(Buenos Aires, 11-02-2011) Christian Castillo, dirigente nacional del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) señaló que “la salida de Mubarak es una primera victoria obtenida por el proceso de movilizaciones iniciado el 25 de enero. La caída del dictador asesino es una dura derrota para Obama, para el estado israelí y para el régimen de Arabia Saudita que trataron de sostenerlo a toda costa. Contra todos los escépticos, es una muestra del poder de las masas movilizadas, donde fueron decisivas no sólo la permanencia de los manifestantes en la Plaza de la Liberación sino sobre todo las huelgas que empezaron a paralizar el país desde hace unos días y estaban imponiendo una huelga general de hecho contra la dictadura”.
Castillo también señaló que “saludamos y compartimos la euforia de los cientos de miles de manifestantes que festejaron la caída de Mubarak. Sin embargo, alertamos que el traspaso del poder al Ejército es una maniobra para tratar de mantener en pie lo más posible de este régimen sirviente del imperialismo norteamericano y del Estado terrorista de Israel. No olvidemos que Mubarak proviene él mismo de un ejército que recibe 1500 millones de dólares del imperialismo norteamericano. Por nuestra parte, apostamos a que se continúe desarrollando el proceso revolucionario y que los trabajadores, la juventud, los campesinos y el conjunto de los explotados egipcios tomen este primer triunfo como un aliciente para continuar luchando por terminar con la pobreza, la desocupación y con el conjunto del régimen que encabezaba Mubarak, y entre otras e imprescindibles medidas rompa con el cerco a Gaza abriendo las fronteras en forma irrestricta. En estas fuerzas está la potencialidad para transformar radicalmente Egipto y toda la región, y para terminar con la opresión que sufre el pueblo palestino a manos del estado sionista israelí. El poder no puede quedar en manos de los que fueron personeros del dictador sino que debe pasar a quienes fueron artífices de su salida, los trabajadores y la juventud, la única manera de solucionar verdaderamente las demandas de los explotados y oprimidos. Ayer fue Túnez, hoy Egipto, y seguirá mañana con Argelia, Jordania y todos los regímenes pro-imperialistas de Medio Oriente”.
Por último Castillo denunció al gobierno nacional: "Mención aparte merece la política cipaya del gobierno de Cristina que se negó a romper relaciones con el dictador Mubarak siguiendo como sombra al cuerpo a la política dictada desde Washington".
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