Con la buena onda a
prueba de todo que el columnista de Página/12 Alfredo Zaiat
pone para adornar las perspectivas de la economía argentina
(atribuyendo los méritos siempre a las políticas del gobierno
nacional), este
último domingo hizo foco en los datos sobre Inversión
Extranjera Directa (IED) presentados por la CEPAL en los últimos
días. Cuando hablamos de IED, nos referimos a los flujos de fondos
que inyectan capital en algún área de la producción, ya sea
mediante compras de empresas o la radicación de nuevos proyectos. La
IED de un país tiene tres componentes, aportes de capital a empresas
radicadas en ese país, préstamos entre compañías (positivo o
negativo según las firmas radicadas en el país sean receptoras
netas o aportantes netas), y reinversión de utilidades realizadas
por la firma extranjera en el país en cuestión.
Zaiat destaca como un
logro de la política oficial que la reinversión de utilidades de
las firmas extranjeras haya tenido un salto formidable, pasando de
u$s 3.059 millones en 2011, a u$s 7.984 en 2012. Un aumento de 160%
en un año. De esta forma, la reinversión de utilidades pasó de
representar el 31% de la IED al 64%. Para el periodista esto “expone
la posibilidad de desplegar la capacidad del Estado para intervenir
en el flujo y orientación de la inversión privada”.
Sin embargo, a pesar del
optimismo que pretende trasmitir el periodista sobre las capacidades
estatales, no lo ayudan los indicadores sobre lo que está ocurriendo
con la formación de capital en el país. Es que mientras las cifras
de la CEPAL presentan un formidable crecimiento de la IED por
reinversión de utilidades, la Inversión Bruta registra una caída
considerable, que
algunos estiman superior al 6%. Considerando que la IED tuvo un
monto equivalente a no menos del 15% de la inversión bruta de 2012,
sorprende que si este monto se “orientó” gracias a la
“capacidad” estatal hacia la inversión productiva, no haya
impactado llevando al aumento de la inversión total. O fue más que
compensado por la caía en la inversión de empresas de capital
local, o la mentada “capacidad” del Estado no para orientar no
alcanza para garantizar que una parte significativa de las utilidades
no giradas al extranjero tenga destino productivo.
Ocurre que en realidad
todo lo que muestran las cifras de la CEPAL es que, aunque cayó casi
un 50% la entrada de nuevos capitales destinados a desarrollar o
potenciar proyectos productivos en el país, dentro de las empresas
extranjeras ya instaladas se tomó la decisión de no sacar capitales
en una proporción mucho mayor que en años anteriores, compensando
esta caída (se “tomo la decisión” es una forma de decir, ya que
el cepo de divisas se extendió, informalmente, a las remesas de
utilidades, que las empresas fueron “invitadas” a decidir no
hacer). Pero la mera indicación contable que una proporción mayor
de las utilidades de firmas extranjeras se mantuvieron en el país no
se traduce automáticamente en acumulación de capital. Como reconoce
al pasar Zaiat en el redondeo final de su artículo, la intervención
estatal logra mantener los fondos en el circuito local, pero no
garantiza su destino productivo, ya que también pueden destinarse a
inversión “de cartera (compra de títulos públicos)”.
El logro con el que tanto
se exalta el periodista oficialista, no va más allá de haber
frenado por el momento, gracias a presiones no escritas, la sangría
de una parte de las jugosas ganancias que el capital extranjero logra
con su valorización en el país. Las bases estructurales para esta
sangría, que durante la mayor parte de la última década duplicó
en términos de PIB los niveles de los años noventa (rondando el 2%
del PIB ante el 1% de la década previa) no se han visto mínimamente
afectadas. Esto es así porque la penetración del capital
imperialista posicionado en los principales sectores de la economía
nacional, ha seguido aumentando de forma imparable, con excepción
del sector petrolero donde se produjo la “recompra” de YPF (que
de todos modos busca de forma acuciante la salvación de un socio
extranjero para explotar Vaca Muerta para cortar con la tendencia
declinante de la producción, una muestra de que la dependencia no se
ve mínimanete afectada por el desplazamiento de Repsol). Las medidas
de presión informales sobre las multinacionales a lo sumo reducirán
por por un tiempo el drenaje de dólares al extrenjero por
utilidades, pero no cambiarán las tendencias de largo plazo. Más aún, esta reducción temporaria que alegra al periodista promete transformarse mañana en una sangría redoblada.
Sólo podría lograrse cambiar la tendencia de fondo atacando la penetración del capital imperialista en el país, algo que en ningún momento fue parte de la agenda del gobierno “nacional y popular”, que sólo se escandalizó con la penetración del capital extranjero cuando la creciente sangría de dólares empezó a poner en duda la capacidad para manejar la política económica (incluyendo dentro de esto los pagos de la deuda externa cumplidos a rajatabla). Se comprende: el “capitalismo en serio” prometido desde el primer día por el Nestór y Cristina, no puede hoy más que profundizar la integración subordinada en el sistema mundial capitalista; la “burguesía nacional” que tantos beneficios recibió durante la últimada década, está hoy más que nunca unida por uno y mil lazos al capital imperialista, y tiene su principal interés en mantener las condiciones de su valorización, que no son otras que las de la subordinación y la dependencia. Sólo la clase obrera, conquistando su independencia política e imponiendo un gobierno de los trajadadores, puede romper las ataduras con el imperialismo como punto de partida para una reorganización de la producción social en función de las necesidades obreras y populares.
Sólo podría lograrse cambiar la tendencia de fondo atacando la penetración del capital imperialista en el país, algo que en ningún momento fue parte de la agenda del gobierno “nacional y popular”, que sólo se escandalizó con la penetración del capital extranjero cuando la creciente sangría de dólares empezó a poner en duda la capacidad para manejar la política económica (incluyendo dentro de esto los pagos de la deuda externa cumplidos a rajatabla). Se comprende: el “capitalismo en serio” prometido desde el primer día por el Nestór y Cristina, no puede hoy más que profundizar la integración subordinada en el sistema mundial capitalista; la “burguesía nacional” que tantos beneficios recibió durante la últimada década, está hoy más que nunca unida por uno y mil lazos al capital imperialista, y tiene su principal interés en mantener las condiciones de su valorización, que no son otras que las de la subordinación y la dependencia. Sólo la clase obrera, conquistando su independencia política e imponiendo un gobierno de los trajadadores, puede romper las ataduras con el imperialismo como punto de partida para una reorganización de la producción social en función de las necesidades obreras y populares.