Poco más de un año atrás, el choque de un tren en Once dejaba decenas de
muertos y cientos de heridos. Hace poco más de dos meses, una tormenta
dejaba bajo agua a La Plata, buena parte de la CABA, y varias zonas de
Buenos Aires, con un saldo de muertos que en lo que respecta a La Plata
se esforzaron en evitar que se terminara de esclarecer cabalmente.
El conjunto de hechos que se concatenaron para permitir que ocurriera algo tan fortuito como un choque de dos trenes en Castelar, aún está por esclarecerse. Está por verse en qué medida se develará ese entramado, por lo pronto ya está en marcha el trámite de inculpar al motorman y su acompañante, a pesar de que un delegado ferroviario ya ha salido a señalar que el tren, supuestamente "puesto a nuevo" (lo cual quiere decir poco más que repintado), tenía problemas de frenos, motivo por el cual los delegados habían resistido su salida.
Pero algo está cada vez más claro. Diariamente está todo dispuesto para que hechos de esta magnitud ocurran. No por nada, han ocurrido 3.303 muertes por accidentes ferroviarios desde 2004. La situación de la infraestructura ferroviaria es la expresión más dramática, sometida a un vaciamiento y desguace que no se revirtió durante la última década, a pesar de que fluyó dinero en magnitudes generosas hacia quienes hasta el año pasado tenían en sus manos la concesion (más de 3 mil millones de pesos para alimentar las ganancias de los Cirigliano hasta 2012, los que habrían sido más que suficientes para invertir en vagones, locomotoras y tendido de rieles). Pero, como nos mostraron las innundaciones, como muestran los "accidentes" en la construcción, no son las únicas. Tras una década "ganada", lo cierto en en la mayoría de las áreas sencillamente se completó una década más de abandono y negligencia criminal. El funcionariado público, que durante la última década gobernó un Estado rico que hizo gala de su enorme capacidad de gasto, no tiene ningún área en la que pueda mostrar haber dado uso fructífero a estos recursos. Y sobre todo, ostenta un hondo desinterés por las consecuencias fatales de su accionar negligente, que vemos en todas las áreas. Además de los accidentes que se reproducen serialmente, la pobre inversión en trasporte del Estado y de los privados -junto con la ausencia de cualquier planificación metropolitana- es responsable del calvario en el que se transformado el tránsito diario por la ciudad, bajo cualquier medio de trasnporte público. Además de las criminales consecuencias de la especulación inmobiliaria que se desarrolla febrilmente con anuencia del estado, que se presentan cada vez que llueve un poco más que lo habitual, otros incordios nos muestran que este Estado "presente", bajo el mando de este funcionariado, no sirve sencillamente para nada a los sectores populares. La "crisis energética" -que no es otra cosa que el uso de una red obsoleta sobre la cual están sentadas las empresas privadas sin poner un peso, y demandando cada vez más fondos del Estado, muy presto a atender sus demandas mientras el sistema registra cada año colapsos más recurrentes- somete alternativamente a distintos barrios de la ciudad y el conurbano a penumbras que se van haciendo cada vez más largas.
Podríamos continuar la lista.Cada caso reproduce la misma lógica. No sorprende. ¿Por qué deberíamos esperar de estos funcionarios algo distinto a la desaprensión que mostraron los empresarios que tenian bajo su mando las concesiones, si con sus sueldos formidables (acrecentados por las "contribuciones" que realiza el sector privado) tienen una vida completamente ajena a los calvarios populares?
No se trata entonces, solamente, de sacar de la órbita privada cuestiones fundamentales como el transporte público. Es necesario que sean los propios trabajadores, junto con comités de usuarios, los que tengan bajo su mando la administración de los mismos. Para que los cientos de millones que se destinan al sector lleven efectivamente a la renovación de los trenes, señalización y vías. Es necesario pelear por la nacionalización y control obrero de todo el sistema ferroviario.
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