martes, 7 de mayo de 2013

Algunos apuntes sobre el blanqueo de dólares

Luego de un largo tiempo de que los funcionarios del gobierno nacional insistieran en que el mercado del dólar blue, por su reducido tamaño, tiene nula incidencia en la economía real, algo desmentido hasta por los más entusiastas del modelo, el gobierno anuncia una iniciativa de blanqueo, acompañado de la creación de bonos para captar los dólares. Apunta así a cortar el drenaje que se viene produciendo e incentivando el regreso de algunos dólares del colchón al raquítico mercado local de capitales. También busca atacar uno de los peores efectos del salto del paralelo, la parálisis del negocio inmobiliario.
Un bono que rinde un 4% anual (pagado semestralmente), apunta a operar captar fondos destinados al sector energético, mientras que un Certificado de Depósito para el Sector Inmobiliario (CEDIN) busca permitir que se reactiven las operaciones en este sector, que tradicionalmente trabaja con moneda extranjera.
Algunos medios opositores no han dejado pasar la oportunidad de señalar la vuelta a la convertibilidad detrás de los anuncios: el bono que emite el Banco Central es al portador y transferible, y se puede usar como moneda ciento por ciento garantizada por las reservas guardadas. Igualito que los pesos durante dicho régimen monetario.
Algunos economistas habían sugerido iniciativas en el mismo sentido en que intenta moverse esta, de recrear algunos instrumentos de ahorro en el mercado local (aunque estos no son en pesos). 
¿Qué decir de los anuncios? En primer lugar, que atacan las consecuencias y no las causas. Las raíces del problema del dólar blue se encuentran en la inflación, y en la decisión del gobierno de no hacer con ella otra cosa que ocultarla, aprovecharla para realizar ajuste encubierto (recaudando más y gastando menos en términos reales) y poner algún parche en los trastornos que genera mediante subsidios. Aunque los escribas oficialistas hagan malabares para demostrar que no hay ningún problema con el dólar, las crecientes dificultades de rentabilidad y competitividad en distintos sectores, aún tapadas por las trabas a las importaciones, señalan lo contrario. Cada vez más sectores empresarios alientan la devaluación y, en el interín, sacan provecho de las restricciones del gobierno para amasar fortunas en negocios de corto plazo, especulando el mercado blue con formidables ganancias. El que apostó al dólar ganó, y lo hizo a lo grande.
Una segunda cuestión, es que, como hacen regularmente los gobiernos en problemas, apelan al bolsillo de los capitalistas, y no a su corazón, regalándoles otro jubileo impositivo. Algo que jamás podría ocurrir con los impuestos que recauda el Estado que caen sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo pobre. En cada consumo estamos obligados a afrontarlos (incluso cuando despupés el empresario que lo recauda lo evada). Y con la cuarta categoría del impuesto a las ganancias, impuesto cada vez más "popular" (porque más trabajadores deben afrontarlo), jamas un jubileo similar. Estos sólo están destinado a la clase capitalista, a la cual el Estado que gobierna en nombre de sus intereses regularmente la obsequia con estos anuncios para que, como el don Carlos de la propaganda de la AFIP, tengan la "grandeza" de poner algunos de sus dólares (ni se nos ocurra que todos) en la legalidad.
Una tercer cuestión, es qué efectos podrán tener estas medidas. Habrá que terminar de ver la letra chica, pero podemos adelantar un par de opiniones. Al atacar las consecuencias, no altera los fundamentos para la salida de dólares que se viene produciendo sin pausa hace años, sin que los torquinetes hayan logrado más que frenar su velocidad. Dicho esto, es probable que una parte de los dólares acolchonados regresen al sistema, para aprovechar rendimientos en dólares que no son desdeñables, a falta de alternativas de inversión productiva promisorias y sin grandes rendimientos previsibles tampoco en inversiones en el exterior. En el mercado inmobiliario, aunque el CEDIN busca facilitar el desarrollo de las transacciones, poniendo al Estado como mediador, que recibe dólares de los compradores para entregar posteriormente a los vendedores de las propiedades (nuevamente el 1 a 1; el gobierno garantiza un dólar al propietario por cada dólar recibido a cambio de certificados), no resuelve el conflicto de fondo que trabó las operaciones. Esto es, la incompatibilidad entre los costos que deben afrontar quienes se deshacen de los dólares y quienes los reciben para alcanzar un punto de acuerdo en el que ambos tengan pérdidas aceptables. Si esta negociación para llegar a un dólar "gris" se fue volviendo imposible con el crecimiento de la brecha entre el dólar legal y el blue, el anuncio del gobierno sencillamente remueve el terreno para este tira y afloje. Pero los costos de oportunidad de vender al dólar legal actual, que empujan a valuar las propiedades más allá de los precios que podrían encontrar compradores dispuestos, no desaparecerán mágicamente. Aunque el ordenamiento a través de los CEDIN seguramente sacará al sector de la parálisis en que se encuentra hoy, parece poco factible un dinamismo como el que venía registrando hasta hace no mucho tiempo.
Por último, pero no menos importante, aunque el gobierno nacional hace anuncios con los que aspira a ganar tiempo, esto no le permite por sí sólo salir de la encerrona en que se encuentra respecto del dólar. El mercado ilegal seguirá ahí, ya que también lo harán todas las restricciones para la venta de dólares. Si el éxito moderado de las medidas descomprime parcialmente y desinfla el valor del blue (cosa que no puede descartarse, aunque más no sea por una "toma de ganancias" por parte de quienes vienen apostando fuerte y con éxito en ese mercado), el kirchnerismo podrá encarar los tiempos electorales sin preocuparse demasiado por la cuestión del dólar. En este escenario, quedaría para tiempos pos electorales la respuesta a la pregunta de si hacer un desdoblamiento legal (medida muy arriesgada), devaluar (más riesgoso aún), o encarar un plan de ajuste antiinflacionario más ortodoxo que incluya una vuelta a los mercados para aprovechar las bajas tasas de financiamiento que existen hoy a nivel internacional. Pero como sea, todas las alternativas mencionadas, que incluyen variantes de más ajuste (algo que ya viene ocurriendo pero que el agotamiento del modelo plantea en mayor escala) contradicen de cabo a rabo la afirmación de Cristina Fernández: "El corazón del modelo rechaza todo lo que signifique transferencias compulsivas de ingresos de los sectores mayoritarios, sus clases medias y medias bajas, los pequeños y medianos productores, pequeños comerciantes". No otra cosa que esto es lo que está detrás de todas las alternativas de fondo, fuera de los parches coyunturales como los anuncios de hoy. Los trabajadores debemos poner en marcha un plan alternativo, que de respuesta a las aspiraciones fundamentales de los trabajadores contra las cuáles se está cocinando otro zarpazo de este régimen de explotación y miseria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

continuan las medidas de maquillaje mientras continua el ataque a los trabajadores y sectores populares. La inflacion creciente, los intentos de techos a las paritarias,los despidos, la represion directa o tercerizada (este fin de semana nuevamente agredieron a la comunidad qom), la discriminacion y el acoso sindical, la criminalizacion de la protesta social, la infiltracion del aparato represivo del Estado espiando a las organizaciones obreras y populares. Habra que ver cuáles son los nuevos rodeos para seguir negando la realidad y defendiendo al gobierno del asi llamado progresismo. Como bien cierra el texto nuestra tarea es organizarnos, el horizonte es de lucha