miércoles, 22 de mayo de 2013

Aumento de la reinversión de las firmas extranjeras ¿motivo de optimismo?


Con la buena onda a prueba de todo que el columnista de Página/12 Alfredo Zaiat pone para adornar las perspectivas de la economía argentina (atribuyendo los méritos siempre a las políticas del gobierno nacional), este último domingo hizo foco en los datos sobre Inversión Extranjera Directa (IED) presentados por la CEPAL en los últimos días. Cuando hablamos de IED, nos referimos a los flujos de fondos que inyectan capital en algún área de la producción, ya sea mediante compras de empresas o la radicación de nuevos proyectos. La IED de un país tiene tres componentes, aportes de capital a empresas radicadas en ese país, préstamos entre compañías (positivo o negativo según las firmas radicadas en el país sean receptoras netas o aportantes netas), y reinversión de utilidades realizadas por la firma extranjera en el país en cuestión.
Zaiat destaca como un logro de la política oficial que la reinversión de utilidades de las firmas extranjeras haya tenido un salto formidable, pasando de u$s 3.059 millones en 2011, a u$s 7.984 en 2012. Un aumento de 160% en un año. De esta forma, la reinversión de utilidades pasó de representar el 31% de la IED al 64%. Para el periodista esto “expone la posibilidad de desplegar la capacidad del Estado para intervenir en el flujo y orientación de la inversión privada”.
Sin embargo, a pesar del optimismo que pretende trasmitir el periodista sobre las capacidades estatales, no lo ayudan los indicadores sobre lo que está ocurriendo con la formación de capital en el país. Es que mientras las cifras de la CEPAL presentan un formidable crecimiento de la IED por reinversión de utilidades, la Inversión Bruta registra una caída considerable, que algunos estiman superior al 6%. Considerando que la IED tuvo un monto equivalente a no menos del 15% de la inversión bruta de 2012, sorprende que si este monto se “orientó” gracias a la “capacidad” estatal hacia la inversión productiva, no haya impactado llevando al aumento de la inversión total. O fue más que compensado por la caía en la inversión de empresas de capital local, o la mentada “capacidad” del Estado no para orientar no alcanza para garantizar que una parte significativa de las utilidades no giradas al extranjero tenga destino productivo.
Ocurre que en realidad todo lo que muestran las cifras de la CEPAL es que, aunque cayó casi un 50% la entrada de nuevos capitales destinados a desarrollar o potenciar proyectos productivos en el país, dentro de las empresas extranjeras ya instaladas se tomó la decisión de no sacar capitales en una proporción mucho mayor que en años anteriores, compensando esta caída (se “tomo la decisión” es una forma de decir, ya que el cepo de divisas se extendió, informalmente, a las remesas de utilidades, que las empresas fueron “invitadas” a decidir no hacer). Pero la mera indicación contable que una proporción mayor de las utilidades de firmas extranjeras se mantuvieron en el país no se traduce automáticamente en acumulación de capital. Como reconoce al pasar Zaiat en el redondeo final de su artículo, la intervención estatal logra mantener los fondos en el circuito local, pero no garantiza su destino productivo, ya que también pueden destinarse a inversión “de cartera (compra de títulos públicos)”.
El logro con el que tanto se exalta el periodista oficialista, no va más allá de haber frenado por el momento, gracias a presiones no escritas, la sangría de una parte de las jugosas ganancias que el capital extranjero logra con su valorización en el país. Las bases estructurales para esta sangría, que durante la mayor parte de la última década duplicó en términos de PIB los niveles de los años noventa (rondando el 2% del PIB ante el 1% de la década previa) no se han visto mínimamente afectadas. Esto es así porque la penetración del capital imperialista posicionado en los principales sectores de la economía nacional, ha seguido aumentando de forma imparable, con excepción del sector petrolero donde se produjo la “recompra” de YPF (que de todos modos busca de forma acuciante la salvación de un socio extranjero para explotar Vaca Muerta para cortar con la tendencia declinante de la producción, una muestra de que la dependencia no se ve mínimanete afectada por el desplazamiento de Repsol). Las medidas de presión informales sobre las multinacionales a lo sumo reducirán por por un tiempo el drenaje de dólares al extrenjero por utilidades, pero no cambiarán las tendencias de largo plazo. Más aún, esta reducción temporaria que alegra al periodista promete transformarse mañana en una sangría redoblada.
Sólo podría lograrse cambiar la tendencia de fondo atacando la penetración del capital imperialista en el país, algo que en ningún momento fue parte de la agenda del gobierno “nacional y popular”, que sólo se escandalizó con la penetración del capital extranjero cuando la creciente sangría de dólares empezó a poner en duda la capacidad para manejar la política económica (incluyendo dentro de esto los pagos de la deuda externa cumplidos a rajatabla). Se comprende: el “capitalismo en serio” prometido desde el primer día por el Nestór y Cristina, no puede hoy más que profundizar la integración subordinada en el sistema mundial capitalista; la “burguesía nacional” que tantos beneficios recibió durante la últimada década, está hoy más que nunca unida por uno y mil lazos al capital imperialista, y tiene su principal interés en mantener las condiciones de su valorización, que no son otras que las de la subordinación y la dependencia. Sólo la clase obrera, conquistando su independencia política e imponiendo un gobierno de los trajadadores, puede romper las ataduras con el imperialismo como punto de partida para una reorganización de la producción social en función de las necesidades obreras y populares.

sábado, 18 de mayo de 2013

La inflación, la economía en los años K... entrevista con puntos varios


El sábado 18/5 fui invitado a participar de una entrevista en el programa radial Al dorso, que sale en FM La tribu los sábados de 13 a 15. La invitación surgió a raíz del debate que viene habiendo entre varios economistas ("heterodoxos" y marxistas) sobre la inflación, a raíz del artículo escrito hace algún tiempo, publicado aquí. Acá abajo pegados los audios de la entrevista.



lunes, 13 de mayo de 2013

Raúl Godoy (dirigente obrero de Zanon, PTS) en gira por Europa

Invitamos a seguir las actividades del compañero Raúl Godoy en su gira por Europa, que podrán verse en el blog http://raulgodoyzanoneuropa.wordpress.com/. El dirigente de Zanón, la experiencia más avanzada que dio la clase trabajadora argentina ante el descalabro de 2001, y que plasmó en los cambios de estatuto del sindicato ceramista un ejemplo de sindicalismo antiburocrático, impulsando de forma incansable durante estos años la solidaridad con otras luchas y haciendo propias las demandas del pueblo pobre, sosteniendo la necesidad de coordinación del sindicalismo antiburocrático y de izquierda, y la organización política independiente de los partidos patronales, compartirá la experiencia de estos más de diez años con numerosas organizaciones de los trabajadores europeos, continente donde se vienen sucediendo numerosos ataques de la clase dominante contra la clase obrera. Como se plantea aquí, "la lucha de Zanón demuestra que SÍ SE PUEDE lograr una salida obrera contra los cierres de empresa, EREs y el desempleo que ya supera los 6 millones en el Estado español".

jueves, 9 de mayo de 2013

Desendeudamiento y pesificación, al arcón de los recuerdos


 
Luego de los anuncios de estos días, que se analizan con detalle acá y acá, hay dos términos que el gobierno ya no podrá seguir utilizando para describir al mentado "modelo", significante que se va llenando de forma variada según los giros que pegue la política económica. El primero de ellos es desendeudamiento. Sí, no es nuevo, en los últimos años el tesoro viene contrayendo deuda por varios miles de millones de pesos, pero hasta el momento había sido deuda en pesos, y en su abrumadora mayoría contraida con organismos públicos como la ANSES, el Banco Central, etc. Ahora cruzó un rubicón que tantos funcionarios y escribas oficiales aseguraron que nunca se cruzaría: emitir deuda en dólares. No otra cosa son los bonos que se planea emitir. Recordemos, varias veces los defensores de la política oficial, una vez que no pueden seguir diciendo que hay desendeudamiento (porque es algo del pasado, aparte de que el término es muy rimbombante para decir en realidad que se pagó, como diría el tango, como unos chambones), pasaron a decir que no hay mayores problemas, porque la deuda que se venía emitiendo es en pesos, no en dólares, y ningún país tendría problemas para emitir en su propia moneda. Bueno, por cada CEDIN o BAADE que emita, el gobierno contrae una deuda en dólares, no en pesos. Así que, ni "deseudamiento" en pesos, ni en dólares. El problema del acceso a dólares para pagar deuda en dólares, que se suponía que era algo que se iría terminando en el futuro, vuelve, ya que, como dice Julio Gambina en un artículo moderadamente crítico, "Con esta medida se retoma el camino de la deuda dolarizada".
"Pesificación" es otro término que los entusiastas de la política oficial deberán usar con algún prurito. Activos en moneda extranjera tendrán circulación legal en el mercado local, para financiar inversiones productivas, y, más aún, las transacciones de inmuebles, cuya pesificación fue un objetivo reiteradamente proclamado, queda también archivada. Los bienes inmuebles seguirán pactándose en dólares, con el aval oficial que expresa el CEDIN. 
Ni crecimiento, ni inclusión, ni desdolarización ni desendeudamiento (y por lo tanto ni "soberanía"). El "modelo" K se va quedando sin palabras que le den algún barniz progre.

martes, 7 de mayo de 2013

Algunos apuntes sobre el blanqueo de dólares

Luego de un largo tiempo de que los funcionarios del gobierno nacional insistieran en que el mercado del dólar blue, por su reducido tamaño, tiene nula incidencia en la economía real, algo desmentido hasta por los más entusiastas del modelo, el gobierno anuncia una iniciativa de blanqueo, acompañado de la creación de bonos para captar los dólares. Apunta así a cortar el drenaje que se viene produciendo e incentivando el regreso de algunos dólares del colchón al raquítico mercado local de capitales. También busca atacar uno de los peores efectos del salto del paralelo, la parálisis del negocio inmobiliario.
Un bono que rinde un 4% anual (pagado semestralmente), apunta a operar captar fondos destinados al sector energético, mientras que un Certificado de Depósito para el Sector Inmobiliario (CEDIN) busca permitir que se reactiven las operaciones en este sector, que tradicionalmente trabaja con moneda extranjera.
Algunos medios opositores no han dejado pasar la oportunidad de señalar la vuelta a la convertibilidad detrás de los anuncios: el bono que emite el Banco Central es al portador y transferible, y se puede usar como moneda ciento por ciento garantizada por las reservas guardadas. Igualito que los pesos durante dicho régimen monetario.
Algunos economistas habían sugerido iniciativas en el mismo sentido en que intenta moverse esta, de recrear algunos instrumentos de ahorro en el mercado local (aunque estos no son en pesos). 
¿Qué decir de los anuncios? En primer lugar, que atacan las consecuencias y no las causas. Las raíces del problema del dólar blue se encuentran en la inflación, y en la decisión del gobierno de no hacer con ella otra cosa que ocultarla, aprovecharla para realizar ajuste encubierto (recaudando más y gastando menos en términos reales) y poner algún parche en los trastornos que genera mediante subsidios. Aunque los escribas oficialistas hagan malabares para demostrar que no hay ningún problema con el dólar, las crecientes dificultades de rentabilidad y competitividad en distintos sectores, aún tapadas por las trabas a las importaciones, señalan lo contrario. Cada vez más sectores empresarios alientan la devaluación y, en el interín, sacan provecho de las restricciones del gobierno para amasar fortunas en negocios de corto plazo, especulando el mercado blue con formidables ganancias. El que apostó al dólar ganó, y lo hizo a lo grande.
Una segunda cuestión, es que, como hacen regularmente los gobiernos en problemas, apelan al bolsillo de los capitalistas, y no a su corazón, regalándoles otro jubileo impositivo. Algo que jamás podría ocurrir con los impuestos que recauda el Estado que caen sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo pobre. En cada consumo estamos obligados a afrontarlos (incluso cuando despupés el empresario que lo recauda lo evada). Y con la cuarta categoría del impuesto a las ganancias, impuesto cada vez más "popular" (porque más trabajadores deben afrontarlo), jamas un jubileo similar. Estos sólo están destinado a la clase capitalista, a la cual el Estado que gobierna en nombre de sus intereses regularmente la obsequia con estos anuncios para que, como el don Carlos de la propaganda de la AFIP, tengan la "grandeza" de poner algunos de sus dólares (ni se nos ocurra que todos) en la legalidad.
Una tercer cuestión, es qué efectos podrán tener estas medidas. Habrá que terminar de ver la letra chica, pero podemos adelantar un par de opiniones. Al atacar las consecuencias, no altera los fundamentos para la salida de dólares que se viene produciendo sin pausa hace años, sin que los torquinetes hayan logrado más que frenar su velocidad. Dicho esto, es probable que una parte de los dólares acolchonados regresen al sistema, para aprovechar rendimientos en dólares que no son desdeñables, a falta de alternativas de inversión productiva promisorias y sin grandes rendimientos previsibles tampoco en inversiones en el exterior. En el mercado inmobiliario, aunque el CEDIN busca facilitar el desarrollo de las transacciones, poniendo al Estado como mediador, que recibe dólares de los compradores para entregar posteriormente a los vendedores de las propiedades (nuevamente el 1 a 1; el gobierno garantiza un dólar al propietario por cada dólar recibido a cambio de certificados), no resuelve el conflicto de fondo que trabó las operaciones. Esto es, la incompatibilidad entre los costos que deben afrontar quienes se deshacen de los dólares y quienes los reciben para alcanzar un punto de acuerdo en el que ambos tengan pérdidas aceptables. Si esta negociación para llegar a un dólar "gris" se fue volviendo imposible con el crecimiento de la brecha entre el dólar legal y el blue, el anuncio del gobierno sencillamente remueve el terreno para este tira y afloje. Pero los costos de oportunidad de vender al dólar legal actual, que empujan a valuar las propiedades más allá de los precios que podrían encontrar compradores dispuestos, no desaparecerán mágicamente. Aunque el ordenamiento a través de los CEDIN seguramente sacará al sector de la parálisis en que se encuentra hoy, parece poco factible un dinamismo como el que venía registrando hasta hace no mucho tiempo.
Por último, pero no menos importante, aunque el gobierno nacional hace anuncios con los que aspira a ganar tiempo, esto no le permite por sí sólo salir de la encerrona en que se encuentra respecto del dólar. El mercado ilegal seguirá ahí, ya que también lo harán todas las restricciones para la venta de dólares. Si el éxito moderado de las medidas descomprime parcialmente y desinfla el valor del blue (cosa que no puede descartarse, aunque más no sea por una "toma de ganancias" por parte de quienes vienen apostando fuerte y con éxito en ese mercado), el kirchnerismo podrá encarar los tiempos electorales sin preocuparse demasiado por la cuestión del dólar. En este escenario, quedaría para tiempos pos electorales la respuesta a la pregunta de si hacer un desdoblamiento legal (medida muy arriesgada), devaluar (más riesgoso aún), o encarar un plan de ajuste antiinflacionario más ortodoxo que incluya una vuelta a los mercados para aprovechar las bajas tasas de financiamiento que existen hoy a nivel internacional. Pero como sea, todas las alternativas mencionadas, que incluyen variantes de más ajuste (algo que ya viene ocurriendo pero que el agotamiento del modelo plantea en mayor escala) contradicen de cabo a rabo la afirmación de Cristina Fernández: "El corazón del modelo rechaza todo lo que signifique transferencias compulsivas de ingresos de los sectores mayoritarios, sus clases medias y medias bajas, los pequeños y medianos productores, pequeños comerciantes". No otra cosa que esto es lo que está detrás de todas las alternativas de fondo, fuera de los parches coyunturales como los anuncios de hoy. Los trabajadores debemos poner en marcha un plan alternativo, que de respuesta a las aspiraciones fundamentales de los trabajadores contra las cuáles se está cocinando otro zarpazo de este régimen de explotación y miseria.

sábado, 4 de mayo de 2013

La Argentina, a 10 años de la salida de la convertibilidad: contradicciones recurrentes para la continuidad de la acumulación capitalista. Una mirada desde la teoría marxista

En el post anterior nos hemos referido a los ciclos stop & go (pare siga), que han sido ampliamente teorizados por la corriente estructuralista (Canitrot, Porto, Oscar Braun). Queríamos destacar un trabajo de hace un tiempo, La Argentina, a 10 años de la salida de la convertibilidad: contradicciones recurrentes para la continuidad de la acumulación capitalista. Una mirada desde la teoría marxista, donde desarrollamos una visión de este problema que, partiendo de muchos aspectos correctamente tratados por estas corrientes, señalamos las insuficiencias de los mismos. Cuestión de gran interés para dar cuenta de los rasgos que tuvo la acumulación de capital también en la última década, mostrando la persistencia de problemas profundos y de larga data.

viernes, 3 de mayo de 2013

Otro año de frenazo económico. Un “modelo” K sin tasas chinas y cada vez más averiado






Aunque a comienzos de 2013 la mayor parte de los pronósticos coincidían en señalar que este año la economía argentina repuntaría del frenazo que tuvo en 2012 (año en que las estadísticas oficiales registraron un crecimiento del 1,9%, que para varias consultoras fue aún menor).
Sin embargo, entrando en el quinto mes del año, estas expectativas parecen desinflarse. EL primer bimestre del año mostró un crecimiento de 2,8%. La apuesta del gobierno, por iniciativa de Guillermo Moreno, de mostrar un congelamiento de precios creíble, para limitar las paritarias pero también para alentar el consumo, no tuvo éxito. El freno de las subas fue relativo, pero además ya la suba de precios que precedió a los acuerdos ya había hecho mella en el poder adquisitivo de los salarios. Por eso, algunos relevamientos registran un freno al consumo cuyo principal motivo se encuentra en la caída del salario real (Finsoport señala que esta caída fue del 2% en lo que va de 2013). Lo que es aún más digno de atención, es que se registró una fuerte caída en las ventas en supermercados, que "se caracterizan por una baja variabilidad".
La situación de una economía sin crecimiento parece haber llegado para quedarse. Y la política económica del gobierno nacional, lejos de poder operar para contrarrestar esta tendencia como intentó hacer en otros momentos, ayuda en varios aspectos a consolidarla.

El stop sui generis de Guillermo Moreno
En las elaboraciones sobre la economía argentina existe una amplia literatura sobre los ciclo Stop & Go [o pare/siga]. Algo hemos comentado en este blog sobre los mismos, polemizando con algunos aspectos de la explicación estructuralista sobre los mismos. Sínteticamente, el mismo se producía cuando, ante una restricción en la disponibilidad de divisas, se forzaba una devaluación de la moneda nacional, que resolvía la falta de divisas ajustando la demanda de las mismas a la baja por la vía de la recesión. Esto recreaba las condiciones para el crecimiento durante un período, hasta que nuevamente se ingresaba en el atolladero y se volvía necesario otro ajuste devaluatorio.
La Argentina, aún con decenas de miles de millones de dólares acumulados en el Banco Central como reservas, y con un comercio exterior superavitario, está enfrentando desde el año pasado una salida de dólares superior al ingreso de los mismos, que hizo sonar las alarmas del gobierno. Como señalamos en otras oportunidades, este saldo positivo en la balanza de pagos fue desde 2010 el único punto de apoyo para administrar desequilibrios crecientes, como son el alza de precios, la necesidad de recurrir a nuevas fuentes de recursos para sostener un gasto fiscal en alza y la crisis energética. Si hasta 2010, aún con fuga de capitales, los dólares del comercio alcanzaron para que el BCRA financia al tesoro pago de la deuda en dólares y que las empresas de las potencias imperialistas giraran dólares al exterior sin caída de reservas, 2011 cerró con caída. Por eso, se dispararon las medidas de Guillermo Moreno para trabar las compras al exterior, y el cepo cambiario del que ningún funcionario quiere admitir la responsabilidad.
Estas medidas, especialmente las trabas a las importaciones, ayudaron al frenazo en una economía que ya venía acumulando dificultades para sostener el crecimiento a tasas elevadas, que fueron manifestándose de forma creciente al menos desde 2008. Lo que es notorio desde el último año, es son los márgenes más estrechos en los que empezó a manejarse la acción gubernamental. Desde que emergieron los primeros síntomas de agotamiento, la política del gobierno apostó a administrar las dificultades con cambios limitados, evitando cualquier reformulación profunda del esquema económico. Esto implicó convivir con desequilibrios cada vez más flagrantes que han ido restringiendo los márgenes para la política económica agotando uno a uno los pilares del “modelo”, el dólar caro, el superávit fiscal y también de la balanza de pagos, pero sin que esto afectara severamente el crecimiento económico. El año pasado, en cambio, el gobierno debió aplicar un stop, restringiendo las importaciones y –como subproducto de ello- poniendo límites a varios sectores productivos altamente dependientes de insumos importados como es buena parte de la industria manufacturera.  Este panorama, señalan varios analistas críticos de la política oficial (ver aquí), no hará más que deteriorarse.  Mario Brodersohn lo vincula de forma directa a la reaparición de la restricción externa:

en el 2013, aun partiendo de un nivel récord de exportaciones de 84.000 millones, no queda otra alternativa que seguir enfriando la economía porque ese nivel de exportaciones sólo alcanza para financiar el nivel de importaciones que demanda una economía que permanece estancada.
En el 2014 se agrava el impacto de la restricción externa porque para crecer un 1.5 % requerirá un nivel de exportacionesmás alto que el del 2013 a fin de financiar el aumento en lasimportaciones.
Lo mismo ocurriría en el 2015 si la economía crece un 1.5 %. Todas estas proyecciones nos conducen a esperar para el 2013/15 una economía que prácticamente permanece estancada en los mismos niveles que en el 2012. El crecimiento a tasas chinas pasara a ser un recuerdo histórico.

La suerte, pilar central del "modelo" versión 2013
La particularidad que muestra el desgranamiento actual de la economía argentina, es que no hay preanuncios de descalabro como los vividos en todos fines de “época” previos. Aunque son numerosos los desequilibrios existentes, y hoy la política del gobierno busca compensar algunos (como la falta de dólares) agravando otros problemas, ni por el lado de la deuda, ni por el frente externo, hay un pronóstico de tormenta como el de 2001. Aunque el salto de la brecha entre el dólar oficial y el blue muestra (y alimenta aún más) fuertes expectativas de devaluación, el gobierno aún tiene margen, ya que cuenta con dólares de reservas que están todavía en un nivel bastante considerable. Los dólares de reservas del BCRA actúan como garantía para el pago de la deuda, así como permiten resistir las presiones para devaluar más el peso y soportar la salida de capitales que se taponó pero no se frenó.
Por eso, algunos economistas, como Eduardo Levy Yeyati por ejemplo, señalan que debemos prepararnos, no para una “crisis” a la argentina, con sus episodios dramáticos, sino para una “deriva sin desenlace”, una economía que mantenga las tasas actuales, y los problemas que se vienen acumulando sin resolverse, sin entrar en una espiral de desequilibrios.
No se trata de un escenario improbable, aunque, es necesario decirlo, para que este pueda continuar se viene dependiendo cada vez más de la suerte. Toda la estrategia del gobierno, de administrar algunos desequilibrios creando otros problemas, depende de un pilar que está determinado por condiciones que el gobierno ya no controla. Los dólares del superávit comercial son clave para que el BCRA cuente con reservas para financiar al tesoro (el gobierno le tomó en préstamo u$s 3 mil millones en las últimas semanas para pagar la deuda) y para sostener una política monetaria que cada vez es más expansiva. Si ya hay un gran problema en perseguir juntos todos estos objetivos porque se genera una exigencia muy fuerte sobre dichas reservas, el mayor problema es en qué medida está garantizado el acceso a los dólares. Las medidas de Moreno contuvieron el drenaje, el problema es en qué medida el flujo positivo comercial (sin el cual no hay “tapón” que pueda funcionar) puede garantizarse. Hoy hay superávit comercial gracias a una soja que cotiza a más de 500 dólares la tonelada, es decir muy cerca de los techos de los últimos años.  Contra la idea de que los precios más altos responden a causas estructurales, el chileno Gabriel Palma, sostiene que “no hay ninguna evidencia de que lo que pasa en Asia explica un cambio estructural permanente en el mercado de las materias primas. Es un error pensar como permanente algo que es transitorio” ("Un cambio de precios de las materias primas puede ser letal", El país, 26/02/2013). En las últimas semanas estamos viendo la caída. De esfumarse el superávit comercial, aún con todos los esfuerzos de Moreno para evitarlo, todo el complejo sistema de contrapesos que viene permitiendo administrar los desequilibrios crecientes quedaría desestabilizado. Por eso, como hemos señalado varias ocasiones, la economía argentina se encuentra en una situación sin “capacidad de reacción”. Aunque el gobierno puede manejarse mientras no se produzca ningún cambio abrupto, no está en condiciones de acomodarse a un fuerte deterioro sin entrar en situación de descalabro, algo que, en cierta medida, pudo hacer en 2008/09. En ese momento no se frenó una destrucción de puestos de trabajo que rondó los 100 mil, pero se pudo poner en juego recursos para contener un impacto que podría haber sido mucho más severo. Un dato central hoy es que la posibilidad de mantener los desequilibrios bajo cierto control es muy dependiente de que se mantengan condiciones favorables creadas por algunas tendencias de la economía global que tienen bases frágiles (como señalamos acá).
Sin embargo, aún en un escenario como el planteado por Levy Yeyatti, de una situación que se deteriora lentamente pero sin pausa gracias a condiciones externas favorables, con una economía que no cae, dólares de la soja que siguen entrando, una brecha cambiaria volátil pero que no desencadene problemas en los bancos(ver lo que plantea Hernán Lacunza sobre la cobertura de los bancos por parte del BCRA) ni fuerce una gran devaluación ni antes ni después de las elecciones, es decir más de lo que venimos presenciando, estamos hablando de condiciones que llevan a tensiones crecientes entre las clases, que es lo que empezamos a ver durante 2012 y seguiremos viendo cada vez más. Si desde sus orígenes el kirchnerismo se caracterizó por una apuesta a utilizar los recursos del Estado para distender las relaciones entre las clases, impulsando algunas mejoras de ingresos (en relación al piso que habían alcanzado en 2002, pero sin acercarse ni de lejos a los niveles históricos en el caso se los salarios, ver acá) y subsidiando la ganancia, hoy su política ha adquirido un sentido contrario. Algunas medidas de “distensión” se mantienen, pero son combinadas con ataques a importantes sectores de los asalariados, con el torpedeo a cualquier paritaria que intente irse más allá del 20% y el mantenimiento del impuesto al salario luego de la irrisoria elevación del mínimo no imponible anunciada en marzo (según Cristina del 20%, en realidad del 17%). De conjunto, aunque lo niegue, el gobierno impulsa un ajuste que es descargado de forma directa sobre los trabajadores que osen tener el “privilegio” de cobrar un salario que pueda cubrir la canasta familiar, y de forma indirecta afecta a sectores aún más amplios mediante la tercerización de buena parte del recorte del gasto, que están obligadas a hacer las provincias que reciben menos fondos nacionales. Mientras la clase capitalista busca por todos los medios, incluida la inflación, mantener y acrecentar su participación en el ingreso, el gobierno acompaña hoy con su política de ajuste “heterodoxo. El deterioro económico empezó a dar lugar a “despidos hormiga”, que se dan al mismo tiempo que distintas patronales atacan en lugares donde se están desarrollando procesos de organización desde abajo, ya sea luchando contra la burocracia como peleando por delegados y comisiones internas donde estas no existen. Vemos los casos de Lear, Latingraf, la metalúrgica Liliana (Rosario), Felfort, poco antes VW en Córdoba.
Por eso, el escenario de letargo que prevén varios analistas, atado con alambre a que no haya grandes cambios en la situación internacional, es sin embargo uno de creciente descontento obrero y popular, donde veremos luchas duras de las que las últimas semanas mostraron algunos anticipos.