martes, 26 de febrero de 2013

Gonzalez, el "dolor de funcionario", y una defensa del intervencionismo K a prueba de sus criminales resultados

El director de la Biblioteca Nacional e integrante de Carta Abierta Horacio Gonzalez, ha salido a manifestar su “dolor de funcionario” ante el crimen social de Once. Pero este dolor que nos presenta es un lamento ante los “anatemas ya fabricados” que estarían en el corazón de la “idea de una culpabilidad del Estado”. Aunque reconoce que esta idea “no carece de fundamentos”, afirma sin embargo que situar al Estado en un “estado permanente de Culpa” constituye un “esquema” que “merece mayores cuidados y templanzas”.
Gonzalez nos quiere llevar por el terreno de las disquisiciones respecto de las teorías que defienden la razón de Estado como fundamento para las sospechas que se ciernen hoy sobre él. Como sí siguieramos inmersos en el clima noventista donde el Estado se encontraba bajo sospecha permanente, el “Estado de Culpa” poco y nada parece tener que ver con los contornos que adquirió el accionar público durante este período.
Pero, mal que le pese a Gonzalez, el crimen social de Once enjuicia el accionar del Estado luego de un largo período en el que el kirchnerismo declamó como un aspecto positivo su presencia en asuntos vitales para los sectores populares. Si los '90 quedaron signados como un período de retiro del Estado y la debacle de la convertibilidad en 2001 hizo caer en el desprestigio todas las políticas neoliberales de desregulación, entre ellas especialmente las privatizaciones, desde el primar día del gobierno de Nestor Kirchner éste proclamo el fin de este supuesto abadono del Estado y la restitución de su intervención en defensa del interés general (en realidad, de ningún modo se había retirado, ya que la desregulación requirió una intensa re-regulación y metódicos ataques coordinados entre Estado y patronales para barrer numerosas conquistas, con el acompañamiento de la burocracia sindical).
La responsabilidad de los funcionarios del Estado está en el centro del crimen de Once, no solamente por la torpeza y el desprecio que mostraron ante los 52 muertos, los heridos y sus familias los responsables más inmediatos de lo ocurrido, como Shiavi retando a los pasajeros, o los menos inmediatos, incluyendo a la presidenta que señalo en el aniversario de la tragedia que les esperaba a los familiares una espera de 35 años para ver justicia. Fundamentalmente, su responsabilidad remite al hecho es un resultado largamente anunciado por la política aplicada por el Estado para emparchar, sin revertir, la situación de descalabro a la que había llegado el sistema en manos privadas. Al mismo tiempo que el gobierno kirchnerista proclamaba la reversión de lo más nefasto del neoliberalismo, en el sistema ferroviario dejaba incambiadas las condiciones establecidas por las privatizaciones durante los años '90, sin afectar el marco regulatorio ni las (ir)responsabilidades de los concesionarios privados. La “intervención” no fue más lejos que la decisión de abrir el grifo de los subsidios estatales, que ahora eran posibles gracias al superávit que logró el Estado nacional en 2002, a fuerza de ajuste, default momentáneo y retenciones a las exportaciones.
Como decimos en otro post, “todo el intervencionismo de la economía política K consistió en poner topes tarifarios, y dejar en manos privadas la búsqueda de los modos de arreglárselas con esos topes para manejar el negocio [Topes que, en el caso ferroviario, estuvieron generosamente compensados con los más $ 3 mil millones en subsidios entregados desde 2003 a los Cirigliano]. Y bueno -continuaba nuestro post- un capitalista casi siempre encuentra la manera de ganar dinero (no siempre, por eso las compañías eléctricas están al borde de la quiebra), sólo que eso no garantiza que los servicios a cargo del capital se puedan sostener en el tiempo. Más bien, en la generalidad de los casos asegura lo contrario”. Esta particular combinación de “presencia del Estado [sí, burgués] + el mercado” es lo que en Once mostró consecuencias catastróficas. No estamos ante un “Estado de Culpa” vinculado al distanciamiento de los funcionarios del dolor (al que Gonzalez reconoce con un gesto generoso que “en sí mismo nunca se equivoca”...) sino a un resultado criminal de una maquinaria que se pretendió virtuosamente recompuesta a fuerza de billetazos que sólo apuntaban a tapar los problemas llenando los bolsillos de empresarios que son insospechables de poseer algun animal spirit. Si en otros servicios públicos, así como en el sector energético o los combustibles las implicancias son en principio menos dramáticas, se puede sin embargo ver el mismo modus operandus el Estado hizo la vista gorda ante la evidente desinversión, mientras proveyó fondos para garantizar la rentabilidad. Es decir, una rentabilidad lograda a condición de no invertir, con el aval del Estado.
Después de Once, la idea de que el kircherismo representa una ruptura de paradigmas respecto de las políticas '90, que nos habría encaminado hacia cambios estructurales, se desnudó como una impostura. Impostura cuyas víctimas, desnudando la profunda continuidad antiobrera y antipopular en varias políticas de Estado (y recordándonos que el cáracter de clase del Estado y sus políticas en ningún modo es un dato redundante como consideran ciertos exponentes de alguna “nueva” izquierda), están enteramente entre los trabajadores y sectores populares. Llegando al cierre de su texto, Gonzalez nos señala que debemos considerar al Estado como un ámbito “de escucha de las víctimas”. Aunque con esto intenta, como ya ha hecho en otras ocasiones, también llamar la atención del gobierno sobre algunos de sus puntos débiles, la manera en la que intenta hacerlo y a la vez reconciliar a la víctimas, lo muestra en una situación aún más patética que en ocasiones anteriores (que hemos discutido aquí y aquí) Si algo evidencia el crimen social de Once, y las lamentables posturas de funcionarios y simpatizantes políticos del gobierno nacional a un año de ocurrido es que, lejos de andar esperando que este gobierno y su Estado presten escucha a las “víctimas” que produce la acción concertada de capitales privados e intervención pública (sin las cuales el sistema capitalista no podría reproducirse, por eso Marx definía al Estado como una junta que administra los negocios comunes de la clase burguesa) es desarrollar una alternativa política independiente para reorganizar la sociedad sobre nuevas bases, expropiando a los expropiadores capitalistas.

viernes, 22 de febrero de 2013

Las raíces de la inflación en la Argentina. Un análisis desde el marxismo




http://www.ips.org.ar/wp-content/uploads/2013/02/inflacion-II.jpgEn el Blog de debates del IPS, publicamos un artículo en el que analizamos las raíces de la inflación en la Argentina, discutiendo desde el marxismo con las interpretaciones más extendidas para explicar el fenómeno en el país, y discutimos la política que viene teniendo el gobierno para enfrentarla. Para leer el artículo, ir aquí



jueves, 24 de enero de 2013

Las tensiones del “modelo”, la inflación y el salario

http://www.pts.org.ar/IMG/rubon5448.jpg
En La Verdad Obrera Nº 509 
discutimos sobre las causas de la inflación, las alternativas en las que se debaten los capitalistas para enfrentarla, y la respuesta que debe dar la clase trabajadora para evitar las recetas que transforman el salario obrero en la variable de ajuste.
Para leer la nota, acá

viernes, 21 de diciembre de 2012

Los saqueos, o cómo el ajuste "heterodoxo" llega a todos y todas


 

El balance de fin de año, por si quedaba alguna duda, nos está mostrando que este fue el año del ajuste “para todos y todas”. Este ajuste involucró medidas de distinto tenor, desde el tapón a las importaciones y el cepo a la compra de dólares, hasta la quietud del mínimo no imponible de ganancia y la eliminación de las asignaciones familiares para los grupos familiares en los que alguno de los cónyuges supere los 7000 pesos, pasando por los ajutes de tarifas y transporte, el último anunciado 19D mientras el sindicalismo opositor marchaba a plaza de mayo.

Los hacedores de discurso cristinista vienen hace un tiempo contraponiendo entre los estratos de asalariados supuestamente privilegiados, que por sus propias mejoras se habrían vuelto crecientemente reacios a cargar con costos de una intervención del Estado de carácter “progresista” aunque se beneficiaron (siempre según este relato) de políticas favorables al empleo y los ingresos asalariados de este gobierno, y los estratos más pobres y precarios que serían aquellos en los cuáles la intervención estatal se concentraría de manera privilegiada. De esta forma, se buscó colocar el creciente descontento obrero en la vereda de “enfrente”, de los que no quieren poner el hombro para sostener el “modelo de crecimiento con inclusión”, como ha dado en llamar a su política el kirchnerismo.
Hace tiempo que este discurso hace agua entre los trabajadores con empleo registrado, y contribuye a acrecentar el descontento. Algo lógico por los propios números: como plantea esta nota, hoy “pagan ganancias los trabajadores que cobran de bolsillo más de $5782 mensuales si son solteros sin hijos, y más de $7998 si son casados con dos hijos. Son trabajadores cuyos salarios están muy cerca de los $7000 de la canasta familiar que necesita una familia para vivir con lo justo”. Por supuesto, se trata de “privilegiados si consideramos que según la EPH el 90% de los asalariados gana menos de $5460 y el 70%, menos de $3513. En la Argentina K se ha vuelto un “privilegio” ganar un salario que se acerca a la canasta familiar, privilegio que amerita ser gravado con el mismo impuesto que grava (poco, muy poco) la ganancia de los patrones. Y con la no movilidad del mínimo no imponible, un salario que a causa de la inflación se las ve cada vez en mayores problemas para cubrir el consumo necesario, afronta sin embargo una carga impositiva cada vez mayor. Esto se llama ajuste, soportado, como ocurre con todos los gobiernos, por una parte de los trabajadores, a la que se quiere poner el mote de “privilegiados”.
Pero los hechos de estos días muestran que el discurso también hace agua por el lado de los supuestos destinatarios principales de los favores oficiales, es decir los sectores más pobres. Por supuesto, como no podía ser de otra forma, el gobierno trata de tapar esto haciendo responsables, en esta oportunidad, a Moyano y Micheli, poniendo en duda el carácter espontáneo. Carta Abierta, ha señalado que estos hechos “nos alertan acerca de la existencia de una ofensiva desestabilizadora”. Y el bloguero K Lucas Carrasco ha planteado que "Los sectores populares no son tan boludos como para caer en celadas oscuras en momentos donde el gobierno nacional pulsea con los saqueadores de guante blanco en la Sociedad Rural..." (con buen tino, el bloguero P Abel Fernandez le ha señalado que “los únicos sectores populares a los que eso les importa en serio son los que viven en Palermo”).
Pero sólo en el mundo de las estadísticas oficiales faltarían motivos a los sectores populares para hacer reclamos por hambre. Sin una situación que tenga nada que ver con la emergencia social del 2001, una inflación que no baja del 25% anual viene golpeando duramente sobre los ingresos obreros. Los sectores más duramente golpeados son los de los ingresos más bajos. Mientras que el sector privado registrado realiza anualmente negociaciones paritarias en las que el resultado puede significar empatarle, ganar por poco o perder ligeramente frente a la inflación, en el caso de los trabajadores no registrados no hay nada por el estilo. La patronal cuenta con mayor poder para imponer condiciones y negar aumentos, o concederlos de forma mucho más módica. Como desde 2007 el crecimiento del empleo viene frenándose, y se paró completamente la tendencia a que se recuperara el empleo registrado en la proporción del empleo total, es un sector cada vez mayor de la clase trabajadora el que se ve afectado por estas condiciones. A esto se agrega que el último año se frenó un sector clave como la construcción, tanto para obra pública como en el sector privado. Algunos cálculos hablan de una destrucción de 40 mil puestos de trabajo durante el último año, pocos bajan de 25 mil en los cálculos más optimistas. La AUH, tan reivindicada por los sectores “progres K”, poco puede compensar este creciente deterioro.
Como decíamos al principio, el ajuste llega a todos los sectores de la clase trabajadora. Si para los estratos medios/altos llega por la vía del Estado (eliminación de asignaciones, no ajuste del mínimo no imponible, el tarifazo de los servicios y del transporte), para los sectores más bajos llega por el lado del endurecimiento de las condiciones de ingresos, a la par que son los sectores más expuestos al aumento del costo de vida en el que los alimentos son uno de los rubros que más velozmente aumentan.
Pueden sorprender poco, entonces, los sucesos de estas horas. El ajuste, aunque se pretenda moderado (y “heterodoxo”) resulta especialmente duro en los eslabones más débiles. Las pretensiones de colocar de la vereda de los privilegiados a los sectores obreros y populares que expresan descontento resultan cada vez menos creíbles. También pierde verosimilitud el intento de orderar el escenario político en los “clivajes” del gobierno vs corpos y la derecha, cuando la orientación profundamente antiobrera queda cada vez más en evidencia.

domingo, 2 de diciembre de 2012

El gobierno y la deuda de los "buitres": una apelación que preanuncia una entrega más a los especuladores

Esté sabado 1/12 participamos de Pateando el tablero, donde conversamos sobre los sucesos recientes con los bonistas "buitres" que están litigando en los EE.UU. Analizamos la política del gobierno en este terreno, donde, a pesar del tan mentado "desendeudamiento", “…desde el 2005 la deuda no paró de crecer. Esta política que el gobierno muestra como de desendeudamiento, es en realidad de pago muy generoso a todos los bonistas…Qué hace el gobierno?:utilizar la mayor parte de los recursos del Estado para pagar deuda pública…para pagarle a los fondos buitres que ya renegociaron con el gobierno…”.
Para escucharlo, hacer click aquí.  

jueves, 29 de noviembre de 2012

Estado benefactor... ¿con quien?


http://www.eltribuno.info/salta/Multimedios/imgs/109546_620.jpg?v=3




El el viceministro de Economía Axel Kicillof volvió a justificar ayer el cobro del impuesto al salario
Lo hizo en el show ultraoficialista 678. Algunos oficialistas (ver Alfredo Zaiat) afirman este impuesto al salario conformaría un esquema progresivo, ya que los que más ganan aportan para sostener un gasto que beneficia a los que menos ganan. Esta última argumentación, es un insulto a la inteligencia cuando sigue sin estar gravada la renta financiera, se mantienen los privilegios impositivos para actividades nocivas para el medio ambiente como la minería, y el mínimo no imponible está en $5800, que es un salario que casi duplica lo que ganan la mitad de los asalariados (que rondan los $3000 mensuales) pero está lejos de corresponderse con "sectores de mayor capacidad contributiva" como sostiene Zaiat. 
Kicillof ensayó otro argumento, también bastante recorrido por el progresismo K. Afirma que este gravamen sostendría un Estado benefactor: "Cuando el Estado vuelve a ser un Estado activo y benefactor lo que uno paga como impuesto tiene como contraprestación varios servicios". Luego de esto, pasó a definir estas contraprestaciones como un "salario indirecto", definición con la que coincidimos, pero que tiene un contenido muy distinto al que el viceministro le quiere dar. Para Kicillof, "a lo que uno gana hay que sumarle lo que deja de pagar por los subsidios y a partir de eso calcular los impuestos. Hay que tener otra mirada". De esta forma, el resultado del impuesto a la ganancias sería "neutro", ya que lo que los asalariados pagan por un lado lo reciben por otro. Pero, ¿quién es el gran beneficiario de todo este andamiaje? Ciertamente no puede decirse que sea la base para una política de distrución progresiva, salvo que vayamos a creerle al Indek de que es posible comer con $6 y la inflación ha sido desde 2006 menor al 10% anual. Este mismo Indec sostiene, en su EPH (categoría “Población total según escala de ingreso individual”) que: 
El 90% de los asalariados gana menos de $5460, 
El 80% gana menos de $4230, 
El 70%, menos de $3513. 
El "salario indirecto" del que habla el viceministro ha sido una viga más en el sostén de estos niveles de remuneraciones, que dan cuenta de un patrón regresivo del ingreso que ha resultado ampliamente beneficioso para el empresariado. Gracias a el "salario indirecto", los empresarios han amasado fortunas y acrecentado la participación de sus ganancias como proporción del ingreso nacional, mientras el Estado "benefactor" solventaba una parte de los consumos obreros y populares de transporte y energía. Así contribuían a contener el descontento que pudiera devirar en mayores reclamos de recomposición salarial (ampliamos acá). 
La "progresividad" sólo puede partir de cortar con una estructura de gastos que tiene como eje afrontar el saqueo de la deuda pública y los subsidios al capital, declarando el no pago de la deuda y nacionalizando la banca, las prestadoras de servicios públicos y las emrpesas estratégicas para ponerlas bajo control de los trabajadores y comités de usuarios. Asimismo, cualquier estructura impositiva verdaderamente progresiva sólo puede empezar por terminar con el IVA que es la principal fuente de recaudación a costa del consumo obrero y popular, extender el gravamen de ganancia a la renta y cortar con las desgravaciones al gran capital, y estableciendo alícuotas considerables en los impuestos a las grandes fortunas. De esta forma podría afrontarse el 82% móvil que el gobierno se niega a pagar y encarar planes de obras públicas para responder a las postergadas demandas obreras y populares de vivienda e infraestructura, permitiendo trabajo para todos con un salario acorde a la canasta familiar. En las antípodas, el programa que defiende el "keynesiano" (que algunos trasnochados siguen llamando marxista) Kicillof es el de un Estado benefactor, sí, pero para los empresarios.

La "soberanía" en los tribunales imperialistas

http://www.pts.org.ar/IMG/rubon5386.jpgEn La Verdad Obrera nº 503 analizamos la decisión de proponer en su apelación al fallo del juez norteamericano Thomas Griesa (suspendido ayer por la corte de apelaciones) la reapertura del canje para los bonistas que no ingresaron. Después de insistir una y otra vez que no se pagaría a los buitres (es decir, a los buitres que no entraron a los canjes) ante la presión de la justicia norteamericana retroceden  en desbandada.

Para leer completo, aquí.