El año 2014 fue el año de la profundización del ajuste como producto de la devaluación. Los trabajadores, los más golpeados.
Ya desde 2012, el pretencioso nombre “modelo de crecimiento con
inclusión social” con el que el kirchnerismo pretendió definir los
lineamientos de la política económica, no habla ni por asomo de lo que
se palpa diariamente. Ni “crecimiento”, ya que desde 2012 la economía
está prácticamente frenada, aunque las dibujadas estadísticas oficiales
del Indec, legado del ex Secretario de Comercio Guillermo Moreno que
mantiene su vigencia, no lo reflejen. Ni “inclusión social” –que bien
mirada siempre fue bastante relativa ya que la mejora en los indicadores
que ocurrió en los años de mayor bonanza económica se dio a la par que
un gran cuidado de no afectar las ganancias juntadas “con pala” por los
sectores empresarios. Como sea, desde 2008 se enlenteció hasta la
inmovilidad el retroceso de la precariedad laboral que ocurrió entre
2003 y 2007. La reducción de la pobreza, resultado del crecimiento del
empleo y de la implementación de la Asignación Universal por Hijo y
otras medidas similares, se frenó en los últimos años (y a partir de
2012 se registra un aumento de la indigencia, en cifras de la CTA
oficialista).
Pero desde enero de 2014, entramos en una nueva etapa de aceleración
del ajuste mediante la depreciación del peso frente al dólar. Esto
generó fuertes impactos, sobre los precios y sobre la actividad
económica (también afectada por otras medidas del gobierno). Estos
impactos, los costos del ajuste, han estado muy desigualmente
distribuidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario