Rolando Astarita publicó
en su blog un post sobre
la naturaleza de la renta agraria, en el que critica la visión de Juan Iñigo
Carrera. La posición que sostiene ya fue planteada en un debate previo, en el
que también intervinimos a raíz de una crítica de Astarita a nuestro artículo
de Lucha de Clases n°
9, “Renta
agraria y desarrollo capitalista en Argentina”.
No podríamos minimizar la
importancia de esta clarificar este problema. En primer lugar para la
caracterización de la formación económico-social argentina, cuyo sector agrario
es de las pocas ramas donde puede mostrar una productividad del trabajo social
que se encuentra entre las más elevadas del mundo, situación que contrasta con
la de buena parte de las ramas manufactureras locales. Pero además, se trata de
una de las dimensiones en las que se articulan de forma compleja los procesos
de producción y circulación de mercancías integrados mundialmente y los que se
configuran en los espacios nacionales, subtotalidades que conforman la
totalidad compleja que es la economía mundial. Muchos aspectos metodológicos
vinculados a esta cuestión se expresan también en otras problemáticas. Con estas
consideraciones, realizamos unas observaciones críticas que extendemos en este
post.
En este tema, como en
estas otras cuestiones, Astarita procede a un “descenso de lo concreto a lo
abstracto”*, al pretender dar por saldados los aspectos que surgieron de la
discusión -en lo que toca nuestro planteo en esta polémica- en el nivel de las
determinaciones más abstractas de la teoría del valor. Nosotros creemos, y
viene siendo nuestro planteo desde el inicio de la polémica, que la cuestión no
puede abordarse en toda su complejidad sin analizar la articulación de los
espacios nacionales y, dentro de ellos, la producción y circulación de
mercancías agrarias.
Valor y diferencias de
productividad
La renta diferencial es un
caso particular, específico, de las relaciones que se producen entre capitales
que exhiben distintos niveles de productividad. Antes de considerar la
dimensión específica, hay que partir de una conceptualización general.
El valor de las mercancías
está determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario, lo cual
significa que serán los capitalistas que utilizan la técnica y los métodos de
trabajo socialmente más extendidos los que fijarán los tiempos de producción
estándares para la elaboración de cada mercancía. En cada rama productiva,
la técnica más generalizada determina un trabajo “modal”, cuya productividad es
la que define la magnitud de trabajo abstracto socialmente necesario que porta
cada valor de uso de la rama en cuestión. Junto al trabajo llevado a cabo en
condiciones “modales”, está el trabajo llevado a cabo con técnicas más
atrasadas, y el trabajo basado en técnicas más productivas. Según algunas
enfoques, el trabajo más atrasado genera un valor adicional, y el más avanzado
obtiene su ganancia extraordinaria de este trabajo excedente que escapa de las
manos del capital menos productivo, como una transferencia intra-rama. Este
planteo es equivocado, y no resulta consistente con lo que plantea Marx. Por
ejemplo cuando afirma: “El tiempo de trabajo socialmente necesario es el requerido
para producir un valor de uso cualquiera, en las condiciones normales de
producción vigentes en una sociedad y con el grado social medio de destreza e
intensidad de trabajo” (El capital, tomo I, Ed. siglo XXI, p. 48).
El capital con una
productividad del trabajo mayor, partiendo de la determinación del valor que
surge de la productividad el trabajo modal, produce en un determinado tiempo
(una hora por ejemplo) más valores de uso que dicho trabajo modal. Esto
significa que produce más mercancías, cada una de las cuales tiene un valor,
establecido socialmente, igual al de las mercancías producidas por el capital
que tiene la productividad “modal”, pero su costo individual es menor que el de
este. A la inversa, el capital con una menor productividad del trabajo
produce menos valores de uso por hora, y por lo tanto genera menos valor por
unidad de tiempo. Aquellos que produzcan con técnicas inferiores tendrán costos
superiores a los socialmente óptimos, y realizando el precio social la tasa
ganancia de estos capitales será inferior a la tasa media. Aquellos que
produzcan con técnicas superiores, tendrán precios de producción individuales
inferiores al promedio, y percibirán una ganancia extraordinaria. Estas son las
determinaciones más generales que determinan las relaciones de valor. La
ganancia extraordinaria no se explica como una trasferencia, sino por las
ventajas de productividad del capital técnicamente más avanzado que el
promedio, que en los valores socialmente dados realiza una ganancia adicional a
la media por unidad de producto.
La renta y el falso gasto
social
La renta es un caso
específico en lo que hace a las plusvalías extraordinarias. Lo es porque en la
producción agraria rigen condiciones particulares en la fijación de los
precios. Marx considera, en este aspecto de acuerdo con Ricardo, que el precio
de producción de las mercancías agrarias para un período x se determinan en
base a los costos de producción de las tierras menos favorecidas que entran en
producción en dicho período. Ya no es la productividad de trabajo con la que
produce el capital que funciona en condiciones productivas “modales” la que
determina el precio, sino que el capital invertido en las tierras menos
fértiles percibirá un precio tal que le permitirá afrontar sus desembolsos de
capital variable (salarios) y constante (capital circulante y fijo) y obtener
una tasa media de ganancia. Los capitales invertidos en tierras más fértiles,
que con igual desembolso de capital logran un rendimiento superior por
hectárea, o que están invertidos también en tierras de la peor calidad pero en
magnitud superior, permitiendo un mayor rendimiento en proporción al capital
invertido, obtienen con el precio del mercado un valor mayor al que surgiría de
sus precios de producción. No sólo cubren sus desembolsos de capital y obtienen
una ganancia media, sino que realizan una plusganancia o ganancia
extraordinaria. La cual tiene una “fijeza social” que no tienen otras
plusganancias, que lleva a que sea el dueño de la tierra quien se apropia de la
misma.
¿Por qué se da este
fenómeno? La explicación de Marx sobre este punto se centra en el hecho de que
las condiciones diferenciales de producción, al contrario de lo que suele
ocurrir en la generalidad de los casos de la producción industrial, no pueden
ser garantizadas por el capital. Dependen de condiciones que sólo puede
controlar parcialmente, que dependen de fuerzas naturales y no pueden ser
íntegramente sometidas y generadas por la aplicación de la ciencia y la
técnica, aunque lo sean en una escala cada vez mayor. Esas condiciones de
producción ajenas al manejo del capital, son monopolio de propietarios
privados, y existen de forma limitada. Marx destaca que “el monopolio de la
propiedad de la tierra, la propiedad inmueble como barrera del capital”, está
presupuesto “en la renta diferencial, ya que sin ese monopolio la plusganancia
no se convertiría en renta de la tierra y no caería en poder del terrateniente
en lugar de quedar en manos del arrendatario” (El capital, Tomo 3, p.
954).
Como “una fuerza natural
semejante no se cuenta entre las condiciones generales de la esfera de
producción en cuestión ni entre las condiciones de la misma que pueden
establecerse de una manera general” y constituye “una condición de elevada
fuerza productiva del capital invertido que no puede lograrse mediante el
proceso de producción del propio capital” sino que “siempre se halla ligada a
la tierra” y es “monopolizable” (Marx, El
capital, Tomo 3, p. 830), tanto los capitales que se ven favorecidos por
las condiciones agronómicas, climáticas y de localización, como los que no,
deben estar en condiciones de realizar la ganancia media para reproducirse como
tales y sostener la demanda social. Y aquellos capitales que producen en
condiciones mejores realizarán no sólo el trabajo incorporado en sus mercancías
sino un plus, una ganancia extraordinaria por encima de sus costos. Ésta es
apropiada por los propietarios de las condiciones que permiten el rendimiento
diferencial, los dueños de la tierra, quienes incluso pueden transformar en
atributo de la misma los efectos más o menos permanentes de la mayor aplicación
de capital en la tierra.
Considerando estas
determinaciones, Marx realiza sobre la renta diferencial una definición
que debería alertarnos de homologarla sin más con la plusganancia en general.
Considera la renta como un “falso valor social”. Las condiciones que operan en
la fijación de los precios agrícolas hacen que la sociedad deba gastar un mayor
valor a la compra de productos agrícolas, a consecuencia de lo cual, como
sostiene incluso el propio Astarita, una “una masa de plusvalía se sustrae a la
formación de la tasa media”.
La renta diferencial que
puede obtener el trabajo de una parcela en particular, depende de su
productividad en relación a la de la tierra menos productiva puesta en
producción en ese momento. Esto significa que puede aumentar en caso de que sea
necesario poner en producción tierras menos productivas. La renta diferencial
no deja de salir de la producción agraria, porque la determinan las condiciones
de fijación de precios en este sector por intervención de la propiedad del
suelo, pero –en este caso que consideramos- aumenta porque se incrementa el
“falso gasto social” que esta conlleva, a causa de que es necesario pagar más
todos las mercancías agrarias a causa de que se encareció la producción en las
peores tierras. La producción y realización de la plusvalía y renta en el
sector agrario es parte integrante de un proceso total de producción y
distribución de la plusvalía social, una especificidad dentro del proceso que
tiende a la igualación de la tasa de ganancia, proceso al cual afecta, y lo
hace en mayor medida cuanto mayor sea la el precio de las mercancías agrarias.
Este fenómeno, de incremento de la plusganancia que se transforma en renta
diferencial a causa del aumento del costo de producción en las peores tierras,
es parte de los procesos normales en la producción agraria (lo cual no
quiere decir que ocurra siempre ni regularmente; Marx destaca además que de
ninguna manera ocurría como pensaba Ricardo, que siempre se ponen en producción
tierras peores y por lo tanto los precios de las mercancías no tienden para
Marx a un aumento progresivo como opinaba Ricardo). El hecho de que este
fenómeno sea normal, es otra importante distinción de la producción agraria
respecto de la producción de mercancías no agrarias.
Producción y realización:
unidad diferenciada
Un primer momento en el
descenso de lo concreto a lo abstracto, se da en la consideración tangencial
que tienen los aspectos específicos que distinguen a la renta diferencial de la
plusganancia. Pueden ser reconocidos por Astarita a lo largo de la polémica
pero no considera que tenga importantes consecuencias para la cuestión que está
en discusión desde el principio,
que es la articulación de la producción y realización en un sector agrario
mundializado y sus efectos en los distintos espacios nacionales en los que se
lleva a cabo. Un segundo momento del descenso de lo concreto a lo abstracto, se
da cuando plantea que no “cambia la naturaleza del problema” (como afirma en
los comentarios del
post que motivo esta respuesta) si introducimos las determinaciones que
constituyen al mercado mundial.
En la “Introducción a la
crítica de la economía política”, así como a lo largo de El capital, y en crítica a la
economía política clásica, Marx destaca reiteradamente que producción y
realización constituyen una unidad diferenciada. Astarita hace hincapié, por el
contrario, en distinguir y separar estas esferas. No sin entrar en
contradicciones. Por ejemplo, reconoce que “para que se realice la plusvalía
extraordinaria contenida en la mercancía producida en la empresa innovadora,
hará falta una reasignación del poder de compra existente”, pero no parece
ocurrírsele que, cuando la cuestión que estamos considerando es la articulación
entre espacios nacionales y sectores de producción cuyos capitales circulan
internacionalmente (producen en un espacio nacional y realizan la venta de la
mercancía en otro), esto sí afecta la naturaleza del problema. ¿La transforma
de pies a cabeza? No, pero sí introduce nuevas determinaciones.
En la producción agraria
argentina, la plusganancia que se transforma en renta tiene su origen en la
mayor productividad del trabajo aplicado a la agricultura en la mayor parte de
las tierras de la región pampeana, y un sector cada vez mayor de tierras
extrapampeanas, en relación a las tierras menos productivas puestas en juego a
nivel global. Cuando digo que la renta surge del “sector agrario considerado
como un todo” apunto al hecho de que los costos de producción de la mercancía
agraria que determinan la renta que pueden obtener las tierras más productivas
que caracterizan a la producción agraria en el país está determinada por esta relación
global. No me parece una consideración menor, porque, como intentaré ilustrar
con análisis numéricos más abajo, esto tiene efecto para la masa de renta
incorporada en las mercancías agrarias producidas en el país, como producto de
las relaciones que se establecen en el mercado mundial.
Comercio exterior y renta
diferencial
Voy a considerar una serie
de casos para ejemplificar la cuestión.
Consideremos dos países.
En ambos se realiza producción agraria. Uno de estos países consume un volumen
de mercancías agrarias superior al que produce, mientras que el segundo exporta
buena parte de su producción. El primero de estos se caracteriza por tener
tierras menos productivas; la producción por hectárea, a igual inversión de
capital que en las tierras del segundo país, resulta inferior.
Vamos a hacer una serie de
consideraciones simplificadoras. Suponemos la existencia de distintas parcelas,
llamadas respectivamente A, B, C… etc., de igual superficie y con distinto
rendimiento. Suponemos una tasa de ganancia igual en ambos países, de 20%.
También, consideramos todos los precios en una misma moneda mundial, lo cual es
consistente con un sector altamente internacionalizado donde todos los costos y
márgenes son calculados hoy en dólares**. Por último, no nos adentramos en la
renta de tipo 2, es decir consideramos que no varía el capital aplicado por
hectárea. Aunque esto último complejizaría y permitiría analizar distintos
casos, creemos que en lo sustancial la explicación no se altera. También
consideramos que toda la producción agraria es de un solo tipo de grano.
La producción agraria
conforma un mercado mundial unificado, con un único precio de producción
establecido por las condiciones de la peor tierra que entra en producción.
Podemos considerar entonces las tierras de ambos países como distintos tipos de
tierras de un mismo espacio económico mundial.
Consideremos primero una
situación en la que el primer país produce 3 quintales de grano, utilizando dos
tipos de tierra (A y B) y consume 5. El segundo país produce 3 quintales en una
sóla parcela, de los cuáles consume 1 y exporta 2. Esto es consistente con el
peso relativamente poco significativo de la producción para el mercado local
dentro de la producción agraria total en un país como la argentina.
El segundo país tiene una
mayor productividad agraria. Desembolsando en la tierra C el mismo capital
obtiene un rendimiento superior que el primero. Será el costo de producción por
quintal de la parcela A (la menos fértil) el que va a fijar el precio en $60 por
quintal. En el caso del país B, si los precios de venta estuvieran determinados
por las condiciones de producción de sus tierras, sería de $20 por quintal; es
decir que su precio de venta de las mercancías agrarias se multiplica por 3.
Desde el punto de vista
del capital en general en el país A, poco cambia comprar el grano local que el
importado. El costo que deben afrontar es el mismo; poco importa desde su punto
de vista que en las mercancías adquiridas mediante la exportación el componente
de plusganancia que se transforma en renta sea elevado; en nada cambia su
situación. Tampoco el capital agrario del país A ve afectada su situación por
la importación de mercancías agrarias que se producen en condiciones más
competitivas, porque el precio de venta es impuesto por las condiciones de
producción de la parcela A.
Desde el punto de vista de
los capitales del país B, en principio podemos decir que la existencia del
comercio exterior de granos conlleva un encarecimiento de las mercancías agrarias
en relación a los precios que surgirían de sus condiciones de producción
nacionales, lo cual tiene un impacto sobre los costos de producción de todo el
capital. Pero, también nos interesa destacar. Si consideramos al espacio
económico nacional del país B como totalidad, realiza mercancías agrarias en el
país A con una plusganancia que se transforma en renta diferencial. ¿Acaso no
importa donde se realiza la plusvalía extraordinaria generada por la producción
agraria? ¿Resulta indistinto dónde ocurre, por usar la formulación de Astarita,
la “reasignación del poder de compra existente”?
Vayamos a otro ejemplo.
Supongamos que se
incrementa en 4 quintales la demanda de granos en el país A. Por el motivo que
fuera, consideremos que este aumento se cubrirá con una mayor importación de
granos en dicho país y no con un aumento de la producción local (ni ampliando
las tierras dedicadas a la agricultura ni volcando mayor capital). Supongamos
que la consecuencia de esto es una nueva colonización en el país B. Se pone en
producción la parcela D, más productiva que la C.
El precio de venta sigue
siendo el mismo. Desde el punto de vista del capital en general en el país A,
nuevamente no representa un cambio comprar el grano local que el importado. El
costo que deben afrontar es el mismo; poco importa desde su punto de vista que
en las mercancías adquiridas mediante la exportación el componente de
plusganancia que se transforma en renta sea elevado; en nada cambia su
situación. Tampoco el capital agrario del país A ve afectada su situación por
la mayor demanda de mercancías agrarias que se producen en condiciones más
competitivas, porque el precio de venta es impuesto por las condiciones de
producción de la parcela A.
Para el capital del país
B, tampoco se ve alterada la situación. El quintal de mercancías agrarias
consumido localmente sigue valiendo $60.
Al mismo tiempo, la
ampliación de la producción agraria para la exportación genera una masa de
plusganancia que se transforma en renta, antes inexistente, que se suma a la
ganancia de capital (que también aumenta en proporción directa al capital
volcado a la agricultura), como consecuencia de que el precio de producción de
las mercancías agrarias pasa a estar determinado por la tierra A. Esta masa de
plusganancia que se transforma en renta, y que resulta apropiada primariamente
por los dueños de la tierra, se amplía extraordinariamente como consecuencia
del aumento del comercio exterior. Si consideramos el espacio nacional como un
todo, la suma de ganancia del capital + renta es incrementada por el incremento
de la producción agraria destinada a la exportación.
Pero veamos otro ejemplo.
Bien podría haber ocurrido que la consecuencia de una mayor importación en el
país A hubiera sido que salieran de producción las tierras menos productivas,
con lo cual se habría abaratado de conjunto las mercancías agrarias, a la vez
que aumentaba la proporción de la producción “global” (es decir la de los
países A y B en este ejemplo) llevada a cabo en las tierras del país B. Supongamos
que el aumento global es el mismo, y que el mismo desembolso de capital en la
tierra D permite un rendimiento de 5 quintales ¿Qué habría ocurrido con la
renta en este caso?
Como podemos ver, para el
capital en su conjunto esto representa un importante abaratamiento de las
mercancías agrarias. El precio del quintal se reduce a la mitad, con lo cual
también disminuye la renta diferencial total. Al mismo tiempo, como vemos, en
el caso del país B, disminuye la renta diferencial en la parcela C, pero se incorpora
a la producción la parcela D. Aumenta entonces la renta total en el espacio
nacional del país B. La renta total disminuye, a la vez que aumenta la renta
que producen y realizan los capitales agrarios del país B. La “reasignación de
poder de compra existente” que impone la producción agraria global para
realizarse es menor, a la vez que es proporcionalmente mayor la masa de la
misma que surge por la realización de las mercancías agrarias producidas por
los capitales del país B, y vendidas mayormente en el país A.
Conclusiones
Hemos expuesto el
razonamiento detrás de la afirmación de que la mayor parte de la plusvalía que
se transforma en renta “fluye a la Argentina en los precios de dichas
mercancías [agrarias]”. Ningún “salto” de plusvalías, como pretende Astarita
que se desprende de los argumentos presentados***.
Para comprender todas las
aristas que hacen a la naturaleza del fenómeno es necesario incorporar las
determinaciones que hacen al mercado mundial. La renta diferencial es una
plusganancia que está determinada por las condiciones de producción del capital
volcado a la producción agraria en el país, en condiciones de precios
determinados internacionalmente por las peores tierras puestas en producción;
como toda la renta resulta un “falso gasto social” generado por la propiedad
privada de la tierra, y la magnitud de renta diferencial resulta determinada
por la relación entre los precios de producción individuales que surgen de los
costos de las tierras puestas en producción en el país, y los precios de
producción determinados por las tierras de frontera. Hecha esta precisión, este
es en lo sustancial el análisis en que se basan nuestros planteos desde el
artículo en Lucha de clases 9. Consideramos que han existido
disputas por la renta porque es una masa de plusganancia que es apropiable, a
través de mecanismos que señalamos en el mencionado artículo. La importancia de
reconocer estas dimensiones que hacen a la renta no sólo está en poder realizar
una correcta caracterización de las disputas entre sectores capitalistas (como
la que realizamos nosotros desde el PTS en 2008, planteando que no estábamos ni
con el gobierno ni con las patronales del agro, e impulsando la declaración
independiente “ni K ni campo” que juntó numerosas adhesiones en sectores de la
intelectualidad así como en el sindicalismo combativo), así como en precisar
los efectos de la apropiación de la ganancia extraordinaria que se transforma
en renta que también es un aspecto central para cualquier gobierno de la clase
trabajadora que avance en su apropiación sobre la base de la liquidación de la
gran propiedad agraria y la explotación colectiva de las grandes explotaciones
por parte de los trabajadores.
Pero se trata, sobre todo,
de desarrollar un método, de “ascenso de lo abstracto a lo concreto” que
permita dar cuenta de las interacciones complejas que ocurren entre el nivel
nacional y mundial, y que configuran el sistema mundial capitalista, como ya
hemos dicho, como una totalidad compleja. El tratamiento que da Astarita a esta
cuestión nos conduce en un sentido contrario.
* En
oposición al ascenso de lo abstracto a lo concreto que era para Marx lo
característico de su método de indagación, que procedía a reconstruir como
concreto pensado el concreto real, abstrayendo primero hasta llegar a las
determinaciones más simples, para luego reconstruir sus relaciones para llegar
a abordar lo concreto como una “síntesis de múltiples determinaciones”.
** Esto
no significa considerar que el tipo de cambio no afecte la renta.
Efectivamente, una variación en el tipo de cambio que impacte sobre los costos,
afectando salarios y otros insumos, impacta sobre la tasa de ganancia media del
capital y sobre la plusganancia del sector agrario. En este aspecto lo
planteado sobre el tipo de cambio en Lucha
de clases nº 9 ha sido
reformulado.
*** Astarita
homologa todo nuestro planteo con la teoría sobre la renta y el valor de Juan
Iñigo Carrera (JIC). Aunque puede reconocerse que JIC tiene un mérito en haber
sistematizado las vías por las cuales la renta puede ser apropiada, analizando
los efectos que tienen las retenciones y otras políticas que intervienen en las
condiciones de circulación global de las mercancías agrarias producidas en el
país sobre la distribución de la renta, su teoría sobre el valor, los precios y
sobre el tipo de cambio presenta numerosos aspectos problemáticos. Incluso
cuando analiza las vías de la apropiación de la renta, presenta la
sobrevaluación cambiaria como una vía de apropiación de renta, lo que no me
parece correcto. Este último aspecto lo critico en “La naturaleza de la renta agraria en
Argentina. Los efectos de su apropiación parcial vía retenciones (2002-2008)”.
Para una crítica más de conjunto que realizamos a las posiciones teóricas
defendidas por JIC puede leerse “Sutilezas
metafísicas y reticencias teológicas”.
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