miércoles, 27 de octubre de 2010

Ante la muerte de Néstor Kirchner

Declaración del PTS

Respetamos el dolor que sienten amplios sectores de trabajadores y el pueblo por su desaparición. Ellos identifican al ex Presidente con determinadas conquistas como las anulaciones de las leyes de impunidad a los genocidas y la vuelta a las negociaciones paritarias.

El PTS considera que esas conquistas fueron el producto de la lucha del pueblo argentino y de la necesidad de la clase dominante en general, y del peronismo en particular, de contener y desviar el proceso abierto con el levantamiento del diciembre del 2001, donde millones exigían “que se vayan todos”. Basado en un ciclo económico internacional favorable, Néstor Kirchner, que asumió con el 22% de los votos, pudo recomponer el poder del Estado burgués y en especial la autoridad de la institución presidencial.

Pero en realidad, lo que hoy oculta el impacto de su muerte temprana, es que estas conquistas parciales se dieron en el marco de fabulosas ganancias empresarias producto de la enorme transferencia de ingresos generada por la devaluación del 2002, y no lograron revertir lo esencial de la herencia reaccionaria dejada por la dictadura genocida y reforzada por el menemismo.

El reciente asesinato del joven militante Mariano Ferreyra por apoyar a los trabajadores ferroviarios en lucha, dejó al desnudo que el 50% de la clase trabajadora sigue en condiciones de trabajo esclavo, tercerizados, contratados o en negro. Esto fue posible porque Néstor Kirchner se apoyó en Moyano y la burocracia sindical dándole algunas conquistas a los trabajadores sindicalizados, dejando librado a su suerte la mayoría asalariada.

Por su parte, en estos años se desarrollaron juicios amañados a un puñado de genocidas, dejando en pie el núcleo central de las fuerzas represivas estatales. La desaparición de Jorge Julio López es una muestra de ello.

Las grandes patronales del campo y de la industria, con su codicia insaciable, quieren avanzar aún sobre las conquistas que se han conseguido en los últimos años de crecimiento económico y ganancias capitalista excepcionales. La burocracia sindical no es ninguna garantía ni siquiera en defender esas conquistas y menos aún terminar con la superexplotación de los asalariados. Por el contrario, se muestran como agentes de las patronales y de sus propios negocios como evidenciaron las patotas asesinas de la Unión Ferroviaria.

Mientras Hugo Moyano y el resto de la dirigencia de la CGT han declarado su apoyo incondicional al gobierno de Cristina Fernández para garantizarse la impunidad de sus crímenes y negociados, el PTS sostiene que en el desarrollo del sindicalismo de base para recuperar los sindicatos expulsando a la burocracia de nuestras organizaciones obreras y en la lucha por un partido de los trabajadores independiente de todos los bandos capitalistas, están las palancas para defender las conquistas y avanzar contra este sistema de explotación y opresión.

Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS)

Ante la muerte de Néstor Kirchner














Coincidimos con mucho de lo planteado en el último post de El diablo. Reproducimos a continuación algunos párrafos de sus comentarios.




"La muerte de Néstor Kirchner deja un importante vacío en la escena política nacional, del cual él mismo fue su principal protagonista en los últimos 7 años y un factor clave de la recomposición del régimen político burgués después de la crisis de la irrupción de masas del 2001.

El asesinato del joven militante del PO Mariano Ferreyra a manos de la burocracia sindical –una crisis que recién comenzaba y podía poner al desnudo un entramado espantoso de negocios y componendas de la burocracia de Pedraza y el Estado-; el estallido de la interna peronista con el “affaire Scioli” y el realineamiento de los intendentes; el “juego propio” que hace tiempo viene mostrando el moyanismo; los reveses en el Senado y la Corte Suprema, junto con su propio voluntarismo, fueron todos factores que sin duda afectaron la salud del ex presidente, que ya estaba deteriorada habiendo sufrido dos episodios cardíacos (uno de ellos muy recientemente).

Todos los sectores de la oposición burguesa, las cámaras empresarias del campo y la industria, los multimedios concentrados, que venían bregando por terminar con el “ciclo kirchnerista” del modo más de derecha posible, hoy hacen llamados a favor de la “unidad nacional”. Pero lo previsible es que no pasen de los próximos días y los grandes sectores burgueses seguramente intentarán aprovechar esta crisis política para imponer un rumbo más abiertamente al servicio de sus intereses.

El gobierno de Cristina Kirchner, tironeado por derecha y por izquierda, deberá lidiar ahora con profundas tensiones. Como nos dice Guillermo Almeyra en unas reflexiones en caliente que acabamos de recibir, la presidenta “pierde no sólo el estratega y el consejero fundamental sino también esa bisagra esencial para negociar con los barones municipales, siempre propensos a vender su apoyo al mejor postor, para tratar con los gobernadores derechistas y buscar dividir los aparatos adversarios”, y deberíamos agregar, con el moyanismo y la burocracia de la CGT.

[...]

Para los trabajadores y el pueblo se avecinan tiempos de crisis y mayores enfrentamientos. La burguesía y la burocracia sindical mafiosa buscarán que el crimen de Mariano Ferreyra quede impune. Los intentos por liquidar las conquistas obreras y el “sindicalismo de base” recrudecerán más temprano que tarde. Por ello, también hará falta un reacomodamiento de fuerzas bajo la bandera de la independencia de clase."


Hemos desplegado en posteos previos, numerosas críticas a la política kirchnerista, así como a las defensas que se hacen de la misma desde posiciones pretendidamente progresistas. Remitimos a dichos posteos, para consideraciones que acá no retomaremos. Frente a las consecuencias políticas que traiga su inesperado fallecimiento, aún inciertas, es necesario preparar la intervención política independiente de la clase trabajadora.

lunes, 25 de octubre de 2010

Kirchnerismo y burocracia sindical
















Va un posteo un poco largo, con varios puntos de debate suscitados por el asesinato de Mariano Ferreyra.


El kirchnerismo está buscando por todos los medios tomar distancia del asinato de Mariano Ferreyra y cerrar el tema. Es un muerto que no tiene nada que ver con el gobierno, afirman. Se lo tiraron, sostienen, como ya les habría pasado en otras ocasiones (entre otros está el caso de Jorge Julio López, según esta lectura). Son numerosas las voces kirchneristas que se hacen eco de este planteo, y atacan a los que hacen “utilización política del hecho” (incluso planteando ambiguamente que “estaban buscando un muerto” sin aclarar si se refiere a la oposición de derecha o a la izquierda), como si el asesinato de un militante luego de una acción, por parte de la patota mandara por la conducción del gremio no fuera de por sí un hecho político.

Sin embargo, este intento de poner distancia está enfrentando numerosas dificultades. Primero, ya los responsables materiales, rozan demasiado de cerca al entorno kirchnerista. Y la propia detección de los responsables, materiales e intelectuales, parece haberse transformado en materia de tira y afloje con la conducción de la Unión Ferroviaria, con Moyano mediando. Pero incluso un relativo éxito en encausar la cuestión en el terreno judicial, no va a cerrar lo que estos eventos conmocionaron y sacaron a la luz pública.

Se busca diferenciar a la burocracia de Pedraza de la conducción de Moyano, planteando que la primera no tiene nada que ver con las políticas de este gobierno. Pero, mal que le pese a los K, no se puede aislar este ataque de la burocracia del rol que ha jugado tanto Pedraza como el conjunto de las conducciones sindicales durante el kirchnerismo. No solamente por lo obvio, que es que Pedraza está alineado dentro de los sectores cegetistas cercanos al universo moyanista, aunque no se trate de uno de sus aliados más cercanos. Pedraza es mucho más que una “contradicción” en las alianzas que ha tenido que aceptar el “proyecto nacional y popular”.

La burocracia en el esquema kirchnerista

Ese recorte que tratan de hacer los kirchneristas para condenar el asesinato pero simultáneamente disolver la responsabilidad del gobierno no se sostiene. Esta muerte surge del corazón del andamiaje kirchnerista de contención-concesiones en el movimiento obrero, uno de los pilares de lo que ha sido un gobierno de desvío y de pasivización de los sectores de masas movilizados en la crisis de 2001. Un desvío y pasivización que permitió recomponer el régimen político y contener los profundos cuestionamientos, manteniendo profundas continuidades, “explotando” el legado neoliberal en puntos fundamentales. Uno de ellos, como este feroz asesinato pone en primera escena, son las condiciones de explotación de la fuerza de trabajo, es decir un aspecto central en la relación capital-trabajo, dimensión de primer orden para caracterizar los elementos de ruptura y continuidad del kirchnerismo en relación con el neoliberalismo, y que pone de relieve la primacía de los segundos.

Hablar del kirchnerismo como desvío, implica señalar que frente a distintas demandas de la movilización popular, tendío a darse respuesta en algunos casos, pero siempre degrada en relación a lo reclamado por los sectores movilizados. En el caso de los movimientos de desocupados, se favoreció a los movimientos nacionales y populares en detrimento de los sectores que resistieron la cooptación, pero ni siquiera en el caso de los primeros hubo un aumento significativo en el monto de los planes, que siempre se mantuvieron bien por debajo del umbral de pobreza. El año pasado se extendió la asignación por hijo a los desocupados, pero esto absorbió fondos de planes previos y se fijó en montos bajos.

La burocracia sindical fue un pilar central de esta estrategia en el movimiento obrero. Ya antes del kirchnerismo, en el nacimiento del “modelo de la producción y el trabajo” con Duhalde, el sector de la burocracia que hoy buscan erigir como ejemplo contra Pedraza, el moyanismo y su MTA, dejó pasar el masazo al salario que fue la megadevaluación, de la cual Moyano, junto con Duhalde y Paolo Rocca había sido uno de los principales impulsores. Moyano había hecho numerosos paros -correctos- contra las leyes flexibilizadoras de De La Rúa, pero en cambio acompañó la devaluación que hizo caer el salario un 30% en 2002.

Desde fines de 2004, luego de años de crecimiento que permitieron una fuerte recomposición social de la clase trabajadora e impulsaron los reclamos por aumentos salariales, las conducciones sindicales se vuelven un sostén cada vez más importante en el esquema kirchnerista.

A partir de 2004, y especialmente 2005, cuando empezando por el subterráneo se desarrollan numerosas luchas con un fuerte protagonismo de sectores de izquierda, se hace cada vez más fuerte el esfuerzo del kirchnerismo por fortalecer a las conducciones sindicales tradicionales. Con la ayuda de Moyano, se le buscó dar un barniz de renovación a los jerarcas sindicales que acompañaron todas las reformas flexibilizadoras, al calor de las cuales obtuvieron pingës beneficios. Así, tuvimos la unidad cegetista que desde 2008 viene teniendo algunos desgajamientos, el último de los cuales fue el de FTIA (Alimentación). El fortalecimiento del sindicalismo cegetista durante el kirchnerismo, no fue tanto para impulsar mejoras económicas haciendo frente a la resistencia empresaria, como para contener los movimientos desde la base que considerardo el sindicato ceramista de Neuquén y el cuerpo de delegados de subte, tienen sus orígenes antes del kirchnerismo.

¿Sindicalismo reformista?

Algunos se ven tentados a caracterizar el rol de los sindicatos en la puja distributiva del período y las políticas de empleo gubernamentales como reformistas, sin mayor análisis. Ver por ejemplo este post de ManoloB. La relación entre el kirchnerismo y el movimiento obrero en blanco tiene algunos elementos que permiten caracterizarla como reformista. Pero sólo realizando la operación de analizar por separado la situación del movimiento obrero en blanco y la del resto de la clase trabajadora. Los elementos reformistas deben inscribirse en un contexto más amplio, en relación tanto con el momento económico, como con la trayectoria de largo alcance recorrida por los salarios, como con la relación entre movimiento obrero registrado y no registrado. Y se debe tener en cuenta que reformismo es una definición que implica una dimensión dual: tanto que se consiguen mejoras posibles en los marcos del régimen, como que se pone un coto a estas reformas, por detrás de las aspiraciones populares y en muchos casos por detrás de las aspiraciones del movimiento (por no hablar de que se se trata de evitar el desarrollo de una subjetividad que se proponga ir más allá de las relaciones capitalistas, poniendo en cuestión la explotación).

Durante 2003 y 2004, se registraron algunos aumentos en los salariales no remunerativos (es decir que no se consideraban para los aportes), de a $50 o $100, muy por debajo de la pérdida salarial que trajo la devaluación.

El techo de este “reformismo” fue extremadamente bajo, al punto de volver muy dudosa esta definición: el salario real, es decir considerado en términos de poder adquisitivo, no ha logrado traspasar la barrera de 2001, el punto más álgido de una crisis de tres años. Como decimos en un posteo previo sobre el tema, no se trata de una consecuencia inesperada, un límite que el “modelo K” tendría plantedo superar. Cuando la recomposición salarial esbozaba superar el ese techo, a fines de 2006, el rol de conención empezó a adquirir un rol cada vez más protagónico. A partir de ese año, comenzaron las pautas no explicitadas, pero bastante claritas para todos, de recomposición salarial, por debajo de la inflación (no la del IndeK obviamente). El “reformismo” que caracteriza a las conducciones gremiales desde entonces, es más bien evitar que la inflación devore los ingresos, que permitir la recomposición de los mismos, que a nivel global ya no se registra.

Podríamos decir, en beneficio de Moyano, que su gremio ha logrado una mejora por encima del promedio, privilegio detentado por una decena de gremios. Simétricamente, gremios como Alimentación, de trabajadores rurales, comercio, ocupan los peores escalones, por debajo del promedio salarial. Pero eso sólo ilustra que no sólo el promedio de la recomposición salarial tiene el techo de 2001, sino que muchos sectores están aún bastante peor, incluso entre los trabajadores registrados. Querer marcar con esto una diferencia entre “buenos sindicalistas” y “malos sindicalistas” es bastante pueril, considerando el rol de Moyano como jefe de la CGT, y como impulsor de los techos salariales seguidos por el resto de los gremios. Moyano es el principal responsable de la integración gremial en un “pacto social” de hecho, que ha permitido mantener los márgenes de rentabilidad en sus máximos niveles históricos; por debajo de los picos logrados durante 2003-2007, pero por encima de la década previa durante el tan denostado “neoliberalismo”.

Este supuesto “reformismo sindical”, que algunos defienden como bastión amenazado por una supuesta “coincidencia táctica” entre la izquierda clasista y la derecha patronal, se ubicó por detrás de las posibilidades de recomposición de las condiciones laborales durante estos años de fuerte crecimiento económico y recomposición de los trabajadores. Todo lo contrario, contuvo las aspiraciones en momentos en los que luchas decididas podrían haber arrancado mejoras considerables. La resistencia a incluir a los numerosos contratados y tercerizados en las negociaciones salariales, aunque en muchos casos son la mayoría de los que se desempeñas en las grandes fábricas, dio más margen de negociación sin afectar la ganancia. Por un lado, porque la presión de los que quedan afuera de convenio, al ser un número considerable, actúa como límite a las pretensiones que pueden aspirar a imponer los trabajadores efectivos (máxime cuando los que negocian con los burócratas alejados de las fábricas). Segundo, porque el margen empresario para aceptar las mejoras en mayor cuanto menos sea la proporción de la planta directamente beneficiada por las mejoras. La pelea por integrar al conjunto de los trabajadores en las negociaciones ha sido recurrente en todo este período, y en varios casos lo ha conseguido, pero siempre en contra de las conducciones sindicales.

2008/2009: dejando pasar los ataques empresarios

Este supuesto “reformismo sindical” del moyanismo mostró su corto alcance durante fines de 2008 comienzos de 2009, cuando se sintió durante varios meses el impacto de la crisisi internacional. Durante esos meses se destruyeron decenas (¿cientos?) de miles de puestos de trabajo, imposibles de contabilizar por el maquillaje de los datos del IndeK, extendido como una gangrena desde el índice de inflación hasta las estimaciones de producción y empleo. Los REPRO apenas mitigaron el impacto sobre algunos sectores, y junto con la suspensión de negociaciones paritarias (con lo cual, salvo que le creamos al Indec los salarios reales cayeron en promedio un 10%) fueron parte del método capitalista para enfrentar la crisis bajando las erogaciones salariales. El empleo no registrado se destruyó de manera inconmensurable. Numerosas “desafectaciones” de personal contratado pasaron sin ningún atisbo de resistencia por parte de la burocracia. En algunos casos como el de IVECO en córdoba la burocracia del SMATA y la patronal atacaron a al delegado Hernán Puddu, por impulsar la lucha contra el despido de los contratados. No se trata en este caso de un “gordo” alejado de Moyano, que como les gustaría a los kirchneristas, sino de su aliado Omar Dragún, que participa activamente de la organización de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista. Paralelamente, durante el año pasado la UOM impulsó la desafiliación del delegado de Siderca Guillermo Betancourt y otros trabajadores por impulsar la lucha y querer cumplir lo votado en asambleas y plenarios de la UOM.

Como se ve, se trata de un “reformismo sindical” que cuando las papas queman se muestra blando con la patronal, y duro con los trabajadores. No hay ninguna frontera que separe a Moyano de sus aliados o de sus ex aliados. Con estas conducciones sindicales, el “reformismo” para obtener algunas conquistas en tiempos de bonanza tiene como contracara elementos fascistas más o menos exacerbados hacia los sectores más combativos y hacia los precarios que quedan fuera de la representación sindical, y ese mismo sindicalismo “reformista”, con la más crasa lógica economista, es el vocero de las despiadadas necesidades del capital en tiempos de crisis, impulsando suspensiones, despido de contratados, etc.

Por supuesto, hay una ofensiva patronal que busca aprovechar la crisis para erosionar el poder sindical, especialmente del moyanismo. Esa ofensiva debe ser enfrentada. Pero esto no significa, como proponen los medios kirchneristas, reivindicar al moyanismo contra las burocracias más rancias. El conjunto de la burocracia sindical, moyanista, de los “gordos”, azul y blanca, o de la CTA, erosiona el poder de los sindicatos al retacear representación de los contratados y tercerizados, y al dejar pasar los ataques patronales, como volvió a suceder hace pocas semanas en el caso de Paraná Metal (donde la principal responsabilidad le cupo en este caso a la UOM integrante de la CTA, alineada con Micheli). Por eso, por más que a defensores de un aggiornamiento moderado del actual modelo como Julio Godio les parezca una estupidez, una verdadera defensa de los sindicatos pasa por pelear por echar a la burocracia sindical para transformar a los sindicatos en herramientas fuertes para la lucha que impulsen la unidad de los distintos sectores fragmentados de la clase trabajadora, la democracia obrera y su independencia política del peronismo y los demás partidos patronales.

jueves, 21 de octubre de 2010

Los K y sus apologistas tratan de esquivar el bulto

Como lo expresa El diablo, con odio y sin respeto. Todos los que escriben fanáticamente todos los días sobre el progresismo que hay en todo acto kirchnerista, que el fin de semana se emocionaron junto con Bossio y Panigo por la gran actitud igualitaria de este gobierno por la que afortunamente vetó la injusta ley del 82% móvil, hacen como el tero frente al asesinato de Mariano Ferreyra. Todo apunta hacian Hugo y Néstor, pero no, mejor mirar para otro lado.
Desde ayer a la tarde, la usina de expertos en esquivar el bulto trabaja full time para Hugo y Néstor. Primero fue Duhalde el actor en las sombras. Algunos hablaron de TN tratando de tirarle un muerto al gobierno, como si fuera Magnetto el que hubiera mandado a la patota de Pedraza. Y hoy, para Artemio sería una tragedia causada por "la tercerización", un ente abstraído de los actores sociales que perpetúan esta situación y son hostiles hasta el asesinato hacia los que cuestionen esas condiciones.
Hacen como el tero, porque de otra forma tendrían que reconocer que los sucesos de ayer son emergentes de una cuestión que hace al corazón de las condiciones de explotación de la fuerza de trabajo en argentina, y de cómo la burocracia tiene una serie de intereses creados, de prebendas y negocios, que se han ido desarrollando gracias a las posiciones que ocupan en los sindicatos. El manejo de las obras sociales, la posibilidad de obtener cuotas extras de aportes en las negociaciones paritarias. El kirchnerismo preservó este entramado, la división de la fuerza de trabajo y los posiciones de los burócratas sindicales, dado que estas condiciones fueron óptimas para que el capitalismo argentino gozara de años de crecimiento a tasas chinas aprovechando masivamente la fuerza de trabajo barata. Que no otra cosa que esta trasnferencia fue la marca distintiva del "modelo" de dólar a 3 pesos.
Hechos como el de ayer muestran que la precarización laboral, el trabajo flexible, la tercerización, están lejos de ser "herencias persistentes". La dirigencia sindical de prácticamente todos los gremios -la mayoría de los cuales integran la CGT moyanista- defienden activamente y renuevan esta herencia. El propio gobierno, en el caso de la línea Roca, prefirió impulsar aumentos de sueldo significativos para sectores tercerizados antes que aceptar su efectivización.
La flexibilización es una gran "política de Estado", que cuenta con el concenso de el gobierno, los empresarios y los dirigentes sindicales. Así el kirchnerismo puede impulsar paritarias y Recalde puede jugar al reparto de las ganancias sin que esto impacte sobre una porción mayoritaria de la clase trabajadora, que por su condición precaria también actúa como límite para las mejoras de los sectores registrados.
El sindicalismo de base, que cuestiona la posición de la burocracia y amenaza por lo tanto su fuente de prebendas y negocios, no es un simple adversario o una oposición; es un enemigo mortal, tanto para los sindicalistas como para los empresarios. No todos los días hay muertos, pero el hostigamiento de la burocracia (en alianza con el gobierno y los empresarios) a los sectores combativos es cotidiano y permanente. Este es el muerto en el placard de los progres K.

Con esto no querríamos exculpar a Duhalde, cuya vocación asesina ya hemos visto en 2002, ni a TN, que así como ayer cubrió ampliamente en el caso de Kosteki y Santillán tituló "La crisis causó dos nuevas muertes" (???????). Como dijimos, se trata de una política de Estado, que unifica a políticos, empresarios y gobierno contra el sindicalismo de base, más allá de las disputas por tirarse la responsabilidad de los muertos.

Como concluye el Diablo: "Desterrar a la burocracia sindical de las organizaciones obreras es nuestro compromiso de lucha y de venganza de clase por la muerte de Mariano y de tantos luchadores obreros y populares que dieron su vida luchando por la emancipación de la clase trabajadora".

miércoles, 20 de octubre de 2010

Feroz ataque de Union Ferroviaria. Después del acto en River, siguen los festejos

AVELLANEDA. Tiroteo entre gremialista de la UTA y la Unión Ferroviaria.
¿Combatiendo al capital? ¿O al sindicalismo de base?
La burocracia de la Unión Ferroviaria, aliada de Moyano, mató a un militante del Partido Obrero e hirió de bala a otros tres activistas cuando irrumpió para desarmar una acción de trabajadores de las contratistas en lucha por terminar con las condiciones precarias de contratación y pasar al plantel de trabajadores efectivos, que se propinían cortar las vías a metros de la estación Avellaneda de la Línea Roca.
Una respuesta de la burocracia frente a la iniciativa de este sector por terminar con las condiciones precarias de trabajado con apoyo de efectivos y desocupados. Una advertencia para todo el sindicalismo de base sobre el nerviosismo de la burocracia.
En este momento hay un corte en Corrientes y Callao en repudio a la agresión.

La lucha contra la reforma en Francia


Leemos en la página de la Fracción Trotskista - Cuarta Internacional, un informe del compañero Philippe Alcoy -integrante de la tendencia CLAIRE en el NPA francés- sobre la situación en Francia ecritas ayer, en el sexto día de huelgas y movilización que convulsionan el país. A continuación, algunos extractos de esta reflexión, que puede leerse completa en la página de la FT-CI, que tiene una sección especial dedicada a las novedades de la lucha en Francia.

Antes del 12, con todos los preavisos de huelga indefinida en sectores claves de la economía, se veía que la semana que acaba de pasar iba a marcar un momento importante en la lucha y un cambio en relación a las semanas precedentes. Por primera vez desde el comienzo de la lucha contra la reforma veíamos que la perspectiva de un comienzo de huelga por tiempo indeterminado que bloquee sectores importantes de la economía se materializaba. Vimos esta semana movimientos de huelga indefinida en los ferroviarios, en la RATP, en las refinerías, etc., que se sumaban a los otros sectores que ya estaban en lucha como los portuarios, agentes de terminales petroleras, etc. También hemos visto multiplicarse el número de pequeñas manifestaciones por toda Francia. Hoy se puede hablar también de un movimiento liceísta que entró en lucha con centenares de liceos bloqueados y/o perturbados. Entre los estudiantes, comienzan movilizarse, siendo Rennes 2 la facultad más avanzada.

Todo esto muestra que esta semana no tiene nada que ver con los días precedentes en donde, a pesar de un creciente descontento, entre dos "jornadas de acción" no había o casi no había manifestaciones locales y mucho menos huelgas (salvo los sectores muy combativos en los puertos y terminales petroleras).

[...]

La entrada de los liceístas en el movimiento le da un "golpe de juventud" y de energía. Por el momento, no parecen demasiado organizados, aunque en todas partes tratan de hacer AG, etc. Esta entrada de los liceístas en el movimiento es altamente inquietante para el gobierno pero también para la burocracia sindical que tiene miedo de no poder controlar a los jóvenes. Raymond Soubie expresa este temor con una analogía interesante: «en la escala de Richter de los movimientos sociales, los liceístas en la calle, es un nivel de alerta cercano a seis o siete» [2]. Esto es lo que explica la muy fuerte represión desencadenada contra los liceístas a partir del jueves, en donde un alumno fue enviado al hospital y corre el riesgo de perder un ojo.

[...]

Todavía no se está en una situación de bloqueo total o casi total de la economía, con miles de alumnos y estudiantes en las calles y en los piquetes de huelga. Incluso podríamos decir que el preaviso de huelga ilimitada de la CGT en la RATP aunque haya arrastrado a otros sectores a llamar a la huelga ilimitada como la SNCF y las refinerías, no tuvo un impacto suficientemente fuerte para desencadenar la huelga en importantes ramas del sector privado (salvo refinerías evidentemente). Por otra parte, justamente como el grueso del proletariado industrial del sector privado no ha seguido a los sectores más proletarios de las empresas del Estado (ferroviarios, etc.) esto le permite a la burguesía proyectar, aunque sea un poco, que la semana próxima, cuando la ley sea votada, el movimiento pueda desacelerarse.

Sin embargo, esta semana ha sido esencialmente "transitoria": todavía no estamos en la huelga general, pero tampoco estamos en la fase anterior. A partir de la semana próxima las cosas van a estar más claras porque el tiempo de las ambigüedades llega a su fin. Efectivamente, por parte de las direcciones sindicales es cada vez más evidente hacia donde tiende la CFDT y l’UNSA: «Los sindicatos reformistas consideran que el voto del proyecto de ley en el Senado impondrá otras formas de acción, dicho de otro, modo, el fin del movimiento. "Estamos en democracia. En un momento dado, lo político domina sobre lo social. Cuando el Parlamento vota una reforma, aun cuando esta no nos conviene, no podemos hacer como si no pasara nada", analiza Jean Grosset (UNSA). El número dos de la CFDT, Marcel Grignard, está en la misma línea». La actitud de la CGT sigue siendo incierta aun frente a la continuidad del movimiento después del voto en el Senado: «La dirección de la CGT no ha empujado a sus tropas a las huelgas indefinidas. Muy por el contrario. Pero no quiere asumir el riesgo político de poner fin, incluso con otros, a la movilización (…) esto sería abrir una crisis frontal con esta parte de la CGT que permanece opuesta a la línea de apertura defendida por Bernard Thibault».

Aunque la prensa, el gobierno y la burocracia sindical quieran llevarnos a un debate estúpido sobre las cifras de manifestantes, es cada vez más evidente que lo que inquieta a la burguesía no es el número de manifestantes (3.5, 3 o 2 millones de personas es mucho de todas maneras) sino las huelgas duras en las refinerías, una posible profundización y extensión de la huelga en los ferroviarios o un movimiento de huelga general que se le escapa de las manos a las centrales. Como para los liceístas, el envío de CRS (Compañía Republicana de Seguridad, policía) para desbloquear los depósitos de combustible es una prueba de esta preocupación. Por el momento la policía logra desbloquear sin incidentes y sin que haya grandes acciones de solidaridad con los huelguistas, pero cerca de Rouen hubo una suerte de "bloqueo interprofesional" de un depósito de petróleo.

Como se analizaba en un artículo sobre la situación francesa, en el "dossier jubilaciones" tanto el gobierno y la burguesía como las direcciones sindicales tienen mucho que perder. Si el gobierno debe retroceder frente a la movilización y a las huelgas, saldría muy debilitado y quizás sea incapaz de imponer su "autoridad" sobre cualquier otro tema o reforma. Esto incluso podría cuestionar a todo el gobierno y abrir una crisis política con una salida incierta con un movimiento social fortalecido en medio de una crisis económica mundial. Si el gobierno obtiene una victoria con una traición abierta de los sindicatos, el escenario puede ser difícil a mediano plazo no solamente para el gobierno actual sino para los planes de la propia burguesía francesa. El debilitamiento de sindicatos como la CGT y el fortalecimiento de otros como FO o SUD, a causa de su actitud sobre el tema de las jubilaciones, puede complicar la aplicación de otras contra-reformas en el futuro. Por eso el llamado a la "suspensión" (y no el retiro) de la reforma para negociar con los sindicatos lanzado por la intersindical (CGT y CFDT a la cabeza) parece ser la mejor solución tanto para el gobierno como para los sindicatos, sobre todo en caso de radicalización. El gobierno podría decirse dispuesto a negociar y hacer algunas concesiones simbólicas como el mantenimiento de la edad de jubilación a 60 aumentando los años de aportes; los sindicatos cantarían victoria enseguida y llamarían a detener el movimiento. Sin embargo, nada dice que el gobierno esté dispuesto a ceder y menos aún que los huelguistas acepten ver aumentar el número de aportes; todo esto sin hablar de las reivindicaciones propias de cada sector, como la supervivencia de la actividad de refinería en Francia, etc.

Lo que hay que tomar en cuenta también es que una traición demasiado evidente de las direcciones sindicales puede crear un sentimiento de escepticismo en muchos trabajadores respecto a los sindicatos en sí. Para tratar de evitar esto hay que denunciar claramente la política de las burocracias, interpelarlas para que llamen a la huelga general, luchar para crear instancias interprofesionales auto-organizadas para coordinar los sectores en lucha y desarrollar una dirección alternativa a los burócratas, para permitir a los trabajadores sacar lecciones de la lucha.

Algunas palabras sobre el carácter de esta lucha

La lucha contra la reforma de las jubilaciones en Francia tiene el mérito de concentrar en un sujeto muchos descontentos. Esta reforma afecta a un gran número de sectores, lo que da un carácter « global » a la lucha: jóvenes liceístas hasta jubilados pasando por los trabajadores en CDI, en CDD, los desocupados, las cuestiones de opresión de las mujeres en el trabajo, etc.

En el contexto actual de crisis económica en donde las peores consecuencias están por venir, esta lucha es una suerte de "ensayo general" de lo que puede pasar en los próximos meses y años en Francia, pero también en Europa y en el mundo. En ese sentido, las lecciones que podremos sacar de esto tendrán un interés para las luchas de los trabajadores de toda Europa en el corto y mediano plazo.

17/10/2010


domingo, 17 de octubre de 2010

Argumentos de veto con resabio neoliberal

Las usinas oficialistas vienen difundiendo fervorosamente las conclusiones del estudio de Demian Panigo sobre las consecuencias que podrían derivarse del proyecto de ley sobre el sistema previsional. Los supuestos implícitos sobre los que se anuncian las consecuencias de este aumento sobre la sostenibilidad del sistema, los hemos analizado ya en un post anterior.

Pero el gobierno ha salido a indicar las enormes inequidades que se habrían producido si la ley se hubiera promulgado, para darle al veto un barniz progre, en defensa de ciertas condiciones igualitarias. Diego Bossio, muy preocupado y casi con lágrimas en los ojos por las consecuencias antiigualitarias de esta ley, señalo el ejemplo de un beneficiario "que cobra hoy $ 7666,37, hubiera pasado a cobrar $ 68.800,19", sugiriendo que tendríamos numerosos casos como este que llevarían a un vaciamiento de las arcas del ANSES en beneficio de un impúdico enriquecimiento de algunos jubilados. Según el estudio de Panigo, con esta ley la desigualdad en los haberes habría aumentado un 15%, en línea con la que se verifica en los trabajores activos. El kirchnerismo no habría vetado la ley para retacear la recomposición y mantener la discrecionalidad de los aumentos, sino porque es el guardián de la equidad entre los jubilados.

Estos argumentos nos recuerdan a los de ciertos funcionarios menemistas, cuando en los últimos meses de gobierno (1999) -y en tiempos de AFJPs- defendían la derogación de la Prestación Básica Universal que ponía un piso a las jubilaciones en aras de la equidad, ya que esto permitiría aumentar la mínima de $150 a... $190!!! Con planteos similares sobre la equidad las empresas prestadoras de servicios públicos vienen bregando por mayores aumentos de tarifas -ya que no sería equitativo que en algunos lugares la energía este más barata que en otros- como si el atolladero energético no estuviera ocasionado en la lógica rapaz con la cual vienen explotando las empresas desde las privatizaciones en función de sus márgenes de ganancia y con poca inversión. Pero bueno, décadas de neoliberalismo no pasan en vano. Economistas "nacionales y populares" como Panigo, sacan de la galera cuestiones tan caras al pensamiento neoclásico como la de la equidad, para dar argumentos "progres" al veto, que deja "equitativamente" planchadas todas las jubilaciones. En aras de una supuesta "equidad" siguen retaceando algo tan básico como garantizar una proporcionalidad entre el ingreso salarial y el haber jubilario. Algún periodista oficialista, para desmerecer el reclamo, se pregunta "por qué el 82 por ciento y no el 90 o 100 por ciento del salario mínimo". En el mismo diario llegan a la desfachatez de sugerir que con los ajustes kirchneristas podría llegarse a superar ese reclamo "conservador", cuando apenas araña hoy el 60% del salario mínimo.

Hay que hacer algunas aclaraciones, que ni la demagogia opositora ni el gobierno contribuyen a hacer. Es cierto que con la estructura de ingresos actual de la ANSES (aportes jubilatorios más una parte de la recaudación impositiva nacional deducida a los fondos coparticipables), y considerando una estructura de gastos que no sólo esta abocada a pagar las jubilaciones sino que también cubre otras erogaciones (aparte de que las ganancias del Fondo de Garantía que tiene el organismo se usan para pagar las asignaciones por hijo) no permite costear el aumento. Sin aumentar los ingresos de la ANSES, el aumento de jubilaciones al 82% la llevaria a incurrir en déficit. Pero como señalamos en el post previo ya mencionado, esta suposición es completamente falaz, y fácilmente podrían aumentarse los ingresos del organismo en mucho más de los $40 mil millones requeridos, con sólo tomar unas medidas que afecten la ganancia de distintos sectores capitalistas y oligarcas. En su afán de votar una ley que el gobierno vetara más que en dar una mejora en los haberes, la oposición voto una ley que no incrementa las fuentes de financiamiento. Si hubiera habido algún aumento de aportes patronales o afectado los intereses de algún sector empresario se habrían puesto los pelos de punta de la mayoría de los legisladores que votaron a favor de la ley, que no la habrían acompañado. Por eso, de manera vergonzosa, Proyecto Sur borró la discusión sobre el aumento de los aportes patronales, para devolverlos a los niveles que tenían hasta 1993. Pero los jubilados no están obligados a ser "fiscalmente responsables" (otro latiguillo neoliberal) en sus reclamo por recomponer las jubilaciones, más aún considerando en enorme sesgo pro empresario del gasto público, que desmiente toda la alharaca hecha sobre el gasto social.

Por otra parte, sin duda hay enormes inequidades en los haberes jubilatorios, que reproducen las existentes en el mercado laboral. Los mecanismos de ajuste previstos por los artículos 5 a 7 de la ley aprobada y vetada el 14/10, las extienden en algunos casos. Pero lo que ni Diego Bossio ni el "investigador" Panigo señalan es que esos artículos se refieren al ajuste por todos los años en los que las jubilaciones estuvieron por el piso, que pasaría a pagarse retroactivamente, así como por el recálculo del haber incial, cosa inevitable en por la fuerte degradación de los ingresos nominales. De todas formas, considerando que la mayoría abrumandora de los jubilados (casi el 75%) cobra la jubilación mínima, el jefe de la ANSES no debería preocuparse por un desmedido enriquecimiento de los trabajadores pasivos. Los supuestos casos como el del trabajador que pasaría de cobrar $7.666 a $6.8000 serán más bien pocos. Es una fantochada querer sugerir, como hace Diego Bossio y reproduce a más no poder el pasquín PaginaK12 que eso será bastante extendido y que pone en peligro el sistema previsional.

En todo caso, si el problema estuviera en las consecuencias planteadas por estos artículos, esto podría haberse subsanado con un veto parcial y elaboración de otra forma de recálculo, como el kirchnerismo no tuvo ningún reparo en aplicar cuando se aprobó la reforma política, para vetar los artículos que postergaban hasta 2012 la puesta en vigor de aglunas condiciones que perjudican a los partidos más chicos.

Agreguemos que esta preocupación por la desigualdad de las jubilaciones no se condice con la manera grosera en la cual se mantuvieron todos los privilegios para el personal político durante el kirchnerismo. Es de estos privilegios que sale el grueso de las jubilaciones que están muy por encima de la mínima. No hemos visto al kirchnerismo en estos años impulsando una baja en los salarios de diputados, senadores y funcionarios, ni una anulación del régimen de jubilaciones de privilegio.
Lo mismo cabe para la situación precaria de sectores mayoritarios de la clase trabajadora que el kirchnerismo ha mantenido, que además de proyectar a futuro la misma desigualgad en los haberes que existe actualmente, limita los aportantes al sistema.

Como se ve, la defensa del veto por parte del gobierno deschava la una lógica muy cercana a la de las políticas neoliberales tan denostadas. El kichnerismo extendió el universo de beneficiarios en 2008, y hoy busca oponer universalización a 82% móvil. Pero se trata de un falso dilema, que no alcanza para ocultar que al mismo que extendió hay más jubilados se ha degradado esta ampliación al mantener los ingresos degradados, que cada vez se ven más erosionados por una inflación galopante. El veto que acaban de realizar, bloqueó un aumento del 37% para el casi 75% de jubilados que cobran la mínima. Seguramente habrá nuevos aumentos sobre la base de los ajustes previstos actualmente por la ANSES, pero que no detendrán esta tendencia a la degradación de los ingresos ya que los mecanismos de ajuste se apoyan en los índices oficiales truchos.

Conseguir el 82 % móvil no es algo que pueda esperarse de la iniciativa de los legisladores opositores, que votaron esta ley por demagogia. Sólo la más amplia movilización permitirá conquistar este reclamo histórico.

viernes, 15 de octubre de 2010

¿OCTUBRE FRANCES?



 Una contribución del camarada Carlos Broun para Punto de Desequilibrio


Desde el martes 12 de Octubre se desato la "huelga general indefinida" en Francia. Esta huelga no "cae del cielo". Es una escalada que surge producto de la resistencia de masas frente a la ofensiva capitalista tras la crisis de 2008. Los levantamientos en Grecia contra los planes de austeridad y las huelgas duras que se dieron contra despidos en fábricas a los largo de Europa, entre ellas las refinerías francesas, fuero preparando el terreno para esta gran acción de la clase obrera.

La defensa del sistema de pensiones y la lucha de clases

En nombre de la defensa del régimen de pensiones, los sindicatos fueron obligados a dejar las palabras y pasar a la acción abriendo el camino para la expresión de la clase obrera y su descontento que muestran un camino no solo en la arena nacional en Francia sino a nivel mundial. La acción de los obreros franceses y el método de la ¨huelga general indefinida¨ tomaron la primera plana de la prensa internacional. A 3 días de iniciadas estas grandes acciones y cuyo final es aun incierto un nuevo escenario se cierne sobre Europa y el mundo.

Francia paralizada

Los destacamentos de obreros petroleros que bloquean las refinerías me recuerdan los enfrentamientos de 2003 en El Alto, en la planta de Senkata. Entonces el pueblo pobre de la ciudad de El Alto junto al sindicato petrolero tomaba control de la planta de gas y petróleo que abastece a La Paz y El Alto y la mantuvieron bloqueada hasta desabastecer por completo la ciudad. El intento por desbloquear Senkata por parte del ejercito del Goñi desato el máximo enfrentamiento, el pueblo puso 70 muertos y el gobierno ya no se podía sostener.

Traigo esto a colación porque la huelga en Francia no es solo una huelga reivindicativa sino que es una acción profundamente política cuestionando el conjunto del plan burgués para hacerle pagar la crisis a los obreros en Europa y ataca de frente y de lleno a uno de los principales representantes de este plan, el inefable Sarkozy. Este personaje, hablador y agrandado ha lanzado un ataque ejemplar que fue respondido con métodos históricos, huelga general y desabastecimiento de la ciudades. La escalada es monumental.

Si bien está claro que Francia no es el país mas pobre de America Latina, los 40 millones de desempleados que ha dejado esta crisis en Europa son suficientes motivos para que la clase obrera resista y no permita que este flagelo se materialice y un nuevo plan de austeridad profundice la pobreza (el nivel recordó de desocupación actual es lo mas parecido a un gran flagelo social como la guerra que vivió la "generación de 700 euros").

Si un sesgo de esa radicalización que llevo a los trabajadores de El Alto a luchar por la caída del Goñi en Bolivia explota en Francia el mundo va a darse una vuelta y quedar sobre sus pies.

Octubre Frances

Ya al segundo día comenzaron a salir los liceistas. Imparables salieron a la marcha con los sindicatos y mantuvieron acciones durante miércoles y el mismo jueves en la noche en una represión policial un joven  recibió un balazo de goma en la cara desatando una nueva movilización el viernes en repudio al accionar represivo. Una nueva "alianza de clases" que evoca al grandioso levantamiento de Paris 68 vuelve a hacerse carne en las calles de toda Francia.

Adonde va la huelga en Francia?

Sarkozy, con su estilo charlatán y pedante se encargo de dejar bien claro que "no piensa retroceder". Estas palabras parecen un bumeran ya que su intransigencia obligó a los sindicatos a la acción y "destaparon una olla" que no se si realmente la tenían en cuenta. Tanto repetir que "la clase obrera no existe" la burguesía parece encantada por su propio conjuro y lleva adelante acciones ofensivas pensando que la clase obrera realmente es incapaz de resistir. La dinámica que puedan tomar las acciones y la perspectiva de radicalización de la huelga aun son inciertas, pero no improbables.

Si Sarkozy retrocede, será un triunfo del movimiento obrero. Si este no retrocede, solo la acción traidora de la burocracia puede encerrar al movimiento en un callejón sin salido, pero vaya a saber a que costo político, provocando ruputras y realineamientos políticos a gran escala.

Lo que es muy distinto al 68 y le da una gran actualidad al debate es justamente que no existe la menor chance de hacer "la gran Degaulle" ofreciendo un 100% de aumento de salarios ni un Partido Comunista que pueda hacer "volver a casa" a los obreros. Las cartas parecen jugadas a un peligroso "todo o nada".

¿Podra surgir en esta situación una corriente revolucionaria, es decir troskista, en la situación actual en Francia?

Carlos Broun / Octubre 15 2010

jueves, 14 de octubre de 2010

¿Zaiat catastrofista? Del 82% a las AFJPs recargadas

Con un discurso alarmista, el periodista K Alfredo Zaiat plantea hoy que apoyar el 82% móvil sobre el salario mínimo, "es promover el regreso de las AFJPs" ("A favor de las AFJP"). La aprobación de este ajuste jubilatorio significa de manera inexorable desquicio del régimen público, y que "pasados unos pocos años, con un Estado que no puede cumplir con esa obligación, se impondría el discurso sobre la necesidad de privatizar el régimen previsional". Y continúa: "Además no hay que ser muy perspicaz para prever que la corriente conservadora, con el respaldo del FMI, impulsará imitar la actual reforma europea: subir la edad jubilatoria de los trabajadores para cerrar la brecha de financiamiento provocada".
En su defensa de la política del gobierno, no duda ni por un segundo en cometer un pecado habitual en los neoliberales que tanto critica: el supuesto subyacente a los argumentos del periodista es que el sistema previsional opera con una "restricción presupuestaria" que sería inmodificable. Frente a la implementación del 82% móvil, sobrevendría la catástrofe. Por mucho que busque armar una diatriba contra la corriente conservadora que busca apurar el desfinanciamiento del sistema para imponer la reprivatización, lo cierto es que sus argumentos -que no hace mas que repetir los de todo el gobierno desde Diego Bossio hasta Cristina Fernandez- son similares a los que daban los ministros del menemismo o de la Alianza frente a cualquier demanda popular. En vez de discutir cómo aumentar los recursos del sistema -empezando al menos por plantear la restitución de los aportes patronales a los niveles que tenían en la época de cavallo- la respuesta gubernamental -que este periodista defiende hasta la hipérbole de anunciar la vuelta de las AFJPs- es que "no hay recursos".
Por supuesto, no se trata de comprar el paquete de la oposición patronal. Estos no definieron nuevas fuentes de recursos para el sistema previsional a costa de la ganancia, sino que dispusieron utilizar el superávit de ANSES y el fondo de garantía de sustentabilidad (cuya liquidez es discutible) para financiar el aumento. Proyecto Sur se bajó vergonzosamente en diputados de incluir junto con el 82% la restitución de los aportes patronales.
Este aumento es además limitado a la jubilación mínima, y sobre la base del salario mínimo, y no del haber percibido por el trabajador al momento de jubilarse. El plan de la oposición, aunque significa aumentos para el 75% de los jubilados, no termina con los haberes de miseria ni representa el reclamo histórico de las organizaciones sindicales.
La recomposición de los haberes no puede quedar supeditada a la sustentabilidad del sistema con la estructura de ingresos que ésta tiene hoy. Mientras el gobierno y sus escribas sostienen esta lógica frente a un reclamo que los corre por izquierda, no tienen ningún reparo en confundir la caja previsional y el resultado del tesoro para exhibir un superávit fiscal que viene menguando, aprovechando el superávit previsional. Tampoco tienen ningún recaudo en complicar la sustentabilidad del sistema utilizando parte de los recursos del Fondo de sustenantabilidad para salvar a los capitalistas de la crisis como hicieron el año pasado, aunque estos siguieron despidiendo trabajadores y bajando salarios.
Los recursos del sistema previsional se nutren en gran parte de los impuestos recaudados por el tesoro (algo así como el 15% de la recaudación nacional se destina a la ANSES). En la estructura impositiva del país hay un enorme peso de los impuestos al consumo, que tienen mayor peso sobre los sectores más pobres, y un peso casi irrelevante de los impuestos a la propiedad. En el caso de la ganancia, la renta financiera no está gravada en absoluto, y existen numerosas exenciones y desgravaciones que permiten una alta tasa de elusión para estos impuestos directos. Junto con los aportes patronales, Zaiat podría ver que acá habría mucha tela para cortar en vez de condenar este modesto aumento con pronósticos agoreros.
Esta masa de recursos, junto con la declaración del no pago de la deuda externa y la apropiación íntegra de la renta agraria (y minera e hidrocarburífera) sobre la base de la expropiación de los grandes terratenientes, permitiría los recursos tanto para sostener el el 82% móvil para todos los jubilados, como para garantizar trabajo para todos con un ingreso acorde a la canasta familiar.
Como se ve, el desfinanciamiento del sistema no es en modo alguno un futuro inexorable, sino que parte del supuesto -que une a los K con la oposición patronal- de que no se tocarán las ganancias financieras, la gran propiedad y los aportes empresarios. Y también, de que no cambiará la política de los K de usar los fondos previsionales para una gran variedad de fines, menos garantizar a los jubilados haberes que no sean miserables, lo cual no podría hacerse si hubiera un control democrático de esos fondos por parte de los trabajadores activos y pasivos.
Dependerá de la iniciativa de los sectores clasistas de la clase trabajadora para que ésta pueda adoptar una orientación política independiente de las variantes patronales, que se pueda luchar por la ampliación de las bases del sistema previsional evitando estos escenarios ominosos que nos anuncia Zaiat. Empezando por enfrentar en las calles el veto kirchnerista a esta ley, que sucedió mientras escribíamos estas líneas.

82% Móvil: ¿Lo va a vetar, Cristina?

http://www.pts.org.ar/IMG/rubon3873.jpg

Periódico La verdad obrera nº 396

AMENAZA DE VETO PRESIDENCIAL: MOVILIZAR POR EL 82% MOVIL PARA TODOS.

¿Lo va a vetar, Cristina?

Fecha: Jueves 14 de octubre de 2010

LVO: La Cámara de Senadores, esta vez con el desempate del voto “positivo” del vicepresidente Julio Cleto Cobos, acaba de votar en general y en particular el proyecto presentado por la oposición parlamentaria de 82% móvil. ¿Cuál es tu posición?

Christian Castillo: Lo primero que hay que denunciar es la hipocresía del gobierno nacional y de todos los senadores oficialistas que se llenan la boca diciendo que defienden los intereses de los sectores populares y se opusieron al proyecto con argumentos dignos de la década del ’90. Bastó escuchar al último orador de la bancada kirchnerista, Miguel Angel Pichetto, amparándose en economistas ultraliberales como Melconian, De Pablo, y hasta en Domingo Felipe Cavallo. Los que quieren acostumbrarnos al doble discurso de la “distribución de la riqueza” ahora se pasaron sin escalas al otro bando. En este reino del revés que fue la sesión en el Senado hasta acusaron al diario Clarín, usualmente señalado como “el monopolio”, de parecerse al “Farabundo Martí”. Hasta se justificaron diciendo que un aumento a las jubilaciones iba “a contramano de lo que ocurre en el mundo”, y argumentaron que en Alemania, España y Francia los gobiernos aplican políticas de “ajuste” y quieren aumentar la edad para jubilarse a los 67 años. Una política que está siendo enfrentada por los jubilados, los trabajadores y los estudiantes franceses en las calles, todos juntos, protagonizando una lucha de clases espectacular.

Lo que está haciendo el gobierno con el tema jubilaciones no nos extraña. Pretende hacer creer al pueblo trabajador que no hay plata para aumentar los ingresos a los jubilados, aunque sea en los marcos limitados que establece esta ley que significarían entre 32 mil y 53 mil millones de pesos, según calcule la oposición o el oficialismo, cuando ellos mismos presupuestaron 9.000 millones de dólares para pagar la deuda externa el año que viene y viajan a Berlín para proponer cerrar el pago de 6.700 millones de dólares al Club de París. Es el mismo gobierno que en el presupuesto 2011 estipula aumentos millonarios en subsidios para los empresarios amigos como Cristóbal López.

LVO: ¿Cuál es la posición del PTS con respecto al proyecto que se acaba de votar en Senadores?

CH. C: La nueva ley de la UCR, el PS y el PJ disidente llevaría el haber mínimo, que hoy cobran los trabajadores jubilados a unos 1430 pesos, un 30% de aumento si se compara con el monto actual. Es un aumento para un sector, es decir que no se establece el 82% para todos sino para la mínima, y el aumento no se aplica al salario de la actividad y la categoría del trabajador al momento de jubilarse, como sostiene el histórico reclamo de las organizaciones sindicales y de los jubilados, sino al “salario mínimo” de $1.740. Tampoco se establece un aumento salarial sustantivo equivalente al costo de la canasta familiar. O sea que las jubilaciones, pese a que para una amplia mayoría del 75% de los jubilados significa un aumento, se seguirían cobrando jubilaciones de miseria.

Desde el PTS siempre señalamos que no hay que tener ninguna confianza en la oposición parlamentaria del Grupo A. No tenemos que olvidarnos que son estos mismos sectores los que cuando gobernaban de la mano de la Alianza descontaron el 13% a los jubilados. Yo creo que estos partidos utilizan demagógicamente el reclamo de los jubilados para posicionarse electoralmente (ya que especulan con hacer pagar al gobierno los costos del veto a la ley), y son los mismos que están planteando quitarle las retenciones a las patronales agrarias. De ninguna manera plantean avanzar en medidas de fondo como en la restitución de los aportes patronales para justamente sostener los ingresos de los jubilados. Mucho menos en acabar con el trabajo en negro que hoy afecta a casi el 40% de la Población Económicamente Activa. Pero en este caso la oposición del gobierno y el probable veto a la ley son claramente por derecha.

LVO: Cristina Fernández de Kirchner ya amenazó con vetar la ley...

CH. C.: Sí, también lo ha anunciado Aníbal Fernández y el mismo Pichetto, durante la votación de la ley en la Cámara de Senadores, ha dado a entender que algo por el estilo podría pasar cuando dijo que si la oposición quería cambiar la política previsional del gobierno “que gane las elecciones”. Hoy justamente nos estuvimos movilizando frente al Congreso Nacional, en el acampe y movilización convocados por las organizaciones de jubilados y pensionados y la CTA-Micheli denunciando que era muy probable que si resultaba aprobado el proyecto en el Senado se venía un veto presidencial. Frente a esto, insisto, los trabajadores y jubilados no podemos tener ninguna confianza en los partidos patronales que impulsaron esta ley. Sólo con su movilización independiente se podrán imponer sus demandas.

La CGT de Moyano ha tenido una posición escandalosa: en vez de plantear la defensa de los intereses de los trabajadores retirados, como son los jubilados, se alinea con los argumentos de Boudou y los Kirchner que –como planteaba antes- son muy similares a los que daban los ministros del menemismo o de la Alianza. Hugo Yasky también se alineó con los Kirchner denunciando que el proyecto buscaba desfinanciar al Estado Nacional. Desde el PTS decimos que ante el probable veto presidencial lo que está planteado es preparar una gran lucha nacional por el 82% móvil para todos los jubilados. Por eso, creemos que los trabajadores y los jubilados, todos juntos, tenemos que exigir a la CTA y en los distintos sindicatos que apoyen el reclamo, que se realicen asambleas, plenarios abiertos donde participe toda la base preparando la movilización para enfrentar el posible veto presidencial, un plan de lucha y un paro por el 82% móvil para todos ya.

www.pts.org.ar


lunes, 11 de octubre de 2010

El costo laboral por el piso. ¿Y la redistribución K?

En línea con el documento que posteamos hace unos días, un informe reciente del Ministerio de Trabajo pone en evidencia los resultados de la política económica kirchnerista luego de 7 años.

El costo laboral se mantiene planchado, a pesar de la recomposición del salario real registrada por los trabajadores en blanco desde 2005. Para 2009,
se ubicó en 18% por debajo del nivel de 2001, y descendería bastante más considerando el tipo de cambio multilateral (gracias a la caída del dólar y la apreciación del real). El costo laboral considera la evolución del salario por los empresarios, pero relacionándolo con la productividad del trabajo y los precios que reciben los empresarios por las mercancías producidas. Podríamos decir que es un indicador de cómo evoluciona la tasa de explotación (a menor costo laboral, mayor tasa de explotación).


Como en los últimos años en las negociaciones salariales, los empresarios aceptaron aumentos salariales pero a cambio de fuertes aumentos de productividad, de esta forma el costo laboral se ha mantenido a raya.
Lo mismo sucede con la participación salarial en el ingreso generado: se ha recuperado en relación a los peores momentos de la crisis, pero no en relación al promedio de partipación salarial en el ingreso de toda la década previa. La tasa de explotación ha conquistado un nivel más alto, que la recomposición salarial de estos años no ha anulado ni mucho menos.


¿Una cuestión aún no resuelta del modelo redistributivo? ¿Una tarea pendiente?

Para nada, el kirchnerismo ha sido un protagonista de primer orden para lograr que a pesar de años de crecimiento récord, a pesar de un enorme aumento del empleo el salario apenas haya podido perforar el techo del valor que tenía al momento de la crisis de 2001 (es decir luego de tres años de caída salarial).



No se trata de un error o de una falencia a superar por el "modelo K". Se trata de un elemento inherente a las condiciones que garantizaron el crecimiento a tasas chinas, y que por lo tanto el kirchnerismo no puede modificar sustancialmente, sino a lo sumo tangencialmente. Son las negociaciones salariales en las paritarias entre los empresarios y las conducciones sindicales, que el gobierno presenta como modelo para la mejora en la distribución del ingreso, las que han permitido este resultado. Por empezar, porque como ya dijimos, en la mayoría de los casos estas negociaciones estuvieron atadas a compromisos de productividad. Incluso más allá de lo negociado, la presión por aumentar el rendimiento del salario ha sido permanente, como es obvio dado que el crecimiento a altas tasas, sobre todo a partir de 2007 en que los empresarios hablan cada vez más de incertidumbre y de necesidad de hacer ajustes, se dio sin cambiar mucho la estructura productiva, aprovechando las capacidades instaladas y cargando las exigencias de mayores rendimientos productivos sobre las fuerza de trabajo ya empleada, aumentándola de forma muy limitada. Y frente a la inflación creciente, las conducciones sindicales han operado con un pacto social de hecho, poniendo un límite a la recomposición salarial en línea con los números de inflación. De esta forma, el salario real no crece desde el año 2007 (salvo que creamos en los números del Indec) mientras que la productividad sí ha aumentado. Sólo este año, gracias a la iniciativa de las comisiones internas de Kraft y otras fábricas de la alimentacion (contra la resistencia de la burocracia de Daer) se perforó los techos impulsados por la burocracia.

Pero sobre todo, el efecto limitado que tienen estas negociaciones esta ligado a la estructura del empleo actual, en la que sólo un tercio de la clase trabajadora se beneficia de los resultados de las negociaciones paritarias. Para el resto lo negociado por las burocracias sindicales tiene escasas consecuencias. La orientación moderadamente reformista que impulsó el kirchnerismo hacia los asalariados registrados, se dio de la mano de cuidar celosamente la fragmentación de la clase trabajadora. Los proyectos de Recalde, como la participación de los trabajadores en las ganancias, de dudosos beneficios si consideramos el
ejemplo SUTNA, tienen poca repercusión sobre los sectores precarizados de la clase trabajadora. El kirchnerismo ha articulado políticas hacia los sectores sindicalizados, y paralelamente ha impulsado distintas iniciativas hacia los sectores pobres y los movimientos sociales (extensión de la asignación por hijo, planes Argentina Trabaja). Pero ha mantenido intacta la fragmentación de la clase trabajadora entre efectivos, precarizados y desocupados, y ha atacado con toda la fuerza del estado y la burocracia a los sectores que intentaron superar esta fragmentación. Mientras la internvención estatal es presentada como un hecho virtuoso por parte de todo el progresismo oficialista, lo cierto es que esta se ha movido en dos vías: conteniendo las mejoras salariales y garantizando la fragmentación para mantener el margen de ganancias récord, y mitigando los efectos de esto con políticas hacia los pobres. Por eso, sectores de una disidencia amigable hacia el gobierno, como Fernando Porta, plantean que "la estructura productiva genera tendencias regresivas para la redistribución del ingreso" que son apenas contrarrestadas por las políticas K.

7 años de crecimiento récord -exceptuando el impacto de la crisis entre fines de 2008 y 2009- y lo que ha logrado la clase trabajadora es llegar al punto donde estaba en la crisis precedente, pero peor en relación con los capitalistas cuyo margen de ganancia es más elevado. Y sin embargo, como el margen de rentabilidad ha retrocedido en relación con los mejores años de esta década, el gobierno impulsó una montaña de subsidios para aportar a la ganancia empresaria. Mal que les pese a los progres K, y aunque muchas asociaciones patronales saquen comunicados críticos de la política estatal, los que vienen ganando con la intervención estatal K son los empresarios. El kirchnerismo y los burócratas sindicales, en el mejor de los casos pueden prometer a un sector minoritario de la clase trabajadora mantener sus condiciones de vida frente a la inflación. Una respuesta para el conjunto de la clase trabajara solo puede surgir de que más sectores tomen el ejemplo del sindicalismo de base, con Kraft a la cabeza, y coordinando las luchas entre ocupados -efectivos y contratados- y desocupados.

viernes, 8 de octubre de 2010

La economía del kirchnerismo. El crecimiento pos-convertibilidad: rupturas y continuidades

Ponencia presentada en las Jornadas de Economía Crítica, a realizarse en Rosario del 14 al 16 de octubre




El crecimiento pos-convertibilidad: rupturas y continuidades


Pablo Anino, championverde@yahoo.com.ar

Esteban Mercatante, estebanm1870@gmail.com

Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx



Las tasas de crecimiento registradas por la economía argentina desde 2003 alcanzan niveles no registrados en décadas. ¿A qué se debe este cambio en la tendencia: una herencia de las transformaciones de la estructura productiva y la relación capital-trabajo establecidas por las décadas de implementación de políticas neoliberales? ¿O a los cambios en la regulación de la acumulación registrados en el último lustro?

Mediante el análisis comparativo de aspectos centrales, como la evolución de costo salarial, rentabilidad, inversión, gravitación del capital extranjero, y ahorro externo, buscaremos establecer y sopesar los elementos de cambio y de continuidad. Por último, buscaremos establecer qué perspectivas hay para los que fueron novedosos aspectos macroeconómicos desde 2003, el superávit fiscal y comercial, y el impacto de su devenir sobre el conjunto de la política económica.

Enfocado desde el punto de vista de la clase trabajadora y la situación que le impone el estado actual del capitalismo argentino, sobre la base del análisis se discutirá las alternativas abiertas hoy para avanzar en el objetivo de superar este sistema de explotación.

El crecimiento pos-convertibilidad: rupturas y continuidades


Los motores del crecimiento

Desde fines de 2002, la Argentina registra un crecimiento económico continuado a tasas récord. Incluso luego de los golpes de la crisis internacional en 2009, para este año los pronósticos no bajan del 6%. La pregunta sobre lo nuevo y lo que continúa en este ciclo, implica dos niveles: si se registra una inversión en nuevos sectores dinámicos que esté cambiando la configuración de la estructura productiva, y si las políticas del kirchnerismo (discursivamente neodesarrollistas) han tendido a impulsar transformaciones en la misma.

El ciclo de crecimiento iniciado en 2003 en el país, recibió un impulso externo común a la mayoría de las economías latinoamericanas, vinculado a la fuerte recuperación de la demanda internacional de commodities e hidrocarburos, con rasgos específicos, vinculados al abrupto desplome de la convertibilidad.

Pero en el caso de Argentina, a este estímulo se sumó desde fines de 2002 la recuperación de la rentabilidad que permitió la devaluación. Gracias a ésta el salario real cayó en un año casi un 30%, pero el costo para los empresarios de este salario cayó mucho más medido en dólares. Al recomponerse la producción (con mayor productividad por obrero) en 2003, la caída llegó al 45%. Para el año 2007, aunque el salario por hora (deflactado por el IPC) rondaba el nivel de 2001, el costo salarial estaba en un 80%, es decir, un 20% por debajo del nivel pre-devaluación. La misma devaluación permitió una baja de los precios en dólares, aumentando la competitividad y protegiendo el mercado interno de la competencia exportadora.

Estos fueron los dos motores, que permitieron un auge exportador de commodities, un fuerte crecimiento industrial centralmente enfocado hacia el mercado interno junto con la construcción, y desde el punto de vista macroeconómico, fuertes superávits comercial y fiscal.


Fuerte crecimiento con bajos niveles de inversión

Los elevados niveles de crecimiento, no estuvieron acompañados por un nivel general de inversión que acompañara estos niveles de crecimiento. La recuperación de la inversión fue bastante lenta, recién en 2006 rondó el 20%, de lo cual equipo durable representaba 8%. Para este año será un 21,5 %.

El contraste entre crecimiento e inversión, es más agudo si lo analizamos en el contexto de los niveles inéditos de rentabilidad alcanzada. Por el desplome del costo salarial que mencionamos antes, los niveles rentabilidad registrados entre 2003 y 2010, en lo referente al agro y la industria, están muy por encima de los registrados en la década precedente. En abstracto, una elevada rentabilidad haría esperable un aumento en los niveles de inversión, pero más bien ha ocurrido lo contrario. Salvo algunas ramas específicas (automotrices, siderurgia) existe un aprovechamiento de la capacidad productiva, y se realizan las inversiones mínimas para sostener –y no ampliar- el ciclo productivo, recomponiendo el capital amortizado. Ramas, como la mayoría de las que producen mercancías destinadas al consumo, están al tope de la capacidad y son las que realizan la menor inversión productiva. En ramas que producen insumos, como la petroquímica o la refinación, prácticamente no hay inversión. Por eso, aunque el impacto de la crisis durante 2009 disminuyó el uso de la capacidad instalada, esta volvió a estar al límite en muchas ramas con la recuperación registrada desde fines del año pasado, rondando en promedio el 79,5%. Los aumentos de la demanda se vienen respondiendo cada vez más con importaciones.

El discurso empresario culpa de la baja inversión a la “falta de seguridad jurídica” o a la “intervención estatal”, especialmente en sectores como la energía o combustibles, con tarifas reguladas. Pero lo cierto es que el mismo factor que permitió recomponer la rentabilidad, la fuerte devaluación del peso, encareció la importación de equipos, haciendo más costosa la inversión. La respuesta más general del empresariado ante las nuevas condiciones, fue aprovecharlas con las instalaciones productivas existentes, más que tomar nota de las mismas para realizar nuevas inversiones. Aunque busquen exculparse cargando las tintas contra el gobierno, la lógica de la rentabilidad capitalista hacía previsible estos resultados, que muestran que el tipo de cambio competitivo en sí mismo no puede conducir a una modificación de largo aliento en las tendencias que conforman la estructura productiva. Como señala Rolando Astarita: “Esto explica que el crecimiento sustentando sobre un tipo de cambio competitivo, E*, tenga constricciones de mediano y largo plazo. A medida que continúa la producción los equipos se desgastan, se sobreutiliza capacidad y la competitividad internacional depende más y más de mantener el tipo de cambio E*”1. La capacidad ociosa producto de la crisis de 1998-2001, dio un amplio margen para aprovechar las nuevas condiciones de rentabilidad permitidas por el tipo de cambio competitivo, pero al cabo de algo más de un lustro, vemos que no ha habido ninguna transformación productiva de significación; no han surgido nuevas ramas productivas, ni se dinamizó significativamente la inversión en las ya existentes –salvo en las pocas ramas que mencionamos antes. Aunque los cambios producidos por la devaluación vienen permitiendo un fuerte crecimiento que se ha recompuesto después del impacto de la crisis en 2008-2009, el mismo encuentra a mediano plazo la perspectiva de un límite en los niveles de inversión.

En paralelo a estos bajos niveles de inversión, la salida de capitales se ha mantenido casi constante en toda la última década, al igual que en las anteriores, y sumó u$s 65 mil millones entre 2002 y 2010, con los cuales llegan a u$s 225 mil millones los activos argentinos en el exterior.


Cambios y continuidad

Para sopesar qué hay de nuevo en el crecimiento pos convertibilidad, y que elementos son característicamente de continuidad, tenemos que considerar dos dimensiones diferenciadas: las transformaciones en la estructura productiva y el peso relativo de los distintos sectores del empresariado, y el rol de las políticas económicas para impulsar transformaciones, tanto en lo que hace a los objetivos propuestos como al éxito alcanzado.

Como ya señalamos, desde 2002 se registra un claro aumento de la rentabilidad, que benefició especialmente al agro y a la industria, dejando en un segundo plano los sectores más rentables de la década anterior. La reducción del costo laboral de 2002 puso a la estructura productiva heredada en un régimen de crecimiento diferente, sin conducir a transformaciones de la misma.

Podría argumentarse que este tipo de cambios llevan tiempo, pero no se ven siquiera los mínimos esbozos. El peso de la industria en el PBI, se mantiene detrás de los niveles promedio durante la convertibilidad, superando apenas el 17,5% del PBI que alcanzaba en 1998. A pesar de la rentabilidad récord y del gran volumen de producción anual, no hubo ampliaciones productivas considerables. Las firmas tienden a invertir lo justo para mantener la producción.

Si miramos el comercio exterior, veremos que aunque hoy las exportaciones duplican el valor de 1998 en dólares y tiene un peso mucho mayor en el PBI, esto se debe principalmente a los mayores precios de los commodities y algo menos al aumento de la cantidad exportada de los mismos. También aumentaron en precio y volumen las exportaciones de commodities industriales, como los de la rama siderúrgica que también registraron durante esta década un fuerte aumentos en la demanda a escala global. Aunque el nuevo régimen cambiario permitió la incursión de algunos nuevos sectores industriales en la exportación, como es el caso de varias pymes, las empresas de software o un aumento del turismo, esto no alcanzó una significación tal como para cambiar el perfil exportador.

Aunque este aumento de las exportaciones ha relajado las dificultades que implicó históricamente el comercio deficitario para el crecimiento de la economía nacional (la “restricción externa”) no se puede sostener que esta cuestión haya quedado resuelta de manera definitiva. Por un lado, porque la estructura exportadora sigue bastante concentrada en unos pocos rubros, la mayoría de los cuales son de baja agregación de valor, que en los últimos años registraron aumentos siderales en los precios que no responden enteramente –aunque sí en parte- a un aumento duradero de la demanda. Por otro lado, porque el alto crecimiento está permitiendo un crecimiento sin techo de las importaciones. Este año se proyectaba un superávit comercial de u$s 20 mil millones, pero probablemente cierre más cerca de los u$m 12 mil millones. Sigue siendo considerable, pero la diferencia da cuenta de un marcado crecimiento importador que está aumentando exponencialmente a pesar de las barreras que el gobierno ha buscado imponerle. Esto expresa de manera elocuente que la estructura productiva arrastra todas las consecuencias de la desintegración padecida desde mediados de los ‘70, pero aún agravadas: algunos estudios señalan que la importación por habitante a precios constantes es hoy un 33% superior a lo que era en 19982.

En lo que hace a las características del empresariado, es notorio que el nuevo contexto no ha revertido la tendencia al abandono de las actividades productivas por parte de los capitalistas nacionales. Ha continuado la venta de grandes empresas, a pesar de que estas mostraban altos niveles de rentabilidad. Ante el desafío de realizar nuevas inversiones o abandonar el negocio, este último camino ha sido la norma en la mayoría de los casos. Subproducto de esto, la extranjerización de la economía ha seguido en aumento: si consideramos las 200 empresas de mayor facturación, entre 1997 y 2007, la cantidad de compañías extranjeras pasó de 104 a 128. Como consecuencia, su participación dentro de la facturación total de ese grupo pasó del 65,5% al 77,3% en esos diez años3. La presencia extranjera se concentra en los sectores más rentables de la economía, la porción mayoritaria de las utilidades empresarias queda en manos extranjeras. Desde 2008 además, ha habido un marcado aumento del giro de utilidades a las casas matrices en el extranjero, por lo cual se han reducido aún más los fondos disponibles para inversiones.

Yendo a otro emblema del funcionamiento económico desde finales de los `70, el sector financiero liberalizado por la reforma de 1977, aunque éste quedó golpeado por el quiebre de la convertibilidad y durante varios sus actividades estuvieron limitadas, desde 2008 viene registrando formidables ganancias. Esto lo ha logrado ayudado por la política gubernamental que alimentó en 2008 la vuelta a mecanismos de “bicicleta financiera” mediante la especulación con el tipo de cambio (en una política que significó dilapidar varios miles de millones de dólares de reservas), y nuevamente en 2009 incentivó el negocio con títulos de deuda en default. Adicionalmente, el financiamiento al consumo a altas tasas de interés –que concentra gran parte de los recursos prestables- viene siendo otra fuente de pingües ganancias.

Por último, una de las expresiones más claras de la continuidad en que se ha mantenido la elevada precarización de la fuerza de trabajo. Casi un 40% de los trabajadores no se encuentra registrado. Entre los trabajadores que sí están registrados, existen distintos tipos de contrato flexible. Esto ha tenido importantes consecuencias. Por un lado, ha permitido mantener una presión constante por aumentos del esfuerzo arrancado a la fuerza de trabajo, tanto en lo que hace a las horas trabajadas como a los ritmos de trabajo. Producto de esto se da que, aunque con enormes desigualdades, el promedio salarial de los sectores registrados es hoy ligeramente superior en términos de poder adquisitivo que el nivel de 2001, pero con niveles mayores de producción y más tiempo promedio de trabajo. En ese sentido, vemos un claro aumento de la participación de las ganancias en la distribución funcional del ingreso desde 2002 en adelante, que sólo se revierte parcialmente en los años siguientes, pero manteniéndose siempre en niveles superiores la década de los ’90, mientras ocurre lo contrario con la participación del salario.

La fragmentación de la fuerza de trabajo también ha dado margen al gobierno para sostener algunas políticas de tinte reformista hacia la clase trabajadora, como impulsar las paritarias anuales, con costo limitado, dado que lo que allí se negocia repercute sobre una franja minoritaria de la clase trabajadora. La misma burocracia sindical que participa de las negociaciones salariales, es la que durante todos estos años de fuerte crecimiento ha mantenido a rajatabla la diferenciación entre permanentes y contratados, negando o limitando sustancialmente la representación de éstos últimos, sin pelear por su efectivización.

Poco nuevo, entonces, en lo que hace a la estructura productiva y las condiciones de explotación de la fuerza de trabajo. Más bien se han explotado en un nuevo contexto los cambios que se habían ido imponiendo en las últimas décadas.

En lo que hace a la política gubernamental, el kirchnerismo, desde la asunción de Néstor Kirchner y luego con Cristina Fernández, ha coqueteado con la idea de que estaríamos ante un neodesarrollismo. Lo cierto es que desde un análisis de los ejes de la orientación económica no hay mucho sustento para estos planteos, tomados por varios economistas que simpatizan con el oficialismo. Sin duda, a partir de 2006, se registran numerosos cambios vinculados a una mayor participación estatal. Pero más bien, estas iniciativas están más asociadas a una búsqueda de contener el agotamiento del esquema -que ya pasaremos a analizar- evitando reformularlo. En este contexto, aunque el gobierno se presente como abanderado de la redistribución del ingreso y que los intelectuales kirchneristas hablen de “crecimiento con equidad”, uno de los pilares del crecimiento pos devaluación son los niveles de remuneración más bajos de los últimos treinta años. Como señalan incluso economistas no muy lejanos a la orientación del gobierno “la estructura productiva argentina genera tendencias regresivas para la distribución del ingreso”4. Las políticas kirchneristas de redistribución no modifican la estructura regresiva que se constituyó tras décadas de ofensivas neoliberales, sino que se apoyan en ellas, buscando mitigar algunos de sus efectos, conteniendo las demandas populares pero dejando indemnes los factores que generan la polarización social y la pobreza.


La disputa por los márgenes de rentabilidad

Podemos distinguir dos momentos en el crecimiento pos devaluación, uno que fue de alto crecimiento, alta rentabilidad, ligera recuperación de la inversión y crecimiento del salario real promedio luego de la fuerte caída. Esto comprende los años 2003-2006. Al año siguiente, empiezan a verse algunos síntomas de agotamiento del esquema. El punto nodal es el aumento del costo salarial, y una tendencia a la disminución de la rentabilidad.

Sólo por el peso de la devaluación, el costo salarial cayó un 30% en 2002; al recomponerse la producción (con mayor productividad por obrero) en 2003, la caída llegó al 45%5. Para el año 2007, aunque para el CEP el salario por hora (deflactado por el IPC) rondaba el nivel de 2001, el costo salarial estaba en un 80%, es decir, un 20% por debajo del nivel pre-devaluación. Por lo tanto, estamos ante una disminución parcial del margen de rentabilidad –aunque se mantiene por encima del nivel previo a 2001-, y por lo tanto del esquema de crecimiento pos devaluación que tiene acá su mayor punto de apoyo. En este contexto, la inversión que ya venía con una recuperación débil, no mantuvo el ritmo para ampliar la capacidad productiva, como se ve en la tendencia al aumento en el uso de la capacidad instalada.

Paralelamente, aunque en la inflación influyen un conjunto de factores, en su aceleración influyó en los últimos años la respuesta empresaria a la recomposición salarial. Una mejora del salario -sin alcanzar siquiera los niveles del pico de la crisis de la convertibilidad- y una caída relativa en la rentabilidad, empezaron a marcar la crisis del esquema, y están impactando en los precios y la inversión. El margen de tolerancia para la recomposición salarial en el esquema kirchnerista es muy bajo.

En 2009 la ofensiva patronal permitió una cierta recomposición de los márgenes: con el impacto de la crisis internacional, se registraron decenas de miles de despidos, y se limitaron las negociaciones salariales, que se ubicaron muy por debajo de la inflación. Esto contrarrestó ligeramente la caída previa de la rentabilidad, lo que junto con la demanda exterior explica los “excelentes negocios” para algunos sectores empresarios, aunque sin recuperar los niveles promedio de 2003-2007.


La inflación

La explicación de la inflación, no puede reducirse a un factor excluyente. Sobre todo porque el movimiento de los precios, hasta transformarse en un proceso crónico y difundido más homogéneamente en toda la economía como viene siendo en los últimos tres años, recorrió distintos momentos, donde estuvieron a la cabeza alternativamente, los sectores de bienes exportables, o los sectores de bienes y servicios de consumo exclusivamente local. De 2003 a 2005, luego de un fuerte aumento de precios de mercancías importadas y algunas exportables en 2002, tuvimos un efecto de transferencia de estos precios por toda la cadena agroalimentaria y otros sectores manufactureros que se fueron recomponiendo localmente gracias a la elevada protección que representó el tipo de cambio, y que mientras se recuperaron fueron elevando precios y márgenes. En 2005/2006 cobró más peso el aumento de los servicios (cuotas escolares, cortes pelo y un largo etcétera de cosas por el estilo). Paralelamente tenemos, sobre todo a partir de 2005, el impacto del ciclo de elevados precios internacionales de materias primas que aún continúa, que presionaron sobre los precios internos6.

A esto se agregaron otros elementos. Entre ellos, la lógica rapaz aplicada por las multinacionales en el área de los hidrocarburos con la venia del gobierno. La oferta de energía es menor que hace 10 años, y se importa combustible a precios internacionales (parcialmente subsidiado). Con el argumento de los mayores costos por la limitada capacidad, y acompañando la suba internacional y la lenta pero sostenida depreciación del peso en relación con el dólar, los combustibles aumentaron en 2009 un 23% en promedio, y el gasoil llegó a 33%. Esto tuvo efectos directos sobre el costo de vida, e indirectos porque los empresarios trasladaron los efectos de este aumento sobre sus costos.

También cabría considerar otros aspectos que afectan distintos sectores. Pero una cuestión central para explicar la persistencia del proceso inflacionario es la paulatina reducción en los márgenes de ganancia extraordinaria. Varios economistas han señalado que las altas ganancias fueron la “caja negra” del crecimiento argentino durante los años 2003-2007. Mientras que la inversión se recompuso moderadamente durante los primeros años luego de la devaluación, la disminución parcial de la elevada rentabilidad extraordinaria empezó a frenarla nuevamente y el crecimiento empezó a chocar con las restricciones de la capacidad productiva. Pero el elevado consumo acompañado del gasto gubernamental y las exportaciones, mantuvieron alta la demanda. Desde 2007, al tope de la capacidad en muchos sectores, la mayor demanda sólo fue respondida con alza de precios y aumento de las importaciones7.

La suba de precios se ha transformado además en una herramienta para mantener los márgenes, gracias a la cual los empresarios pueden resarcirse de los aumentos de salarios. La recomposición salarial ha encontrado un techo en el nivel más bajo al que llegó el salario durante la crisis de 1998-2001, y los intentos por sobrepasarlo han dado mayor impulso al aumento de precios, expresando una puja distributiva.


El tipo de cambio

La inflación de los últimos años ha ido licuando gran parte de la ventaja competitiva, aunque queda todavía un cierto “colchón cambiario” en relación al dólar. Además, la fuerte demanda y los precios de los granos sostendrán el superávit, a pesar del aumento de las importaciones.

Sin embargo, la inflación, que en lo que va del año se ha vuelto a acelerar, amenaza con erosionar rápidamente la ventaja cambiaria que aún queda. Se vuelve cada vez más contradictorio conservar el margen de rentabilidad –que da impulso al aumento de precios- y mantener la competitividad. Esto mina el modelo de dólar alto, apreciando el peso por la vía de los precios. Como impulsar una nueva suba del tipo de cambio podría acelerar aún más la inflación, mantener la ventaja competitiva depende cada vez más de lo que suceda en la relación de cambio entre el dólar y las demás monedas, un factor fuera del alcance de la política local.


El Estado emparchando el esquema

La respuesta kichnerista a estos problemas ha sido poner en juego mecanismos de contención, evitando avanzar en un replanteo más profundo del esquema de crecimiento. El pivote central han sido los recursos fiscales, aprovechando los saldos superavitarios gracias a la enorme caída del gasto en términos reales que significó la devaluación de 2002 y las nuevas fuentes de recaudación como las retenciones. De esta forma, los subsidios pasaron de $ 8 mil millones en 2007 a superar los $ 30 mil millones en 2008, y siguen en ascenso, superando los $ 40 mil millones en la actualidad. Paralelamente, se implementaron controles de precios y se intervino el INDEC, lo cual permitió un tiempo de “ilusión monetaria” que permitió que en 2007 los trabajadores tuvieran una caída de su salario en términos de poder adquisitivo.

Junto con los subsidios, se armó un complejo de intervenciones cuyo desmonte no haría más que profundizar la tendencia alcista de los precios. La ilusión de que la caja abundante permitiría al Estado enfrentar la inflación ha llevado al kirchnerismo a ingresar en una trampa, fracasando desde el punto de vista de encauzar los precios, pero obligado a sostener y aumentar las partidas presupuestarias destinadas a solventar la ganancia empresaria. Es así como la cuestión del gasto público, ya compleja por la carga de la deuda, se volvió cada vez más crítica.

El impulso para mantener los recursos necesarios para esta intervención, empujó tanto a la pelea con la mesa de enlace alrededor de la 125, como a la posterior estatización de los fondos de las AFJPs. El primer intento dio lugar a una enfrentamiento con uno de los principales beneficiarios del esquema pos convertibilidad, y generó un quiebre en los sectores empresarios, aunque sin dar lugar a un polo alternativo. Aunque son numerosos los sectores que cuestionan las medidas bonapartistas del gobierno, no hay hoy un sólido programa para el pos kirchnerismo, y medidas impulsadas como la rebaja de retenciones impulsada hoy por la mesa de enlace –cada vez más dividida- junto a sectores de la oposición no logran articular un bloque empresario alternativo.

El corazón de lo que el kirchnerismo llama “neodesarrollismo” es esta intervención estatal destinada a sostener las condiciones de rentabilidad frente a los síntomas de agotamiento del esquema. De lo que se trata es de responder con los recursos públicos y otras iniciativas, como el pacto social de hecho impuesto con la ayuda de la burocracia sindical dirigida por Moyano, que desde 2007 puso un techo a los salarios ligeramente por debajo de la inflación. Junto con esto han aumentado el “gasto social”, una forma de responder parcialmente a las enormes desigualdades que permanentemente reproduce el esquema que buscan sostener.


Un panorama fiscal no agobiante en lo inmediato, pero que acumula tensiones

Si un pilar del esquema pos convertibilidad es el superávit comercial, el otro gran pilar ha sido la holgura fiscal que se registró claramente en el período 2003-2008 con niveles de superávit primario que fueron del 3% al 4% del PBI. Esta situación se fue revirtiendo. El año pasado hubo un superávit primario de alrededor del 1,5% del PBI pero un fuerte déficit financiero. Esto hubiera sido peor si desde 2007 no se viniera aplicando distintos cambios en la contabilidad del resultado fiscal, que agrandan los números positivos. En 2007, el superávit primario de 3,2% hubiera sido del 2,2% si no fuera por los ingresos extraordinarios producto de la opción de muchos aportantes, reforma mediante, de pasar de las AFJPs a la ANSES, cuyo superávit pasó a computarse en el resultado fiscal general. El superávit financiero hubiese sido casi nulo sin esos fondos. El aporte de ANSES es más significativo en 2008 a partir de la renacionalización de las AFJPs. Sus recursos aportaron para llegar a un superávit de $14.633 millones luego del pago de intereses, cuando el fisco sólo alcanzó $6.114 millones. La liquidación de las AFJPs no garantizó el 82% móvil sino fondos a discreción del kirchnerismo. El año 2009 fue más complicado para cerrar las cuentas, y por eso se sumó a los recursos del tesoro ganancias de la ANSES, utilidades del Banco Central, y u$s2.500 millones que aportó el Fondo Monetario Internacional por Derechos Especiales de Giro (DEG), su “moneda”. Un total de $22.100 millones, sin los cuales el déficit primario habría sido de $4.800 millones y luego del pago de intereses habrían pasado a $29.200 millones.

Dos factores son clave para explicar esta tendencia al déficit: la deuda pública y los subsidios al capital. Sumadas, los pagos de capital e intereses, y los distintos beneficios concedidos a las empresas, representan más del 40% del presupuesto para este año. Han sido de los capítulos del presupuesto que más han aumentado en los últimos años, y marcan una tendencia a la expansión sostenida del gasto cada año.

En lo que va del año, la recaudación está muy por encima de lo presupuestado, aunque un factor clave para este resultado fue la suba de precios. De esta forma, el gobierno puede darse el lujo de anunciar nuevos gastos, que se pagan con el incremento de la recaudación por la inflación, y que no necesariamente representan un aumento del gasto total medido en términos reales. Más bien se trata de un ajuste sobre lo ya presupuestado, en beneficio de nuevas partidas.

Las presiones a la suba del gasto acompañadas por los mayores vencimientos de deuda, plantean un horizonte de profundización del déficit fiscal en beneficio de los capitalistas.


El “desendeudamiento” y el giro a los mercados

El kirchnerismo tiene en el “desendeudamiento” una de sus banderas. Pero desde 2005 hasta antes del último canje la deuda aumentó en u$s 18 mil millones, aún con los importantes pagos netos a los bonistas y organismos internacionales. Aunque con un perfil mucho más manejable después de los dos canjes, la deuda pública consume más de un 10% del PBI en concepto de intereses y capital.

La apuesta del gobierno cuando definió el canje de los bonos en manos de los holdouts en 2009, era subirse al veranito financiero que se dio gracias a los masivos desembolsos fiscales en EE.UU. y Europa para salvar a los bancos. El gobierno aspiraba a colocar nueva deuda a menos del 10% y lograr recursos para seguir aumentando el gasto.

Hasta el momento el canje ha fracasado en este objetivo. Pueden mostrar resultados relativamente exitosos en el nivel de aceptación, aunque el gobierno esperaba inicialmente que llegara al 80% y debió esforzarse hasta último minuto para lograr el 66%. Pero hasta ahora ha resultado imposible colocar nueva deuda en los mercados internacionales. Si la situación internacional se estabiliza parcialmente en los próximos meses, no puede descartarse que puedan emitir deuda a menos del 10%, pero por lo volátil de la situación, tampoco puede descartarse nuevas turbulencias financieras.

Por lo pronto, el gobierno deberá redoblar la presión sobre los recursos ampliamente utilizados en años previos: fondos fiducidarios, los recursos de ANSES, las ganancias y adelantos transitorios del BCRA.


Un panorama internacional cargado de incertidumbre

Desde finales de 2009 la economía internacional empezó a mostrar “dos tiempos”: menos caída en Europa y EE.UU. y crecimiento en China, India, Brasil y varios otros países. Sin embargo, las crisis fiscales con epicentro en Europa, acicateadas por los mismos bancos que tuvieron que ser salvados con los fondos estatales, ponen límites a las perspectivas de recuperación. Los estímulos fiscales implementados en 2008 y 2009 están venciendo; Europa está impulsando ajustes y deflación, por lo cual están descartados nuevos paquetes de gasto, y en EE.UU. no hay ni voluntad ni perspectiva de consenso para sostener los planes de estímulo. El mejor escenario es de un crecimiento anémico, el peor es una vuelta a la caída.

En este contexto, que Brasil y China -y otros países como la India- sigan creciendo contracorriente, se hace cada vez más difícil, tratándose de economías muy dependientes de la exportación. Estos países, y en menor escala varios otros, contaban con recursos acumulados en varios años de superávits comerciales y holgura fiscal, y los vienen usando masivamente. La continuidad de la expansión se ha vuelto muy dependiente de los fondos públicos y el crédito, que en el nuevo contexto internacional son menos abundantes. Frente a esto, el colchón de los años de bonanza es de corta duración.

Proyectar hasta fines de 2011 el repunte externo registrado este año resultaría temerario. Con todo, incluso aunque se mantenga el empuje externo, la economía argentina enfrenta, como hemos visto, amenazas en varios frentes.


El dominio de la burguesía perpetúa el atraso y la dependencia

La apuesta kirchnerista es clara: convivir con la inflación buscando que no se descontrole con los mecanismos aplicados hasta ahora, entre los cuales se impone mantener el techo al salario; continuar el aumento el gasto aprovechando los mayores recursos por recaudación que esta permite, y ayudados por todos los recursos que puedan conseguirse para llegar hasta diciembre de 2011.

Aún a costa de seguir aumentando la deuda pública, usar las ganancias del Banco Central y la caja de la ANSES, el kirchnerismo apuesta todos los recursos para mantener el gasto fiscal. Tanto la cuestión de los precios (que obliga a sostener e incluso aumentar los subsidios) como el problema de la deuda plantean una cierta tendencia creciente del gasto que no está sometida al manejo del gobierno.

Buscando contener las contradicciones del esquema sin reformularlo significativamente, el kirchnerismo prepara las condiciones para una crisis que muy probablemente vendrá por el lado de una inflación acelerada o la crisis fiscal, o ambas. Cuando no por un nuevo salto en la crisis internacional como se vio en la caída de la economía durante 2009. Frente a esta fuga hacia adelante buscada por el gobierno, la oposición ensaya medidas para adelantar los tiempos de ajuste. De una u otra forma, los costos caen sobre las espaldas de los trabajadores.

A pesar de varios años de crecimiento récord y condiciones favorables para mantener a raya la “restricción externa”, con un contexto macroeconómico estable más allá de la inflación, el esquema muestra sus límites en la escasa ampliación de la capacidad productiva. No se avanzó en superar en ningún aspecto las condiciones que caracterizan la dependencia. Los empresarios, tanto locales como extranjeros, han sacado provecho de las condiciones de alta rentabilidad sin apostar –ni aportar- a su sostenibilidad.

En las antípodas de la política kirchnerista, para cortar el nudo gordiano de la dependencia debe partirse de cortar con los mecanismos de saqueo imperialista: empezando por declarar el no pago de toda la deuda, que no ha sido más de un mecanismo de especulación de los capitales locales y ganancias de los bancos y bonistas extranjeros; imponer la nacionalización de la banca y el monopolio estatal del comercio exterior; expropiar las grandes propiedades agropecuarias para apropiarse íntegramente de la renta; y la renacionalización de los recursos estratégicos (como los hidrocarburos) puestos en manos de las rapaces empresas imperialistas.

Estas son sólo algunas iniciativas elementales, que impuestas por la movilización de la clase trabajadora, pueden permitir encarar seriamente el problema de la pauperización de la clase trabajadora, imponiendo el trabajo para todos mediante el reparto de las horas de trabajo y –en ese camino- estableciendo un seguro de desempleo acorde a la canasta familiar.

La clase trabajadora viene registrando un proceso de recuperación de sus organizaciones. Este movimiento, de cuestionamiento a la burocracia sindical tanto en el terreno de la lucha por la democracia en la representación sindical como en el cuestionamiento a los puntos más escandalosos de la colaboración de clases y del pacto social de hecho entre gobierno, empresarios y burócratas, alcanzó mayor visibilidad y extensión durante el año pasado con los efectos de la crisis (frente a la completa inacción de los burócratas sindicales frente a las decenas de miles de despidos). Tuvo un importante jalón con la lucha de Kraft, donde la patronal, aunque impuso despidos tuvo que retroceder de su plan original, y este año la iniciativa de los obreros de Kraft ha sido clave para perforar el techo del 20% extendiendo el 35% de la alimentación a otros gremios.

La apuesta a desarrollar este proceso es fundamental, ya que plantea las condiciones para que la clase trabajadora pueda proponerse acaudillar la lucha contra el imperialismo y por expropiar a los expropiadores capitalistas. Desde el Partido de Trabajadores Socialistas, hemos sido protagonistas de este proceso, y concentramos todos nuestros esfuerzos en su desarrollo para forjar al calor del mismo una organización política revolucionaria.


1 Astarita, Rolando, “Una explicación marxista sobre crisis cambiarias y financieras en países subdesarrollados”, disponible en www.rolandoastarita.com, enero de 2006.

2 Fernández Canedo, Daniel, “El aumento de las importaciones, una estrella de la reactivación”, IECO, Buenos Aires, 8 de Julio de 2010.

3 Elaborado en base al ranking publicado anualmente por la revista Mercado, sobre las 200 empresas de mayor facturación en el país.

4 Porta, Fernando, “No se ve nada nuevo”, El economista, Buenos Aires, 4/6/2010.

5“Empleo en la industria manufacturera. Una aproximación al período 2003-2008 bajo una mirada de largo plazo”, Centro de Estudios para la producción (CEP), dependiente en ese momento de la Secretaría de Industria y hoy del Ministerio de Producción.

6Los factores, tanto estructurales como coyunturales, de esta inflación internacional en los sectores de commodities agrarias, los hemos analizado en “¿Crisis alimentaria o hambre de ganancias?”, EconoCrítica nº 4, Suplemento del semanario La verdad obrera, Buenos Aires, agosto de 2008.

7 Aunque la producción cayó desde finales de 2008 y durante 2009, con la recuperación en curso el uso de la capacidad instalada vuelve a estar elevado en la mayoría de las ramas. Frente a la recuperación de la demanda que se registra desde principios de año -ampliada en el caso de muchos bienes de primera necesidad por el impacto de la asignación por hijo- las empresas han respondido a ella ajustando el margen vía precios. Con los primeros síntomas de recuperación la suba de precios recuperó el envión perdido durante la crisis.