Cada
vez que se anuncia un nuevo dato de la inflación, vuelve la polémica
entre los valores que anunciarán los funcionarios y aquellos que
surgen de las mediciones privadas. No podía ser de otra manera, ya
que las cifras del IPC-Nu presentado en febrero, en reemplazo del IPC destriuido por el ex Secretario de Comercio Guillermo Moreno, que amagaron con
devolverle algo de credibilidad a las estadísticas oficiales aunque
con numerosos puntos oscuros, vuelven a atravesar el mismo sendero de falta de credibilidad que las de su predecesor, ya que mes a mes presentan datos de inflación que se van alejando más y más de los que indican otros índices, reproduciendo las dudas
sobre la solvencia del nuevo índice oficial. Según el Ministerio de
Economía la inflación acumulada a junio es del 15%, cuando para
las mediciones privadas o la que elabora el Congreso arrojan más de 21,5%.
Lo
que está en discusión es cuánto pierden los trabajadores, ya que
invariablemente, aún con los benevolentes datos oficiales, el
resultado en negativo para los salarios en la carrera con los
precios. Según estudios publicados recientemente el poder de compra
de la masa salarial cayó un 5,2% en el primer trimestre, respecto de
un año atrás. Si contamos el conjunto de los ingresos de la
población (salarios, jubilaciones, planes sociales) estos se
redujeron un 4,8% respecto del primer trimestre de 2013. Ud. se
preguntará, pero ¿Cómo? ¿No hubo paritarias, actualizaciones de
las jubilaciones y de la asistencia social? Si, claro, pero las subas
están por detrás de la inflación. Lo que a un desprevenido podría
parecerle más, es sencillamente, menos. Veamos.
En
el caso de las jubilaciones pese a la ley de movilidad, el incrementó
del 11,3% de Marzo, con una inflación acumulada del 13,5
(según el
Indec)
entre Enero y Mayo, estaría agotado a partir de Julio. Si tomamos el
IPC Congreso para el mismo período la inflación acumulada es del
18.5%, con lo cual ya se licuó en Junio el aumento de Marzo. En el
caso de las prestaciones sociales como la Asignación por Hijo o el
programa PROGRESAR, éstas habrían subido en una cifra cercana al
31% en el primer trimestre. Pero
la asignación por hijo, que se ajustó en junio, no variaba desde
igual mes del año pasado. Es decir que con el aumento que rige desde
julio, comparado
con una inflación que ronda entre el 36% y el 40% anual (y
mayor aún en los alimentos y otras partidas de consumo básico),
en términos reales habría perdido un 3,1% en su poder de compra,
respecto al primer trimestre de 2013 (ver
acá).
Aquellos
trabajadores que se encuentran registrados tuvieron una reducción de
su poder de compra cercano al 5% en el primer trimestre del año
respecto a igual período del año pasado. Sin embargo, si analizamos
por sectores existe una gran disparidad. En el caso de los empleados
de comercio la suba del 27% anual significa una baja del 9% y en el
caso de los trabajadores de la construcción la paritaria del 30%
anual se traduce en una baja del 5% en su poder de compra.
Para
el sector de salarios más elevados, al efecto poda de la inflación,
se suma la quita del impuesto a las ganancias que arbitrariamente
aplican sobre el salario (que no es ganancia). Un empleado bancario
con dos hijos luego de una paritaria del 29% descontando el pago de
ganancias y por efecto de la inflación tiene una reducción del 16%
de su poder de compra. En el caso de los metalúrgicos con un aumento
del 30% la caída por ambos efectos es del 17%. No es una sorpresa,
ni algo que ocurre recién este año. Según publica el Observatorio
del Derecho Social de la CTA, desde 2006 hasta hoy, los agremiados en
la UOM acumulan una pérdida de 7,69% en comparación con la
inflación acumulada en el mismo período. Otro gremio que también
muestra un fuerte retroceso es la UTA, que muestra una evolución
salarial que perdió 3,13% respecto de la inflación. En el caso de
los estatales, el salario de convenio se encontrará a comienzos de
2015, según la misma fuente, un 28,2% por debajo del nivel de
comienzos de 2007.
Los
aumentos de los salarios por debajo de la inflación no son una
casualidad o el resultado fortuito de la marcha de los mercados. Por
el contrario, es una decisión del gobierno y las patronales (con el
apoyo de la burocracia sindical). Para el gobierno y las patronales,
los aumentos presuntamente “desdemedidos” de los salarios son el
gran culpable de la inflación. Por eso, más aún después de la
devaluación de enero, redoblaron la presión para moderar las subas,
con colaboración de la mayor parte de las conducciones sindicales.
Al pactar paritarias que no alcancen la suba de precios, se aseguran
que no baje (sino más bien que suba) su rentabilidad. Lo que pierden
los trabajadores se lo llevan los empresarios. Por ejemplo, el caso
de Quickfood (Paty) acaba de dejar en la calle a 250 familias, sin
embargo, como parte de este proceso de ajuste espera mejorar sus
ganancias que para el primer trimestre del año ya acumulan $12
millones. En los gremios afiliados en la CGT Balcarce, sólo donde
está la izquierda como en alimentación se perforó los techos que
buscaba imponer el gobierno.
Con
la caída del poder adquisitivo de los salarios, se cae también uno
de los presuntos
logros
del modelo: “la recuperación del salario”. Recuperación
que, lejos de ser un resultado de la política oficial, como
explicamos acá lo es del cambio en las condiciones de empleo, y
que por el contrario la política kirchnerista buscó contener desde
2006 con los techos para las paritarias, subordinado completamente la
recomposición salarial al mantenimiento de altos márgenes de
ganancia. El resultado está a la vista: Según el propio Indec el
40% de las familias perciben ingresos por menos de 6.700 pesos por
mes, cuando la canasta familiar para no ser pobres ronda los pesos
10.000.Si
los empresarios se la llevaron (y siguen llevando con pala), los
trabajadores (en blanco) que tuvieron que esperar recién a 2007
para recuperar el poder de compra del salario previo a la devaluación
del 2001-2002, con
enormes disparidades entre gremios; y con la inflación y los techos
más bajos que imponen los tiempos de ajuste, ahora
pierden junto a los trabajadores en negro (los que más pierden) los
jubilados, y quienes cobran planes sociales. Este
deterioro vuelve a acrecentar la brecha de ingresos. Y
esta situación de mayor desigualdad se corrobora en el deterioro en
la distribución del ingreso familiar (a favor de los que más ganan)
con una suba del Coeficiente de Gini de 0.09 (mayor
suba significa más desigualdad en la distribución del ingreso),
comparando el primer trimestre del año respecto al último trimestre
del año pasado.
Aunque
el gobierno se esfuerce en negarlo, con ayuda de los medios
oficialistas, estamos ante un año de caída de los salarios, a lo
que se suma, en un marco de creciente desmejora de la actividad
económica y con patronales que suspenden y despiden, un panorama del
empleo tampoco es nada alentador. Hoy, para fortalecer la pelea de
los trabajadores por defender sus condiciones de vida frente a los
ataques del gobierno y las patronales, con colaboración de la
burocracia sindical, es necesario jugarse con todo al triunfo de
luchas “testigo” como la de los trabajadores de Lear, EMFER-ATSA.
Es un punto fundamental para desbaratar el ajuste en marcha.
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