Aminora el desplome
Este año comenzó con pronósticos sombríos de desplome, pero todo indica que terminará en una caída del PBI de 2,5%, leve comparada con otros países. Se ve un coyuntural amesetamiento de la caída. En el interín, entre finales de 2008 y comienzos de 2009 se registraron caídas que en numerosas ramas -como la industria automotriz- superaron el 20%. Pero hoy algunas ramas muestran crecimiento anual positivo, como la alimenticia, caucho y plástico, la química y la metalmecánica, y la situación general contrasta con el escenario de desplome pronosticado.
La ganancia de los capitalistas, aunque en retroceso, no muestra un desplome generalizado. Las empresas que cotizan en bolsa (que al ser pocas tienen una representatividad cuestionable, pero permiten darse una idea de la marcha general), y presentaron balances a junio de 2009, sumaron ganancias por $ 4.100 millones. Aunque esto menor a junio de 2008, hay rubros como el alimenticio que muestran una ganancia neta con poca caída (apenas 10%). Si se considera sólo el segundo trimestre, la ganancia del conjunto de las firmas cae menos, lo que “podría ser una señal de una desaceleración en la caída de las ganancias”, según el estudio del IAMC.
Sin embargo en el marco de la aguda crisis de la economía mundial, donde son muchas las dudas de lo que podría pasar si los planes de estímulo estatal se reducen, estos signos de una situación menos crítica podrían durar lo que un suspiro. No hay nuevo esquema de crecimiento ni nada que se le parezca. El reanimamiento industrial responde centralmente a una recomposición de stocks, y en algunos sectores como la industria de neumáticos, al cierre parcial de las importaciones. La recuperación podría pasar en varios sectores a estancamiento una vez recompuestos los stocks frente a un consumo planchado. La construcción aún no muestra signos de mayor actividad después de una caída estrepitosa, incluso a pesar de algunos aumentos de la obra pública, y la inversión muestra una caída muy aguda.
Avanzan los despidos
Desde comienzos de año se perdieron casi 230 mil puestos registrados, sin contar el trabajo en negro. En la industria, el INDEC reconoce la destrucción de 54 mil puestos de trabajo en aproximadamente un año. Esta destrucción se mantiene a pesar de la desaceleración de la caída industrial: la mitad de los empleos destruidos corresponden al segundo trimestre de 2009, cuando aminora la caída productiva. Mientras que los pronósticos son de una caída de la producción que rondaría un 2,5% para todo el año, la pérdida de empleos alcanza el 4%. En el medio de la crisis, los empresarios ganan en productividad. Esta destrucción de puestos de trabajo fue a pesar del programa REPRO (subsidio para contener despidos), que en junio de 2009 alcanzó a 84.600 trabajadores (82% corresponde a la industria, con textiles, metálicos y autopartes a la cabeza).
Voceros patronales sostienen que “En 2010, las cosas no van a estar mucho peor pero tampoco mejor, en términos de empleabilidad”, según Ernesto Kritz (“El efecto Kraft”, Fortuna, 02/10/09). Las empresas apuestan a beneficiarse de la crisis para aumentar la “productividad del salario”.
“[E]n la salida de la crisis en 2003, el empleo subió mucho, pero ahora no podrá hacerlo al mismo ritmo porque en ese entonces había caído a pique el costo laboral, era muy barato crear nuevos empleos [...] De la actual recesión […] vamos a salir con un costo laboral muy alto”. La destrucción de puestos de trabajo busca ser aprovechada por la patronal en dos sentidos: para retomar la producción con menos trabajadores aumentando la productividad con mayores ritmos y duración de la jornada, y para poner límites a las pretensiones salariales agitando el fantasma de la desocupación, cargando los costos de una inflación sobre las espaldas de los trabajadores. En palabras del vicepresidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, “[desde 2002 hasta la fecha] los salarios subieron arriba de un 350%. Si alcanza o no es otro tema [...] no podemos seguir fijando incrementos salariales del 20 o 25%” (“Todo el empresariado quiere diálogo”, Fortuna, 02/10/09). Es este el enfoque empresario para hacer frente a la “conflictividad laboral”. Todo el empresariado mira atentamente a Kraft, ya que esta batalla es crucial para avanzar en esta política. Golpear al activismo de base y terminar con las comisiones internas combativas, son divisas del conjunto de la burguesía en estos tiempos de crisis.
Rumbo al déficit fiscal
Ya a finales del gobierno de Néstor Kirchner, comenzó la política de compensar el avance de la inflación con subsidios a los capitalistas ($40 mil millones en 2009). Los subsidios fueron también la vía para hacer frente a la crisis energética. Con la caída de la recaudación subsidiar la ganancia es cada vez más difícil. La recaudación está cayendo porque sube menos que la inflación. Por eso el gobierno está pisando los gastos en numerosas partidas sociales y prevé que terminará 2009 con un déficit controlable, aunque está por verse si lo logra. Claro que el gobierno tiene recursos como las reservas o colocar deuda en los organismos públicos como la Anses para ordenar relativamente el panorama fiscal. Pero la fuga de capitales que entre 2008 y 2009 llega a casi u$s 30 mil millones, por el rechazo empresario a las políticas gubernamentales y las expectativas devaluacionistas, amenazaba drenar las reservas disponibles, y hacer caer toda la estrategia financiera del gobierno. En vez de alguna medida seria para parar la fuga como nacionalizar todo el sistema financiero para controlar el flujo de divisas, el gobierno ensaya la vuelta a la disciplina de los mercados.
Con la frente marchita
Boudou habla de un “nuevo” FMI que estaría surgiendo de (aún incumplidos) cambios en los porcentajes de votos para algunos países del G-20, lo que para el ministro significa que habría más libertad para manejar la economía sin directivas. Lo cierto es que el gobierno vuelve sobre sus pasos, aceptando después de años de diatribas contra el FMI, la auditoría del organismo.
A esto agregaría un arreglo con el Club de Paris y una nueva oferta para los holdouts que los K preparan de la mano del Citibank, el Deutsche Bank y el Barclays, como guiño hacia “los mercados”. A pesar de la quita el nuevo canje será un gran negocio para los que compraron los bonos totalmente devaluados. Una deuda no reconocida y de valor casi nulo, se transforma en nueva deuda pública por u$s 7 mil millones más los intereses no pagos. La otra pata de la política “pro mercado” es la estabilidad del dólar (que se apreció más de un 10% en el año, pero sin fuerte devaluación) que permite especular sin el riesgo de una depreciación. Gracias a esto, en lo inmediato se detuvo la fuga y están ingresando capitales especulativos a realizar negocios con los bonos del estado que dan un gran rendimiento en el corto plazo.
Los K se ilusionan en que el acceso al mercado de crédito les permita llegar al 2011. Aspiran a que dure la abundante liquidez surgida del rescate a los banqueros de las grandes potencias, que fluye a los países “emergentes” en búsqueda de ganancias rápidas, pero “Todos los que están operando en la plaza financiera tienen el mismo plan: cuando llegue el momento, tomarán las ganancias en pesos y volverán a dólares.” (Ámbito Financiero, 5/10/2009).
El regreso al FMI no será un trago tan sencillo de apurar. Aunque Boudou afirma que será una supervisión de las cuentas sin intromisión en las políticas económicas, algunos prevén que “tal vez le pidan mayor moderación fiscal, política monetaria más estricta, inflación controlada, un banco central más independiente, sinceridad del Indec y más consistencia de la política económica.” (La Nación, 5/10/2009). Además, la renegociación con el Club de Paris y los holdouts pondrá en un nivel más alto los vencimientos de los próximos años agravando la situación fiscal y haciendo cada vez más pesada la carga de la deuda. En el pasado quedó el discurso del desendeudamiento (que dicho sea de paso, hará pasar al gobierno de Kirchner como uno de los que más pago neto de deuda realizó en toda la historia).
Estamos ante otra debacle del proyecto “nacional y popular”. Así como el gobierno que “no reprime la protesta” terminó desalojando a los obreros de Kraft por orden de la embajada yanqui, vuelve al FMI con la frente marchita, para poder seguir pagando la deuda y financiar los dólares con los que la burguesía nacional y extranjera fuga sus ganancias.
Pablo Anino y Esteban Mercatante
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