¿Cómo podríamos
sorprendernos de que la presidenta Cristina Fernández haya dicho
ayer que era “un día muy importante para el país” porque se
terminó de delinear el acuerdo con el Club de París? Para un
gobierno que mostró vocación de pagador serial, debe ser
emocionante cerrar un trato que crea la posibilidad de que el país
se comprometa a pagar 10 mil millones de dólares más. ¿Será el
entusiasmo porque de sopetón se cargaron gratuitamente U$S 3600
millones, que es la diferencia entre los U$S 6.089 millones
registrados por capital e intereses a septiembre de 2013 y los 9.700
millones que ahora se comprometen a pagar?
La presidenta también
señaló que la deuda tiene mayormente origen previo a 1983, es decir
durante la dictadura. Lo cual en sentido estricto no es así, porque
durante los años de default se multiplicó de manera formidable por
efecto de los intereses, y el gobierno aceptó un monto a pagar que
reconoce este astronómico crecimiento. Pero incluso si lo fuera, en
vez de ser un motivo para decretar su no pago, lo es para cerrar un
trato bueno para los acreedores. ¿Podría sorprendernos?
Del fin del
desendeudamiento...
Durante la última
década, los voceros de Néstor y Cristina no se cansaron de decir
que el endeudamiento era lastre legado por las estatitaciones de
deuda privada de la dictadura y las nefastas políticas neoliberales.
Cierto, es así. Entonces, ¿dejamos de pagarla? ¡Nooooo, para nada!
La receta de Néstor Kirchner fue: “Renegociamos, le damos a los
acreedores bonos indexables por inflación y con un bono atado al
crecimiento, y lo mejor de todo, ¡llamamos a todo eso
desendeudamiento!”. Y desendeudamiento hubo, durante algunos años,
a fuerza de generosos pagos que insumieron (entre capital e
intereses) más del 15% del presupuesto anual durante algunos años.
Pero tanta generosidad a los acreedores no sirvió para frenar el
crecimiento de la deuda. Esta empezó a incrementarse fuerte en
términos absolutos desde 2007. Y ya en 2011 crecía más fuerte que
el PIB, es decir que no podía hablarse estrictamente de
desendeudamiento. No faltaron entonces los ideólogos oficialistas
que salieron a decir que no importaba la deuda total, sino que buena
parte de esta era en pesos, y que además mucha era intra sector
público, porque los títulos estaban en manos de la Anses. Como si
esto hiciera mágicamente desaparecer esta deuda. Pues bien, los
últimos meses vimos que fácil esta deuda intra sector público
vuelve al sector privado: los bonos que fueron a parar a Repsol
fueron en parte entregados por la Anses, y ahora circulan por los
mercados de crédito internacionales. Es decir que en 2014, ni
siquiera en dólares, puede hablarse de desendeudamiento.
...al endeudamiento
“heterodoxo”, progresista, “con soberanía e inclusión”
Pero es el acuerdo con el
Club de París, difundido ayer, el preanuncio de que el ya archivado
desendeudamiento será reemplazado por una entusiasta vuelta a los
mercados. Regularizar con el Club de París era el último paso
necesario para aplicar la última receta de Kicillof para afrontar el
faltante de dólares que aqueja a la economía argentina, con un
balance de pagos para bajo el asedio del déficit energético, las
remesas de utilidades, la fuga de dólares y... la gangrena de los
pagos de deuda. La nueva receta de Kicillof no es otra que pagar los
compromisos en dólares, endeudándose en dólares. Sin duda, algún
cráneo publicístico de las usinas oficiales colgará el adjetivo
“heterodoxo” al lado de la palabra endeudamiento, para hacer
creer así que es algo muy distinto a lo que hicieron todos los
minitros de economía, desde Alfredo Martinez de Hoz hasta Cavallo y
Roque Fernández durante la década menemista. Habrá que ver en qué
medida se concreta esta salida a los mercados, que básicamente
depende ya sólo de la tasa que deba afrontar el gobierno.
Muchos que hasta hace
poco defendían como soberana la negociación “con quita” de la
deuda (que en realidad llevó la deuda en 2005 al mismo nivel que
tenía en 2001) y del falaz y muy provisional desendeudamiento, ahora
defienden el acuerdo con el Club de París porque es necesario para
“blindarnos” ante la llamada restricción externa. ¿Blindarnos
cómo? Pues con dólares de deuda externa.
A esta altura, podemos
confirmar. Axel Kicillof es marxista. Danielmarxista (ver acá)
La cuestión no es regularizar la deuda caída, sino dejar de pagarla toda
Parece, entonces, que nuevamente la deuda pública aparece como parte de las soluciones, y no como uno de los problemas. Parece que para conseguir dólares, resulta natural volver por el camino de la emisión de bonos. Pero eso es completamente falso. La deuda está entre las causas principales de la sangría de dólares. El mentado déficit energético se ha llevado en estos años una ínfima parte de lo que se llevaron los usureros internacionales. Entre los acreedores, los fugadores profesionales de nuestra burguesía "nacional" asesorados por la banca, y las corporacioens imperialistas, explican buena parte de lo que ha dado en llamarse la "restricción externa" hoy.
Por eso, no se trata de regularizar ninguna deuda, sino de declarar su no pago. Ni falta que hace investigarla para saber que es fraudulenta y se pagó varias veces. Junto a esto, la nacionalización del comercio exterior y expropiación de las grandes tierras y principales explotaciones agropecuarias, para combatir la especulación de los silo-"chacrers"; y la nacionalización de la banca, para conformar una banca estatal única que sostenga el crédito y la moneda y corte con las maniobras de las finanzas para organizar la fuga. Sólo de esta forma puede cortarse de raíz con el drenaje de dólares, y enfrentar las restricciones que aquejan a la economía sin volver al grillete de la deuda. Esto es parte de la alternativa que debemos contraponer los trabajadores al camino de ajuste acompañado de reendeudamiento que impulsa el gobierno, y la oposición y usinas patronales acompañan, y que ya se está traduciendo en despidos y suspenciones que la burocracia sindical deja pasar , como suele suceder, mientras ataca a los sectores combativos.
La cuestión no es regularizar la deuda caída, sino dejar de pagarla toda
Parece, entonces, que nuevamente la deuda pública aparece como parte de las soluciones, y no como uno de los problemas. Parece que para conseguir dólares, resulta natural volver por el camino de la emisión de bonos. Pero eso es completamente falso. La deuda está entre las causas principales de la sangría de dólares. El mentado déficit energético se ha llevado en estos años una ínfima parte de lo que se llevaron los usureros internacionales. Entre los acreedores, los fugadores profesionales de nuestra burguesía "nacional" asesorados por la banca, y las corporacioens imperialistas, explican buena parte de lo que ha dado en llamarse la "restricción externa" hoy.
Por eso, no se trata de regularizar ninguna deuda, sino de declarar su no pago. Ni falta que hace investigarla para saber que es fraudulenta y se pagó varias veces. Junto a esto, la nacionalización del comercio exterior y expropiación de las grandes tierras y principales explotaciones agropecuarias, para combatir la especulación de los silo-"chacrers"; y la nacionalización de la banca, para conformar una banca estatal única que sostenga el crédito y la moneda y corte con las maniobras de las finanzas para organizar la fuga. Sólo de esta forma puede cortarse de raíz con el drenaje de dólares, y enfrentar las restricciones que aquejan a la economía sin volver al grillete de la deuda. Esto es parte de la alternativa que debemos contraponer los trabajadores al camino de ajuste acompañado de reendeudamiento que impulsa el gobierno, y la oposición y usinas patronales acompañan, y que ya se está traduciendo en despidos y suspenciones que la burocracia sindical deja pasar , como suele suceder, mientras ataca a los sectores combativos.