martes, 7 de mayo de 2013

Algunos apuntes sobre el blanqueo de dólares

Luego de un largo tiempo de que los funcionarios del gobierno nacional insistieran en que el mercado del dólar blue, por su reducido tamaño, tiene nula incidencia en la economía real, algo desmentido hasta por los más entusiastas del modelo, el gobierno anuncia una iniciativa de blanqueo, acompañado de la creación de bonos para captar los dólares. Apunta así a cortar el drenaje que se viene produciendo e incentivando el regreso de algunos dólares del colchón al raquítico mercado local de capitales. También busca atacar uno de los peores efectos del salto del paralelo, la parálisis del negocio inmobiliario.
Un bono que rinde un 4% anual (pagado semestralmente), apunta a operar captar fondos destinados al sector energético, mientras que un Certificado de Depósito para el Sector Inmobiliario (CEDIN) busca permitir que se reactiven las operaciones en este sector, que tradicionalmente trabaja con moneda extranjera.
Algunos medios opositores no han dejado pasar la oportunidad de señalar la vuelta a la convertibilidad detrás de los anuncios: el bono que emite el Banco Central es al portador y transferible, y se puede usar como moneda ciento por ciento garantizada por las reservas guardadas. Igualito que los pesos durante dicho régimen monetario.
Algunos economistas habían sugerido iniciativas en el mismo sentido en que intenta moverse esta, de recrear algunos instrumentos de ahorro en el mercado local (aunque estos no son en pesos). 
¿Qué decir de los anuncios? En primer lugar, que atacan las consecuencias y no las causas. Las raíces del problema del dólar blue se encuentran en la inflación, y en la decisión del gobierno de no hacer con ella otra cosa que ocultarla, aprovecharla para realizar ajuste encubierto (recaudando más y gastando menos en términos reales) y poner algún parche en los trastornos que genera mediante subsidios. Aunque los escribas oficialistas hagan malabares para demostrar que no hay ningún problema con el dólar, las crecientes dificultades de rentabilidad y competitividad en distintos sectores, aún tapadas por las trabas a las importaciones, señalan lo contrario. Cada vez más sectores empresarios alientan la devaluación y, en el interín, sacan provecho de las restricciones del gobierno para amasar fortunas en negocios de corto plazo, especulando el mercado blue con formidables ganancias. El que apostó al dólar ganó, y lo hizo a lo grande.
Una segunda cuestión, es que, como hacen regularmente los gobiernos en problemas, apelan al bolsillo de los capitalistas, y no a su corazón, regalándoles otro jubileo impositivo. Algo que jamás podría ocurrir con los impuestos que recauda el Estado que caen sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo pobre. En cada consumo estamos obligados a afrontarlos (incluso cuando despupés el empresario que lo recauda lo evada). Y con la cuarta categoría del impuesto a las ganancias, impuesto cada vez más "popular" (porque más trabajadores deben afrontarlo), jamas un jubileo similar. Estos sólo están destinado a la clase capitalista, a la cual el Estado que gobierna en nombre de sus intereses regularmente la obsequia con estos anuncios para que, como el don Carlos de la propaganda de la AFIP, tengan la "grandeza" de poner algunos de sus dólares (ni se nos ocurra que todos) en la legalidad.
Una tercer cuestión, es qué efectos podrán tener estas medidas. Habrá que terminar de ver la letra chica, pero podemos adelantar un par de opiniones. Al atacar las consecuencias, no altera los fundamentos para la salida de dólares que se viene produciendo sin pausa hace años, sin que los torquinetes hayan logrado más que frenar su velocidad. Dicho esto, es probable que una parte de los dólares acolchonados regresen al sistema, para aprovechar rendimientos en dólares que no son desdeñables, a falta de alternativas de inversión productiva promisorias y sin grandes rendimientos previsibles tampoco en inversiones en el exterior. En el mercado inmobiliario, aunque el CEDIN busca facilitar el desarrollo de las transacciones, poniendo al Estado como mediador, que recibe dólares de los compradores para entregar posteriormente a los vendedores de las propiedades (nuevamente el 1 a 1; el gobierno garantiza un dólar al propietario por cada dólar recibido a cambio de certificados), no resuelve el conflicto de fondo que trabó las operaciones. Esto es, la incompatibilidad entre los costos que deben afrontar quienes se deshacen de los dólares y quienes los reciben para alcanzar un punto de acuerdo en el que ambos tengan pérdidas aceptables. Si esta negociación para llegar a un dólar "gris" se fue volviendo imposible con el crecimiento de la brecha entre el dólar legal y el blue, el anuncio del gobierno sencillamente remueve el terreno para este tira y afloje. Pero los costos de oportunidad de vender al dólar legal actual, que empujan a valuar las propiedades más allá de los precios que podrían encontrar compradores dispuestos, no desaparecerán mágicamente. Aunque el ordenamiento a través de los CEDIN seguramente sacará al sector de la parálisis en que se encuentra hoy, parece poco factible un dinamismo como el que venía registrando hasta hace no mucho tiempo.
Por último, pero no menos importante, aunque el gobierno nacional hace anuncios con los que aspira a ganar tiempo, esto no le permite por sí sólo salir de la encerrona en que se encuentra respecto del dólar. El mercado ilegal seguirá ahí, ya que también lo harán todas las restricciones para la venta de dólares. Si el éxito moderado de las medidas descomprime parcialmente y desinfla el valor del blue (cosa que no puede descartarse, aunque más no sea por una "toma de ganancias" por parte de quienes vienen apostando fuerte y con éxito en ese mercado), el kirchnerismo podrá encarar los tiempos electorales sin preocuparse demasiado por la cuestión del dólar. En este escenario, quedaría para tiempos pos electorales la respuesta a la pregunta de si hacer un desdoblamiento legal (medida muy arriesgada), devaluar (más riesgoso aún), o encarar un plan de ajuste antiinflacionario más ortodoxo que incluya una vuelta a los mercados para aprovechar las bajas tasas de financiamiento que existen hoy a nivel internacional. Pero como sea, todas las alternativas mencionadas, que incluyen variantes de más ajuste (algo que ya viene ocurriendo pero que el agotamiento del modelo plantea en mayor escala) contradicen de cabo a rabo la afirmación de Cristina Fernández: "El corazón del modelo rechaza todo lo que signifique transferencias compulsivas de ingresos de los sectores mayoritarios, sus clases medias y medias bajas, los pequeños y medianos productores, pequeños comerciantes". No otra cosa que esto es lo que está detrás de todas las alternativas de fondo, fuera de los parches coyunturales como los anuncios de hoy. Los trabajadores debemos poner en marcha un plan alternativo, que de respuesta a las aspiraciones fundamentales de los trabajadores contra las cuáles se está cocinando otro zarpazo de este régimen de explotación y miseria.

sábado, 4 de mayo de 2013

La Argentina, a 10 años de la salida de la convertibilidad: contradicciones recurrentes para la continuidad de la acumulación capitalista. Una mirada desde la teoría marxista

En el post anterior nos hemos referido a los ciclos stop & go (pare siga), que han sido ampliamente teorizados por la corriente estructuralista (Canitrot, Porto, Oscar Braun). Queríamos destacar un trabajo de hace un tiempo, La Argentina, a 10 años de la salida de la convertibilidad: contradicciones recurrentes para la continuidad de la acumulación capitalista. Una mirada desde la teoría marxista, donde desarrollamos una visión de este problema que, partiendo de muchos aspectos correctamente tratados por estas corrientes, señalamos las insuficiencias de los mismos. Cuestión de gran interés para dar cuenta de los rasgos que tuvo la acumulación de capital también en la última década, mostrando la persistencia de problemas profundos y de larga data.

viernes, 3 de mayo de 2013

Otro año de frenazo económico. Un “modelo” K sin tasas chinas y cada vez más averiado






Aunque a comienzos de 2013 la mayor parte de los pronósticos coincidían en señalar que este año la economía argentina repuntaría del frenazo que tuvo en 2012 (año en que las estadísticas oficiales registraron un crecimiento del 1,9%, que para varias consultoras fue aún menor).
Sin embargo, entrando en el quinto mes del año, estas expectativas parecen desinflarse. EL primer bimestre del año mostró un crecimiento de 2,8%. La apuesta del gobierno, por iniciativa de Guillermo Moreno, de mostrar un congelamiento de precios creíble, para limitar las paritarias pero también para alentar el consumo, no tuvo éxito. El freno de las subas fue relativo, pero además ya la suba de precios que precedió a los acuerdos ya había hecho mella en el poder adquisitivo de los salarios. Por eso, algunos relevamientos registran un freno al consumo cuyo principal motivo se encuentra en la caída del salario real (Finsoport señala que esta caída fue del 2% en lo que va de 2013). Lo que es aún más digno de atención, es que se registró una fuerte caída en las ventas en supermercados, que "se caracterizan por una baja variabilidad".
La situación de una economía sin crecimiento parece haber llegado para quedarse. Y la política económica del gobierno nacional, lejos de poder operar para contrarrestar esta tendencia como intentó hacer en otros momentos, ayuda en varios aspectos a consolidarla.

El stop sui generis de Guillermo Moreno
En las elaboraciones sobre la economía argentina existe una amplia literatura sobre los ciclo Stop & Go [o pare/siga]. Algo hemos comentado en este blog sobre los mismos, polemizando con algunos aspectos de la explicación estructuralista sobre los mismos. Sínteticamente, el mismo se producía cuando, ante una restricción en la disponibilidad de divisas, se forzaba una devaluación de la moneda nacional, que resolvía la falta de divisas ajustando la demanda de las mismas a la baja por la vía de la recesión. Esto recreaba las condiciones para el crecimiento durante un período, hasta que nuevamente se ingresaba en el atolladero y se volvía necesario otro ajuste devaluatorio.
La Argentina, aún con decenas de miles de millones de dólares acumulados en el Banco Central como reservas, y con un comercio exterior superavitario, está enfrentando desde el año pasado una salida de dólares superior al ingreso de los mismos, que hizo sonar las alarmas del gobierno. Como señalamos en otras oportunidades, este saldo positivo en la balanza de pagos fue desde 2010 el único punto de apoyo para administrar desequilibrios crecientes, como son el alza de precios, la necesidad de recurrir a nuevas fuentes de recursos para sostener un gasto fiscal en alza y la crisis energética. Si hasta 2010, aún con fuga de capitales, los dólares del comercio alcanzaron para que el BCRA financia al tesoro pago de la deuda en dólares y que las empresas de las potencias imperialistas giraran dólares al exterior sin caída de reservas, 2011 cerró con caída. Por eso, se dispararon las medidas de Guillermo Moreno para trabar las compras al exterior, y el cepo cambiario del que ningún funcionario quiere admitir la responsabilidad.
Estas medidas, especialmente las trabas a las importaciones, ayudaron al frenazo en una economía que ya venía acumulando dificultades para sostener el crecimiento a tasas elevadas, que fueron manifestándose de forma creciente al menos desde 2008. Lo que es notorio desde el último año, es son los márgenes más estrechos en los que empezó a manejarse la acción gubernamental. Desde que emergieron los primeros síntomas de agotamiento, la política del gobierno apostó a administrar las dificultades con cambios limitados, evitando cualquier reformulación profunda del esquema económico. Esto implicó convivir con desequilibrios cada vez más flagrantes que han ido restringiendo los márgenes para la política económica agotando uno a uno los pilares del “modelo”, el dólar caro, el superávit fiscal y también de la balanza de pagos, pero sin que esto afectara severamente el crecimiento económico. El año pasado, en cambio, el gobierno debió aplicar un stop, restringiendo las importaciones y –como subproducto de ello- poniendo límites a varios sectores productivos altamente dependientes de insumos importados como es buena parte de la industria manufacturera.  Este panorama, señalan varios analistas críticos de la política oficial (ver aquí), no hará más que deteriorarse.  Mario Brodersohn lo vincula de forma directa a la reaparición de la restricción externa:

en el 2013, aun partiendo de un nivel récord de exportaciones de 84.000 millones, no queda otra alternativa que seguir enfriando la economía porque ese nivel de exportaciones sólo alcanza para financiar el nivel de importaciones que demanda una economía que permanece estancada.
En el 2014 se agrava el impacto de la restricción externa porque para crecer un 1.5 % requerirá un nivel de exportacionesmás alto que el del 2013 a fin de financiar el aumento en lasimportaciones.
Lo mismo ocurriría en el 2015 si la economía crece un 1.5 %. Todas estas proyecciones nos conducen a esperar para el 2013/15 una economía que prácticamente permanece estancada en los mismos niveles que en el 2012. El crecimiento a tasas chinas pasara a ser un recuerdo histórico.

La suerte, pilar central del "modelo" versión 2013
La particularidad que muestra el desgranamiento actual de la economía argentina, es que no hay preanuncios de descalabro como los vividos en todos fines de “época” previos. Aunque son numerosos los desequilibrios existentes, y hoy la política del gobierno busca compensar algunos (como la falta de dólares) agravando otros problemas, ni por el lado de la deuda, ni por el frente externo, hay un pronóstico de tormenta como el de 2001. Aunque el salto de la brecha entre el dólar oficial y el blue muestra (y alimenta aún más) fuertes expectativas de devaluación, el gobierno aún tiene margen, ya que cuenta con dólares de reservas que están todavía en un nivel bastante considerable. Los dólares de reservas del BCRA actúan como garantía para el pago de la deuda, así como permiten resistir las presiones para devaluar más el peso y soportar la salida de capitales que se taponó pero no se frenó.
Por eso, algunos economistas, como Eduardo Levy Yeyati por ejemplo, señalan que debemos prepararnos, no para una “crisis” a la argentina, con sus episodios dramáticos, sino para una “deriva sin desenlace”, una economía que mantenga las tasas actuales, y los problemas que se vienen acumulando sin resolverse, sin entrar en una espiral de desequilibrios.
No se trata de un escenario improbable, aunque, es necesario decirlo, para que este pueda continuar se viene dependiendo cada vez más de la suerte. Toda la estrategia del gobierno, de administrar algunos desequilibrios creando otros problemas, depende de un pilar que está determinado por condiciones que el gobierno ya no controla. Los dólares del superávit comercial son clave para que el BCRA cuente con reservas para financiar al tesoro (el gobierno le tomó en préstamo u$s 3 mil millones en las últimas semanas para pagar la deuda) y para sostener una política monetaria que cada vez es más expansiva. Si ya hay un gran problema en perseguir juntos todos estos objetivos porque se genera una exigencia muy fuerte sobre dichas reservas, el mayor problema es en qué medida está garantizado el acceso a los dólares. Las medidas de Moreno contuvieron el drenaje, el problema es en qué medida el flujo positivo comercial (sin el cual no hay “tapón” que pueda funcionar) puede garantizarse. Hoy hay superávit comercial gracias a una soja que cotiza a más de 500 dólares la tonelada, es decir muy cerca de los techos de los últimos años.  Contra la idea de que los precios más altos responden a causas estructurales, el chileno Gabriel Palma, sostiene que “no hay ninguna evidencia de que lo que pasa en Asia explica un cambio estructural permanente en el mercado de las materias primas. Es un error pensar como permanente algo que es transitorio” ("Un cambio de precios de las materias primas puede ser letal", El país, 26/02/2013). En las últimas semanas estamos viendo la caída. De esfumarse el superávit comercial, aún con todos los esfuerzos de Moreno para evitarlo, todo el complejo sistema de contrapesos que viene permitiendo administrar los desequilibrios crecientes quedaría desestabilizado. Por eso, como hemos señalado varias ocasiones, la economía argentina se encuentra en una situación sin “capacidad de reacción”. Aunque el gobierno puede manejarse mientras no se produzca ningún cambio abrupto, no está en condiciones de acomodarse a un fuerte deterioro sin entrar en situación de descalabro, algo que, en cierta medida, pudo hacer en 2008/09. En ese momento no se frenó una destrucción de puestos de trabajo que rondó los 100 mil, pero se pudo poner en juego recursos para contener un impacto que podría haber sido mucho más severo. Un dato central hoy es que la posibilidad de mantener los desequilibrios bajo cierto control es muy dependiente de que se mantengan condiciones favorables creadas por algunas tendencias de la economía global que tienen bases frágiles (como señalamos acá).
Sin embargo, aún en un escenario como el planteado por Levy Yeyatti, de una situación que se deteriora lentamente pero sin pausa gracias a condiciones externas favorables, con una economía que no cae, dólares de la soja que siguen entrando, una brecha cambiaria volátil pero que no desencadene problemas en los bancos(ver lo que plantea Hernán Lacunza sobre la cobertura de los bancos por parte del BCRA) ni fuerce una gran devaluación ni antes ni después de las elecciones, es decir más de lo que venimos presenciando, estamos hablando de condiciones que llevan a tensiones crecientes entre las clases, que es lo que empezamos a ver durante 2012 y seguiremos viendo cada vez más. Si desde sus orígenes el kirchnerismo se caracterizó por una apuesta a utilizar los recursos del Estado para distender las relaciones entre las clases, impulsando algunas mejoras de ingresos (en relación al piso que habían alcanzado en 2002, pero sin acercarse ni de lejos a los niveles históricos en el caso se los salarios, ver acá) y subsidiando la ganancia, hoy su política ha adquirido un sentido contrario. Algunas medidas de “distensión” se mantienen, pero son combinadas con ataques a importantes sectores de los asalariados, con el torpedeo a cualquier paritaria que intente irse más allá del 20% y el mantenimiento del impuesto al salario luego de la irrisoria elevación del mínimo no imponible anunciada en marzo (según Cristina del 20%, en realidad del 17%). De conjunto, aunque lo niegue, el gobierno impulsa un ajuste que es descargado de forma directa sobre los trabajadores que osen tener el “privilegio” de cobrar un salario que pueda cubrir la canasta familiar, y de forma indirecta afecta a sectores aún más amplios mediante la tercerización de buena parte del recorte del gasto, que están obligadas a hacer las provincias que reciben menos fondos nacionales. Mientras la clase capitalista busca por todos los medios, incluida la inflación, mantener y acrecentar su participación en el ingreso, el gobierno acompaña hoy con su política de ajuste “heterodoxo. El deterioro económico empezó a dar lugar a “despidos hormiga”, que se dan al mismo tiempo que distintas patronales atacan en lugares donde se están desarrollando procesos de organización desde abajo, ya sea luchando contra la burocracia como peleando por delegados y comisiones internas donde estas no existen. Vemos los casos de Lear, Latingraf, la metalúrgica Liliana (Rosario), Felfort, poco antes VW en Córdoba.
Por eso, el escenario de letargo que prevén varios analistas, atado con alambre a que no haya grandes cambios en la situación internacional, es sin embargo uno de creciente descontento obrero y popular, donde veremos luchas duras de las que las últimas semanas mostraron algunos anticipos. 

martes, 23 de abril de 2013

A 5 años del crack de Wall Street ¿lejos del sendero de la gran depresion? no lo parece....

En su último Panorama Económico global, el FMI reprodujo los pronósticos tranquilizadores que suelen caracterizarlo aún en las peores condiciones. El organismo fue uno de los primeros que en 2009 veía “brotes verdes” por todas partes, que al final en el mundo desarrollado dieron lugar a poco más que una estabilización “bonsai” o pigmea en los EE.UU. al tiempo que Europa continuó un deterioro cada vez más peligroso. Si para el resto de la economía mundial logró desacoplarse parcialmente, el resultado estuvo lejos de sus pronósticos optimistas. Ahora el FMI nos presenta nuevamente datos alentadores al menos para la perspectiva inmediata. Si bien este año el crecimiento previsto del producto mundial es de 3,25%, para el año próximo espera que crezca al 4%. Una economía ahora en tres velocidades (y ya no sólo dos) que, aunque con diversos riesgos a la vista, continua un alejamiento paulatino de los eventos catastróficos de 2008. En estas condiciones, aunque en lo inmediato las economías desarrolladas “la política debería utilizar todas las medidas prudentes para sostener una demanda anémica”, el punto crítico de la política fiscal a mediano plazo, es la “consolidación” fiscal a mediano término, aunque para algunos países (como los los EE.UU. y Gran Bretaña) pida un ritmo más lento en el mismo sendero de recortes.



EE.UU., la gran depresión y el desempeño pos Lehman

Sin embargo, resulta difícil sustentar una visión optimista, aún para el corto o mediano plazo. Aunque la situación de los EE.UU. contrasta favorablemente con la de Europa, esto habla más bien de la situación cada vez más sombría en la que se encuentra buena parte de la Unión como producto de las políticas de ajuste, y no de la fortaleza norteamericana. Así lo ponen en evidencia los pronósticos poco alentadores que están surgiendo en los últimos tiempos. J Bradford DeLong, economista neokeynesiano que hace no mucho tiempo mostraba gran confianza en las capacidades de la política fiscal y monetaria para sacar a la economía norteamericana del sendero de la depresión, ajustó en las últimas semanas las perspectivas que había trazado anteriormente. Hasta el momento, venía llamando a la crisis iniciada en 2007 Depresión Menor, señalando así su menor envergadura respecto de la Gran Depresión de los años '30. Pero para Delong esta definición ya no se ajusta a la dinámica que está atravesando la economía norteamericana. Según sus estimaciones, “es casi seguro que las pérdidas [que para el autor totalizarán nada menos que el 60% del PIB de un año] no habrán finalizado para 2017”. Su conclusión es que debe dejar de llamar a la crisis que estamos atravesando “Depresión Menor”: “Sí, su forma es distinta a la de la Gran Depresión pero, hasta ahora por lo menos, no hay motivo para clasificarlo en un nivel inferior en la jerarquía de desastres macreconómicos”.



Tiempos muy austeros

Salir de lo más profundo del pozo no es lo mismo que recuperar dinámica. Las iniciativas desplegadas a lo largo de toda la geografía global ante el crack de 2008 permitieron realizar una contención de daños. Pero por la persistencia de los efectos de los quebrantos privados sobre las economías más ricas, no ocurrió nada parecido a una recuperación vigorosa y sostenida. Los elementos de contención devinieron a su tiempo en eslabones débiles, especialmente en la Unión Europea, y llegó el tiempo de los ajustes fiscales. También en los EE.UU.: la Administración de Barack Obama afronta un déficit muy elevado, pero ha llevado a cabo el mayor ajuste en 30 años: desde el 10% del PIB en 2011 hasta el 8,5% de 2013, y la previsión es que acabe en el 6,5% en 2014. Sin embargo, sería erróneo creer que sólo allí y en los EE.UU. se están produciendo ajustes profundos. En contra de lo que parece, las políticas de contracción fiscal se están dando en casi todo el mundo. El estudio “The Age of Austerity: A review of public expenditures and adjustment measures in 181 countries” estiman que en 2013 119 países ajustarán sus cuentas, y 131 lo harán en 2014. Es decir que las medidas de austeridad afectan hoy a 5.800 millones de personas y afectarán a 6.300 millones en 2015 (el 90% de la población mundial). Las medidas de contracción fiscal más generalizadas han sido la disminución de salarios públicos (en 74 países de bajo ingreso y en 23 de alto), reducción o eliminación de subsidios (en 78 países de bajo ingreso y 22 de alto), incremento de impuestos al consumo (63 de bajo ingreso y 31 de alto), reforma de las pensiones y de los sistema de salud (en 47 de bajo ingreso y 39 de alto), reformas diversas en los sistema de protección social orientadas a limitar su alcance (en 55 países de bajo ingreso y 25 de alto), y flexibilización del mercado de trabajo (según el FMI en 32 países pero según la OIT en 40 países).

En los últimos días ha caído en descrédito un estudio que se transformó rápidamente en un clásico, “Growth in a Time of Debt” de Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart (RR de acá en más), publicado en 2009. El mismo “probaba” que un nivel de deuda excesivo se transformaba en un lastre para el crecimiento económico. Para los países que mantenían niveles de deuda superiores al 90% del PIB durante cinco años o más, su crecimiento medio rondaba el -0,1%. Si bien desde el mismo momento de su publicación fue blanco de varias críticas (entre ellas la de una inversión de la causalidad entre crecimiento y deuda), pero la piedra del escándalo fue el descubrimiento de que, sencillamente, los resultados de RR eran el resultado de datos incorrectos. Fue el descubrimiento que hicieron Herndon, Ash & Pollin, según detallan en “Does High Public Debt Consistently Stifle Economic Growth? A Critique of Reinhart and Rogoff”. Analizando las hojas de cálculo usadas por los autores en su libro, comprobaron que los resultados principales surgían de simples errores de cálculo y transcripción. Uno de los más importantes fue la exclusión de lapsos de crecimiento de países (como Nueva Zelanda) con un ratio deuda/pib mayor al 90%.

Sin duda, estos descubrimientos arrastrarán al descrédito a la dupla RR y su trabajo. Sin embargo, no es de prever que eso vaya a torcer significativamente el rumbo de las políticas. La decisión de mantener las cuentas públicas ajustadas responde a presiones muy poderosas, no sólo por parte de instituciones multilaterales, sino especialmente de los grandes bancos y tenedores de títulos de deuda, pero sobre todo a la necesidad de avanzar medidas más de fondo para descargar la crisis sobre los trabajadores y los sectores populares buscando una salida mediante el ajuste.

Esta “era de austeridad” augura la persistencia de un crecimiento anémico. De todos modos, es un error culpar de la persistencia de la crisis a las medidas de recorte del gasto, como hacen distintas vertientes keynesianas, para quienes la iniciativa fiscal tiene capacidad de dar algo más que un alivio momentáneo. Contrario a lo que pregonan estas corrientes, aunque un recorte significativo del gasto en un contexto depresivo puede agravar los problemas, de esto no se deduce que un plan de gasto más ofensivo alcanza para encarar una salida de la crisis. Las “fallas tecnónicas” que recorren a una economía mundial descalabrada por el crack de 2008 no se pueden subsanar a fuerza de gasto público, como si este pudiera sobreponerse a las contradicciones sistémicas.



Un bombeo monetario cada vez menos enérgico

Ante las constricciones de la política fiscal, se expande cada vez más la experimentación con políticas monetarias en una escala sin precedentes en la historia del capitalismo. EE.UU. sigue a toda marcha con su QE3. Japón fue el último en sumarse a esta línea aventurera, en la expectativa de salir definitivamente de las tendencias deflacionarias que aquejan su economía hace décadas. Como señala un artículo reciente, “toneladas de dinero inyectadas en la economía a base de compra de bonos, préstamos baratos y unos tipos de interés por los suelos para reanimar el crédito, el consumo, la actividad. El nivel de estímulos no tiene precedentes, pero los riesgos tampoco”. Como señala otro autor, “desde 2011, poco más o menos, los costes de la flexibilización cuantitativa han comenzado a superar a sus beneficios, sometidos a una disminución de su rendimiento. La flexibilización cuantitativa ha creado una inflación en el precio de los alimentos que es muy perjudicial para los dos mil millones de personas que viven con menos de dos dólares al día […] El aumento del precio del petróleo ha sido muy negativo para la economía estadounidense; la caída del consumo estadounidense en 2011 se debió al aumento del precio de los alimentos y el petróleo”. El ingreso de nuevos países por esta senda de expansión monetaria en la que los EE.UU. fue pionero, podría agravar los problemas. Otro analista plantea sombríamente que “la élite financiera global se ha encontrado ante el dilema: o llevar el mundo por la vía deflacionista-depresiva con la plena bancarrota del sistema financiero, o por el no menos peligroso camino de la hiperinflación con el resultado confiscatorio análogo”. La pérdida de efectividad se hace visible en el hecho de que una escala en aumento de flexibilización cuantitativa produce un resultado cada vez más débil en el terreno del crecimiento, y cada vez mayor en el de los precios.

Que se sumen nuevos países al batallón de los que intentarán la alquimia monetaria, augura que, bajo el rótulo de la “batalla del crecimiento”, se desarrolle en realidad una guerra de monedas, hace años anunciada aunque pospuesta. Una “coordinación” de las principales economías (desarrolladas y “emergentes”) impulsando en simultáneo políticas monetarias ultra-expansivas, podría multiplicar la inestabilidad monetaria y financiera, alimentando aún más burbujas en todo el planeta, y golpeando de coletazo a los países que vienen basando su crecimiento en altos precios de commodities en dólares. Pero además, hace cada vez más difícil que la respuesta coordinada se siga imponiendo por sobre las numerosas líneas de disputa entre los principales imperialismos, y de ellos con varias potencias emergentes. Como señala este estudio, si en el último año se buscó mostrar que la respuesta a la crisis era más integración, con numerosos acuerdos de liberalización del comercio entre distintas regiones del planeta, estos han entrado rápidamente en un estado de empantanamiento.



Los peores fantasmas

Aunque ya varias veces el coro de optimistas (con acompañamiento de algunos “críticos inmanentes”) anunció que “esta vez es diferente”, que el aprendizaje respecto del pasado de crisis alcanzaría para desplegar iniciativas para salir de la crisis y evitar un sendero traumático como el de la Gran Depresión, estamos viendo exactamente lo contrario. En una situación por el momento sin catástrofes pero tampoco de recuperación sólida, con un crecimiento global descomponíendose en tres velocidades, los márgenes para las iniciativas coordinadas se estrechan. Y, ante la dureza de los ataques del capital, en una geografía cada vez más extendida los trabajadores buscan resistir a los ataques, una inesperada “vuelta de la lucha de clases”.

Este sistema ha mostrado, y vuelve a mostrar en la crisis histórica actual, una gran capacidad de “destrucción” que sólo en las mentes de los apologistas de este sistema de explotación puede seguir presentándose como “creativa”. Para los trabajadores de todo el mundo, es urgente mostrar su creatividad en desarrollar una alternativa. Lejos de un paulatino alivio de la situación, los principales choques (“crisis, guerras y revoluciones” como diría Lenin) están ante nosotros. Para eso debemos prepararnos los revolucionarios.


jueves, 4 de abril de 2013

Un crimen social que es resultado del lucro con la tierra



La catástrofe generada por la tormenta que arrasó toda la provincia de Buenos Aires, con los peores efectos en La Plata y la CABA, sumando al menos 56 muertos y por el momento decenas de desaparecidos, puso de relieve toda la desidia con la cual los gobiernos de todos los niveles encaran la necesaria prevención ante los efectos de los sucesos naturales que –aunque muy graves- están dentro de lo previsible y cuyos efectos fatales podrían haberse mitigado de forma muy significativa.
Se afirma, con razón, sobre la negligencia criminal en las iniciativas de prevención, el diseño de planes de acción ante las emergencias, y la negligencia en la implementación de las obras anti-inundación. En el caso de la ciudad de Buenos Aires, si bien había cuatro obras en marcha, tres estaban paralizadas. En agosto de 2012 el auditor general Eduardo Epszteyn señalaba el masivo recorte del presupuesto para obras de infraestructura pluvial: "El gobierno porteño presentó para 2013 un presupuesto de solo 26 millones de pesos para nuevas obras de infraestructura de la red pluvial contra los 294 millones de este año", decía su informe. Aunque del monto presupuestado en 2012 fue recortado hasta quedar en sólo $50 millones, de los cuales finalmente se ejecutó sólo el 23,7% según la consultora EGES, es decir $11,8 millones.Las obras de la cuenca de los arroyos Ochoa y Elia, la cuenca del arroyo Erézcano y la cuenca de los arroyos Vega y Medrano no registraron ejecución. Según Epszteyn aunque nuevamente se incluyó el plan de obras para lo cual mandaron una nueva ley de endeudamiento a la Legislatura “se perdió mucho tiempo y ahora hay que empezar de cero". Aunque entre el gobierno de la ciudad y el de la Nación se pasen la pelota de la responsabilidad en habilitar en el endeudamiento para las obras, en ambos planos se puso de relieve una negligencia criminal. En el terreno de la prevención más inmediata, tampoco se pusieron en marcha medidas elementales. “En otoño las hojas caen de los árboles y ante una alerta así tendrían que haber mantenido limpio todo. No se hizo de manera suficiente y eso contribuyó para que las zonas no inundables, se inunden”.

Pero la negligencia en las elementales medidas de prevención y la falta de ejecución de obras nos hablan apenas de una dimensión de las acciones públicas que crearon las condiciones para el salvaje crimen social que golpeó sobre los sectores populares. Hay otra faceta aún más siniestra, que nos habla no sólo de pasividad y desidia, sino de un rol activo en agravar los daños que crean las lluvias. Nos referimos a los efectos producidos por el desarrollo explosivo del negocio inmobiliario, que en las últimas décadas vio multiplicar su influencia en la articulación general del desarrollo urbano, enteramente orientado a posibilitar la maximización de la renta del suelo por parte de los grandes desarrolladores inmobiliarios. Ya nos hemos referido a la cuestión en este blog cuando ocurrió la masacre del Indoamericano, poniendo de relieve el sesgo antiobrero y anti-pobres que confirió a la construcción de viviendas de la ciudad, empujando a los sectores de menores recursos a los márgenes de la ciudad. La especulación inmobiliaria que produjo este desplazamiento, es la misma que, como producto de las modificaciones en los criterios de zonificación y la derogación de las restricciones para la construcción en altura, realizadas retaceando intencionalmente cualquier evaluación de los impactos, tiendió por eso a crear nuevas zonas inundables y agravar los efectos en los que ya lo eran.
En Buenos Aires, esta reorganización de la geografía metropolitana significó el taponamiento de desagües naturales como son los arroyos, debido a que los cimientos profundos generan diques que comprometen la circulación de las aguas hacia el río, produciendo ascensos de la napa y empeorando las inundaciones. A la par que se creaba este problema, no se producía ninguna compensación en la infraestructura fuera de promesas de obras que se vienen proyectando con ritmo cansino, como si las lluvias no vinieran creando flagelos hace varios años. También significó la destrucción de espacios verdes, lo que significa una menor absorción de aguas por parte de los árboles y suelos con vegetación, que juegan el rol de absorber grandes cantidades de agua que liberan a los ríos, arroyos y a la atmósfera, disminuyendo así el riesgo de inundaciones de forma significativa. En el caso de la ciudad de La Plata, la autopista que la conecta con CABA es definida por varios expertos –por el modo en que fue construida- como una especie de dique que impide el desagüe de las lluvias. El geógrafo Héctor Zajac señala que en “el caso de los countries, la situación fue similar, pero con el agravante que las urbanizaciones ocurrieron directamente sobre espacios verdes de alto valor regulador del ciclo del agua como humedales del Delta o bosques de la zona sur”. En lo que respecta a muchos barrios privados, su construcción tendió a agravar los problemas de inundaciones en las zonas aledañas a los mismos, en muchos casos constituidas por barriadas pobres y altamente precarias.
 http://www.pts.org.ar/IMG/jpg/Las_tunas.jpg
Esto se agrava por el impacto que tiene sobre el conjunto de las regiones pampeana y mesopotámica la ampliación de la frontera agropecuaria, que se dio de la mano de desmontes de millones de hectáreas de bosques, lo cual potenció los efectos de las lluvias. En la escala regional al igual que la urbana, el uso de la tierra en función de la apropiación de la renta choca con las necesidades fundamentales del pueblo trabajador, pato de la boda de los negocios capitalistas.
Por eso, se crea la necesidad de nuevas obras, que nunca alcanzan para resolver el “eterno” problema de las lluvias. Un problema que sólo es eterno porque el capital lo recrea una y otra vez por las condiciones que impone la búsqueda de la ganancia al desarrollo urbano. Y que permite, de paso acrecentar con las obras anti-inundación el negocio de los contratistas del Estado, cuyos adjudicatarios están en muchas ocasiones asociados a los desarrolladores de los proyectos edilicios que generaron el problema en primera instancia. Y que no pierden con el ritmo tortuoso con el que avanzan los proyectos, sino que pueden incluyo sacar un mayor lucro por ello.
Con el crecimiento de la urbanización en las condiciones que reseñamos, se produce como resultado que serían necesarias obras cada vez más complejas y costosas –que nunca se terminan de concretar- para contrarrestar los efectos de un modelo de este modelo de urbanización, que tiene sus eslabones débiles en los sectores más pobres, los primeros afectados por las inundaciones a causa de las viviendas precarias y también por encontrarse –en muchos casos- en los puntos más sensibles donde se concentran las consecuencias de la desidia en la planificación, (mucho más celosa por evitar que sean afectados los propietarios más ricos) como muestra gráficamente el caso del barrio Mitre, perjudicado por la construcción del Shopping Dot. Y cuyos únicos beneficiarios son los participantes de los distintos eslabones del negocio inmobiliario, y los propietarios de las zonas más ricas que ven cómo sus propiedades elevan su valor… al menos hasta que caen ellos mismos víctimas de las inundaciones. Antonio Elio Brailovsky plantea con razón que “Los desastres naturales no existen. El desastre es la expresión social de un fenómeno natural [...] Detrás del loteo inescrupuloso han venido las obras salvadoras, cuya contribución a la solución de los problemas siempre fue menor de lo esperado. Sin embargo, siempre se pidió y prometió la solución definitiva de las inundaciones urbanas, sin preguntar si esa solución era técnicamente factible y, además, si la podríamos pagar” (Buenos Aires, ciudad inundable. Por qué está condenada a un desastre permanente). Todas las instancias de gobierno mostraron una negligencia criminal para llevar adelante las obras prometidas, pero esto no asegura que ante la magnitud de los problemas creados por el negocio inmobiliario descontrolado, que se agravan de forma permanente, estos proyectos podrían resolverlos.
Por la omisión y la acción, pública y privada, que de forma concatenada contribuyen a que las copiosas lluvias se transformen en catástrofes, es que no puede menos que hablarse de otro crimen social, de magnitud criminal equivalente a los sucesos de Once, de Crogmañon, o de aquella otra inundación devastadora ocurrida en Rosario en el año 2003.
Los gobierno nacional, porteño y bonaerense, se pasan la pelota unos a otros, evitando cargar con la responsabilidad de lo ocurrido. Todos ellos, así como el negocio de la tierra que está en la raíz de los efectos cada vez más graves que ocasionan las tormentas, tienen responsabilidad compartida en este crimen. Mientras organizamos la solidaridad con los miles de víctimas que causó este accionar criminal al pueblo trabajador –aparte de los ya más de 50 muertos-, y mientras exigimos que los distintos niveles gubernamentales y los más ricos pongan los fondos para resarcir los daños generados, debemos tener presente que bajo este sistema social no hay prevención que alcance.
El capitalismo es una “organización ilícita” que tiene preparados más brutales padecimientos al pueblo trabajador, que se suman a la opresión y explotación cotidianas a las que nos somete el capitalismo. Sólo podemos cortar de raíz con las causas de estos crímenes sociales si expropiamos a los expropiadores capitalistas, si barremos con las instituciones de este Estado administrado por una casta de funcionarios bien pagos que sólo se preocupan por garantizar el enriquecimiento de los empresarios, y reorganizamos el conjunto de la producción en función de las necesidades de los trabajadores y el pueblo pobre.

viernes, 29 de marzo de 2013

La crisis, los "ritmos desiguales" y las tendencias al agravamiento de las tensiones imperialistas

Las reflexiones de Paula Bach sobre las contradicciones que atraviesan la política alemana para enfrentar los distintos frentes de la crisis europea y las tensiones que estos vienen generando, plasmadas en este post, suscitaron una interesante respuesta de Adrián C. que compartimos con los lectores.

Es verdad que existe una desigualdad en los tiempos de la crisis que, hasta el momento, ha significado que los escenarios más catastróficos no se hayan desarrollado. Los rescates e intervenciones relativamente sincronizadas del comienzo de la crisis evitaron los escenarios más temidos para la burguesía mundial. Asimismo, el crecimiento de los países “emergentes” fue un contrapeso a la caída más abrupta de las potencias principales. La cuestión es que se terminó el periodo de “sincronización” en la intervención de los estados y, por otro lado, difícilmente los países emergentes puedan seguir jugando el rol de contención que han jugado hasta ahora. La realidad muestra que existen múltiples estrategias geopolíticas en juego donde los distintos “focos” de litigio se interrelacionan unos con otros. Es probable que se estén acumulando contradicciones como pocas veces en la historia del capitalismo.
El “foco” europeo: Un punto para pensar es el de una posible ruptura del histórico eje franco-alemán. El rescate a Chipre, es estratégicamente para Alemania un contundente paso adelante en la semicolonizacion de una parte (chica en este caso) de Europa. Es la primera vez que se impone una condición tan leonina, que no solo afecta a grandes empresarios sino que de hecho es una expropiación a miles de ciudadanos chipriotas. Desde hace algún tiempo se vienen acumulando roces entre el gobierno Francés y el Alemán sobre la forma en hacer frente a la crisis (Eurobonos, rescates, etc.). Otro de los hechos en estas semanas que compromete dicho eje es la votación de Hollande, en conjunto con Cameron, contra Merkel en la cuestión Siria, lo cual significa un giro importante. Francia  e Inglaterra plantearon en la cumbre en Bruselas levantar el embargo de armas a los rebeldes sirios. Alemania, tuvo que apoyarse en su histórico aliado (Austria) en esta cuestión. Como bien dice el diario El País de España: “Una imprevista alianza entre François Hollande, el presidente francés, y David Cameron, el primer ministro británico, amenaza con romper la unidad en el seno de la UE y dar un giro al conflicto sirio”. Si el plan estratégico alemán (La semicolonizacion de una parte de Europa) empezaba a tener roce con los EEUU, a esto tenemos que agregar hasta donde llegaran estas fricciones con Francia, y como continuara su relación con Rusia.  
En cuanto a la situación económica, varios informes hablan de parálisis manufacturera y de servicios en toda la zona menos en Alemania. “Sondeos recientes muestran que la actividad manufacturera y de servicios en toda la región, salvo Alemania por supuesto, está cayendo” (The Wall Street Journal, 16 de Marzo).
En cuanto al problema europeo, nosotros dijimos: "A más de dos años de estas afirmaciones, este conflicto (…) se ha seguido desarrollando con el intento de EE.UU. de crear un bloque anti-Merkel, apareciendo Washington como más “europeo” y “keynesiano” que Berlín lo que le ha permitido acercarse a los gobiernos con mayores problemas de endeudamiento o al mismo Hollande” (EI 28). Si efectivamente Francia avanza en su alejamiento de Alemania, las alianzas empiezan a hacerse más claras y las rivalidades interimperialistas tenderán a agudizarse. Es por esto que el giro Hayekiano Alemán es indudablemente un elemento desestabilizante para el conjunto de la geopolítica mundial, en momentos no catastróficos de la crisis.
Por otro lado, EEUU sigue con su visión de largo plazo de mirar al pacifico. "El secretario de Defensa norteamericano, Chuck Hagel, ha anunciado hoy en el Pentágono el despliegue de 14 interceptores de misiles en Alaska y la instalación de un radar en Japón, ante la retórica beligerante de Corea del Norte. “Vamos a fortalecer nuestras capacidades de defensa de misiles en varias formas, debido a las crecientes amenazas de Irán y Corea del Norte”, ha dicho Hagel en rueda de prensa” (El País de España, 15 de Marzo). Todo esto no solamente es peligroso dado el lugar que ha ocupado China en el mundo sino por el lugar de “mutua complementariedad” que tiene con USA, donde cualquier intento de modificar el actual esquema, no solamente es comprometido para el propio país, sino que es objetivamente un “ataque” al otro. Todo esto en medio de lo que comenta Paula sobre “hasta qué punto la relativa recuperación norteamericana es un freno para la caída de China”. Además hace poco Li Keqiang sustituyó a Wen Jiabao como primer ministro de China. En relación a esto, plantean en El País: “Los expertos aseguran —y los propios líderes lo han reconocido— que China ha llegado a un punto de inflexión y debe impulsar ambiciosas reformas, que permitan a la segunda economía del mundo seguir creciendo a fuerte ritmo. Estas exigen un cambio profundo de modelo para centrarlo en el consumo doméstico, en lugar de las exportaciones y la inversión”. De pretender avanzar hacia eso China tendrá consecuencias, no solo internamente, sino con su relación con los EEUU.
Para pensar en los escenarios mas probables, el problema que enfrenta el capitalismo es que los 2 principales focos de conflictos están íntimamente interrelacionados (El “foco” europeo y el “foco” del pacifico). Como dice Paula: 
Quiero decir que,la desigualdad entre Estados Unidos y Europa que a través de la relación con China podría propiciar una situación de relativa calma económica durante el próximo año, podría a su vez ser la base para un mayor avance alemán sobre la eurozona. Esta situación podría ser el punto de partida de la combinación de una recesión mucho mayor en Europa y un eventual fortalecimiento de Alemania en la relación de fuerzas internacionales. Una situación tal plantearía un recrudecimiento de las tensiones entre Alemania y Estados Unidos como consecuencia (y esto es lo interesante), no de una gran agudización de la crisis, sino de una relativa calma económica que le permita a Alemania un avance parcial sobre su "patio trasero. 
Esto es correcto para mí. Yo le agregaría que lo que hace difícil la resolución de la contienda, es que tanto la estrategia Alemana, como la Yanqui, son de difícil imposición en “condiciones pacificas”. Al tratarse de problemas históricos, la resolución, para un lado o para el otro, significa objetivamente un aumento de las tensiones en las disputas interimperialistas.
Por otro lado, no parece para nada fácil seguir “pateándola para adelante”. Incluso este último escenario (seguir pateando para adelante la resolución de los problemas más históricos para evitar escenarios más catastróficos de la lucha de clases, o guerras) es (también) altamente inestable. Una suerte de “Japonizacion” de la economía mundial (aunque no en el sentido estricto del crecimiento casi nulo que tuvo este país en los noventa) sería problemática. En EI 25 decíamos: “…Para decirlo de otra manera, en el plano interno Japón optó por mantener la cohesión de su estructura política y social modernizada por arriba –con todos los límites que esto significa después de su derrota en la Segunda Guerra– y que la crisis no diera lugar a un avance en la lucha de clases, a costa de postergar su recuperación económica…” Aun optando por una sobrevida del actual esquema de división mundial del trabajo, y prefiriendo “mantener la cohesión de su estructura política y social modernizada por arriba” para evitar “avances en la lucha de clases”, el capitalismo sigue sin poder dar respuesta a sus problemas más históricos.
Quizás, uno de los principales obstáculos que el capitalismo tiene para permitirse (como mínimo) otra prolongación forzosa del actual tablero mundial, es que parecen complicadas las salidas de tinte reformista. Por mas rescates (incluso sincronizados) que se hayan hecho, el capitalismo no está en condiciones de articular políticas tipo New Deal (Tampoco parecen surgir por ahora líneas tipo capitalistas de estado). 

…Justamente por esto, el éxito del nuevo “New Deal” (…) no es simplemente algo “no seguro” sino imposible en las condiciones actuales, porque la Segunda Guerra Mundial y la destrucción masiva de fuerzas productivas a la que condujo no son un elemento entre otros, sino la clave para explicar las condiciones de posibilidad del boom de posguerra. En este sentido, la recuperación que comenzó a inicios de la década de 1980, a pesar de comprender la depresión de los salarios a nivel internacional y múltiples derrotas al movimiento de masas, y de que las sucesivas crisis oficiaron como “limpiezas” parciales de capital sobrante, no tuvo como sustento una destrucción de fuerzas productivas comparable a aquella de la Segunda Guerra Mundial sobre la cual se basó el boom posterior… (“En los límites de la restauración Burguesa”, EI 27).

A diferencia del momento que los EEUU sacaron el NEW DEAL, no estamos ahora en presencia de un Imperialismo en ascenso. Recordemos que Trotsky se refería a esa política, como una política “norteamericana por excelencia”, en el sentido de que es una línea que solo es posible para naciones muy ricas. Las respuestas keynesianas a la crisis (que en última instancia solo impiden que el capitalismo “sincere” su estado de salud actual) no solo ya se demostraron ineficientes, sino que parece tener poca base para reproducirlas a gran escala.

…En última instancia, una salida capitalista al empantanamiento actual, al “estado crónico de actividad inferior a la normal” sin “tendencia marcada ni hacia la recuperación ni hacia el hundimiento completo”, pero acompañado de convulsiones permanentes, requeriría al menos como precondición inicial, de una nueva destrucción masiva de capital con las infinitas penurias que ello conllevaría para los trabajadores y el movimiento de masas. Y también demandaría de alguna nación pujante como lo fue Estados Unidos hacia el final de los años ‘30, dispuesta a establecer su propio orden. Pero el concepto de guerra entre estados, como necesidad, es la negación de la idea de reforma. Y es esa negación la que alumbra a su vez la posibilidad de la subversión del orden existente o sea, la posibilidad de revolución. En la idea y en la práctica de la revolución, se encuentra la solución a la “paradoja keynesiana” y la respuesta a cómo lograr las “ventajas” de la guerra en el sentido de la planificación y la centralización de las fuerzas productivas, en condiciones de paz… (Nota de Paula Bach, EI 28)”.
Vale decir, sí la “paradoja keynesiana” es como lograr las “ventajas” de la guerra en el sentido de la planificación y la centralización de las fuerzas productivas, en condiciones de paz…”, la “paradoja Hayekiana” es como lograr las “ventajas” de la destrucción masiva de capitales, sin alterar las condiciones de paz.
Algunas consideraciones sobre la época
Al finalizar la primera guerra mundial, surgía inexorablemente una contradicción producto del resultado mismo de la conflagración mundial. Los principales ganadores no tendrían que haber sido quienes fueron, y los principales perdedores tampoco. Aquí pasó como en el futbol, los partidos no se ganan por merecimiento.
El economista marxista Isaac Joshua hace una buena síntesis sobre el período de entreguerras diciendo que la primera guerra mundial puso sobre el tapete los problemas de la época, y la segunda los resolvió. Nosotros podríamos hacer alguna analogía parecida, comparando los 2 últimos grandes “conflictos” (en este caso económicos) que tuvo el capitalismo de postguerra. Si la crisis de los setenta “se contentó con poner al día los problemas”, todavía  no hemos tenido ningún “episodio” que se encargue de resolverlos. Más bien la actual crisis, tiene mucha relación con la forma en la que se salió de la crisis de los setenta, y por ahora las fugas “hacia adelante” no hacen otra cosa que patear la “resolución principal”. La forma en la que el capitalismo organizó su tablero de ajedrez no va más, y hasta ahora por mas rescates que se hayan realizado, todo tendió a darle sobrevida a un esquema que está terminado o en crisis mortal (la relación de reciprocidad de USA-China, la alianza estratégica del eje Franco-Alemán, etc.).
La restauración burguesa le dio una sobrevida importante, pero no significó un “cambio de paradigma”. 
…En este sentido, si para finales de la década de 1820 se podía decir que si bien el absolutismo había conquistado una “sobrevida” tras la derrota de Napoleón esto no significó la regeneración de las condiciones que le dieron origen, hoy podemos decir algo muy parecido del capitalismo, que si bien la derrota del ascenso 1968-1981 (…) abrió el camino a la restauración otorgándole una sobrevida al capitalismo, éste ha sido incapaz de revertir sus condiciones históricas de declinación como sistema social... (En los límites de la “restauración burguesa”, EI 27).
Con la incorporación de China al complejo tablero de la economía mundial objetivamente el capitalismo utilizó una composición orgánica del capital más baja que le permitió una recuperación de la tasa de ganancia a nivel mundial (aunque hay varias visiones sobre que tanto se recuperó). El problema es que ni la crisis de los setenta ni la crisis actual han podido destruir los capitales que la situación ameritaba (según algunas cifras, la segunda guerra mundial destruyó casi un tercio del capital mundial) con lo cual la forma en la que operó la restauración burguesa no le permitió al capitalismo “revertir sus condiciones históricas de declinación como sistema social”. Quizás desde hace décadas el capitalismo presencia una subdestruccion de capitales cuasi crónica. Y hoy por hoy, lo que no va más (en términos históricos, no de coyuntura) es el relativo equilibrio que consiguió el capitalismo con la restauración “neoliberal”. Por todo eso, de generalizarse la “línea alemana” mas hayekiana estaríamos ante un intento más “serio” de atacar los problemas históricos del capitalismo, y de “postularse” definitivamente como la gran competidora al imperialismo yanqui, que hasta ahora más bien tuvo una línea “neokeynesiana” que, paradójicamente, conspira con llevar hasta el final una estrategia de resolución de los problemas más estructurales.
 
En un intercambio muy interesante entre Chipi y Chingo de julio de 2008, este último decía lo siguiente:

Pero incluso desde este ángulo las tendencias a la  ruptura del equilibrio neoliberal tiene un elemento nuevo que es el salto cualitativo en la decadencia hegemónica de EEUU, y la situación inédita históricamente de un cierto "vacio hegemónico" distinto a la lucha abierta por la hegemonía que caracterizo al periodo de entreguerras, pero tal vez igualmente peligrosa para la estabilidad capitalista. ¿A dónde irá la situación mundial con estas coordenadas económicas, políticas y geopolíticas? ¿Cómo se lograra un nuevo equilibrio capitalista  en estas circunstancias bastante complicadas para el capital, pero que cuenta a su favor como inercia del periodo anterior de años de dominación estalinista del movimiento obrero y la fragmentación neoliberal , con una fuerte crisis de subjetividad del proletariado y del marxismo al menos al inicio de la ruptura del equilibrio? Yo no sé pero creo que hay que prepararse para acontecimientos más históricos...
El “gran” problema del capitalismo Imperialista actual es que debe dar respuesta a un problema histórico, que hace a los cimientos mismos de su estructura. De no hacerlo, parece muy difícil que se pueda lograr “un nuevo equilibrio capitalista”. Esto no es para vaticinar guerras ni nada por el estilo; justamente un elemento estabilizante (no a largo plazo) a sido la desigualdad en los tiempos de la crisis, que le ha permitido cierto maneje de la misma a las elites burguesas mundiales. Ahora, “la situación inédita históricamente de un cierto "vacio hegemónico" empieza a transformarse, pues los principales países imperialistas, ya no solo manifiestan visiones estratégicas distintas, sino que empiezan a dar pasos concretos para llevarlas adelante (Alemania). De generalizarse eso (aun en una situación no catastrófica de la economía) podríamos presenciar un salto en las rivalidades interimperialistas, que empiecen a achicar las tijeras que existen entre la coyuntura de “relativa calma” y los problemas más históricos del capitalismo.  

jueves, 21 de marzo de 2013

La presión sobre el dólar y la crisis del “modelo”


 
Artículo publicado en La verdad obrera n° 515

Pablo Anino y Esteban Mercatante



La escalada del dólar paralelo a $8,75 alarmó al gobierno. Cristina Fernández convocó ayer de urgencia al gabinete económico disparando rumores varios de internas. Mientras la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont culparía del salto del “dólar blue” al director de la AFIP, Ricardo Echegaray, por el anuncio del aumento al 20% del recargo a los paquetes turísticos (era del 15%), Echegaray recriminaría a del Pont laxitud en el control de la compra de dólares. También habría divisiones alrededor de las alternativas entre un desdoblamiento cambiario que sincere lo que existe de hecho, o reforzar los controles.
En la temporada turística, economistas oficialistas tranquilizaban con la idea de que la suba del blue era estacional por la demanda de dólares de los viajeros. La realidad los desmintió. El salto estacional creó un nuevo piso alrededor de $8, cada vez más cerca de $9, acelerado de la mano de los últimos anuncios de Echegaray. Hoy está un 71% por encima del cambio oficial.
El “modelo” en problemas
Aunque el mercado blue es reducido, actúa como expresión de los desajustes de una política oficial que capea los problemas que acumula la economía nacional sin resolverlos.
La presión sobre el dólar tiene raíces profundas. La inflación puso fin al dólar “caro”, uno de los pilares del alto crecimiento conseguido con la megadevaluación de 2002 (que dio un mazazo al salario). Numerosos empresarios aducen problemas de “competitividad” y exigen compensaciones, aunque muchos siguen amasando ganancias formidables.
El dólar “barato” contribuyó al crecimiento de las compras al extranjero, lo que Moreno trató de frenar exigiendo declaraciones juradas para las importaciones. Pero los problemas estructurales conspiran contra estos intentos. La “recompra” de YPF se hizo en pos del autoabastecimiento, pero no terminó con la importación de combustibles, una millonaria aspiradora de dólares.
Pese al “cepo” al dólar, por la inflación es conveniente el turismo en el exterior, y esto también drena divisas. Las empresas imperialistas presionan para remitir ganancias a sus casas matrices sin trabas. También la deuda externa sigue siendo una importante fuente de demanda de dólares. Si hay acuerdo con los buitres en la corte de Nueva York habrá otro zarpazo a los dólares del Banco Central.
El fracaso de la “sintonía gruesa”
Con el cepo el gobierno buscó penalizar la compra de dólares (aunque a la vez creó un formidable negocio para algunos amigos que acceden al dólar al cambio oficial). Pero con trabas y todo, el que apostó al dólar en el último año ganó. Quien compró un dólar blue a $6 hace unos meses, lo vende hoy con una ganancia de más del 40%. Por eso, la caída de las reservas del Banco Central se aceleró y acumula pérdidas por más de u$s 10 mil millones desde 2011.
La última iniciativa de contención fue el planteo de Moreno sobre un posible dólar oficial a $6 para fin de año. Pretendía dar previsibilidad y contener el drenaje, pero fue rápidamente desmentido por el jefe de gabinete. Las dudas sobre la cantidad de dólares que entrarán por la soja, las noticias sobre la pérdida de reservas por salida de depósitos del sistema y los anuncios de Echegaray dinamitaron cualquier contención y llevaron al salto de estos días. Se muestra el fracaso de la política de un mercado paralelo “ilegal” y se desmiente la afirmación de que el mercado blue no tendría incidencia.
Esto hace prever un giro en la política, que podría ir en el sentido de legalizar el desdoblamiento, estableciendo distintas cotizaciones (un dólar financiero, otro turista y un tercero para compras al extranjero y exportaciones). Otra posibilidad es explicitar el ritmo de devaluación del peso, como en tiempos de la “tablita” del recientemente fallecido Martínez de Hoz. Cualquiera de estas alternativas podría hacer desbarrancar los precarios acuerdos de precios que el gobierno espera utilizar para limitar las paritarias. Otra alternativa es profundizar lo actuado hasta ahora, tratando de penalizar aún más las compras de dólares, una medida de dudosos resultados.
Las distintas variantes hacen prever un golpe al poder adquisitivo de los trabajadores. Lo mismo puede esperarse de las alternativas de la oposición patronal, que exigen liberar el tipo de cambio y terminar con subsidios y controles de precios.
Es necesario pelear por cláusulas gatillo para los salarios, control obrero y popular de los precios. Sólo la nacionalización de la banca, el no pago de la deuda, el monopolio estatal del comercio exterior y el control de los flujos de capitales, junto con la apropiación íntegra de la renta agraria e hidrocarburífera mediante la expropiación de las grandes propiedades y empresas petroleras, puede evitar que las salidas a los desequilibrios del “modelo” descarguen los costos sobre el pueblo trabajador. Todas medidas que sólo puede tomar un gobierno de los trabajadores.