viernes, 30 de mayo de 2014

Club de París: #deudaparatodos


¿Cómo podríamos sorprendernos de que la presidenta Cristina Fernández haya dicho ayer que era “un día muy importante para el país” porque se terminó de delinear el acuerdo con el Club de París? Para un gobierno que mostró vocación de pagador serial, debe ser emocionante cerrar un trato que crea la posibilidad de que el país se comprometa a pagar 10 mil millones de dólares más. ¿Será el entusiasmo porque de sopetón se cargaron gratuitamente U$S 3600 millones, que es la diferencia entre los U$S 6.089 millones registrados por capital e intereses a septiembre de 2013 y los 9.700 millones que ahora se comprometen a pagar?
La presidenta también señaló que la deuda tiene mayormente origen previo a 1983, es decir durante la dictadura. Lo cual en sentido estricto no es así, porque durante los años de default se multiplicó de manera formidable por efecto de los intereses, y el gobierno aceptó un monto a pagar que reconoce este astronómico crecimiento. Pero incluso si lo fuera, en vez de ser un motivo para decretar su no pago, lo es para cerrar un trato bueno para los acreedores. ¿Podría sorprendernos?

Del fin del desendeudamiento...
Durante la última década, los voceros de Néstor y Cristina no se cansaron de decir que el endeudamiento era lastre legado por las estatitaciones de deuda privada de la dictadura y las nefastas políticas neoliberales. Cierto, es así. Entonces, ¿dejamos de pagarla? ¡Nooooo, para nada! La receta de Néstor Kirchner fue: “Renegociamos, le damos a los acreedores bonos indexables por inflación y con un bono atado al crecimiento, y lo mejor de todo, ¡llamamos a todo eso desendeudamiento!”. Y desendeudamiento hubo, durante algunos años, a fuerza de generosos pagos que insumieron (entre capital e intereses) más del 15% del presupuesto anual durante algunos años. Pero tanta generosidad a los acreedores no sirvió para frenar el crecimiento de la deuda. Esta empezó a incrementarse fuerte en términos absolutos desde 2007. Y ya en 2011 crecía más fuerte que el PIB, es decir que no podía hablarse estrictamente de desendeudamiento. No faltaron entonces los ideólogos oficialistas que salieron a decir que no importaba la deuda total, sino que buena parte de esta era en pesos, y que además mucha era intra sector público, porque los títulos estaban en manos de la Anses. Como si esto hiciera mágicamente desaparecer esta deuda. Pues bien, los últimos meses vimos que fácil esta deuda intra sector público vuelve al sector privado: los bonos que fueron a parar a Repsol fueron en parte entregados por la Anses, y ahora circulan por los mercados de crédito internacionales. Es decir que en 2014, ni siquiera en dólares, puede hablarse de desendeudamiento.

...al endeudamiento “heterodoxo”, progresista, “con soberanía e inclusión”
Pero es el acuerdo con el Club de París, difundido ayer, el preanuncio de que el ya archivado desendeudamiento será reemplazado por una entusiasta vuelta a los mercados. Regularizar con el Club de París era el último paso necesario para aplicar la última receta de Kicillof para afrontar el faltante de dólares que aqueja a la economía argentina, con un balance de pagos para bajo el asedio del déficit energético, las remesas de utilidades, la fuga de dólares y... la gangrena de los pagos de deuda. La nueva receta de Kicillof no es otra que pagar los compromisos en dólares, endeudándose en dólares. Sin duda, algún cráneo publicístico de las usinas oficiales colgará el adjetivo “heterodoxo” al lado de la palabra endeudamiento, para hacer creer así que es algo muy distinto a lo que hicieron todos los minitros de economía, desde Alfredo Martinez de Hoz hasta Cavallo y Roque Fernández durante la década menemista. Habrá que ver en qué medida se concreta esta salida a los mercados, que básicamente depende ya sólo de la tasa que deba afrontar el gobierno.
Muchos que hasta hace poco defendían como soberana la negociación “con quita” de la deuda (que en realidad llevó la deuda en 2005 al mismo nivel que tenía en 2001) y del falaz y muy provisional desendeudamiento, ahora defienden el acuerdo con el Club de París porque es necesario para “blindarnos” ante la llamada restricción externa. ¿Blindarnos cómo? Pues con dólares de deuda externa.
A esta altura, podemos confirmar. Axel Kicillof es marxista. Danielmarxista (ver acá)

La cuestión no es regularizar la deuda caída, sino dejar de pagarla toda
Parece, entonces, que nuevamente la deuda pública aparece como parte de las soluciones, y no como uno de los problemas. Parece que para conseguir dólares, resulta natural volver por el camino de la emisión de bonos. Pero eso es completamente falso. La deuda está entre las causas principales de la sangría de dólares. El mentado déficit energético se ha llevado en estos años una ínfima parte de lo que se llevaron los usureros internacionales. Entre los acreedores, los fugadores profesionales de nuestra burguesía "nacional" asesorados por la banca, y las corporacioens imperialistas, explican buena parte de lo que ha dado en llamarse la "restricción externa" hoy.
Por eso, no se trata de regularizar ninguna deuda, sino de declarar su no pago. Ni falta que hace investigarla para saber que es fraudulenta y se pagó varias veces. Junto a esto, la nacionalización del comercio exterior y expropiación de las grandes tierras y principales explotaciones agropecuarias, para combatir la especulación de los silo-"chacrers"; y la nacionalización de la banca, para conformar una banca estatal única que sostenga el crédito y la moneda y corte con las maniobras de las finanzas para organizar la fuga. Sólo de esta forma puede cortarse de raíz con el drenaje de dólares, y enfrentar las restricciones que aquejan a la economía sin volver al grillete de la deuda. Esto es parte de la alternativa que debemos contraponer los trabajadores al camino de ajuste acompañado de reendeudamiento que impulsa el gobierno, y la oposición y usinas patronales acompañan, y que ya se está traduciendo en despidos y suspenciones que la burocracia sindical deja pasar , como suele suceder, mientras ataca a los sectores combativos

miércoles, 28 de mayo de 2014

"Es bueno que Marx esté entre nosotros"

Hoy, en contratapa de Tiempo argentino, puede leerse una entrevista al actor Carlos Weber, que desde hace años viene protagonizando una puesta de Marx en el Soho, dirigida por Manuel Callau, en la que personifica a Karl Marx. El mismo papel hace en los cuatro capítulos de Marx ha vuelto, miniserie realizada por TVPTS y el Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx, que puede verse completa acá. Reproducimos la entrevista.

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Personifica al pensador alemán en una miniserie de Internet producida por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Mensaje político y puentes del arte con la Web. 

Protagoniza Marx ha vuelto, una miniserie para Internet pensada en el arranque con cuatro capítulos, ya estrenados, pero que debido a la gran repercusión alcanzada en las redes, ahora rueda nuevas entregas. En la ficción, Carlos Weber se pone una vez más en la piel del pensador alemán, después de haber protagonizado durante varios años Marx en el Soho. Y lo hace de una manera genial, en un producto que también lo es, y que tiene algunas singularidades. El proyecto, basado en el Manifiesto Comunista, cuenta con armado general del Instituto del Pensamiento Socialista, realización del grupo de cine Contraimagen y difusión a cargo de la señal web TVPTS del Partido de los Trabajadores Socialistas. Aunque ya está en Youtube y Vimeo, entre otros sitios de descarga. Pensado como aporte a los cursos y actividades del Instituto, y con la producción de Javier Gabino y Matías Maiello, la miniserie también muestra excelentes trabajos de varios peces que se mueven muy bien en el agua del teatro independiente, como Martín Scarfi, Hilda Frisari y Laura Espínola.  
–Se acaba de afeitar, pero en los afiches de la miniserie, con barba, usted "es" Marx ¿Cómo juega en los espectadores el parecido físico?
–Constantemente me dicen que somos iguales, pero no estoy muy convencido de eso. Todos vieron a Marx alguna vez en retratos, daguerrotipos o láminas. Pero afortunadamente, nadie lo escuchó hablar.
–Ahí terminan de confirmar que, además, "están viendo" al mismísimo Karl en persona.
–Claro (se ríe). Lo que en su momento pasó con la obra de teatro, y ahora en la serie, es cruzarme con estudiantes de Economía o Ciencias Políticas que agradecen, porque después de verme comprendieron mejor los textos que habían leído.
–Marx en el Soho se estrenó en el ámbito de la CTA, y Marx ha vuelto fue producida por el PTS. Una especie de continuidad en querer establecer la conjunción entre lo político y lo artístico.
–Es así. La obra arrancó en 2007, con puesta de Manuel Callau y asistencia de dirección de Liliana Andrade, mi actual coach. Fue increíble, porque no teníamos sala, a los productores no les interesaba, y tampoco podíamos entrar en festivales. Hasta que aparecieron los compañeros de ATE y nos invitaron a que hiciéramos funciones allí. Recorrimos municipios, sindicatos, cooperativas, el teatro SHA. Y justo un 1º de mayo estrenamos en un lugar de Boedo. Hasta que los muchachos del Instituto me propusieron hacer algo para sumarme a los cursos que brindan en todo el país.
–¿Cómo lo tomó?
–La idea me pareció genial. Sobre todo porque me interesaba generar un hecho artístico, aportando mi trabajo a la construcción que estos compañeros llevan adelante con tanto esfuerzo. En la obra, Marx vive con su familia, desnuda sus penas y conflictos durante el período en que escribe El Capital, deja ver conflictos personales y penurias económicas de todos los días. Para la serie, los chicos también querían a un Marx coloquial, simple, que se sentara en un bar con los pibes a tomar cerveza o mate.
–Lo contrario al mito, o en el peor de los casos, a esa imagen lavada y pasada de moda que el liberalismo intentó colgarle.
–Por supuesto. A Marx lo atacaron siempre desde distintos flancos. También dijeron que era confuso, o lo reducían a un ícono vacío usado por los partidos de izquierda. Para romper eso, tampoco es casual que la obra teatral haya sido escrita por Howard Zinn, el primer gran revisionista que denunció el genocidio de pueblos originarios en Estados Unidos. Es bueno que Marx esté entre nosotros para analizar estas cosas, pero también podés mirarlo del otro lado. Si en el mundo los hombres hubiéramos alcanzado la igualdad, la inclusión, y pudiéramos vivir dignamente de nuestro trabajo, el bueno de Karl hubiera quedado como una figura que aportó en su momento, y ahora estaríamos leyendo a otros pensadores. Pero "lamentablemente" sigue vigente.
–¿Cuál fue su reacción cuando le dijeron que la serie se difundiría por Internet?
–A veces me siento un neardental, recién hace menos de un año uso celular (se ríe). Para mí es todo un descubrimiento protagonizar una ficción que va más allá del mero entretenimiento, y apunta a contar cosas que tienen como objetivo mejorar la vida de la gente. Lo que se produce cuando alguien pincha algo en la Web es impresionante. La serie ya salió subtitulada en cinco idiomas, la piden de muchos lugares, gracias a una herramienta de difusión que es muy difícil dimensionar. 

 

miércoles, 21 de mayo de 2014

El que apuesta al dólar, ¿será verdad esta vez que pierde?

Gastón Ramírez y Esteban Mercatante

Después de meses de calma, volvió a dispararse la cotización del dólar paralelo (blue), hoy un 40% por encima del dólar oficial. Las previsiones de varios analistas ponían agosto como horizonte límite para la pax cambiaria. Pero parece que, ante el intento de hacer la plancha por parte del Ministro de Economía Kicillof, y la marcada exposición de las internas en el gabinete económico sobre qué hacer con el dólar y las tasas, los tiempos podrían acortarse. El salto de la brecha muestra los límites de los intentos de mantener a 8 pesos el dólar, al menos, en lo que dure la liquidación del grueso de la cosecha de soja (hasta agosto). Como venimos denunciando desde comienzos de año, el gobierno entró en una senda de ajuste acelerado, del cual la devaluación de enero (que fue un salto dentro de una depreciación del peso que había sido de 60% desde comienzos de 2013 hasta enero de 2014) era sólo un capítulo. Ahora los especuladores presionan por un nuevo ajuste.
El disparador de estos movimientos provino del Banco Central (BCRA). La leve recuperación de las reservas, hoy en U$S 28.385 millones (u$s 1.446 millones por arriba del piso tocado a comienzos de año; todavía un 7,4% por debajo del valor al cierre de 2013), le dio confianza al titular del BCRA empezar a mover un poco el tipo de cambio oficial, 0.6 puntos (una suba de 0,75%). La idea -podemos presumir- era iniciar microdevaluaciones como para indicar que la moneda no va a seguir fija, y sacudir un poco las certezas de los sectores propensos a especular. Algo así como la política que aplicó Redrado hace unos años cuando estaba al frente del BCRA. También, presionado por el Ministro de Economía (que contaba con aval de Cristina) el Jefe del BCRA empezó a bajar la presión sobre las tasa de interés. En una interna cada vez más ventilada (para delicia de la “corpo”), Kicillof había acusado a Fábrega por la recesión, sosteniendo que las altas tasas frenaron el crédito y el consumo. Lo cual es cierto, pero tanto como que los techos a los salarios y el mazazo devaluatorio (así como los tarifazos de transporte, luz y gas) son parte del mismo combo de ajuste. Ahora Fábrega bajó 2 puntos las tasas de las letras del BCRA. A la vez que relajó el cepo cambiario autorizando el giro de utilidades al exterior (que se  quintuplicaron en 2013 respecto 2012, sumando los $s 1.344 millones; menos de un tercio del promedio que hubo hasta 2011, de todos modos). 
Los movimientos opuestos y simultáneos de tasas y dólar oficial sacaron de la modorra a los especuladores financieros. Bastó una esta leve baja en la tasa (ahora en 26% a 90 días) para, ante una posible merma de la jugosa rentabilidad que vienen haciendo con estos papeles desde la devaluación, apurarlos a buscar refugiarse otra vez en el dólar, mediante un nuevo pase a activos en dólares, y de paso meter presión sobre el cambio oficial para -si lo logran- hacer buenas ganancias de corto plazo. Esto elevó el dólar blue a un valor por encima del 40% de la cotización del peso oficial, a la vez, que el dólar “liqui” (que es un parámetro central para el blue) se ubicó en $10,76, muy cercano a los $11. La suba del dólar blue a un precio de $11,30, registra una suba del 13%, cercana a la inflación acumulada hasta mayo. Esto podría anticipar el ritmo de devaluación del oficial para reponer la inflación.  El dato más relevante es la caída a la mitad del valor entre el dólar blue y el dólar contado con liqui (dólar fuga), que se ubica en 54 ctvs. Un indicador del pase a activos en dólares de los inversores.
Un dato central, es que los exportadores y las cerealeras también se sumaron a los especuladores (qué sorpresa, ¿no?) reduciendo las liquidaciones de dólares por exportaciones. Aunque en abril habían estado altas, vienen cayendo. Esta semana son hasta ahora un 30% menos que la semana pasada, acumulando sólo U$S 670 millones. Como dice un informe afín al sector “el hombre de campo está enojado con el precio, y espera una mayor devaluación”.  La liquidación de divisas que hacen los sojeros ya es bastante menor a la de abril. Como los pagos por importaciones son crecientes, sólo 1 de cada 4 dólares que compra queda en el organismo.
Aún en el contexto de una economía en recesión, a causa del ajuste y del menor ritmo de compras industriales (automotrices) de Brasil, parece que la pax cambiaria tiene plazo más corto que el que se preveía hasta hace unas semanas. El gobierno volverá a moverse entre las alternativas de nueva devaluación, o una vuelta a los mercados de deuda, todavía trabada aunque la emisión de bonos para pagar a Repsol confirmó que una vez más que el desendeudamiento es cosa del pasado. Probablemente, de acá hasta fines de 2015, veamos dosis mezcladas de ambas recetas ortodoxas, en un combo de ajuste sobre los sectores populares.
La cuestión del dólar no puede atacarse regalando rentabilidad a los especuladores o volviendo al redil de los mercados. Sólo la nacionalización de la banca para conformar una banca estatal única, un verdadero monopolio estatal del comercio exterior y la expropiación de los grandes terratenientes que junto con las cerealeras y los otros eslabones del agropower organizan la especulación, pueden cortar de raíz las maniobras que preanuncian un nuevo mazazo al nivel de vida de los trabajadores y los sectores populares mediante una nueva devaluación. Sólo la clase trabajadora puede imponer esta salida, luchando por un gobierno de otra clase.

viernes, 16 de mayo de 2014

El ajuste K y los ataques patronales apuntan contra el empleo y el salario

A comienzos de este año, señalábamos que el giro dado por el gobierno de Cristina Fernández en enero, al imponer el mayor ajuste cambiario desde 2002 signaba “de forma irreversible, la entrada en una nueva dinámica”. La del ajuste a un ritmo más acelerado. Más acelerado, decimos, porque en los hechos después de las elecciones de 2011 se decretó el fin del tan mentado “nunca menos”, y comenzaron las primeras medidas de ajuste.

Pero la devaluación marcó un salto. Le dio un nuevo empujón a la inflación, que ya se había acelerado de forma considerable a fines de 2013, y en unos pocos meses (de noviembre a marzo) el poder adquisitivo del salario cayó más de 15%. El ajuste cambiario fue seguido por una política monetaria restrictiva que subió las tasas de interés y restringió la liquidez para contener al dólar, con la consecuencia de encarecer significativamente el crédito al consumo -con tasas que llegan al 80%- y reducir (o cortar, según el tipo de bienes) su disponibilidad. Se trató de un zarpazo en toda la línea, el mayor de la época kirchnerista, contra los ingresos de los asalariados y el nivel de vida de todos los sectores populares. Y al mismo produjo un regalo a los bancos, que en el primer trimestre de este año llegaron en algunos casos a cuadriplicar sus ganancias respecto de igual período del año anterior.

Cuatro meses después, se confirma que hemos entrado en una nueva dinámica. Veamos.


Una estabilización “macro” provisional y limitada

La situación que se está configurando, se alejó en lo inmediato de los pronósticos de descalabro de la economía que circulaban durante los primeros meses del año. A fuerza de ajuste ortodoxo, el tándem Kicillof (Ministro de Economía) y Fábrega (Presidente del Banco Central, BCRA) logró estabilizar la situación. La devaluación, seguida por una política monetaria restrictiva (es decir un combo de ajuste ortodoxo por ambos lados) para incentivar el ahorro en pesos y frenar la fuga al dólar; el posterior blanqueo de la inflación con el nuevo IPCNu (aunque también el achicamiento del crecimiento que los libró del cupón de crecimiento a fin de año) y el acomodamiento en una pauta de negociaciones salariales que supera el objetivo que se había puesto el gobierno a comienzos de año (18%) pero que va a dejar los salarios por debajo de la devaluación acumulada desde fines de 2013, y de la suba proyectada de precios para este año, lograron estabilizar la macroeconomía por un período (dependiendo cuánto dure de si planchan la moneda o no, del nivel de inflación y de los dólares que entren por el comercio exterior). Las patronales siempre propensas a reclamar por la “competitividad” se vieron beneficiadas por una devaluación que hizo caer el costo salarial en dólares, y el “agropower” logró un tipo de cambio favorable para liquidar los dólares amasados por la cosecha. Esto puso un freno a la fuga de dólares, que se llevó 13 mil millones de dólares en 2013 a pesar del cepo cambiario.

Los esfuerzos mostrados en la negociación con el Club de París para restablecer un cronograma de pago de estas deudas con acreedores de los países ricos, la circunspecta presencia de Kicillof en la reunión del FMI, y el acuerdo con Repsol para pagar generosamente la compra del 51% de las acciones de YPF, empezaron a despejar alguna posibilidad de emisión de deuda pública en el exterior. Se comprende, con tasas por el piso en los países ricos, los grandes bancos internacionales desesperan por hacer negocios con un país al que le pueden cobrar arriba de 8%. Por lo pronto avanzaron emisiones de deuda de YPF, así como hay ofertas para préstamos a tasas que rondan el 6% al BCRA, para ampliar la cobertura de dólares (es decir, no sería un financiamiento al tesoro del Estado argentino sino una especie de “swap”, que cubre al BCRA para sostener la política monetaria), en ambos casos a tasas altas en términos internacionales, pero mejores que hace un tiempo. La estabilización también despejó, al desinflar el mercado cambiario paralelo, algunos obstáculos que limitaban la extensión del acuerdo Chevron a otras empresas, como era la necesidad de hacer mecanismos para compensar la "pérdida" de las multinacionales por entrar en dólar legal en vez de blue. Al acuerdo con Dow anunciado en septiembre pasado, se sumó otro con la malaya Petronas, así como un nuevo desembolso conjunto de YPF y Chevron por 1.600 millones de dólares. Estos negocios petroleros representan el ingreso de al menos 2 mil millones de dólares para este año.

Todo esto contribuyó a descomprimir el faltante de dólares, tanto por el lado de frenar la salida como de alimentar la entrada, relajando entonces la “restricción externa” (sobre esta restricción en la economía argentina ver aquí). Pero aunque esto alejó por el momento los riesgos de una crisis externa (es decir de un escenario donde el tipo de cambio nuevamente se vuelva inmanejable, con nuevo salto del blue e incluso riesgo del sistema financiero), la inflación que sigue a paso firme, y la baja de la tasa de interés que está encarando ahora el BCRA para tratar de restablecer las condiciones de crédito, dejan el interrogante de cuánto tiempo duraran estas condiciones. A esto se agrega otra inquietud, imprevista hace unos meses, que es el deterioro agudo del balance comercial. Llamativamente el Indec acaba de ajustarlo a la baja para el año 2013, pasando de u$s 9.024 millones a u$s 8.004 millones. Pero lo más alarmante es que las habituales discrepancias con los registros de Intercambio Comercial Argentino (ICA) son mucho mayores que en otros años, y llevaron a ajustar las estimaciones privadas para 2013 a un superávit virtualmente nulo (ver acá). Para este año, se redefinieron los pronósticos y se espera un superávit comercial de u$s 5 mil millones. El saldo externo favorable observado desde 2002 ha sido clave para fortalecer las reservas del BCRA, que se fueron volviendo cada vez más importantes para la política económica a medida que otras patas del llamado “modelo”, como el superávit fiscal o la competitividad lograda en 2002 con la megadevaluación, se deterioraban. Como explicábamos en Ideas de Izquierda 7: “El hecho de que el BCRA tuviera un nivel elevado de reservas, contribuyó durante los últimos años de diversas formas a sostener el esquema de financiamiento imprescindible para afrontar un gasto público en aumento”, entre otras cosas porque permitió que una parte de las reservas fuera usada para pagar deuda pública externa, sin contrapartida de mayor endeudamiento del Tesoro (el Fondo del Bicentenario). Para que nos demos una idea, los vencimientos de deuda del Gobierno nacional que se pagaron con reservas ascienden a u$s 27.500 millones entre 2010 y 2013. Las alarmas sonaron en 2011 sólo porque los dólares de la soja (y otros granos) ya no alcanzaban para sostener el déficit industrial, el déficit energético, los pagos de la deuda, las remesas de capitales y la lisa y llana fuga de dólares. Ese año fue el primero de la década kirchnerista donde el año concluyó con una caída en las reservas en manos del Banco Central.

El superávit comercial previsto para este año está un poco por encima de los vencimientos de deuda pública de este año (3.200 millones de dólares) en caso de que efectivamente no haya pago de cupón de PBI como se prevé por el momento (sino la cifra podría trepar a 6 mil millones de dólares, es decir que el superávit comercial del año no llegaría siquiera a cubrir esto). Considerando que la salida de dólares se enlenteció pero no se frenó del todo, es probable que el año termine nuevamente con caída de reservas. 2015 luce más complicado, ya que los vencimientos ascenderán a 9 mil millones de dólares.

Por eso, aunque en lo inmediato el ajuste cambiario y la política monetaria ortodoxa contribuyeron a estabilizar la situación, el deterioro comercial es otro síntoma de que esto podría durar poco.


La hora de la recesión

La “estabilización” –con los límites que señalamos más arriba- ha sido lograda a costa de un ajuste que golpeó una economía que ya mostraba múltiples señales de deterioro. La devaluación agravó un escenario complicado, empujando en lo inmediato a la economía hacia la recesión. La economía, que venía ya de dos años (2012 y 2013) muy bajo crecimiento (que ahora el ajuste de los números oficiales del PBI confirma), ingresó técnicamente en recesión, ya que se registraron dos trimestres consecutivos de contracción de la economía. Los pronósticos para el año prevén una contracción económica de entre 0,5% y 1,5%. Con una inflación que difícilmente termine el año por debajo de 35%, y acuerdos salariales que salvo excepciones estuvieron por debajo del 30%, la política oficial se orienta hacia una profundización del deterioro del salario real (que en promedio había terminado con una ligera caída en 2013, que en varios gremios, con los convenios salariales negociados por debajo del promedio, fue en realidad un deterioro bastante más marcado).

Uno de los sectores que muestra mayores complicaciones es la industria automotriz. Esta acusa una caída acumulada de la producción de 18% en los primeros cuatro meses del año, y una disminución de las ventas locales del 30% y del 18,6% de las exportaciones en igual período. Por ahora el deterioro se está acelerando, ya que sólo el mes de abril la caída en las ventas mayoristas fue de 40% respecto de igual mes del año anterior. Como señalamos acá, las automotrices han aprovechado las formidables ventajas en flexibilidad que les otorgan las cláusulas de flexibilidad perfeccionadas en cada convenio (por rama y por empresa) durante la última década para ajustar just in time el trabajo, anunciando en unas pocas semanas una seguidilla de suspensiones que afecta a 12 mil trabajadores. Esto evidencia cómo, aún los sectores mejor pagos de la clase trabajadora argentina, y que lograron participar en cierto modo del “derrame” que no bajó a los escalones donde se encuentra el grueso de los asalariados del país, se encuentran hoy ampliamente flexibilizados. Esta dimensión de la precariedad que se invisibiliza en tiempos de crecimiento, se pone en evidencia apenas emerge la crisis. Estamos empezando a ver reminiscencias de lo que fue 2009. Pero promete ser mucho peor, y es necesario responder a la medida del ataque que se viene.

La profundidad de la caída tiene numerosos efectos expansivos sobre el resto de la industria. Las terminales representan el 6,5% del PBI industrial y el 7,2% del empleo en forma directa. Aún con la limitada integración de componentes locales en los vehículos (30/35%), más de 400 empresas autopartistas se mueven al vaivén de lo que ocurre con la producción automotriz. El 55% de su facturación está compuesto por ventas a las terminales locales. Otro 15% se dirige a Brasil, donde las automotrices también están aplicando suspensiones. La onda expansiva del parate automotriz continúan, a través de sus proveedores, hacia un importante número de metalúrgicas, fundidoras y proveedores de insumos básicos como acero, aluminio, vidrios, químicos y plásticos. Esto significa sectores que implican que no menos del 14% del PBI industrial (3% del PBI total nacional). Según estimaciones de Dante Sica de Abeceb, por cada puesto de trabajo generado en una terminal automotriz, se crean otros 3,7 empleos en empresas eslabonadas en la cadena de producción, distribución y comercialización. Es decir que la crisis automotriz afecta a una buena parte de los más de 165 mil empleos involucrados en la cadena. Ante esto las patronales se aprestan a descargar sobre los trabajadores el peso de la crisis. Ni lerdos ni perezosos, las patronales autopartistas ya iniciaron despidos, como observamos en Gestamp.

¿Cuáles son los motivos de esta caída? En la industria automotriz el gobierno pretende explicarla centralmente por la caída de Brasil. Pero aunque las exportaciones cayeron fuerte, mucho más lo hicieron las ventas locales. También están cayendo fuerte otras ramas de la industria muy vinculadas al desenvolvimiento del mercado local. De conjunto la actividad industrial de marzo de 2014 muestra disminuciones del 6% en términos desestacionalizados. La producción de cemento registra en marzo una caída del 4,8% en comparación con igual mes de 2013; en el primer trimestre de 2014 en comparación con el mismo período del año anterior la producción de cemento presenta una disminución del 0,8. Alimentos y bebidas cayó en marzo 0,4 respecto de igual mes del año anterior, y acumula en el año una caída de 0,6 respecto de igual período del año previo). Mientras tanto, firmas como Aluar que exporta un 70% de la producción, presentaron balances con ganancias que crecieron un 115% en nueve meses.

En este contexto, durante la segunda parte del año podría haber, en el mejor de los casos, alguna reversión parcial del deterioro. Hasta marzo el consumo agregado acumulaba en el año una caída del 0,6, mientras que el crédito al consumo registraba una caída de 6,1%.

Después de paritarias y la liquidación de la soja puede haber algún impulso a la demanda, aunque limitado porque la tendencia a la destrucción del empleo no da signos de detenerse. las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) publicadas para el primer trimestre, que reflejan una merma interanual del 1,2 por ciento en la cantidad de obreros en la industria manufacturera. La encuesta industrial del Indec indica que el 3,2% por ciento de los empresarios fabriles prevé una baja en el número de empleados para los próximos meses, así como también estiman reducir la cantidad de horas trabajadas. Según la encuesta reciente de la consultora SEL, sobre 140 grandes empresas, un 15% espera disminuir su personal en 2014, cifra que casi duplica la relevada el año pasado, cuando sólo el 8 por ciento preveía despidos. El estudio señala que “esta expectativa se agudiza en el sector de bienes durables, donde la proporción de empresas que espera disminuciones se duplica, llegando a un 30 por ciento”. En contraposición, el 19 por ciento espera aumentos, 4 puntos por debajo de igual período del año anterior. Según el mismo estudio, el 26 por ciento de las empresas líderes redujo las contrataciones estacionales. Alineado a lo anterior, el 21 por ciento ya ha eliminado la contratación de personal temporario, cifra que asciende al 24 entre las compañías de bienes durables y consumo masivo.



Un programa para frenar el ataque

Ante este cuadro de deterioro, que ya está golpeando sobre la clase trabajadora, desde usinas afines al oficialismo depositan confianza en las herramientas del gobierno para contener los efectos sobre los ingresos de los trabajadores y sectores populares. Mencionan en Programa de Recuperación Productiva (RePRo), implementado en 2008 ante la caída de la economía que causó la crisis mundial. Algunos llegan tan lejos como para afirmar que el anuncio de 40% de aumento para la AUH y para las asignaciones familiares (que analizamos acá) desmiente el rumbo del ajuste.

Pero este aumento es por sí sólo un reconocimiento del ajuste aplicado sobre los ingresos de la clase trabajadora, de los sectores público y privado, que en ningún caso tuvieron una recomposición nominal del ingreso equivalente. Si la AUH le empata le gana por poco a la inflación (no así a los aumentos de precios de alimentos, que alcanzan a 40% desde junio último, cuando había sido el anterior aumento de la asignación), los salarios pierden por goleada.

Ante el déficit fiscal, y las limitaciones para financiarlo, el gobierno no puede actuar para contrapesar la caída económica. Al contrario, está obligado a actuar para profundizarla. A diferencia de otros ajustes devaluatorios (como 2002) que permitieron ajustar gastos en relación a los ingresos, mejorando la situación fiscal, ahora ocurrió todo lo contrario. La devaluación no hizo más que agravar las dificultades, entre otras cosas porque agravó el costo de las importaciones de combustible. Como consecuencia de esto, los aumentos de tarifas de servicios públicos y del transporte trasladan a los precios una parte de los subsidios, pero esto no permite reducirlos sino sólo limitar su crecimiento. Salvo que ensayen a fondo la vuelta a los mercados, o que aceleren el financiamiento a través de la emisión monetaria (que el actual jefe del BCRA no parece dispuesto a convalidar), el ajuste fiscal debe continuar a paso firme, ya que no hay margen para continuar con los mecanismos de financiamiento ensayados en los últimos años (a través de ANSES y el BCRA). Por eso se encuentra limitada la capacidad de empujar la economía con gasto público. A la inversa, la devaluación y la reducción de subsidios, así como el encarecimiento del crédito son un combo de ajuste sobre la economía. La estabilización provisional (que podrá extenderse a cosa de más devaluación -es decir más ajuste- y endeudamiento externo) lograda a fuerza de medidas ortodoxas, está permitiendo dosificar los ritmos, no cambiar la tendencia.

Toda la burguesía y los partidos patronales acompañan las medidas de ajuste. Aunque desde sectores opositores y El Foro de Convergencia Empresaria expresen la intención de lograr medidas más decididas, y sobre todo, aspiren a desmontar mecanismos de intervención en la economía aplicados durante estos años que, aunque aplicados en función de sostener la reproducción del capitalismo nacional, cuentan con el rechazo de sectores empresarios. Pero no hay diferencias en un punto fundamental: que sean los trabajadores los que paguen los costos de la crisis. El gobierno, que al mismo tiempo que puso techos a los salarios por debajo de la inflación se resiste a mover el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, y trata de “privilegiados” a los sectores sindicalizados, pretende que todo esto es para sostener los ingresos de los sectores más bajos. Puro verso: el ajuste pega de lleno sobre estos sectores, ya que, por fuera de la percepción de la asignación con fondos del Estado, buena parte de los ingresos en estos sectores provienen de un empleo, en condiciones no registradas (en “negro”), en los sectores como la construcción que están entre los que más caen (construcción cayó 6% en marzo). Como planteamos en Ideas de izquierda 5, las condiciones de precarización de la fuerza de trabajo, que son las principales responsables del bajo piso de ingresos. Al cabo de una supuesta década “ganada”, el 50% percibe ingresos de hasta $4.040, y el 70% está por debajo de los $6.000. Suena a broma presentar ahora, como medida contra el trabajo no registrado, después de 10 años en el poder, un proyecto de blanqueo de inspiración cavallista, con la modesta aspiración de bajar un 10% el empleo no registrado (es decir que pase de 34% a 28% de la Población Económicamente Activa). En abril, el mismo mes en que se anunciaban estas medidas,las contribuciones a la seguridad social crecieron un 19,4% interanual, la mitad del aumento general que registró la recaudación. Es decir bastante menos que la inflación estimada. Dado que el desempleo no se disparó y que los despidos todavía son puntuales, eso implica que hay empresas que dejaron de pagar los aportes por sus empleados o que empezaron a “negrear” ante el enfriamiento de la economía. El plan de “blanqueo” nace fallado por la crisis, que potencia la inclinación negrera de la burguesía argentina.

Los verdaderos “privilegiados”, en la Argentina del ajuste ortodoxo llevado a cabo puntillosamente por heterodoxos, son los sectores empresarios, si juzgamos por la última presentación de balances de las empresas cotizantes, con crecimientos de los beneficios de hasta 400% en el caso de algunos bancos.

Con el 10A, la clase trabajadora hizo visible su fuerza en la calle. También se puso en evidencia la presencia de la izquierda en sectores estratégicos, como es la zona norte del Gran Buenos Aires donde se encuentran algunas de las principales concentraciones fabriles del país. En numerosas fábricas los sectores clasistas arrebataron muchas de las organizaciones (centralmente Comisiones Internas) de manos de la burocracia sindical. También contamos con el avance político que representa la conquista de diputados, legisladores y concejales de los trabajadores con el Frente de Izquierda. Con esta fuerza los trabajadores podemos evitar pagar los costos de esta nueva crisis (como pasó con el fin del Gobierno de Alfonsín o el de Menem y la Alianza). Tenemos la fuerza para articular una alianza con los sectores populares, resistir este ajuste e imponer una salida opuesta. Es mentira que no queda otra que aceptar las “reglas” del ajuste, es decir, las de los que la “juntaron con pala”. Atacando sus millonarias ganancias, hay una salida a favor de los trabajadores y el pueblo.

Para imponerla, lo primero es terminar con la tregua que, después del 10A, impulsan los sectores opositores de la burocracia sindical. Hay que imponer un paro nacional de 36 horas con movilización y piquetes. Rodear de solidaridad todas las luchas, pelear por la prohibición de todas las suspensiones y despidos, y por la reapertura de todas las paritarias para imponer “cláusulas gatillo” para ajustar los salarios ante la inflación. Reparto de las horas de trabajo manteniendo el salario. Abajo la precarización laboral. Pase a planta y a mejor convenio.

La clase trabajadora puede presentar una alternativa al ajuste. Hay que expropiar a los bancos y crear una banca estatal única controlada por los trabajadores que termine con los usureros. Se debe confiscar a las comercializadoras de granos e imponer el monopolio estatal del comercio exterior, hay que decidir qué se exporta y qué se deja introducir como importaciones de acuerdo a las necesidades populares, y con precios accesibles y no de acuerdo a la ganancia de las multinacionales. Hay que desconocer la deuda usuraria, que ya se pagó más de treinta veces, e imponer que los empresarios retornen los dólares que tienen en el exterior (calculados en 210 mil millones). Si se niegan, hay que expropiar sus bienes en el país. Todas las privatizadas demostraron que utilizaron los subsidios para su rentabilidad, sin inversión (los permanentes cortes de luz fueron la muestra reciente): hay que estatizarlos y ponerlos a funcionar bajo control de los trabajadores.

Estas son demandas de un plan de emergencia que muestran que hay otra salida, pero que no vendrá ni de este Gobierno que se arrodilla ante el capital ni de la oposición patronal. Solo la movilización obrera y popular puede ir conquistando estas demandas y un Gobierno de los trabajadores puede imponer este programa de conjunto. Para que la crisis la paguen los empresarios.

Los Encuentros regionales como el que se prepara para el 24 de mayo en la Zona norte del Gran Buenos Aires, tienen como desafío impedir el avance de las suspensiones y despidos, así como rechazar la ley antipiquetes, la represión a los que luchan y tomar medidas para seguir exigiendo la absolución ya a los petroleros de Las Heras.


jueves, 15 de mayo de 2014

AUH vs Inflación. ¿Mejora efectiva, o restitución (y reconocimiento) del mazazo acumulado en un año?

La presidenta anunció que a partir de junio la AUH pasará de $460 a $644. Se trata de un aumento del 40%. El número en abstracto suena bastante imponente. Tanto que varios oficialistas salieron a hacer declaraciones entusiastas como que se trata de “otro baldazo de agua fría para los que piden ajuste". El encuestador y bloguero Artemio López sostiene que “15 puntos por sobre el nivel inflacionario de 2013 y al menos 10 puntos por sobre el estimado por la ortodoxia para 2014, nuestra estimación es que la actualización del 40% se ubicará 15 puntos por sobre el nivel inflacionario 2014”. El sociólogo llega a afirmar, nada menos, que esto permite “alejarse de la variante ortodoxa del ajuste post devaluatorio”. En primer lugar, debemos decir que las cifras que arroja están bastante por debajo de las que, a falta de credibilidad de la información oficial, pueden aproximarse. Los índices provinciales de las pocas provincias que mantuvieron cifras propias durante 2013, así como otras estimaciones privadas (que sí, tienen una cierto sesgo al lanza, así como el gobierno mostró bajo la impronta de Moreno una tendencia a planchar la variación del nivel de precios hasta llegar al ridículo) ubican la variación de precios para todo 2013 alrededor de 28%. Además, en el caso de los alimentos, que concentran una parte importante del consumo de los sectores de menores ingresos, el aumento de precios fue más alto que la tasa de inflación promedio, rondando el 40%. Por otro lado, para el año en curso, aunque la variación de precios se enlenteció después de los frenéticos aumentos de enero y febrero, resulta prematuro ubicar la inflación del año en 30%, más aún en 25%. Por empezar, se vienen nuevos ajustes en las tarifas de los servicios públicos que van a acelerar el aumento de precios, sobre todo en la zona de CABA y GBA. Para seguir, no está dicho que el gobierno no vaya a ajustar nuevamente el tipo de cambio, y que eso estimule más la suba de precios. Mientras tanto, los números oficiales de inflación vuelven a mostrar algunos vicios que los llevan a presentar una realidad desfigurada, como basarse en los precios cuidados que  están en menos del 30% de los puntos de venta minorista.
Podemos decir entonces que, aunque la recuperación de la AUH le gana a la inflación, lo hace por bastante poco. En el mejor de los casos está unos 8 o 9 puntos por encima de la inflación acumulada desde junio pasado, fecha del último aumento. La mejora en términos reales, ronda entonces apenas el 7%, y es casi nula vis a vis los aumentos de los alimentos.
Sin embargo, el principal motivo por el que es ficcional afirmar que con este anuncio el gobierno se aleja “de la variante ortodoxa del ajuste post devaluatorio” (como si el combo devaluación, intereses altos, acuerdo con el Club de París y pago a Repsol no fuera una indigesta con todo el combo ortodoxo), es porque este anuncio resulta complementario a una pauta salarial que evoluciona bien por debajo de la inflación. Los pronósticos de caída del salario real para este año se ubican entre 5% y 9%. En el mismo momento en que hay empresas que muestran ganancias formidables, entre otras bancos como BBVA Banco francés que cuadriplicó su rentabilidad en el primer trimestre, y el Banco Macro que registró un aumento de 159% en las mismas gracias a las medidas oficiales, YPF que también mejoró sus ganancias aumentando los precios del combustible, y Aluar que más que duplicó sus ganancias en un año, por sólo mencionar unos pocos casos, buena parte de los asalariados ve caer su poder adquisitivo, lo cual se agrava por el recorte de los créditos, cuyo acceso quedó restringido a los sectores de más altos ingresos.

En un momento en que el ajuste k y la ofensiva patronal con despidos y suspensiones en la industria (ante todo automotriz y autopartista) amenaza ya a decenas de miles de puestos de trabajo, el aumento de la AUH no cambia la perspectiva de conjunto de deterioro para los sectores populares. Con esta medida se recompone, pero no se aumenta, una parte de los ingresos de los sectores más precarios (pero que son también los que se están viendo más afectados por deterioro del empleo en sectores como la construcción, que tiene un 65% de trabajadores en negro, mal pagos y que compensan sus ingresos con la AUH, que ahora podría transformarse en su fuente única de ingresos), mientras se impulsa un ajuste sobre el conjunto de los asalariados. Al mismo tiempo en que a los que cuadriplicaron sus ganancias con la devaluación ni siquiera se les impone un gravamen extraordinario, con lo cual se valida la transferencia de ingresos que hizo el Estado con la devaluación de comienzos de año (ver acá). Si esto no es una “variante ortodoxa” de ajuste, se le parece bastante.