortaleza del consumo que el gobierno acicatea de distintas formas tiene entonces un correlato negativo para el comercio exterior porque gran parte de ella es respondida con importaciones y no con aumento de producción.

Mar de fondo

A pesar de las fortalezas macroeconómicas que muestra la economía argentina, que alejan la perspectiva inmediata de una situación económica catastrófica el panorama es que se mantendrán un conjunto de desequilibrios. Éstos no implican que la economía vaya a pasar rápidamente del crecimiento fuerte a la caída, pero sí que hay una mayor fragilidad frente a escenarios adversos imprevistos, algo muy probable en la inestable situación internacional. Si la guerra de divisas trae nuevas devaluaciones competitivas, o si nuevos episodios de crisis fiscal en Europa empujan nuevamente la incertidumbre financiera y la salida de capitales, o si la inflación supera el margen de lo controlable, los precarios equilibrios de la economía Argentina podrían derrumbarse.

En ese trasfondo calmo y con rasgos de fortaleza en la coyuntura siguen activadas algunas cuestiones explosivas, y por lo tanto no es de esperar que sean encarados durante este año, pero mientras se prolonguen se irán profundizando y por lo tanto haciendo más traumática su resolución para cualquier gobierno pos 2011. Tanto la continuidad del esquema económico K como las salidas propuestas por la oposición patronal amenazan la situación de los trabajadores. Es necesario desarrollar una alternativa independiente.

Posteos anteriores de la serie:

Parte 1

Parte 2

Parte 3


lunes, 8 de noviembre de 2010

El círculo vicioso del capitalismo argentino - Parte 3 - test de hipótesis estructuralistas

http://omairagomez.blogspot.es/img/fila3.jpg

Alguno se habrá preguntado, por qué un título como "El círculo vicioso del capitalismo argentino" para esta serie que empezamos a propósito del legado económico de Néstor K.
Antes de seguir con lo que prometimos, las perspectivas que pueden avizorarse para la economía argentina en el marco de una economía mundial harto inestable, vamos a detenernos en este punto. Que se relaciona con las contradicciones que han surgido en el esquema K a lo largo de los años y que marcan esas perspectivas que ya analizaremos.
El título viene a cuento de las regularidades que vienen desde hace más de medio siglo y que ha seguido exhibiendo la economía argentina en este ciclo de crecimiento iniciado a fines de 2002, aunque el mismo haya transcurrido en condiciones a todas luces excepcionales, tanto externas como locales. Regularidades que ponen coto a la perspectiva de que el crecimiento de estos últimos años se sostenga en el mediano plazo. Sobre estas perspectivas diremos más en próximos posteos.
Estas regularidades tienen que ver con el ritmo cansino que tuvo la acumulación de capital, a pesar del fuerte aumento de la rentabilidad. Ya hemos señalado en otros posteos cómo la caída del costo laboral y el abaratamiento de costos en dólares que representaron un enorme aumento de la rentalibidad, que en promedio se elevo más de 20% respecto de la decáda previa, siendo los sectores agrario y manuferacturero los más favorecidos. En este contexto de aumento de la rentabilidad, habría sido esperable un fuerte crecimiento de la inversión. Lejos de esto, la inversión de equipos y maquinaria por obrero se mantuvo baja. Hasta 2006, cuando se interrumpe la serie elaborada por el INDEC, ésta fue menor que en los noventa. Hay que tener en cuenta que ese año y el siguiente son los años de mayor inversión como porcentaje del PBI de la década, y sin embargo, como muestra la relación con la fuerza de trabajo ocupada, el crecimiento fue en gran medida extensivo, o intensivo en mano de obra y no en capital.
Durante estos años se dieron condiciones inmejorables para poner a prueba la conclusión central de los economistas estructuralistas: que la restricción externa, es decir la crónica salida neta de dólares producida por el déficit comercial, las remesas de la inversión extranjera, la fuda de capitales y la deuda, es la traba excluyente al crecimiento del país, y que superada esta restricción, el crecimiento se dispararía. No podemos hacer justcicia al pensamiento de Oscar Braun, Marcelo Diamand y etc., en estas breves líneas. Representan sin duda un análisis en muchos aspectos certero de los rasgos particulares que cobra en Argentina -y por entensión en otros países similares- el desarrollo desigual y combinado de la economía mundial. y el balance de sus aciertos y errores merece un estudio más profundo. Pero lo que queremos poner de relieve acá es que, aunque tienen razón en considerar que la restricción externa opera como una limitante al crecimiento, la baja acumulación de capital que caracteriza la economía argentina tiene raíces más profundas.
Esto podemos empezar a verlo desde 2002, porque justamente no ha operado la restricción externa sobre la economía nacional. Durante todos estos años, la economía se caracterizó por una fuerte entrada neta de dólares. El superávit comercial ha estado por encima de los u$s 10 mil millones durante casi todos estos años. Incluso aunque se viene registrando un acelerado aumento de las importaciones, este año no bajará de u$s 12/13 mil millones. Paralelamente, hasta 2005 sólo estuvo regularizada la deuda con el FMI, que por esos se refinanció, por lo cual no hubo salida de dólares para afrontar pagos de la deuda. Aunque esto cambió en los años posteriores, cuando se pagó generosamente a los acreedores esta deuda fraudulenta, se mantuvo una fuerte entrada neta de dólares. Tanto, que entre fines de 2007 y los últimos meses de 2009 se soportó una fuga de capitales superior a los u$s 1000 millones de dólares mensuales sin que tuviera mayor impacto en la economía. No podemos afirmar que la cuestión de la restricción externa ha salido del horizonte de la economía argentina, ya que numerosas características de este capitalismo dependiente ponen un piso muy alto al drenaje de divisas, pero sin duda estamos ante un desplazamiento de la misma.
Lo que esto no posibilitó, es ningún aumento de la tasa de acumulación como para sostener el alto crecimiento. Por supuesto, durante todos estos años hubo altos niveles de crecimiento. Pero este alto crecimiento ha aprovechado las condiciones legadas por la década previa, durante la cual había habido una cierta renovación de los equipos industriales, así como había aumentado la productividad industrial y la relación de capital por obrero. La capacidad ociosa con la cual se partió en 2002, dio amplio margen para crecer invirtiendo lo mínimo indispensable. La cuestión en debate es si, cuando estas condiciones favorables empezaron a agotarse y se trató de sostener el crecimiento, el desplazamiento de la restricción externa habilitó las condiciones para esto. Y se comprueba que esto no ha sucedido. La relación inversión/PBI llega a ubicarse ligeramente por encima de los niveles de los noventa, pero esto no significa un aumento cualitativo. La relación inversión / PBI entre 1993 y 1999 rondó el 19%; entre 2003 y 2009 estuvo apenas por encima del 20,5 %. Como ya dijimos, bajó la intensidad de capital por obrero, porque aumentó la ocupación en este último período.
Como plantea un artículo de Gustavo Burachik:

"el crecimiento de la economía fue sólo un tercio del crecimiento de las exportaciones, lo cual, de algún modo, pone en entredicho la idea de Braun de que la restricción externa constituye 'el freno dominante'. En otros términos, el crecimiento económico produjo una demanda de divisas para la importación (insumos, maquinarias) insuficiente para agotar los ingresos netos de dólares. Esta forma de ver las cosas tiene un sentido, ya que para evaluar la intensidad de la reciente fase expansiva es preciso referirla a la masa de recursos económicos (y de otras condiciones sociales y políticas que resultaron, asimismo, bastante favorables) que estaba a disposición de la acumulación y no dejarse impresionar por el valor absoluto de las tasas de crecimiento. Se pone así de manifiesto el carácter limitado de la expansión de los años 2003-2008, no sólo desde el punto de vista cualitativo (modernización tecnológica, aumento de la productividad) sino también cuantitativo.

[...]

En suma, las grandes empresas nacionales y extranjeras han tenido acceso a una masa de ganancias superior a la que estaban dispuestas a invertir y usaron este 'excedente' para adquirir divisas y sacarlas del país y para disminuir su endeudamiento neto. Así, la convergencia de altas ganancias con una elevada disponibilidad de divisas no ha resultado en una reanimación sustancial de las perspectivas de la acumulación del capital sino en una cuantiosa dilapidación. Entre los corolarios que pueden extraerse de estas consideraciones uno parece de particular interés: la mayor parte del ingreso nacional resulta apropiado por una clase social que no encuentra luego condiciones propicias para una reinversión rentable. No hay vuelta: el desarrollo de las fuerzas productivas requiere un cambio en las relaciones de producción."
El discurso empresario culpa de la baja inversión a la “falta de seguridad jurídica” o a la “intervención estatal”, especialmente en sectores como la energía o combustibles, con tarifas reguladas. Pero lo cierto es que el mismo factor que permitió recomponer la rentabilidad, la fuerte devaluación del peso, encareció la importación de equipos, haciendo más costosa la inversión. En términos comparados, la mayor tasa de rentabilidad lograda por la devaluación, se vio reducida en términos de capacidad de acumulación, es decir que aunque aumentó la ganancia en relación al capital invertido, esa mayor tasa de ganancia podía reinvertirse en un menor volumen de capital fijo -en los casos que no se estuviera adquiriendo maquinarias y equipos producidos en el país. Por eso, la respuesta más general del empresariado ante las nuevas condiciones, fue aprovecharlas con las instalaciones productivas existentes, más que tomar nota de las mismas para realizar nuevas inversiones. También pesó en esta acumulación relavitamente baja el hecho de que el horizonte temporal en cual pueden perdurar las condiciones logradas por un tipo de cambio depreciado es limitado; de hecho hoy se conserva una ventaja cambiaria porque el dolar se viene depreciando en relación al Euro, el Real y otras monedas, pero la suba de precios revalorizó el peso argentino frente al dólar. Por eso, los empresarios han aprovechado estas condiciones excepcionales sin ampliar la capacidad productiva de manera significativa. Aunque busquen exculparse cargando las tintas contra el gobierno, la lógica de la entabilidad capitalista hacía previsible estos resultados, que muestran que el tipo de cambio competitivo en sí mismo no puede conducir a una modificación de largo aliento en las tendencias que conforman la estructura productiva.
El círculo vicioso del capitalismo argentino al que hacemos referencia, es que, como economía de baja competitividad en términos internacionales (fuera del agro y algunas otras ramas de commodities industriales) sólo ha logrado recuperar sus niveles de rentablidad a costa de hundir el peso, y con él los salarios y los costos en dólares, pero al hacerlo, ha aumentado los costos de la inversión, generando condiciones que acrecientan la brecha de productividas. Los enormes costos sociales que exigió la recomposición de la rentabilidad capitalista, ni siquiera se han plasmado en un cambio de la dinámica de la economía más allá del corto/mediano plazo, sino sólo en una formidable rentabilidad ávidamente aprovechada por el capital.
Las ilusiones neodesarrollistas sobre un crecimiento económico con equidad apoyado en el mercado interno chocan con esta descarnada realidad. Para los trabajadores no se trata de esperar el "derrame" del crecimiento capitalista, sino de pelear por derrocar este sistema, expropiando a los expropiadores capitalistas.

Desde Rosario, un nuevo Blog en la "troskósfera"

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Saludamos la novísima creación del blog latroskarosario. Desde la región cuna de "la serpiente roja del Parará", lo s compañeros troskos rosarinos recogen
"las banderas de las mejores tradiciones revolucionarias de la región, la de los dos rosariazos y la del enorme Villazo, la de la emergencia violenta y revolucionaria de obreros y estudiantes en las fábricas, galpones ferroviarios, escuelas, copando el hermoso centro rosarino… ¿Quiénes van a ser, los kirchneristas que se abrazan a los burócratas como Caló, formateados por el Loro Miguel que pergueñó este golpe de estado a escala en Villa Constitución, los que hablen del Villazo? ¿Son los socialistas que reciclan funcionarios de la dictadura los que continúen estas tradiciones? ¿Va a ser la izquierda amiga de los dueños de los campos? No. Ni siquiera pueden mirar a los ojos a su pasado los que fueron líderes de esos procesos, como los dirigentes de la UOM Villa, que hoy son sombras, la piel reseca de esa enorme víbora subversiva, que hoy se saca los restos del pasado para continuar su letal obra anticapitalista. Para eso se prepara el trotskismo, para eso nos jugamos día a día a confluir con los mejores sectores del movimiento obrero, estudiantil y de intelectuales revolucionarios. Somos los troskos los que recogemos del piso las banderas de los dirigentes del Villazo, para llevarlas al triunfo. Y este blog se propone ser una de las instancias de la formación de revolucionarios para esa labor que nos gusta tanto.
Esto es La troska Rosario. Bienvenidos".

sábado, 6 de noviembre de 2010

Guerra de divisas - Un comentario




El compañero Gastón R. nos ha enviado por correo las siguientes reflexiones, a propósito de nuestro post sobre la guerra de divisas.

Mientras leía la esta muy buena nota pensaba, sin lugar a dudas, la guerra monetaria es cada vez más inminente, y no puede ser menor, la compra de deuda por más de 600 millones de dólar por la FED, es una medida a tono con las devaluaciones del dólar que impulsó USA en sus momentos críticos, como el abandono de los acuerdos de Bretton Woods en los 70´, imponiendo una devalución del dólar a sus máximos competidores Japón y Alemania.
Ahora ante este escenario, no podía dejar de preguntarme que dirían los Keynesianos del siglo XXI. ¿Paul Krugman, asesor de Obama, festejaría la medida? Recordemos que venía sosteniendo una insesante lobby periodístico exigiendo dureza y más dureza a Obama frente a China por su negativa a revaluar el Yuan... Mientras, pedía a Obama que una vez por todas aplicara un plan de gasto público verdaderamente audaz.
La respuesta no se hizo esperar y vino de otro nobel, arrepentido de sus funciones en el Banco Mundial, J. Stiglitz, quien en un artículo reciente plantea "La FED se vuelve a equivocar", "... la política QE es equivocada, no ve la existencia de una trampa de liquidez... que viene actuando en USA desde los mega rescates de Lemhan Brothers en adelante, que más dinero en las calles y en los bancos, seguir apostando a la baja de la tasa de interés no es garantía, como lo fue en los 30´, de mayores crédito y ni hablar de la tan necesaria inversión y recuperación de la demana".
Y entonces, le queda tiempo aún a Obama para dar un giro, se podrá evitar la guerra de monedas... ¿Una política de mayor gasto público, como la que anhelan Stiglitz, Krugman, etc., puede ser la solución?
Difícilmente. A los deseos de una política a la Keynesiana se viene imponiedo en USA y también en Europa, una política liberal agresiva, que tiene a los conservadores, también a Obama - y a los gobiernos socialistas como en España- como principales impulsores. Se trata de salvar a cada economía nacional cueste lo que cueste. Y justamente son las profundas contradicciones estructurales de la principal potencia capitalista mundial y de la Unión Europea, las que cada vez más indican que la crisis no adminte resoluciones de fondo en el terreno nacional. Por eso, las propuestas de revitalizar un Keynesiansimo a partir de mayor gasto público, han sido impotentes, no sólo por que Obama priorizó el rescate de los grandes bancos de inversión a la obra pública, o que el muchacho "gasto poco" como critica Krugman... sino que dada la magnitud de la crisis, comparable con la de 1930, como también el salto en la interdependencia de las economías en relación al mercado mundial, ambos hacen que la solución está cada vez más en el exterior que al interior de las economías. Todos los Estados se preparan para disputar una solución descargando "su" crisis en el exterior, cuestión que se dejó ver la última cumbre del G 20, no olvidemos su fracasó al no poder resolver medidas coordinadas internacioalmente ante la crisis.
Krugman termina sosteniendo un programa pragmático, combinar devaluaciones de dólar con mayor gasto público, un programa que se saldría de la ortodoxia Keynesiana (una ortodoxia que por cierto, no cuenta en sus manuales con las lecciones de la carrera armamentista de USA y su intervención en la Guerra Mundial como variables de última instancia para relanzar el capitalismo norteamericano, una vez fracasado el propio New Deal).
Estamos ante la prima brisa, previa al huracán. Los animals spirits... los espírtus animales según Keynes, sólo traeran más convulsiones, ataques, guerras comerciales y guerras. Nos queda prepararnos para la irrupción violenta de las masas, nuestra tarea preparar su triunfo.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Ahora sí se viene con todo la guerra de divisas

ben bernanke
600 mil millones de dólares en un año. Una verdadera inundación de dólares, equivalente a casi dos veces el probucto anual de Argentina, es el monto del quantitative easing (QE, emisión vía compra de deuda) que va a hacer la Reserva Federal, el banco central norteamericano. Algo así como un un 25% de los dólares que ya hay en circulación, un incremento a todas luces exponencial, en línea con lo que ha sucedido desde la crisis.
Lo que hemos visto hasta ahora en la llamada guerra de divisas, es verdaderamente un poroto al lado de lo que se va a venir. En el mismo sentido de los últimos tiempos, pero mucho más. Entrada de capitales y presión a la sobrevaluación de las monedas de muchos países, entre ellas la de Brasil, una de las principales víctimas en las primeras escaramuzas de la conflagración monetaria, precios de los commodities por las nubes, como para seguir tranquilos con la adicción a la soja de la economía argentina. Y, quien lo hubiera dicho hace unos meses, deuda menos cara hasta para Argentina. El "riesgo país" cayó a 518 puntos, o sea que para colocar deuda, el tesoro no debería afrontar una tasa superior al 6%. Por un tiempo más, para Argentina sigue el viento de cola. Sería sin embargo un poco provinciano descorchar champagna; esta fiesta se celebra en la cubierta del Titanic.
La economía norteamericana sigue planchada (el tercer trimestre creció apenas un 2%), y la derrota de Obama reafirma la perspectiva de que no habrá nuevos estímulos fiscales. La perspectiva de ajustar los gastos para contener el "gasto fiscal" desembozado, seguramente cobrará impulso. En línea con los reclamos republicanos (que explicitan y reivindican lo mismo que hicieron calladamente los demócratas durante estos años) los deudores seguirán con el grillete de la deuda, y por lo tanto no van a consumir. Los que mantengan empleo y no tengan deudas mantendrán toda la liquidez como colchón, para no arriesgarse en una situación incierta.
La única vía de escape, entonces, va por el lado monetario. Dólares para todo el mundo, tasas por el piso y que siga la fiesta. La cantidad de mini burbujas (en comparación con la que estalló en 2007; para muchas economías son ominosamente grandes) que la política de la FED ha puesto en marcha desde 2008 no tienen parangón con ningún otro momento histórico. Los dólares con los cuales la FED viene inundando la economía, no se canalizan hacia crédito, sino hacia las múltiples alternativas de inversión rentable que se hacen más atractivas cuanto más bajas estén las tasas de la FED.
Para quienes buscan impedir el quiebre del orden monetario mundial, la noticia sólo puede tener un calificativo: ominosa. Mientras Tim Geithner denuncia China por manipular la moneda, es la política de EEUU lo que está en el centro de los desequilibrios mundiales.
Hace dos años se tomaba la foto de la reunión del G20 para afrontar la crisis y se ponía como un dato nuevo, irreversible, la cooperación internacional para afrontar la crisis. Hoy estas ilusiones están siendo arrastradas por la incapacidad de la acción coordinada para recuperar el crecimiento. Los grandes planes de estímulo y salvatajes a los bancos sacaron las papas del fuego. Pero dejaron pendiente de resolver cómo seguirá la economía mundial ahora que el "consumidor en última instancia" que eran millones de norteamericanos que se endeudaban para comprar sobre la base de la valorización de activos, ha salido de la escena. Ni China, ni Japón, ni Europa, parecen muy entusiastas ni capacitados para jugar ese rol.
A falta de plan mejor, es entonces el sálvese quien pueda. Por ahora, EEUU unidos parece de los mejor capacidados para jugar este juego. En una posición de mucha mayor debilidad, los escarceos actuales nos recuerdan a los momentos previos a los acuerdos Plaza, por los cuáles EEUU impuso a Japón y Alemania una revaluación del yen y el marco, que permitió una cierta recuperación de sus exportaciones. EEUU exportó su crisis, como ya lo había hecho en la década anterior abandonando unilateralmente los acuerdos monetarios de Bretton Woods y devaluando el dólar (en ese momento, el secretario del Tesoro planteó frente a las principales economías del mundo que "el dólar es nuestra moneda pero es su problema").
Pero claro, hay varias diferencias. China es a la vez más (por su peso en la economía mundial y como destino de inversiones) y menos (por su capacidad de desarrollo) que Japón y Alemania en su momento. La relación entre China y EEUU es mucho más simbiótica de lo que jamás fue con dichas economías, lo cual dificulta la estrategia de exportar la crisis. Y sobre todo, la crisis en curso es mucho más profunda y sistémica, con lo cual los efectos desestabilizadores de medidas como las de ayer, se amplifican.
Por todo esto, exportar la crisis le será a EEUU más difícil que en otras ocasiones. El peso del dólar como reserva mundial le da margen de maniobra, más aún con la crisis en la que se encuentra la zona Euro. Pero este acicate a la guerra de monedas podría acelerar las iniciativas en agenda para reducir el protagonismo del dólar en el sistema monetario mundial. Por lo demás, no son muchos los augurios optimistas frente a la iniciativa de la FED. Para el ex presidente de la Fed, Paul Volcker, la inyección de dinero “no traerá importantes resultados” y sólo provocará inflación. John Taylor, economista de la Universidad de Stanford, estimó que el QE no funcionará, y que lo que debería hacerse es dejar de poner controles y evitar la suba de impuestos. Para otros, la inflación podría impulsar el consumo (para evitar la desvalorización de los saldos monetarios) pero nadie pone muchas fichas en eso.
La FED está dando una bofetada en la cara a quienes esperaban una salida concertada a la crisis mundial. La todavía principal economía del globo pone otra señal más de que cada uno está por su cuenta, y en contra de todos los demás. La coordinación sólo era viable para evitar la peor catástrofe. Ahora se trata de reestructurar la economía global. Lejos de contribuir a la pacificación de este proceso, la interdependencia de las principales economías mundiales ha aumentado los potenciales costos y beneficios que pueden salir de la configuración económica que deje esta crisis. Por eso, mientras impulsan numerosas medidas de ataque a la clase trabajadora (sobre todo en Europa) cada país busca evitar pagar con los peores costos de la crisis. La "guerra de divisas" es el primer capítulo, que preanuncia las barreras comerciales. La tan temida tendencia centrífuga en la economía mundial, cuyas nefastas consecuencias se vivieron en los '30, asoma nuevamente en el horizonte. La soja no va a blindar a la Argentina para que escape de esa perspectiva, ni mucho menos Brasil.
Este sistema social decadente no tiene más promesas que nuevos episodios de crisis, mayor hostilidad en las relaciones internacionales, y nuevos ataques a las condiciones de vida de las masas trabajadoras. Hay que preparse para la intervención revolucionaria frente al salto en la lucha de clases que estos años tumultuosos plantearán.

Ver más:

Corea del Sur: fracasos y trampas del G-20


Una nueva oleada de guerra monetaria

martes, 2 de noviembre de 2010

El circulo vicioso del capitalismo argentino - Parte 2 - Las deudas del "modelo K"

Una de las principales reivindicaciones a la política económica kirchnerista, es la renegociación de la deuda en default encarada en 2005, momento en el que se habría plantado frente a los acreedores producto de lo cual logró una fuerte reducción de la deuda.
Algunos llegan a sostener que a partir de ese momento, la deuda "no es un condicionante central para la economía ni por magnitud ni por su horizonte de vencimientos" y de ahí concluyen que no hay ningún problema en pagarla. Desde esta visión, han justificado el "desendeudamiento", que ha convertido a la etapa kirchnerista en uno de las épocas en las que más se ha pagado a los acreedores. A pesar de lo cual no ha habido mucho desendeudamiento.

Veamos si realmente puede decirse que la deuda no condicione la economía argentina.
En 2005, la deuda alcanzaba los 180 mil millones de dólares. Luego de la renegociación, la deuda total pasó a 126 mil millones de dólares, a los cuales tenemos que sumar otros 27 mil millones que siguieron en default. De la parte de deuda renegociada, lo que se presentó como una quita del 75%, fue en realidad una reducción del monto de la deuda que no llegó al 40%. Esto fue así por el reconocimiento de los intereses devengados durante una parte del período de default.

A partir de ese momento, la deuda ha crecido casi 25%. Este considerable aumento se ha dado a pesar de el gobierno no tiene acceso a los mercados financieros desde 2007.

Es cierto que, producto de las dificultades para acceder al crédito y de los vencimientos de capital reconocidos durante estos años, la relación deuda PBI se ha reducido.

Por otra parte, la nacionalización de las AFJPs implicó que una gran cantidad de títulos pasaron a manos de la ANSES. Como este organismo -y otros- fue el principal destinatario de las colocaciones de deuda de los últimos años, una parte importante de la deuda está fuera del mercado, y es deuda intra Estado. La relación deuda en el mercado asciende sólo al 17% del PBI, que asciende al 25% del PBI si sumamos la deuda con el club de París y otras deudas con organismos internacionales y surgidas de acuerdos bilaterales. En términos comparativos, se puede sostener que la deuda no constituye un drenaje de reservas de tal magnitud que amenace con una crisis externa en la economía argentina, como en los '80.

Sin embargo, si consideramos el total de la deuda pública, la relación deuda PBI está en 48%, es decir nivel cercano al que había alcanzado en el final del gobierno de la Alianza. Esto no implica riesgo de una crisis de deuda porque en gran parte de salda entre agencias públicas.

Sin embargo, que la deuda sigue siendo un severo condicionante de la economía argentina se muestra en que desde la renegociación los pagos de intereses de deuda han representado entre un 15 y un 20% del presupuesto del gobierno nacional. Incluso aunque gran parte de la deuda se resuelva intra estado, esto limita recursos que podrían utilizarse para obras públicas o muchas otras alternativas distintas a sacrificarlos en el altar de los mercados. El financiamiento con la ANSES, el PAMI o mediante el uso de reservas no son gratuitos desde este punto de vista, sino que implican la inhibición de recursos para otras fuentes. Como se ve en el grafico, durante el kirchnerismo ya se han pagado más de u$s 45 mil millones, contando los 10 mil que se entregaron de un saque al FMI.

Por otra parte, la propia dinámica fiscal se ha deteriorado a partir de la renegociación de la deuda. 2007 fue el ultimo año de verdadera holgura fiscal. Pero ya ese mismo año empezaron los maquillajes a las cuentas públicas para disfrazar la tendencia deficitaria, en la cual el pago de la deuda es una de las principales causas, junto con los subsidios a los empresarios para solventar sus ganancias (Ver acá para más detalle sobre el maquillaje de las cuentas fiscales).
Desde 2009 el superávit fiscal es inexistente, y ésto sólo se cubre gracias a los superávit de ANSES y los giros de ganancias del BCRA. Y todo esto, en unos años de condiciones internacionales extraordinarias que han permitido un fuerte incremento de la recaudación tanto por el impulso a la actividad interna, como por los derechos de exportaciones.

Mientras tanto, para sortear la deuda pública no sólo se está incurriendo en una fuerte creación de deuda intra sector público que relativiza el planteo del desendeudamiento, sino que a esto se suma la utilización creciente de otros mecanismos como el uso de reservas y la apuesta al impacto de la inflación sobre la recaudación. Toda una serie de mecanismos que vienen preparando una situación explosiva a futuro, cuyas consecuencias ya estamos viviendo en una inflación galopante maquillada por el INDEC, pero que en los próximos años podría salir completamente de control.

Una situación que se hubiera evitado si, en vez de proclamar el desendeudamiento para pagar como unos chabones, se hubiera declarado el no pago de la deuda, junto con el monopolio estatal del comercio exterior y del comercio de divisas, y la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores. Sólo de esta forma se podrá terminar con la sangría de la deuda. En las antípodas de la política K.

lunes, 1 de noviembre de 2010

La economía que Kirchner nos legó. El círculo vicioso del capitalismo argentino - primer entrega

Es bastante remanido repetir una vez más que Néstor Kirchner era el Ministro de Economía tras bambalinas desde que fuera expulsado Lavagna en 2005. Pero no por repetido es menos cierto. Sólo Miguel Peirano y Martín Losteau intentaron sin exito tener algunos grados de libertad para darle impronta propia a la gestión, pero sin éxito. La única esfera que mantenía alguna -poca - distancia de los dictados del ex presidente era la monetaria, aunque un poco menos luego de la salida de Martín Redrado. Las características que tuvo el desenvolvimiento económico de estos años ha entrado entonces en el balance del legado de Kirchner. Más aún, la conclusión del apoyo popular manifestado por la masiva asistencia a la Casa Rosada ha sido la necesidad de "profundizar el modelo". Modelo que tendría entre sus elementos claves trazar un "sendero económico de inclusión social". Otro elemento que muchos análisis reivindican del kirchnerismo es la mayor presencia del Estado en la economía, "el papel preponderante de la política", sin analizar mucho cuál es el contenido concreto, qué fines inmediatos motorizan esta intervención y a quiénes son los principales beneficiarios. Volviendo sobre un post previo, un análisis menos superficial revela la importante contribución de las políticas neoliberales, especialmente en lo laboral, para el crecimiento de estos años, así como la continuidad y profundización de los rasgos dependientes de la economía argentina. Decíamos ahí:
[...] desde 2002 se registra un claro aumento de la rentabilidad, que benefició especialmente al agro y a la industria, dejando en un segundo plano los sectores más rentables de la década anterior. La reducción del costo laboral de 2002 puso a la estructura productiva heredada en un régimen de crecimiento diferente, sin conducir a transformaciones de la misma.

Podría argumentarse que este tipo de cambios llevan tiempo, pero no se ven siquiera los mínimos esbozos. El peso de la industria en el PBI, se mantiene detrás de los niveles promedio durante la convertibilidad, superando apenas el 17,5% del PBI que alcanzaba en 1998. A pesar de la rentabilidad récord y del gran volumen de producción anual, no hubo ampliaciones productivas considerables. Las firmas tienden a invertir lo justo para mantener la producción."
Agreguemos, entre paréntesis, que este año sólo los sectores de metales y automotriz tiene alto crecimiento, mientras que el resto de la industria apenas ronda el 1,8% de aumento en el último año.

"Si miramos el comercio exterior, veremos que aunque hoy las exportaciones duplican el valor de 1998 en dólares y tiene un peso mucho mayor en el PBI, esto se debe principalmente a los mayores precios de los commodities y algo menos al aumento de la cantidad exportada de los mismos. También aumentaron en precio y volumen las exportaciones de commodities industriales, como los de la rama siderúrgica que también registraron durante esta década un fuerte aumentos en la demanda a escala global. Aunque el nuevo régimen cambiario permitió la incursión de algunos nuevos sectores industriales en la exportación, como es el caso de varias pymes, las empresas de software o un aumento del turismo, esto no alcanzó una significación tal como para cambiar el perfil exportador.

[...]

Por otro lado, porque el alto crecimiento está permitiendo un crecimiento sin techo de las importaciones. Este año se proyectaba un superávit comercial de u$s 20 mil millones, pero probablemente cierre más cerca de los u$m 12 mil millones. Sigue siendo considerable, pero la diferencia da cuenta de un marcado crecimiento importador que está aumentando exponencialmente a pesar de las barreras que el gobierno ha buscado imponerle. Esto expresa de manera elocuente que la estructura productiva arrastra todas las consecuencias de la desintegración padecida desde mediados de los ‘70, pero aún agravadas: algunos estudios señalan que la importación por habitante a precios constantes es hoy un 33% superior a lo que era en 1998.

En lo que hace a las características del empresariado, es notorio que el nuevo contexto no ha revertido la tendencia al abandono de las actividades productivas por parte de los capitalistas nacionales. Ha continuado la venta de grandes empresas, a pesar de que estas mostraban altos niveles de rentabilidad. Ante el desafío de realizar nuevas inversiones o abandonar el negocio, este último camino ha sido la norma en la mayoría de los casos. Subproducto de esto, la extranjerización de la economía ha seguido en aumento: si consideramos las 200 empresas de mayor facturación, entre 1997 y 2007, la cantidad de compañías extranjeras pasó de 104 a 128. Como consecuencia, su participación dentro de la facturación total de ese grupo pasó del 65,5% al 77,3% en esos diez años. La presencia extranjera se concentra en los sectores más rentables de la economía, la porción mayoritaria de las utilidades empresarias queda en manos extranjeras. Desde 2008 además, ha habido un marcado aumento del giro de utilidades a las casas matrices en el extranjero, por lo cual se han reducido aún más los fondos disponibles para inversiones.

Yendo a otro emblema del funcionamiento económico desde finales de los `70, el sector financiero liberalizado por la reforma de 1977, aunque éste quedó golpeado por el quiebre de la convertibilidad y durante varios sus actividades estuvieron limitadas, desde 2008 viene registrando formidables ganancias. Esto lo ha logrado ayudado por la política gubernamental que alimentó en 2008 la vuelta a mecanismos de “bicicleta financiera” mediante la especulación con el tipo de cambio (en una política que significó dilapidar varios miles de millones de dólares de reservas), y nuevamente en 2009 incentivó el negocio con títulos de deuda en default. Adicionalmente, el financiamiento al consumo a altas tasas de interés –que concentra gran parte de los recursos prestables- viene siendo otra fuente de pingües ganancias.

Por último, una de las expresiones más claras de la continuidad en que se ha mantenido la elevada precarización de la fuerza de trabajo. Casi un 40% de los trabajadores no se encuentra registrado. Entre los trabajadores que sí están registrados, existen distintos tipos de contrato flexible. Esto ha tenido importantes consecuencias. Por un lado, ha permitido mantener una presión constante por aumentos del esfuerzo arrancado a la fuerza de trabajo, tanto en lo que hace a las horas trabajadas como a los ritmos de trabajo. Producto de esto se da que, aunque con enormes desigualdades, el promedio salarial de los sectores registrados es hoy ligeramente superior en términos de poder adquisitivo que el nivel de 2001, pero con niveles mayores de producción y más tiempo promedio de trabajo. En ese sentido, vemos un claro aumento de la participación de las ganancias en la distribución funcional del ingreso desde 2002 en adelante, que sólo se revierte parcialmente en los años siguientes, pero manteniéndose siempre en niveles superiores la década de los ’90, mientras ocurre lo contrario con la participación del salario.

La fragmentación de la fuerza de trabajo también ha dado margen al gobierno para sostener algunas políticas de tinte reformista hacia la clase trabajadora, como impulsar las paritarias anuales, con costo limitado, dado que lo que allí se negocia repercute sobre una franja minoritaria de la clase trabajadora. La misma burocracia sindical que participa de las negociaciones salariales, es la que durante todos estos años de fuerte crecimiento ha mantenido a rajatabla la diferenciación entre permanentes y contratados, negando o limitando sustancialmente la representación de éstos últimos, sin pelear por su efectivización.

Poco nuevo, entonces, en lo que hace a la estructura productiva y las condiciones de explotación de la fuerza de trabajo. Más bien se han explotado en un nuevo contexto los cambios que se habían ido imponiendo en las últimas décadas.

En lo que hace a la política gubernamental, el kirchnerismo, desde la asunción de Néstor Kirchner y luego con Cristina Fernández, ha coqueteado con la idea de que estaríamos ante un neodesarrollismo. Lo cierto es que desde un análisis de los ejes de la orientación económica no hay mucho sustento para estos planteos, tomados por varios economistas que simpatizan con el oficialismo. Sin duda, a partir de 2006, se registran numerosos cambios vinculados a una mayor participación estatal. Pero más bien, estas iniciativas están más asociadas a una búsqueda de contener el agotamiento del esquema evitando reformularlo. En este contexto, aunque el gobierno se presente como abanderado de la redistribución del ingreso y que los intelectuales kirchneristas hablen de “crecimiento con equidad”, uno de los pilares del crecimiento pos devaluación son los niveles de remuneración más bajos de los últimos treinta años. Como señalan incluso economistas no muy lejanos a la orientación del gobierno 'la estructura productiva argentina genera tendencias regresivas para la distribución del ingreso'. Las políticas kirchneristas de redistribución no modifican la estructura regresiva que se constituyó tras décadas de ofensivas neoliberales, sino que se apoyan en ellas, buscando mitigar algunos de sus efectos, conteniendo las demandas populares pero dejando indemnes los factores que generan la polarización social y la pobreza".


Crecimiento "con inclusión", entonces, del grueso de los sectores capitalistas que participaron de este festival de rentabilidad extraordinaria. Ganancias altas, salarios bajos, es el corazón profundo del esquema, aunque un "derrame" limitido bajo la presión de la movilización obrera haya permitido mejoras salariales.

Concluíamos, entonces:


"En las antípodas de la política kirchnerista, para cortar el nudo gordiano de la dependencia debe partirse de cortar con los mecanismos de saqueo imperialista: empezando por declarar el no pago de toda la deuda, que no ha sido más de un mecanismo de especulación de los capitales locales y ganancias de los bancos y bonistas extranjeros; imponer la nacionalización de la banca y el monopolio estatal del comercio exterior; expropiar las grandes propiedades agropecuarias para apropiarse íntegramente de la renta; y la renacionalización de los recursos estratégicos (como los hidrocarburos) puestos en manos de las rapaces empresas imperialistas. Estas son sólo algunas iniciativas elementales, que impuestas por la movilización de la clase obrera, pueden permitir encarar seriamente el problema de la pauperización, imponiendo el trabajo para todos mediante el reparto de las horas de trabajo y –en ese camino- estableciendo un seguro de desempleo acorde a la canasta familiar".


Para un próximo post, los rasgos de agotamiento del esquema y las -difíciles- alternativas de salida.