jueves, 4 de abril de 2013

Un crimen social que es resultado del lucro con la tierra



La catástrofe generada por la tormenta que arrasó toda la provincia de Buenos Aires, con los peores efectos en La Plata y la CABA, sumando al menos 56 muertos y por el momento decenas de desaparecidos, puso de relieve toda la desidia con la cual los gobiernos de todos los niveles encaran la necesaria prevención ante los efectos de los sucesos naturales que –aunque muy graves- están dentro de lo previsible y cuyos efectos fatales podrían haberse mitigado de forma muy significativa.
Se afirma, con razón, sobre la negligencia criminal en las iniciativas de prevención, el diseño de planes de acción ante las emergencias, y la negligencia en la implementación de las obras anti-inundación. En el caso de la ciudad de Buenos Aires, si bien había cuatro obras en marcha, tres estaban paralizadas. En agosto de 2012 el auditor general Eduardo Epszteyn señalaba el masivo recorte del presupuesto para obras de infraestructura pluvial: "El gobierno porteño presentó para 2013 un presupuesto de solo 26 millones de pesos para nuevas obras de infraestructura de la red pluvial contra los 294 millones de este año", decía su informe. Aunque del monto presupuestado en 2012 fue recortado hasta quedar en sólo $50 millones, de los cuales finalmente se ejecutó sólo el 23,7% según la consultora EGES, es decir $11,8 millones.Las obras de la cuenca de los arroyos Ochoa y Elia, la cuenca del arroyo Erézcano y la cuenca de los arroyos Vega y Medrano no registraron ejecución. Según Epszteyn aunque nuevamente se incluyó el plan de obras para lo cual mandaron una nueva ley de endeudamiento a la Legislatura “se perdió mucho tiempo y ahora hay que empezar de cero". Aunque entre el gobierno de la ciudad y el de la Nación se pasen la pelota de la responsabilidad en habilitar en el endeudamiento para las obras, en ambos planos se puso de relieve una negligencia criminal. En el terreno de la prevención más inmediata, tampoco se pusieron en marcha medidas elementales. “En otoño las hojas caen de los árboles y ante una alerta así tendrían que haber mantenido limpio todo. No se hizo de manera suficiente y eso contribuyó para que las zonas no inundables, se inunden”.

Pero la negligencia en las elementales medidas de prevención y la falta de ejecución de obras nos hablan apenas de una dimensión de las acciones públicas que crearon las condiciones para el salvaje crimen social que golpeó sobre los sectores populares. Hay otra faceta aún más siniestra, que nos habla no sólo de pasividad y desidia, sino de un rol activo en agravar los daños que crean las lluvias. Nos referimos a los efectos producidos por el desarrollo explosivo del negocio inmobiliario, que en las últimas décadas vio multiplicar su influencia en la articulación general del desarrollo urbano, enteramente orientado a posibilitar la maximización de la renta del suelo por parte de los grandes desarrolladores inmobiliarios. Ya nos hemos referido a la cuestión en este blog cuando ocurrió la masacre del Indoamericano, poniendo de relieve el sesgo antiobrero y anti-pobres que confirió a la construcción de viviendas de la ciudad, empujando a los sectores de menores recursos a los márgenes de la ciudad. La especulación inmobiliaria que produjo este desplazamiento, es la misma que, como producto de las modificaciones en los criterios de zonificación y la derogación de las restricciones para la construcción en altura, realizadas retaceando intencionalmente cualquier evaluación de los impactos, tiendió por eso a crear nuevas zonas inundables y agravar los efectos en los que ya lo eran.
En Buenos Aires, esta reorganización de la geografía metropolitana significó el taponamiento de desagües naturales como son los arroyos, debido a que los cimientos profundos generan diques que comprometen la circulación de las aguas hacia el río, produciendo ascensos de la napa y empeorando las inundaciones. A la par que se creaba este problema, no se producía ninguna compensación en la infraestructura fuera de promesas de obras que se vienen proyectando con ritmo cansino, como si las lluvias no vinieran creando flagelos hace varios años. También significó la destrucción de espacios verdes, lo que significa una menor absorción de aguas por parte de los árboles y suelos con vegetación, que juegan el rol de absorber grandes cantidades de agua que liberan a los ríos, arroyos y a la atmósfera, disminuyendo así el riesgo de inundaciones de forma significativa. En el caso de la ciudad de La Plata, la autopista que la conecta con CABA es definida por varios expertos –por el modo en que fue construida- como una especie de dique que impide el desagüe de las lluvias. El geógrafo Héctor Zajac señala que en “el caso de los countries, la situación fue similar, pero con el agravante que las urbanizaciones ocurrieron directamente sobre espacios verdes de alto valor regulador del ciclo del agua como humedales del Delta o bosques de la zona sur”. En lo que respecta a muchos barrios privados, su construcción tendió a agravar los problemas de inundaciones en las zonas aledañas a los mismos, en muchos casos constituidas por barriadas pobres y altamente precarias.
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Esto se agrava por el impacto que tiene sobre el conjunto de las regiones pampeana y mesopotámica la ampliación de la frontera agropecuaria, que se dio de la mano de desmontes de millones de hectáreas de bosques, lo cual potenció los efectos de las lluvias. En la escala regional al igual que la urbana, el uso de la tierra en función de la apropiación de la renta choca con las necesidades fundamentales del pueblo trabajador, pato de la boda de los negocios capitalistas.
Por eso, se crea la necesidad de nuevas obras, que nunca alcanzan para resolver el “eterno” problema de las lluvias. Un problema que sólo es eterno porque el capital lo recrea una y otra vez por las condiciones que impone la búsqueda de la ganancia al desarrollo urbano. Y que permite, de paso acrecentar con las obras anti-inundación el negocio de los contratistas del Estado, cuyos adjudicatarios están en muchas ocasiones asociados a los desarrolladores de los proyectos edilicios que generaron el problema en primera instancia. Y que no pierden con el ritmo tortuoso con el que avanzan los proyectos, sino que pueden incluyo sacar un mayor lucro por ello.
Con el crecimiento de la urbanización en las condiciones que reseñamos, se produce como resultado que serían necesarias obras cada vez más complejas y costosas –que nunca se terminan de concretar- para contrarrestar los efectos de un modelo de este modelo de urbanización, que tiene sus eslabones débiles en los sectores más pobres, los primeros afectados por las inundaciones a causa de las viviendas precarias y también por encontrarse –en muchos casos- en los puntos más sensibles donde se concentran las consecuencias de la desidia en la planificación, (mucho más celosa por evitar que sean afectados los propietarios más ricos) como muestra gráficamente el caso del barrio Mitre, perjudicado por la construcción del Shopping Dot. Y cuyos únicos beneficiarios son los participantes de los distintos eslabones del negocio inmobiliario, y los propietarios de las zonas más ricas que ven cómo sus propiedades elevan su valor… al menos hasta que caen ellos mismos víctimas de las inundaciones. Antonio Elio Brailovsky plantea con razón que “Los desastres naturales no existen. El desastre es la expresión social de un fenómeno natural [...] Detrás del loteo inescrupuloso han venido las obras salvadoras, cuya contribución a la solución de los problemas siempre fue menor de lo esperado. Sin embargo, siempre se pidió y prometió la solución definitiva de las inundaciones urbanas, sin preguntar si esa solución era técnicamente factible y, además, si la podríamos pagar” (Buenos Aires, ciudad inundable. Por qué está condenada a un desastre permanente). Todas las instancias de gobierno mostraron una negligencia criminal para llevar adelante las obras prometidas, pero esto no asegura que ante la magnitud de los problemas creados por el negocio inmobiliario descontrolado, que se agravan de forma permanente, estos proyectos podrían resolverlos.
Por la omisión y la acción, pública y privada, que de forma concatenada contribuyen a que las copiosas lluvias se transformen en catástrofes, es que no puede menos que hablarse de otro crimen social, de magnitud criminal equivalente a los sucesos de Once, de Crogmañon, o de aquella otra inundación devastadora ocurrida en Rosario en el año 2003.
Los gobierno nacional, porteño y bonaerense, se pasan la pelota unos a otros, evitando cargar con la responsabilidad de lo ocurrido. Todos ellos, así como el negocio de la tierra que está en la raíz de los efectos cada vez más graves que ocasionan las tormentas, tienen responsabilidad compartida en este crimen. Mientras organizamos la solidaridad con los miles de víctimas que causó este accionar criminal al pueblo trabajador –aparte de los ya más de 50 muertos-, y mientras exigimos que los distintos niveles gubernamentales y los más ricos pongan los fondos para resarcir los daños generados, debemos tener presente que bajo este sistema social no hay prevención que alcance.
El capitalismo es una “organización ilícita” que tiene preparados más brutales padecimientos al pueblo trabajador, que se suman a la opresión y explotación cotidianas a las que nos somete el capitalismo. Sólo podemos cortar de raíz con las causas de estos crímenes sociales si expropiamos a los expropiadores capitalistas, si barremos con las instituciones de este Estado administrado por una casta de funcionarios bien pagos que sólo se preocupan por garantizar el enriquecimiento de los empresarios, y reorganizamos el conjunto de la producción en función de las necesidades de los trabajadores y el pueblo pobre.

viernes, 29 de marzo de 2013

La crisis, los "ritmos desiguales" y las tendencias al agravamiento de las tensiones imperialistas

Las reflexiones de Paula Bach sobre las contradicciones que atraviesan la política alemana para enfrentar los distintos frentes de la crisis europea y las tensiones que estos vienen generando, plasmadas en este post, suscitaron una interesante respuesta de Adrián C. que compartimos con los lectores.

Es verdad que existe una desigualdad en los tiempos de la crisis que, hasta el momento, ha significado que los escenarios más catastróficos no se hayan desarrollado. Los rescates e intervenciones relativamente sincronizadas del comienzo de la crisis evitaron los escenarios más temidos para la burguesía mundial. Asimismo, el crecimiento de los países “emergentes” fue un contrapeso a la caída más abrupta de las potencias principales. La cuestión es que se terminó el periodo de “sincronización” en la intervención de los estados y, por otro lado, difícilmente los países emergentes puedan seguir jugando el rol de contención que han jugado hasta ahora. La realidad muestra que existen múltiples estrategias geopolíticas en juego donde los distintos “focos” de litigio se interrelacionan unos con otros. Es probable que se estén acumulando contradicciones como pocas veces en la historia del capitalismo.
El “foco” europeo: Un punto para pensar es el de una posible ruptura del histórico eje franco-alemán. El rescate a Chipre, es estratégicamente para Alemania un contundente paso adelante en la semicolonizacion de una parte (chica en este caso) de Europa. Es la primera vez que se impone una condición tan leonina, que no solo afecta a grandes empresarios sino que de hecho es una expropiación a miles de ciudadanos chipriotas. Desde hace algún tiempo se vienen acumulando roces entre el gobierno Francés y el Alemán sobre la forma en hacer frente a la crisis (Eurobonos, rescates, etc.). Otro de los hechos en estas semanas que compromete dicho eje es la votación de Hollande, en conjunto con Cameron, contra Merkel en la cuestión Siria, lo cual significa un giro importante. Francia  e Inglaterra plantearon en la cumbre en Bruselas levantar el embargo de armas a los rebeldes sirios. Alemania, tuvo que apoyarse en su histórico aliado (Austria) en esta cuestión. Como bien dice el diario El País de España: “Una imprevista alianza entre François Hollande, el presidente francés, y David Cameron, el primer ministro británico, amenaza con romper la unidad en el seno de la UE y dar un giro al conflicto sirio”. Si el plan estratégico alemán (La semicolonizacion de una parte de Europa) empezaba a tener roce con los EEUU, a esto tenemos que agregar hasta donde llegaran estas fricciones con Francia, y como continuara su relación con Rusia.  
En cuanto a la situación económica, varios informes hablan de parálisis manufacturera y de servicios en toda la zona menos en Alemania. “Sondeos recientes muestran que la actividad manufacturera y de servicios en toda la región, salvo Alemania por supuesto, está cayendo” (The Wall Street Journal, 16 de Marzo).
En cuanto al problema europeo, nosotros dijimos: "A más de dos años de estas afirmaciones, este conflicto (…) se ha seguido desarrollando con el intento de EE.UU. de crear un bloque anti-Merkel, apareciendo Washington como más “europeo” y “keynesiano” que Berlín lo que le ha permitido acercarse a los gobiernos con mayores problemas de endeudamiento o al mismo Hollande” (EI 28). Si efectivamente Francia avanza en su alejamiento de Alemania, las alianzas empiezan a hacerse más claras y las rivalidades interimperialistas tenderán a agudizarse. Es por esto que el giro Hayekiano Alemán es indudablemente un elemento desestabilizante para el conjunto de la geopolítica mundial, en momentos no catastróficos de la crisis.
Por otro lado, EEUU sigue con su visión de largo plazo de mirar al pacifico. "El secretario de Defensa norteamericano, Chuck Hagel, ha anunciado hoy en el Pentágono el despliegue de 14 interceptores de misiles en Alaska y la instalación de un radar en Japón, ante la retórica beligerante de Corea del Norte. “Vamos a fortalecer nuestras capacidades de defensa de misiles en varias formas, debido a las crecientes amenazas de Irán y Corea del Norte”, ha dicho Hagel en rueda de prensa” (El País de España, 15 de Marzo). Todo esto no solamente es peligroso dado el lugar que ha ocupado China en el mundo sino por el lugar de “mutua complementariedad” que tiene con USA, donde cualquier intento de modificar el actual esquema, no solamente es comprometido para el propio país, sino que es objetivamente un “ataque” al otro. Todo esto en medio de lo que comenta Paula sobre “hasta qué punto la relativa recuperación norteamericana es un freno para la caída de China”. Además hace poco Li Keqiang sustituyó a Wen Jiabao como primer ministro de China. En relación a esto, plantean en El País: “Los expertos aseguran —y los propios líderes lo han reconocido— que China ha llegado a un punto de inflexión y debe impulsar ambiciosas reformas, que permitan a la segunda economía del mundo seguir creciendo a fuerte ritmo. Estas exigen un cambio profundo de modelo para centrarlo en el consumo doméstico, en lugar de las exportaciones y la inversión”. De pretender avanzar hacia eso China tendrá consecuencias, no solo internamente, sino con su relación con los EEUU.
Para pensar en los escenarios mas probables, el problema que enfrenta el capitalismo es que los 2 principales focos de conflictos están íntimamente interrelacionados (El “foco” europeo y el “foco” del pacifico). Como dice Paula: 
Quiero decir que,la desigualdad entre Estados Unidos y Europa que a través de la relación con China podría propiciar una situación de relativa calma económica durante el próximo año, podría a su vez ser la base para un mayor avance alemán sobre la eurozona. Esta situación podría ser el punto de partida de la combinación de una recesión mucho mayor en Europa y un eventual fortalecimiento de Alemania en la relación de fuerzas internacionales. Una situación tal plantearía un recrudecimiento de las tensiones entre Alemania y Estados Unidos como consecuencia (y esto es lo interesante), no de una gran agudización de la crisis, sino de una relativa calma económica que le permita a Alemania un avance parcial sobre su "patio trasero. 
Esto es correcto para mí. Yo le agregaría que lo que hace difícil la resolución de la contienda, es que tanto la estrategia Alemana, como la Yanqui, son de difícil imposición en “condiciones pacificas”. Al tratarse de problemas históricos, la resolución, para un lado o para el otro, significa objetivamente un aumento de las tensiones en las disputas interimperialistas.
Por otro lado, no parece para nada fácil seguir “pateándola para adelante”. Incluso este último escenario (seguir pateando para adelante la resolución de los problemas más históricos para evitar escenarios más catastróficos de la lucha de clases, o guerras) es (también) altamente inestable. Una suerte de “Japonizacion” de la economía mundial (aunque no en el sentido estricto del crecimiento casi nulo que tuvo este país en los noventa) sería problemática. En EI 25 decíamos: “…Para decirlo de otra manera, en el plano interno Japón optó por mantener la cohesión de su estructura política y social modernizada por arriba –con todos los límites que esto significa después de su derrota en la Segunda Guerra– y que la crisis no diera lugar a un avance en la lucha de clases, a costa de postergar su recuperación económica…” Aun optando por una sobrevida del actual esquema de división mundial del trabajo, y prefiriendo “mantener la cohesión de su estructura política y social modernizada por arriba” para evitar “avances en la lucha de clases”, el capitalismo sigue sin poder dar respuesta a sus problemas más históricos.
Quizás, uno de los principales obstáculos que el capitalismo tiene para permitirse (como mínimo) otra prolongación forzosa del actual tablero mundial, es que parecen complicadas las salidas de tinte reformista. Por mas rescates (incluso sincronizados) que se hayan hecho, el capitalismo no está en condiciones de articular políticas tipo New Deal (Tampoco parecen surgir por ahora líneas tipo capitalistas de estado). 

…Justamente por esto, el éxito del nuevo “New Deal” (…) no es simplemente algo “no seguro” sino imposible en las condiciones actuales, porque la Segunda Guerra Mundial y la destrucción masiva de fuerzas productivas a la que condujo no son un elemento entre otros, sino la clave para explicar las condiciones de posibilidad del boom de posguerra. En este sentido, la recuperación que comenzó a inicios de la década de 1980, a pesar de comprender la depresión de los salarios a nivel internacional y múltiples derrotas al movimiento de masas, y de que las sucesivas crisis oficiaron como “limpiezas” parciales de capital sobrante, no tuvo como sustento una destrucción de fuerzas productivas comparable a aquella de la Segunda Guerra Mundial sobre la cual se basó el boom posterior… (“En los límites de la restauración Burguesa”, EI 27).

A diferencia del momento que los EEUU sacaron el NEW DEAL, no estamos ahora en presencia de un Imperialismo en ascenso. Recordemos que Trotsky se refería a esa política, como una política “norteamericana por excelencia”, en el sentido de que es una línea que solo es posible para naciones muy ricas. Las respuestas keynesianas a la crisis (que en última instancia solo impiden que el capitalismo “sincere” su estado de salud actual) no solo ya se demostraron ineficientes, sino que parece tener poca base para reproducirlas a gran escala.

…En última instancia, una salida capitalista al empantanamiento actual, al “estado crónico de actividad inferior a la normal” sin “tendencia marcada ni hacia la recuperación ni hacia el hundimiento completo”, pero acompañado de convulsiones permanentes, requeriría al menos como precondición inicial, de una nueva destrucción masiva de capital con las infinitas penurias que ello conllevaría para los trabajadores y el movimiento de masas. Y también demandaría de alguna nación pujante como lo fue Estados Unidos hacia el final de los años ‘30, dispuesta a establecer su propio orden. Pero el concepto de guerra entre estados, como necesidad, es la negación de la idea de reforma. Y es esa negación la que alumbra a su vez la posibilidad de la subversión del orden existente o sea, la posibilidad de revolución. En la idea y en la práctica de la revolución, se encuentra la solución a la “paradoja keynesiana” y la respuesta a cómo lograr las “ventajas” de la guerra en el sentido de la planificación y la centralización de las fuerzas productivas, en condiciones de paz… (Nota de Paula Bach, EI 28)”.
Vale decir, sí la “paradoja keynesiana” es como lograr las “ventajas” de la guerra en el sentido de la planificación y la centralización de las fuerzas productivas, en condiciones de paz…”, la “paradoja Hayekiana” es como lograr las “ventajas” de la destrucción masiva de capitales, sin alterar las condiciones de paz.
Algunas consideraciones sobre la época
Al finalizar la primera guerra mundial, surgía inexorablemente una contradicción producto del resultado mismo de la conflagración mundial. Los principales ganadores no tendrían que haber sido quienes fueron, y los principales perdedores tampoco. Aquí pasó como en el futbol, los partidos no se ganan por merecimiento.
El economista marxista Isaac Joshua hace una buena síntesis sobre el período de entreguerras diciendo que la primera guerra mundial puso sobre el tapete los problemas de la época, y la segunda los resolvió. Nosotros podríamos hacer alguna analogía parecida, comparando los 2 últimos grandes “conflictos” (en este caso económicos) que tuvo el capitalismo de postguerra. Si la crisis de los setenta “se contentó con poner al día los problemas”, todavía  no hemos tenido ningún “episodio” que se encargue de resolverlos. Más bien la actual crisis, tiene mucha relación con la forma en la que se salió de la crisis de los setenta, y por ahora las fugas “hacia adelante” no hacen otra cosa que patear la “resolución principal”. La forma en la que el capitalismo organizó su tablero de ajedrez no va más, y hasta ahora por mas rescates que se hayan realizado, todo tendió a darle sobrevida a un esquema que está terminado o en crisis mortal (la relación de reciprocidad de USA-China, la alianza estratégica del eje Franco-Alemán, etc.).
La restauración burguesa le dio una sobrevida importante, pero no significó un “cambio de paradigma”. 
…En este sentido, si para finales de la década de 1820 se podía decir que si bien el absolutismo había conquistado una “sobrevida” tras la derrota de Napoleón esto no significó la regeneración de las condiciones que le dieron origen, hoy podemos decir algo muy parecido del capitalismo, que si bien la derrota del ascenso 1968-1981 (…) abrió el camino a la restauración otorgándole una sobrevida al capitalismo, éste ha sido incapaz de revertir sus condiciones históricas de declinación como sistema social... (En los límites de la “restauración burguesa”, EI 27).
Con la incorporación de China al complejo tablero de la economía mundial objetivamente el capitalismo utilizó una composición orgánica del capital más baja que le permitió una recuperación de la tasa de ganancia a nivel mundial (aunque hay varias visiones sobre que tanto se recuperó). El problema es que ni la crisis de los setenta ni la crisis actual han podido destruir los capitales que la situación ameritaba (según algunas cifras, la segunda guerra mundial destruyó casi un tercio del capital mundial) con lo cual la forma en la que operó la restauración burguesa no le permitió al capitalismo “revertir sus condiciones históricas de declinación como sistema social”. Quizás desde hace décadas el capitalismo presencia una subdestruccion de capitales cuasi crónica. Y hoy por hoy, lo que no va más (en términos históricos, no de coyuntura) es el relativo equilibrio que consiguió el capitalismo con la restauración “neoliberal”. Por todo eso, de generalizarse la “línea alemana” mas hayekiana estaríamos ante un intento más “serio” de atacar los problemas históricos del capitalismo, y de “postularse” definitivamente como la gran competidora al imperialismo yanqui, que hasta ahora más bien tuvo una línea “neokeynesiana” que, paradójicamente, conspira con llevar hasta el final una estrategia de resolución de los problemas más estructurales.
 
En un intercambio muy interesante entre Chipi y Chingo de julio de 2008, este último decía lo siguiente:

Pero incluso desde este ángulo las tendencias a la  ruptura del equilibrio neoliberal tiene un elemento nuevo que es el salto cualitativo en la decadencia hegemónica de EEUU, y la situación inédita históricamente de un cierto "vacio hegemónico" distinto a la lucha abierta por la hegemonía que caracterizo al periodo de entreguerras, pero tal vez igualmente peligrosa para la estabilidad capitalista. ¿A dónde irá la situación mundial con estas coordenadas económicas, políticas y geopolíticas? ¿Cómo se lograra un nuevo equilibrio capitalista  en estas circunstancias bastante complicadas para el capital, pero que cuenta a su favor como inercia del periodo anterior de años de dominación estalinista del movimiento obrero y la fragmentación neoliberal , con una fuerte crisis de subjetividad del proletariado y del marxismo al menos al inicio de la ruptura del equilibrio? Yo no sé pero creo que hay que prepararse para acontecimientos más históricos...
El “gran” problema del capitalismo Imperialista actual es que debe dar respuesta a un problema histórico, que hace a los cimientos mismos de su estructura. De no hacerlo, parece muy difícil que se pueda lograr “un nuevo equilibrio capitalista”. Esto no es para vaticinar guerras ni nada por el estilo; justamente un elemento estabilizante (no a largo plazo) a sido la desigualdad en los tiempos de la crisis, que le ha permitido cierto maneje de la misma a las elites burguesas mundiales. Ahora, “la situación inédita históricamente de un cierto "vacio hegemónico" empieza a transformarse, pues los principales países imperialistas, ya no solo manifiestan visiones estratégicas distintas, sino que empiezan a dar pasos concretos para llevarlas adelante (Alemania). De generalizarse eso (aun en una situación no catastrófica de la economía) podríamos presenciar un salto en las rivalidades interimperialistas, que empiecen a achicar las tijeras que existen entre la coyuntura de “relativa calma” y los problemas más históricos del capitalismo.  

jueves, 21 de marzo de 2013

La presión sobre el dólar y la crisis del “modelo”


 
Artículo publicado en La verdad obrera n° 515

Pablo Anino y Esteban Mercatante



La escalada del dólar paralelo a $8,75 alarmó al gobierno. Cristina Fernández convocó ayer de urgencia al gabinete económico disparando rumores varios de internas. Mientras la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont culparía del salto del “dólar blue” al director de la AFIP, Ricardo Echegaray, por el anuncio del aumento al 20% del recargo a los paquetes turísticos (era del 15%), Echegaray recriminaría a del Pont laxitud en el control de la compra de dólares. También habría divisiones alrededor de las alternativas entre un desdoblamiento cambiario que sincere lo que existe de hecho, o reforzar los controles.
En la temporada turística, economistas oficialistas tranquilizaban con la idea de que la suba del blue era estacional por la demanda de dólares de los viajeros. La realidad los desmintió. El salto estacional creó un nuevo piso alrededor de $8, cada vez más cerca de $9, acelerado de la mano de los últimos anuncios de Echegaray. Hoy está un 71% por encima del cambio oficial.
El “modelo” en problemas
Aunque el mercado blue es reducido, actúa como expresión de los desajustes de una política oficial que capea los problemas que acumula la economía nacional sin resolverlos.
La presión sobre el dólar tiene raíces profundas. La inflación puso fin al dólar “caro”, uno de los pilares del alto crecimiento conseguido con la megadevaluación de 2002 (que dio un mazazo al salario). Numerosos empresarios aducen problemas de “competitividad” y exigen compensaciones, aunque muchos siguen amasando ganancias formidables.
El dólar “barato” contribuyó al crecimiento de las compras al extranjero, lo que Moreno trató de frenar exigiendo declaraciones juradas para las importaciones. Pero los problemas estructurales conspiran contra estos intentos. La “recompra” de YPF se hizo en pos del autoabastecimiento, pero no terminó con la importación de combustibles, una millonaria aspiradora de dólares.
Pese al “cepo” al dólar, por la inflación es conveniente el turismo en el exterior, y esto también drena divisas. Las empresas imperialistas presionan para remitir ganancias a sus casas matrices sin trabas. También la deuda externa sigue siendo una importante fuente de demanda de dólares. Si hay acuerdo con los buitres en la corte de Nueva York habrá otro zarpazo a los dólares del Banco Central.
El fracaso de la “sintonía gruesa”
Con el cepo el gobierno buscó penalizar la compra de dólares (aunque a la vez creó un formidable negocio para algunos amigos que acceden al dólar al cambio oficial). Pero con trabas y todo, el que apostó al dólar en el último año ganó. Quien compró un dólar blue a $6 hace unos meses, lo vende hoy con una ganancia de más del 40%. Por eso, la caída de las reservas del Banco Central se aceleró y acumula pérdidas por más de u$s 10 mil millones desde 2011.
La última iniciativa de contención fue el planteo de Moreno sobre un posible dólar oficial a $6 para fin de año. Pretendía dar previsibilidad y contener el drenaje, pero fue rápidamente desmentido por el jefe de gabinete. Las dudas sobre la cantidad de dólares que entrarán por la soja, las noticias sobre la pérdida de reservas por salida de depósitos del sistema y los anuncios de Echegaray dinamitaron cualquier contención y llevaron al salto de estos días. Se muestra el fracaso de la política de un mercado paralelo “ilegal” y se desmiente la afirmación de que el mercado blue no tendría incidencia.
Esto hace prever un giro en la política, que podría ir en el sentido de legalizar el desdoblamiento, estableciendo distintas cotizaciones (un dólar financiero, otro turista y un tercero para compras al extranjero y exportaciones). Otra posibilidad es explicitar el ritmo de devaluación del peso, como en tiempos de la “tablita” del recientemente fallecido Martínez de Hoz. Cualquiera de estas alternativas podría hacer desbarrancar los precarios acuerdos de precios que el gobierno espera utilizar para limitar las paritarias. Otra alternativa es profundizar lo actuado hasta ahora, tratando de penalizar aún más las compras de dólares, una medida de dudosos resultados.
Las distintas variantes hacen prever un golpe al poder adquisitivo de los trabajadores. Lo mismo puede esperarse de las alternativas de la oposición patronal, que exigen liberar el tipo de cambio y terminar con subsidios y controles de precios.
Es necesario pelear por cláusulas gatillo para los salarios, control obrero y popular de los precios. Sólo la nacionalización de la banca, el no pago de la deuda, el monopolio estatal del comercio exterior y el control de los flujos de capitales, junto con la apropiación íntegra de la renta agraria e hidrocarburífera mediante la expropiación de las grandes propiedades y empresas petroleras, puede evitar que las salidas a los desequilibrios del “modelo” descarguen los costos sobre el pueblo trabajador. Todas medidas que sólo puede tomar un gobierno de los trabajadores.

martes, 26 de febrero de 2013

Gonzalez, el "dolor de funcionario", y una defensa del intervencionismo K a prueba de sus criminales resultados

El director de la Biblioteca Nacional e integrante de Carta Abierta Horacio Gonzalez, ha salido a manifestar su “dolor de funcionario” ante el crimen social de Once. Pero este dolor que nos presenta es un lamento ante los “anatemas ya fabricados” que estarían en el corazón de la “idea de una culpabilidad del Estado”. Aunque reconoce que esta idea “no carece de fundamentos”, afirma sin embargo que situar al Estado en un “estado permanente de Culpa” constituye un “esquema” que “merece mayores cuidados y templanzas”.
Gonzalez nos quiere llevar por el terreno de las disquisiciones respecto de las teorías que defienden la razón de Estado como fundamento para las sospechas que se ciernen hoy sobre él. Como sí siguieramos inmersos en el clima noventista donde el Estado se encontraba bajo sospecha permanente, el “Estado de Culpa” poco y nada parece tener que ver con los contornos que adquirió el accionar público durante este período.
Pero, mal que le pese a Gonzalez, el crimen social de Once enjuicia el accionar del Estado luego de un largo período en el que el kirchnerismo declamó como un aspecto positivo su presencia en asuntos vitales para los sectores populares. Si los '90 quedaron signados como un período de retiro del Estado y la debacle de la convertibilidad en 2001 hizo caer en el desprestigio todas las políticas neoliberales de desregulación, entre ellas especialmente las privatizaciones, desde el primar día del gobierno de Nestor Kirchner éste proclamo el fin de este supuesto abadono del Estado y la restitución de su intervención en defensa del interés general (en realidad, de ningún modo se había retirado, ya que la desregulación requirió una intensa re-regulación y metódicos ataques coordinados entre Estado y patronales para barrer numerosas conquistas, con el acompañamiento de la burocracia sindical).
La responsabilidad de los funcionarios del Estado está en el centro del crimen de Once, no solamente por la torpeza y el desprecio que mostraron ante los 52 muertos, los heridos y sus familias los responsables más inmediatos de lo ocurrido, como Shiavi retando a los pasajeros, o los menos inmediatos, incluyendo a la presidenta que señalo en el aniversario de la tragedia que les esperaba a los familiares una espera de 35 años para ver justicia. Fundamentalmente, su responsabilidad remite al hecho es un resultado largamente anunciado por la política aplicada por el Estado para emparchar, sin revertir, la situación de descalabro a la que había llegado el sistema en manos privadas. Al mismo tiempo que el gobierno kirchnerista proclamaba la reversión de lo más nefasto del neoliberalismo, en el sistema ferroviario dejaba incambiadas las condiciones establecidas por las privatizaciones durante los años '90, sin afectar el marco regulatorio ni las (ir)responsabilidades de los concesionarios privados. La “intervención” no fue más lejos que la decisión de abrir el grifo de los subsidios estatales, que ahora eran posibles gracias al superávit que logró el Estado nacional en 2002, a fuerza de ajuste, default momentáneo y retenciones a las exportaciones.
Como decimos en otro post, “todo el intervencionismo de la economía política K consistió en poner topes tarifarios, y dejar en manos privadas la búsqueda de los modos de arreglárselas con esos topes para manejar el negocio [Topes que, en el caso ferroviario, estuvieron generosamente compensados con los más $ 3 mil millones en subsidios entregados desde 2003 a los Cirigliano]. Y bueno -continuaba nuestro post- un capitalista casi siempre encuentra la manera de ganar dinero (no siempre, por eso las compañías eléctricas están al borde de la quiebra), sólo que eso no garantiza que los servicios a cargo del capital se puedan sostener en el tiempo. Más bien, en la generalidad de los casos asegura lo contrario”. Esta particular combinación de “presencia del Estado [sí, burgués] + el mercado” es lo que en Once mostró consecuencias catastróficas. No estamos ante un “Estado de Culpa” vinculado al distanciamiento de los funcionarios del dolor (al que Gonzalez reconoce con un gesto generoso que “en sí mismo nunca se equivoca”...) sino a un resultado criminal de una maquinaria que se pretendió virtuosamente recompuesta a fuerza de billetazos que sólo apuntaban a tapar los problemas llenando los bolsillos de empresarios que son insospechables de poseer algun animal spirit. Si en otros servicios públicos, así como en el sector energético o los combustibles las implicancias son en principio menos dramáticas, se puede sin embargo ver el mismo modus operandus el Estado hizo la vista gorda ante la evidente desinversión, mientras proveyó fondos para garantizar la rentabilidad. Es decir, una rentabilidad lograda a condición de no invertir, con el aval del Estado.
Después de Once, la idea de que el kircherismo representa una ruptura de paradigmas respecto de las políticas '90, que nos habría encaminado hacia cambios estructurales, se desnudó como una impostura. Impostura cuyas víctimas, desnudando la profunda continuidad antiobrera y antipopular en varias políticas de Estado (y recordándonos que el cáracter de clase del Estado y sus políticas en ningún modo es un dato redundante como consideran ciertos exponentes de alguna “nueva” izquierda), están enteramente entre los trabajadores y sectores populares. Llegando al cierre de su texto, Gonzalez nos señala que debemos considerar al Estado como un ámbito “de escucha de las víctimas”. Aunque con esto intenta, como ya ha hecho en otras ocasiones, también llamar la atención del gobierno sobre algunos de sus puntos débiles, la manera en la que intenta hacerlo y a la vez reconciliar a la víctimas, lo muestra en una situación aún más patética que en ocasiones anteriores (que hemos discutido aquí y aquí) Si algo evidencia el crimen social de Once, y las lamentables posturas de funcionarios y simpatizantes políticos del gobierno nacional a un año de ocurrido es que, lejos de andar esperando que este gobierno y su Estado presten escucha a las “víctimas” que produce la acción concertada de capitales privados e intervención pública (sin las cuales el sistema capitalista no podría reproducirse, por eso Marx definía al Estado como una junta que administra los negocios comunes de la clase burguesa) es desarrollar una alternativa política independiente para reorganizar la sociedad sobre nuevas bases, expropiando a los expropiadores capitalistas.

viernes, 22 de febrero de 2013

Las raíces de la inflación en la Argentina. Un análisis desde el marxismo




http://www.ips.org.ar/wp-content/uploads/2013/02/inflacion-II.jpgEn el Blog de debates del IPS, publicamos un artículo en el que analizamos las raíces de la inflación en la Argentina, discutiendo desde el marxismo con las interpretaciones más extendidas para explicar el fenómeno en el país, y discutimos la política que viene teniendo el gobierno para enfrentarla. Para leer el artículo, ir aquí



jueves, 24 de enero de 2013

Las tensiones del “modelo”, la inflación y el salario

http://www.pts.org.ar/IMG/rubon5448.jpg
En La Verdad Obrera Nº 509 
discutimos sobre las causas de la inflación, las alternativas en las que se debaten los capitalistas para enfrentarla, y la respuesta que debe dar la clase trabajadora para evitar las recetas que transforman el salario obrero en la variable de ajuste.
Para leer la nota, acá

viernes, 21 de diciembre de 2012

Los saqueos, o cómo el ajuste "heterodoxo" llega a todos y todas


 

El balance de fin de año, por si quedaba alguna duda, nos está mostrando que este fue el año del ajuste “para todos y todas”. Este ajuste involucró medidas de distinto tenor, desde el tapón a las importaciones y el cepo a la compra de dólares, hasta la quietud del mínimo no imponible de ganancia y la eliminación de las asignaciones familiares para los grupos familiares en los que alguno de los cónyuges supere los 7000 pesos, pasando por los ajutes de tarifas y transporte, el último anunciado 19D mientras el sindicalismo opositor marchaba a plaza de mayo.

Los hacedores de discurso cristinista vienen hace un tiempo contraponiendo entre los estratos de asalariados supuestamente privilegiados, que por sus propias mejoras se habrían vuelto crecientemente reacios a cargar con costos de una intervención del Estado de carácter “progresista” aunque se beneficiaron (siempre según este relato) de políticas favorables al empleo y los ingresos asalariados de este gobierno, y los estratos más pobres y precarios que serían aquellos en los cuáles la intervención estatal se concentraría de manera privilegiada. De esta forma, se buscó colocar el creciente descontento obrero en la vereda de “enfrente”, de los que no quieren poner el hombro para sostener el “modelo de crecimiento con inclusión”, como ha dado en llamar a su política el kirchnerismo.
Hace tiempo que este discurso hace agua entre los trabajadores con empleo registrado, y contribuye a acrecentar el descontento. Algo lógico por los propios números: como plantea esta nota, hoy “pagan ganancias los trabajadores que cobran de bolsillo más de $5782 mensuales si son solteros sin hijos, y más de $7998 si son casados con dos hijos. Son trabajadores cuyos salarios están muy cerca de los $7000 de la canasta familiar que necesita una familia para vivir con lo justo”. Por supuesto, se trata de “privilegiados si consideramos que según la EPH el 90% de los asalariados gana menos de $5460 y el 70%, menos de $3513. En la Argentina K se ha vuelto un “privilegio” ganar un salario que se acerca a la canasta familiar, privilegio que amerita ser gravado con el mismo impuesto que grava (poco, muy poco) la ganancia de los patrones. Y con la no movilidad del mínimo no imponible, un salario que a causa de la inflación se las ve cada vez en mayores problemas para cubrir el consumo necesario, afronta sin embargo una carga impositiva cada vez mayor. Esto se llama ajuste, soportado, como ocurre con todos los gobiernos, por una parte de los trabajadores, a la que se quiere poner el mote de “privilegiados”.
Pero los hechos de estos días muestran que el discurso también hace agua por el lado de los supuestos destinatarios principales de los favores oficiales, es decir los sectores más pobres. Por supuesto, como no podía ser de otra forma, el gobierno trata de tapar esto haciendo responsables, en esta oportunidad, a Moyano y Micheli, poniendo en duda el carácter espontáneo. Carta Abierta, ha señalado que estos hechos “nos alertan acerca de la existencia de una ofensiva desestabilizadora”. Y el bloguero K Lucas Carrasco ha planteado que "Los sectores populares no son tan boludos como para caer en celadas oscuras en momentos donde el gobierno nacional pulsea con los saqueadores de guante blanco en la Sociedad Rural..." (con buen tino, el bloguero P Abel Fernandez le ha señalado que “los únicos sectores populares a los que eso les importa en serio son los que viven en Palermo”).
Pero sólo en el mundo de las estadísticas oficiales faltarían motivos a los sectores populares para hacer reclamos por hambre. Sin una situación que tenga nada que ver con la emergencia social del 2001, una inflación que no baja del 25% anual viene golpeando duramente sobre los ingresos obreros. Los sectores más duramente golpeados son los de los ingresos más bajos. Mientras que el sector privado registrado realiza anualmente negociaciones paritarias en las que el resultado puede significar empatarle, ganar por poco o perder ligeramente frente a la inflación, en el caso de los trabajadores no registrados no hay nada por el estilo. La patronal cuenta con mayor poder para imponer condiciones y negar aumentos, o concederlos de forma mucho más módica. Como desde 2007 el crecimiento del empleo viene frenándose, y se paró completamente la tendencia a que se recuperara el empleo registrado en la proporción del empleo total, es un sector cada vez mayor de la clase trabajadora el que se ve afectado por estas condiciones. A esto se agrega que el último año se frenó un sector clave como la construcción, tanto para obra pública como en el sector privado. Algunos cálculos hablan de una destrucción de 40 mil puestos de trabajo durante el último año, pocos bajan de 25 mil en los cálculos más optimistas. La AUH, tan reivindicada por los sectores “progres K”, poco puede compensar este creciente deterioro.
Como decíamos al principio, el ajuste llega a todos los sectores de la clase trabajadora. Si para los estratos medios/altos llega por la vía del Estado (eliminación de asignaciones, no ajuste del mínimo no imponible, el tarifazo de los servicios y del transporte), para los sectores más bajos llega por el lado del endurecimiento de las condiciones de ingresos, a la par que son los sectores más expuestos al aumento del costo de vida en el que los alimentos son uno de los rubros que más velozmente aumentan.
Pueden sorprender poco, entonces, los sucesos de estas horas. El ajuste, aunque se pretenda moderado (y “heterodoxo”) resulta especialmente duro en los eslabones más débiles. Las pretensiones de colocar de la vereda de los privilegiados a los sectores obreros y populares que expresan descontento resultan cada vez menos creíbles. También pierde verosimilitud el intento de orderar el escenario político en los “clivajes” del gobierno vs corpos y la derecha, cuando la orientación profundamente antiobrera queda cada vez más en evidencia.