Pablo Anino y Esteban Mercatante
El anuncio de un
acuerdo con el Banco Mundial realizado el día jueves 10 por el ministro de
Economía, Hernán Lorenzino, endeudará al país por 3.000 millones de dólares en
los próximos tres años y señala un giro en la política económica más favorable
a los “mercados”. El acuerdo también comprende pagos por 500 millones de
dólares a empresas que litigan con Argentina en el CIADI (Centro Internacional
de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones). Con la contraparte de que
al menos un 10% de lo pagado por el gobierno sería reinvertido en los BAADE
(Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo Económico). Estos bonos, surgidos
de la ley de blanqueo e impulsados ante todo por Guillermo Moreno, no
encontraron hasta ahora casi ninguna suscripción. El agregado de este punto en
el acuerdo con los acreedores del CIADI sugiere la venia de este funcionario (y
por extensión de Axcel Kicillof) al acuerdo con las denotadas empresas
litigantes en esta corte hecha a medida de las multinacionales imperialistas.
En esta escena de noventismo explícito, todas las alas de la trajinada interna
del equipo económico parecen ir de la mano. Pero el plan de endeudar al país es
una causa de todo el empresariado. Es lo que pretenden los economistas de
Sergio Massa, del PRO y de UNEN, tras su discurso de normalizar la situación
con los acreedores y las relaciones con el mundo. Es lo que votó casi toda la
oposición hace semanas en el Congreso cuando se reabrió el canje para dar
señales favorables a un acuerdo con los fondos buitres en Nueva York. En Buenos
Aires ya se notan los festejos de los especuladores con un alza notoria de la
bolsa que alcanzó un nivel histórico este viernes.
¿Podría esto ser
apenas el inicio de un giro pro mercado más a fondo, que concluya con nuevas
emisiones de bonos en dólares? Un giro similar había sido intentado por el
gobierno en 2008/2009, con Amado Boudou como ministro (antes a cargo de ANSES)
y el ahora opositor Sergio Massa como Jefe de Gabinete, pero el salto en la
crisis económica mundial con la caída de Lehman Brothers se lo impidió.
Posteriormente, con la nacionalización de las AFJPs, el uso de las reservas del
Banco Central para pagar deuda, y el recurso a otras variantes de
financiamiento intra sector público alivió las urgencias, y permitió volver con
todo al discurso de “desendeudamiento”, forma presuntuosa de llamar al pago
“serial” de la deuda.
Los medios
opositores ubican detrás de estas movidas a sólo una parte del gabinete
económico (Hernán Lorenzino con apoyo de Boudou), y aunque señalan las
novedades “mercado friendly” de los últimos días las enmarcan en una interna
que podría limitar el giro. Pero no estamos sólo ante un retorno al plan de aquel
momento cuando la política económica estaba en manos del ahora vicepresidente
Amado Boudou y Sergio Massa era Jefe de Gabinete, sino un nuevo gesto forzado
para tratar de acercar posiciones con el capital financiero internacional para
buscar cerrar el litigio con los fondos buitres que tiene curso en los
tribunales de Nueva York. Ante el fracaso del blanqueo de Guillermo Moreno,
reivindicado por el vice ministro de Economía, Axel Kicillof, las ideas de los
ex hombres de la UCEDE (uno adentro del gobierno y el otro en el campo opositor
de derecha) marcan el rumbo económico oficial. Una mezcla de vuelta a los
mercados, seguir drenando el Banco Central, y devaluar la moneda de manera
progresiva, son los recursos obligados para afrontar la escasez de dólares.
Estamos ante el triunfo póstumo del ingeniero Álvaro Alsogaray en la “batalla cultural”.
No obstante, las internas de gabinete no se borrarán y las condiciones de “fin
de ciclo” podrían llevar a sucesivas marchas y contramarchas.
Este rumbo no sólo
responde a la necesidad del gobierno de hacer frente a los crecientes
desequilibrios económicos (inflación, déficit fiscal en alza y superávit
comercial en descenso), sino que también pone de manifiesto el fracaso de la
“sintonía fina” y el intento de blanqueo de capitales a través del cual el
gobierno intentó durante los últimos tres meses recomponer las reservas del
Banco Central que se vienen deteriorando aceleradamente. El BAADE pasó de ser
un instrumento supuestamente para financiar el desarrollo a transformarse en un
vehículo para la especulación y el endeudamiento estatal. El Grupo Bridas de
los hermanos Bulgheroni ya lo anticipó la semana pasada cuando anunció que lo
utilizaría para ingresar capitales al país. Si bien son capitales declarados,
constituyen parte de la fuga legal de dólares que regularmente hacen estos
empresarios amigos del gobierno (y con buena sintonía con Sergio Massa)
mientras evitan invertir en el país. Para el Grupo Bridas significa un gran
negocio porque prácticamente implica que el gobierno le va a pagar intereses
para los proyectos de inversión privados además que se evita realizar el encaje
que se aplica para el ingreso de fondos desde el exterior.
El arreglo con las empresas que tienen
litigios en el CIADI supuestamente comprendería inversiones a través del BAADE.
Pero para eso el gobierno acepta pagarles 500 millones de dólares en bonos
endeudando aún más al Estado, a quienes saquearon al país con las
privatizaciones, por causas que tienen dictado en contra de Argentina en el CIADI.
Este tribunal es parte del Banco Mundial y se encuentra dominado por los
centros imperialistas. Esto abre el camino para que Repsol también busque una
recompensa en el CIADI por la expropiación parcial que tuvo lugar luego de
saquear los recursos hidrocarburíferos por más de una década.
El giro económico
del gobierno no terminaría allí. Un nuevo índice de precios se está
consensuando con el FMI (Fondo Monetario Internacional) en la perspectiva de
intentar salir del “dibujo” que hace el INDEC y de retomar las relaciones
normales (¿carnales?) y abrir una nueva etapa de endeudamiento con ese
organismo. Luego del acuerdo entreguista con la Chevron, el gobierno viene
endeudando a YPF con el lanzamiento de obligaciones negociables realizado el
viernes 27/9 que contó con la suscripción de 150 millones de dólares por parte
de capitales yankes, en una operación capitaneada por el Citibank y el HSBC. Lo
mismo ocurre con los ferrocarriles. La supuesta “revolución ferroviaria” del
ministro Florencio Randazzo cuenta con líneas de financiamiento del BID (Banco
Interamericano de Desarrollo).
El
“desendeudamiento” fue puro mito porque la deuda siguió creciendo, a la vez que
se convirtió cada vez más en deuda intra- estado. Es decir, se pagó a los
especuladores con los fondos de los jubilados depositados en la ANSES y con los
recursos que produce el pueblo trabajador y se encuentran en el Banco Central y
en el Banco Nación, entre otros organismos. La presidenta lo reconoció cuando
dijo que eran “pagadores seriales”.
El gobierno apura
la resolución de los problemas actuales volviendo a la amarga receta de la
deuda, que nos pone ante el horizonte de ajustes que Cristina Kirchner declaró
que no iba hacer, pero que estas medidas preparan. De todos modos los
desequilibrios económicos difícilmente se resolverán, más aún cuando la crisis
económica mundial sigue como telón de fondo. Hay otra salida para enfrentar los
apuros actuales, la única para defender las aspiraciones del pueblo trabajador.
Dejar de pagar toda la deuda, nacionalizando toda la banca y estableciendo un
monopolio estatal del comercio exterior y de los movimientos de divisas. Lejos
de aceptar los chantajes del CIADI, declarar nulos todos los tratados
bilaterales (TBI) de inversión con sus cláusulas a la medida de las
multinacionales. Apropiación íntegra de toda la renta agraria, minera y
petrolera para solventar las obras de infraestructura y de recomposición del
entramado energético y de transporte diezmado por la desinversión empresaria
con la venia gubernamental, nacionalizando las empresas bajo gestión de los
trabajadores. Que la crisis la paguen los capitalistas.
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