Algunos aspectos para analizar la situación mundial, yendo algo más allá de los apuros europeos que concentran la atención inmediata. 1 – En la coyuntura, tenemos dos cuestiones entrelazadas: la primera, discutida ampliamente por Paula Bach en 1937: una comparación muy significativa, es que las medidas tomadas para hacer frente a la caída de la economía real, permitieron salir de la catástrofe, pero tanto EEUU como muchas economías europeas -sin contar a las que están claramente al borde de la cesación de pagos- siguen dependiendo de la existencia de algunas medidas de estímulo. Ya son varios los que anuncian que una recaída en la recesión económica está en marcha en los principales países de Europa, exceptuando Alemania, y en EEUU. Los números sobre el empleo difundidos en este último país hace algo más de un mes, que mostraron un nuevo ligero aumento en el paro, ilustran este peligro. Los niveles reales de desempleo en Estados Unidos están por las nubes. Aunque la tasa oficial de desempleo de junio fue de 9,2%, utilizando la definición que se aplicaba hasta 1994, la tasa sería de 22,8%. Esto sin contar el subempleo o empleo a tiempo parcial, que afecta a una creciente proporción de trabajadores y en las estadísticas oficiales es considerado como “empleo” a tiempo completo. Como señala un artículo reciente “No se trata ya de cesantía a corto o mediano plazo, sino del aumento de un desempleo crónico, que supera los dos años y alcanza hasta los cuatro años” (Alberto Rabilotta, "
¡Es el trabajo asalariado, estúpido!")
. La situación es similar en países como Francia o Gran Bretaña. Pero la situación es y será mucho peor en los países afectados por la crisis de la deuda y que están siendo obligados a aplicar severos programas de austeridad, como Grecia (16 por ciento de cesantía sin computar el desempleo a largo plazo y la imposibilidad para los jóvenes de incorporarse al mercado laboral) o España (21 por ciento de desempleo oficial), así como en Portugal, Irlanda e Italia.Las políticas de estímulo mostraron un éxito relativo en contener una situación que entre fines de 2008 y comienzos de 2009 aparecía como catastrófica, pero sin que haya un reanimamiento de la actividad económica independiente de las “muletas”. Europa y EEUU están sumidos en una situación depresiva, que las políticas de ajuste podrían transformar en una caída, aunque tal vez no muy pronunciada en tanto se evite los defaults. Krugman, Kenneth Gallbraith y otros discuten que los estímulos tuvieron resultados tan magros por su magnitud limitada. Sin embargo, la situación de crisis fiscales está mostrando que en la mayoría de los países se hizo más allá de lo que podía sostenerse. Entre los desarrollados, tal vez las únicas excepciones sean EEUU (a pesar de las dificultades del gobierno federal para elevar los topes autorizador para la emisión de deuda) y Alemania. Podría argumentarse que un mayor estímulo hubiera sido exitoso en reactivar las economías, y que eso habría ayudado a salvar la situación fiscal, ya que la recaudación impositiva hubiera mejorado las arcas fiscales, y la carga de la deuda en relación a la economía se habría reducido. Pero esto supone que más de lo mismo hubiera tenido un efecto no sólo cuantitativamente, sino cualitativamente distinto, lo cual no está demostrado. Tal vez, sólo habría significado que las crisis fiscales hubieran sido aún más agudas. Como sea, las condiciones políticas llevan hoy a descartar una nueva ronda de estímulos fiscales, ya que por el contrario lo que se discute en EEUU y Europa es la magnitud de los recortes, en muchos países al borde de la cesación de pagos.
Es importante considerar entonces qué posibilidades existen de que estos ajustes se complemente con alguna otra que contrarreste el sesgo recesivo de dicha política. Las chances para un estímulo no fiscal -es decir monetario- se ven difíciles, según sugieren algunos datos. El 5 de julio The Wall Street Journal afirmaba que mientras la economía estadounidense está pasando por una de “sus más lentas recuperaciones desde la Gran Recesión”, las grandes empresas están listas para reportar “sólidos ingresos para el segundo trimestre, exponiendo una dicotomía entre el comportamiento de las corporaciones y la salud general de la economía”. Si al comienzo de la “Gran Recesión” muchos economistas mostraban preocupación por una posible “recuperación económica sin creación de empleos”, en realidad tenemos en el caso de las “economías avanzadas”, exceptuando Alemania, una vigorosa “recuperación de beneficios” de la clase capitalista en medio de un evidente estancamiento económico que amenaza convertirse en una nueva recesión global por la aplicación generalizada de políticas fiscales de austeridad, por el creciente desempleo y subempleo, y la consiguiente baja del consumo. Esta recuperación de beneficios que no son lanzados a un nuevo proceso de acumulación -no decimos nuevas inversiones en capital fijo, sino que ni están registrando que las empresas realicen nuevos desembolsos importantes en capital circulante- sino que se ha transformado en un colchón. Las empresas están ‘sentadas” en más de un billón y medio (1 500 000 000 000) de dólares porque –según Krugman- no “ven” una demanda de parte de los consumidores. Mientras tanto los bancos disponen de reservas excedentes por otro 1.5 billón que no están prestando. Las empresas prefieren ahorrar ese capital en lugar de invertirlo, y cuando deciden invertir prefieren hacerlo en China y Brasil en lugar de en EEUU. No hay demanda de los consumidores que permita la reactivación de la economía real porque no es posible ni rentable, en términos capitalistas, generar una masa crítica de nuevos empleos con salarios decentes, o aumentar los salarios en términos generales, para elevar el consumo de bienes.
Si la burbuja financiera que acompaño la crisis estuvo alimentada por el recurso masivo al crédito, y esto dinamizó también el consumo, hoy estamos en una situación donde todo ingreso o beneficio adicional es utilizado para reducir pasivos, o para armar colchón en prevención de una situación que se espera que seguirá mal o incluso peor, y no para consumo. Este aumento del ahorro reduce la demanda efectiva, lo que a la vez desincentiva aún más la inversión, en un círculo vicioso repetido en todas las situación de depresión (sobre esta dinámica estudiada abstractamente ver aquí).
Esta situación, donde todo ingreso adicional es destinado a incrementar el ahorro, y donde la liquidez que tienen los bancos no es destinada a créditos ni para consumo ni para inversión, es característica de lo que normalmente se conoce como una trampa de liquidez. Esto significa que tanto los bancos como las empresas y los individuos se aseguran el efectivo como colchón y no hay manera en la que la política monetaria puede operar para incentivar la actividad económica. Desde que se produjo el corte en los canales de liquidez con la caída de Lehman Brothers -que impactó no sólo sobre los bancos de inversión sino también sobre los comerciales, las aseguradoras y los mercados de dinero-, a pesar de que luego se inyectó dinero por distintos mecanismos y se permitió maniobras contables que mejoraron los balances bancarios, se mantiene esta situación de liquidez inmovilizada. Esto significa que mientras la política fiscal está siendo contractiva en Europa y EEUU, no hay manera que la política monetaria usual pueda contrarrestarlo.
2 - La segunda cuestión, son las crisis presupuestarias. Esta se entrelaza a la primera, porque justamente mostró el techo muy bajo en el que el gasto estatal para operar como contratendencia frente al hundimiento económico, especialmente -pero no exclusivamente- en la periferia Europea. Acá la pregunta clave es ¿Puede Grecia ser un nuevo Lehman? Es decir, ¿puede operar como un disparador de pasivos contingentes operados en lo que se conoce como shadow banking (insituciones financieras no reguladas) que impacte sobre el conjunto del sistema financiero, disparando simultáneamente una crisis de liquidez y un agravamiento de la situación de insolvencia que ya muestran varios bancos, como muestran los stress test a bancos europeos cuyos resultados aparecieron en días recientes?
Si Grecia fuera librada a su suerte y cayera en default, los efectos centrales no serían tanto por las consecuencias directas de dichos impagos, sino por las implicancias sobre otros países en situación similar. Los bancos han reducido su exposición a la deuda griega. Para tratar de disminuir los riesgos, los bancos franceses disminuyeron en 2010 su exposición en Grecia, que se redujo en un 44 %, pasando de 27.000 millones a 15.000 millones de dólares. Los bancos alemanes efectuaron un movimiento similar: su exposición directa bajó un 60 % entre mayo de 2010 y febrero de 2011, pasando de 16.000 millones a 10.000 millones de dólares. Fueron el FMI, el BCE y los gobiernos europeos los que reemplazaron progresivamente a los bancos y otras entidades financieras privadas. El BCE posee en forma directa 66.000 millones de euros de títulos griegos (o sea, el 20 % de la deuda pública griega) que adquirió en el mercado secundario a los bancos. Aunque, hasta mayo de 2011, el FMI y algunos gobiernos europeos ya habían prestado 33.000 millones de euros, sus préstamos continuaron aumentando.
Sin embargo esto no se detiene allí, el BCE aceptó de los bancos griegos 120.000 millones de euros en títulos de la deuda griega como garantías (colaterales) de préstamos que había otorgado con un tipo de interés del 1,25 %. El mismo procedimiento se reprodujo con Irlanda y Portugal.
El impago de la deuda Griega exacerbaría la presión sobre el conjunto de la zona euro. El 7 de julio de 2011, Moody’s colocó a Portugal en la categoría de deudas de alto riesgo. Unos días después, los especuladores atacaban a Italia. Lo que la vuelve comparable a la caída de Lehman, es el gatillo de los complejos seguros realizados sobre la deuda, que es lo que más podría comprometer al conjunto del sistema financiero europeo en montos que son incalculables. Pero además, está el propio compromiso que tiene actualmente el BCE en deuda Europea. Si ek default se extendiera más allá de grecia, podría barrer con una porción considerable del capital del BCE, el ortodoxo guardián de la estabilidad en la eurozona. Desde 2010 ha adquirido 75 mil millones de euros en bonos del gobierno, además de 150 mil millones en actives financieros constituidos como colaterales de bancos griegos, que también están respaldados por el gobierno griego en gran medida. El problema no es tanto esta deuda, sino el efecto que tendría sobre los bonos de Portugal e Irlanda. Si estos caen mucho, podría ser necesario una inyección de euros para reconstituir el capital del propio banco central.
Existen fuertes intereses contrapuestos en juego, que se ponen en evidencia en la presión de las calificadoras de riesgo norteamericanas que siguen bajando la nota de la deuda de los países europeos, mientras se profundizan las maniobras especulativas contra los bonos de deuda soberana. Detrás de estas movidas, se puede señalar lo provechoso que resultaría para los grandes bancos norteamericanos un deterioro en los balances de sus pares europeos, que los transformaría en potenciales compras de oferta.
Lo cierto es que esto hace difícil la posibilidad de un escenario de reestructuración negociada de la deuda griega, por la presión de las calificadoras de deuda, que han salido a afirmar que cualquier renegociación haría ingresar la deuda en categoría de default, trayendo las mismas consecuencias catastróficas que vendrían de una cesación de pagos declarada unilateralmente sin propuesta de reestructuración de ningún tipo. Esto hace que los costos no cambien demasiado entre una salida negociada y la más traumática salida unilateral. Por eso la línea del BCE y de varios países de Europa es mantener la presión sobre los países más comprometidos y proveer nuevos fondos que alivien la situación un tiempo más. La perspectiva, entonces, es que buscarán contra reloj negociar un nuevo rescate, como quieren imponer Francia y el Banco Central Europeo, acompañado de nuevas medidas de austeridad, aunque Alemania y otros países mostraron resistencia a realizar nuevos desembolsos. Esto no es un plan de salida: como plantean Krugman y Brad DeLong respecto de EEUU (y como hemos vivido acá en Argentina, sólo que en una escala más dramática), la línea de austeridad mantendrá las economías deprimidas, reduciendo de esta forma los ingresos fiscales que dependen de la evolución de la actividad, haciendo por lo tanto imposible cumplir el compromiso de que cierren las cuentas. Las medidas de austeridad llevan además a que la deuda se incremente en relación al ingreso nacional, aumentando la carga de los pagos hasta niveles imposibles, en economías como la griega que se prevé que caerá 3,5% este año, luego de haberse contraído un 4,4% en 2010.
Esto es insostenible a mediano plazo. Sin embargo es posible que se concrete un rescate, no porque se espere del mismo otro resultado, sino porque la apuesta es evitar un estallido con efecto dominó desde Grecia hacia España, Portugal, Irlanda y -sobre todo- Italia. Las “ayudas” no son realmente tales para Grecia, sino que básicamente buscan sentar las bases para aislar lo más posible los efectos de la cesación de pagos cuando esta se concrete.
3- Las alternativas que plantean EEUU y Europa se mueven entonces entre la prolongación de una situación depresiva y la posibilidad de una nueva caída si nuevamente se corta la cadena de liquidez producto de un default -lo cual sería expresión de una más grave situación de insolvencia extendida por la persistencia de activos tóxicos y la nueva crisis de deuda. La excepción es por ahora Alemania que gracias a una considerable reorientación de sus exportaciones hacia China viene creciendo fuerte.
Si la situación de liquidez arrastrara una nueva caída fuerte, un elemento agravante sería la situación fiscal comprometida de los Estados. Para Europa y EEUU no existiría la posibilidad de responder con intervención estatal. Este colchón que existía en 2008 hoy está descartado.
4- No son los padecimientos Europeos y la disputa con bajar el gasto en EEUU a la vez que elevar el monto de endeudamiento, las únicas consecuencias que revelan que las medidas de contención devinieron eslabones débiles. Como señala un artículo reciente de Alex Callinicos, “en todos los demás países la intervención ha tenido diferentes -pero igualmente desestabilizadoras- consecuencias” (Callinicos, Alex, Unsteady as she goes). Se habló bastante de desacople o conceptos similares desde el estallido de la crisis. Peo se ha pasado por alto que hubo elementos vinculados a los propios mecanismos de contención de la crisis que operaron en cierta medida de forma virtuosa sobre la periferia. Por ejemplo, el aumento de los precios de los commodities está asociado a la masiva inyección de dinero barato realizada por los bancos centrales de EEUU, Europa, Gran Bretaña, y otros países. Una parte abrumadoramente importante de estos fondos han fluido hacia los países de la periferia, lo cual por un lado generó tendencias a la apreciación de algunas monedas, pero por otro lado ha permitido sostener crédito baratao que ha alimentado el consumo, y en ocasiones contribuido a replicar algunas burbujas otros países. Brasil ha podido tener en el último año y medio un boom de consume bastante extendido gracias al ingreso de capitales, aunque a la vez viene aumentando la preocupación por la apreciación de la moneda.
En el caso de China, se articuló también una importante entrada de capitales de corto plazo, que se sumó a la firmeza que venían teniendo los montos de inversión directa. Casi todos los analistas coinciden en señalar la existencia de una burbuja inmobiliaria, además de una inflación que aunque no parece tan alta (5,3%) más que duplica el promedio mundial, y ha disparado medidas de combate contra la misma, como la suba de las tasas de interés.
La otra cuestión, que es central para empezar a pensar qué margen puede tener China para encarar una transición hacia otro rol en la economía mundial, es si ya estamos ante los síntomas de una sobreacumulación, agravada por la acción del Estado ante la crisis. Para Roubini, “la economía China está recalentada hoy [generando tendencias inflacionarias] pero, en el trascurso del tiempo, la sobreinversión va a probarse deflacionaria tanto localmente commo a escala global. Cuando aumentar la inversión en capital fijo se vuelva imposible –probable mente en 2013- a China le espera un agudo enlentecimiento […] China ha crecido durante las últimas décadas liderada por las exportaciones y con la base de una moneda débil, que resultó en grandes ahorros de empresas e individuos y creó gran confianza en las exportaciones netas y la inversión fija (infraestructura, inmuebles, y capacidad industrial). Sobre a base de esta lógica la respuesta a la crisis fue un salto en la inversión como parte del PBI, que pasó del 42% al 47%”.
En 2010 y 2011 ha seguido aumentando la proporción de la inversión. Y hoy se puede decir que casi la mitad de la producción va a inversión.
Se plantean dos problemas con esto. Uno es la dificultad para explotar provechosamente estas infreaestrucuturas. Y el otro, es que cada vez parece ser más difícil garantizar el pago de los créditos que sostuvieron estas inversiones. Muchos municipios y sociedades mixtas podrían entrar en la insolvencia, depreciando a la vez fuertemente los activos en los que invirtieron, y golpeando sobre la burbuja inmobiliaria y sobre el consumo. Algunos fondos de inversión han comenzado a retirar algunas inversiones de China.
Para sosntener la recuperación frente a estas amenazas, está la apuesta del gobierno chino por extender la importancia del consumo doméstico. El nuevo plan quinquenal propuso una batería de medidas que, según estima Stephen Roach podría alcanzar “para impulsar el consumo privado como porcentaje del PIB chino desde su mínimo nivel actual de un 36 por ciento, aproximadamente, a algo así como entre el 42 y el 45 por ciento en 2015”.
Pero el carácter de los sectores burgueses que más se han beneficiado con el crecimiento liderado por las exportaciones plantea que este giro hacia el mercado interno no es solamente una cuestión de cambiar una política económica. Herman Schwartz, sostiene que desde el punto de vista de la elite económica, vinculada al partido, “la rentabilidad descansa en última instancia en las exportaciones en vez de en una lucha brutal en el mercado chino caracterizado por ninguna lealtad hacia las marcas, ni diferenciación de producto, ni habilidad de los trabajadores para presionar al alza de los salarios” (Schwartz, Herman M, Subprime Nation: American Power, Global Capital, and the Housing Bubble, Londres, Cornell University Press, 2009, citado por Callinicos, Alex, Unsteady as she goes).
Otra cuestión que se plantea para China es la posibilidad de sostener la moneda depreciada, lo que fue la base para lograr las altas exportaciones. Y que, por los objetivos propuestos por el plan Quinquenal, seguirá siendo primordial, ya que no hay plan de que China reemplace las exportaciones con un crecimiento basado en el mercado interno, sino que se busca una combinación entre mercado doméstico y exportaciones. Acá, tanto las medidas de coyuntura contra la inflación, como el crecimiento del mercado de capitales en renminbi (se ha empezado a emitir deuda en dicha moneda) plantea dificultades para seguir atando su moneda al dólar para evitar que se aprecie.
Stephen Roach plantea además otro problema, que es la acuciante cuestión de los tiempos, ya que el intento de transición en China se realiza en un contexto mundial de estancamiento que podría volver a ser de caída en algunos países próximamente: “al pasar a una dinámica más impulsada por el consumo, China reducirá su ahorro excedente y tendrá menos remanente para financiar los permanentes déficits de ahorro de países como los Estados Unidos. La posibilidad de semejante reequilibrio mundial asimétrico –en el que China sea la vanguardia y el mundo desarrollado vaya a la zaga– podría ser la principal consecuencia no deseada del Duodécimo Plan Quinquenal de China”.
Es importante destacar que para China el alto crecimiento es condición no sólo para mantener un tren de desarrollo, sino para la propia estabilidad social en el país.
5- Además de señalar estas contradicciones, tenemos que señalar que con el agotamiento de los planes de estímulo, se plantea la pregunta de qué posibilidades tienen los países como los BRICs que mostraron en los últimos años un importante crecimiento, de mantenerlo si no hay recuperación en EEUU y el conjunto de Europa. El fuerte crecimiento de los “emergentes” estuvo enmarcado por la estabilización europea, sin la cual no se habría registrado. En el caso chino, por ejemplo, el efecto de los planes de estímulo se acompañó de la recuperación parcial de las exportaciones -aunque esta tuvo como requisito una cierta diversificación y políticas de dumping pero también que se reactivaran parcialmente las compras en EEUU y otros países de europa. Además -como ya vimos en el caso de China pero aplica para otros países- las medidas “de emergencia” con las que se respondió a la crisis no constituyeron en ningún modo las bases para un “desacople” sostenible a largo plazo para basar el crecimiento y el desarrollo del mercado interno .
6- Ante la parálisis fiscal, ¿EEUU lanzará un QE3? La pata fiscal está completamente desmantelada, discutiendo ajustes, mientras los datos de empleo ya mostraron un nuevo aumento. La política monetaria de corto plazo no tiene efecto, y como ya vimos tampoco la monetaria por los indicios de “trampa de liquidez” que señalamos, por lo cual no hay posibilidad de actuar abaratando las tasas o inyectando dinero a través de los canales tradicionales de la política monetaria. Está además el problema de la inflación, que comenzó a aparecer en el propio EEUU dando signos de una situación de “estanflación”. Esta apuesta desesperada a un QE3, de volver a actuar como “inversionista en última instancia” como la llama Roubini, comprando activos financieros de largo plazo, muestra las limitadas opciones de que se disponen. También, anuncia nuevas desestabilizaciones en los precios de activos, commodities y flujos de capitales, como las que ha ocasionado el QE2 durante el primer semestre del año.